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sábado, 24 de junio de 2017
domingo, 11 de junio de 2017
lunes, 29 de mayo de 2017
EL MACHISMO EN 100 FRASES
Ahora o nunca es un vídeo
viral y lo protagoniza una adolescente que enuncia 100 frases que la mayoría de
las mujeres tendrán que escuchar a lo largo de su vida.
(...) El
análisis de su origen (EL MACHISMO) nos muestra que las apariencias engañan: las actitudes
machistas son un disfraz de la impotencia en el hombre y la incapacidad de
vivir bien la feminidad en la mujer.
Detrás de un machista se esconde un
hombre que, a menudo, tiene miedo a no ser lo "bastante" hombre. Sus
dudas giran en torno a su identidad masculina, es alguien que ha quedado
atrapado en una sexualidad infantil, dependiendo de la madre, una mujer
idealizada y poderosa y a la que, en el fondo, no puede sustituir por otra; tiene
miedo y envidia a la mujer. Por su parte, la mujer machista rechaza lo femenino
y quiere ser como un hombre, porque es al único que valora. (...)
Lo que la chica dice en el vídeo son frases del artículo ¡Qué niña tan bonita!de RO DE LA TORRE.
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EDUCACIÓN CON MAYÚSCULAS
Las diez claves de la educación en Finlandia
El sistema educativo finlandés está considerado uno de los
mejores del mundo, especialmente por sus buenos resultados en los Informes Pisa, la evaluación que realiza la OCDE cada
tres años. ¿A qué se debe? Te explicamos algunas características esenciales de
la educación en el país nórdico que pueden contribuir a explicar su éxito y
servirnos para reflexionar sobre nuestro propio sistema de enseñanza.
DIEZ PILARES DEL SISTEMA EDUCATIVO FINLANDÉS
1. Los docentes son profesionales valorados. La educación es una profesión con prestigio y los
profesores tienen gran autoridad en la escuela y en la sociedad. El equivalente
a Magisterio en Finlandia es una titulación complicada, exigente y larga, que
además incluye entrevistas personales, por lo que los maestros son
profesionales muy bien preparados y vocacionales.
2. La educación es gratuita y, por lo tanto, accesible a todos. El sistema educativo público establece que la educación es
obligatoria y gratuita entre los 7 y los 16 años y debe ser impartida por
centros públicos. Tampoco se paga por los libros ni por el material escolar, y
todos los niños reciben una comida caliente al día en el colegio, también
gratuita. En el caso de que el niño viva a más de 5 kilómetros del centro
escolar, el municipio debe organizar y pagar el transporte
3. El reparto del dinero público se hace de forma equitativa. Los fondos estatales se reparten de
forma justa entre los centros. Hay una base de subvención común para todos pero
la cifra final varía atendiendo a las necesidades de cada uno, de manera que se
compense a aquellos con más carencias para equipararlos al resto. La igualdad
de oportunidades es un valor esencial.
4. El currículo es común pero los centros se organizan. Cada escuela y sus profesores diseñan
y organizan el currículo (aunque tiene unas líneas generales y un marco común
para todos) y se planifican para conseguir los logros establecidos como mejor
consideren.
5. La educación se personaliza. Desde los primeros cursos se
interviene para apoyar a los alumnos con necesidades especiales, con lo que se
evita que sus dificultades aumenten con los años y se minimizan los porcentajes
de fracaso escolar. Se respeta el ritmo de aprendizaje de cada niño y se huye
de las pruebas y actividades estandarizadas. Además, los profesores suelen
ocuparse del mismo grupo desde 1.º (7 años) hasta 6.º (12 años), lo que ayuda a
que los conozcan mucho mejor.
6. Los alumnos tienen tiempo para todo. La educación se toma en serio pero también se da
importancia al juego y al descanso. Los niños no comienzan el colegio hasta los
7 años, momento en el que se les considera maduros para aprender. Además, las
jornadas lectivas son más cortas. Los estudiantes de Primaria tienen solo 3 o 4
clases al día, con descansos de 15 minutos entre cada una de ellas a los que se
suma el descanso para comer. Apenas hay deberes, el trabajo se hace en clase,
no en casa.
7. Preparar la clase es parte de la jornada laboral. Los profesores no imparten tantas
horas de clase como en otros países, sino que el tiempo que pasan en el aula es
más reducido y destinan las horas restantes a preparar sus lecciones,
investigar, organizarse o trabajar de forma colaborativa con otros docentes.
8. Se evita la competencia y las cifras. Los estudiantes no hacen exámenes ni reciben
calificaciones hasta 5.º curso (11 años) y los informes que el profesor elabora
para los padres son descriptivos, no numéricos.
9. Se premia la curiosidad y la participación. La imaginación y la capacidad de emprendimiento son muy
apreciadas en la sociedad finlandesa, abundan los profesionales de campos
artísticos y creativos y también los de tecnología e ingeniería. Esto también
se fomenta en la educación, donde se valora la creatividad, la experimentación
y la colaboración por encima de la memorización y las lecciones magistrales.
10. Los padres se implican. La sociedad y las familias consideran
que la educación es fundamental y la complementan con actividades culturales. A
esto contribuyen las ayudas que reciben los padres para la conciliación de la
vida laboral y familiar, para que dispongan de más tiempo con sus hijos.
domingo, 28 de mayo de 2017
CERCA TUYA, PEDRO
El uso "incorrecto" y desprestigiado del posesivo tras un adverbio se va extendiendo en la política.
ALEX GRIJELMO
ALEX GRIJELMO
Dijo la presidenta de Andalucía en el debate socialista del pasado 15 de
mayo, dirigiéndose al ex secretario general del PSOE, Pedro Sánchez: “Cuando la gente que ha trabajado cerca tuya resulta
que no se fía de ti, deberías hacértelo ver”. (Y al copiarlo
así para este artículo, el corrector informático de Word modifica en un
santiamén la expresión, y reescribe sin consultarme: “cerca de ti”).
Parece que el uso de los posesivos aplicados a los adverbios se va
extendiendo entre la clase política española. Le pasó esta vez a Susana Díaz,
pero el propio Sánchez, como otros muchos, tiene antecedentes en esto. (Tele 5,
miércoles 3 de febrero de 2016: “Agradezco que el partido esté
detrás mío”).
Tanto “cerca” como “detrás” o “delante” son adverbios y no asumen la misma
abstracción de propiedad o pertenencia que permite un sustantivo. O sea:
podemos decir “su casa”, pero no “su detrás”.
En la oración “ha trabajado cerca tuya”, esta última palabra evoca la
posesión de “cerca”, lo cual sí tendría sentido si se tratara de un vallado:
“Esa cerca tuya está muy deteriorada”, por ejemplo. (Y ahora el corrector de
Word también pone “cerca de ti” donde yo había escrito “cerca tuya”, pese a ser
adecuado en este caso).
Sobre esas construcciones, el Diccionario panhispánico de
dudas académico señala en la entrada “cerca”: “Por su condición
de adverbio, no se considera correcto su uso con posesivos: cerca mío, cerca
suyo, etcétera (debe decirse cerca de mí, cerca de él…)”.
Por tanto, este idioma que los hablantes construyeron con finura durante
siglos ha determinado que los posesivos “tuyo”, “suya”, “vuestro”, “nuestro”…
puedan ir detrás de un sustantivo, pero no de un adverbio. De ese modo, se
puede decir “al lado suyo” porque se puede decir “a su lado”, y se usa “a costa
suya” porque cabe expresar “a su costa”. Lo mismo sucede con “alrededor mío” y
“a mi alrededor”, ya que se percibe “alrededor” como sustantivo que tiene
variación de número (“los alrededores”).
Sin embargo, no se debería decir “delante mío” porque no se puede decir “en
mi delante”. Y por la misma razón no valen “detrás suyo”, “encima mío”, “debajo
suyo”, “enfrente mío”, “lejos tuyo”…, puesto que no decimos “en mi detrás”, “en
mi encima”, “en tu lejos”… La Nueva gramática de
la Academia (página 1.361) precisa que tales usos no son recomendables en un
lenguaje culto, y que en esos casos el pronombre debe expresarse en su forma
personal y con la preposición de: “debajo de ti”,
“encima de mí”, “cerca de él”, “enfrente de mí”, “lejos de ella”…
Díaz aplicó además la concordancia en femenino, pese a que los adverbios
son invariables (es decir, no tienen género ni número). Dijo “cerca tuya”.
Y la Academia endurece ahí su juicio, precisamente para calificar esta
concordancia en femenino como “más desprestigiada” aún que la anterior.
Tal vez algún día se diluyan ésta y otras sutilezas que ha ido formando la
evolución del idioma, sobre todo si los políticos insisten en ello. Y esto
sería consecuencia de lo que parece sucedernos hoy: el lenguaje culto no se
divulga, sino que se vulgariza.
Pero también cabe que ocurra lo contrario: que mucha gente instruida
identifique como indoctos y vulgares, y quizás indignos de su confianza, a
quienes al hablar en público desdeñan habitualmente el registro culto de la
lengua y, por tanto, no son conscientes de lo que eso puede dar a entender.
VISTO EN EL PAÍS
TODO EMPEZÓ EN SUMERIA
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sábado, 27 de mayo de 2017
viernes, 26 de mayo de 2017
ALGUNAS DE LAS RAZONES POR LAS QUE NO HAY UN PARTIDO DE ULTRADERECHA EN ESPAÑA.
La
más importante es que ya hay uno que dice que es de centro derecha, el PP,
Antes Alianza Popular y antes los del Generalisimo, algo que lo explica muy bien es ese dibujo que…no lo digo lo pongo
Lo
que en Román Paladino viene a ser los mismos perros con diferentes collares.
Memoria, dignidad y lucha
25 May 2017
Alfonso ‘Alfon’ Fernández Ortega
Que el presidente del país en el que vivo,
del Estado en el que se me somete a un marco jurídico determinado y amparado en
la violencia legal, último responsable de cuestiones tan fundamentales como la
formación y educación en escuelas e institutos donde hoy se forjan las
conciencias del futuro, diga que los crímenes del franquismo en España son algo
del pasado, a lo sumo un asunto histórico que puede ser tratado desde el
estudio y el análisis por mera erudición, demuestra que en este país quienes
vencieron en el treintainueve –la clase social de aristócratas,
banqueros, terratenientes, grandes empresarios, alto clero y élite militar– han
conservado desde entonces el poder, y aprovechándose de la dominación de las
condiciones materiales de la sociedad han impuesto su dominio ideológico, en el
cual se incluye el total desprecio por cualquier posición contraria a sus
intereses, incluidos los miles de hombres y mujeres asesinadas en nombre de
Dios y de la propiedad privada.
Sin embargo, frente a sus aspiraciones de
dominación y sometimiento de una masa social que se desangra cíclicamente entre
precariedad, plusvalía, falsas esperanzas de movilidad social y una profunda
crisis de identidad colectiva, siempre habrá quienes se planten y les digan que
no, que no en su nombre, que no con su consentimiento. Y hoy es uno de esos
días en los que nos plantamos ante sus ofensas y su falta de escrúpulos y les
decimos a los señores y las señoras del gobierno, al señor presidente y a todos
esos con los que gustan codearse en lujosos despachos y restaurantes que no,
que los crímenes del fascismo en España no son una cuestión del pasado. No,
porque somos demasiados los que no tenemos donde honrar a nuestros muertos;
porque privasteis a nuestros padres y a nuestras madres, a nuestros abuelos y a
nuestras abuelas, de crecer junto a los suyos y de ver crecer a los suyos, y,
aunque vosotros seáis incapaces de comprenderlo, todo el dolor que se instaló
en estas miles de familias no se quedó en el pasado, pervive en nosotros y
nosotras, sus nietos, nietas, bisnietos y bisnietas. Y este dolor se hace más
agudo a medida que las nietas y los nietos de quienes nos arrebataron a
nuestros antepasados continúan despreciando a nuestros muertos, negándoles la
dignidad que merecen como combatientes voluntariosos de la libertad.
Pero os diremos más, pues si seguís
tratando de convencernos de que la barbarie fascista pertenece al pasado, os
contaremos que con 16 años enterramos ahora hace diez años a un joven asesinado
en nombre del fascismo. Y si aun así os quedan ganas de persistir en vuestro
intento de convencernos de semejante falacia, no tenéis que hacer más que mirar
a vuestro alrededor. Veréis a vuestros compañeros, colegas y amiguetes
justificando el uso de pelotas de goma que asesinaron a migrantes en nuestras
fronteras; ocultando a torturadores que truncaron la vida de miles de
personas para que puedan vivir y morir impunemente. También os veréis
haciendo uso de la maquinaria del Estado para perseguir a la oposición
política, mientras que por otro lado de espaldas al pueblo y en un ejercicio
constante de cinismo y cobardía, os guardáis las espaldas con toda esa
maquinaria para no pagar por todos los crímenes que habéis cometido y seguís
cometiendo contra el pueblo.
Si, señores y señoras que nos dominan
desde aquellos días que decís son del pasado, mirad en vuestras agendas de
teléfono, en vuestras cuentas bancarias, en vuestros libros de familia y en el
bonito espejo de vuestro aun más bonito cuarto de baño; comprobarán que los
crímenes de fascismo no son cosa del pasado.
Prisión de Navalcarnero, Mayo de 2017
visto en PÚBLICO
miércoles, 24 de mayo de 2017
LA INSEGURIDAD
IMPOSTORES
LUCÍA GONZÁLEZ
Pongamos que tienes trabajo y disfrutas de una etapa de
éxito, doblemente afortunado. Por tus logros profesionales acudes a una fiesta
con invitados apasionantes: científicos, artistas, investigadores, escritores…
¡Incluso gente que ha descubierto cosas! Llegas al sarao y empiezas a sentir
que en cualquier momento alguien se va a dar cuenta de que tú ahí no pintas
nada. Empiezas a charlar con otro invitado. Os hace gracia que sois tocayos y,
hablando un poco de todo, te suelta: “Miro a toda esta gente y pienso, ¿qué
diablos hago yo aquí? Esta gente ha hecho cosas extraordinarias. Yo sólo fui
donde me mandaron”.
El escritor Neil Gaiman ha rescatado en un post esta anécdota del día que conoció al
astronauta Neil Armstrong. Contestaba así a un fan que le preguntaba si alguna
vez había sentido el llamado Síndrome del impostor, la sensación de achacar un reconocimiento personal a la
suerte y no a méritos propios. El miedo a que los demás confirmen tu sospecha
de que no estás a la altura.
Puede sonar a falta de autoestima adolescente o a exceso de
timidez, pero es algo frecuente entre adultos. A muchas mujeres nos pasa en entornos laborales masculinos, en parte por
los estereotipos de género que aún arrastramos. Gaiman añade que se quedó más
tranquilo porque si esto le pasaba al primer humano en pisar la Luna es normal
que nos ocurra a todos. O a muchos. Como Martín Scorsese, que también se ha sentido impostor. No hace falta acumular
el vértigo de un puñado de Oscar o de libros de éxito. La inseguridad es algo
muy humano.
VISTO EN EL PAÍS
jueves, 18 de mayo de 2017
LOS INDIGNADOS DE SUSANA
La líder andaluza retrata a los “cabreados” con el PSOE como
personas que
no son tan pobres, sino que tenían demasiadas
expectativas
La descripción del grupo humano al que te diriges es una de las bases de la
política: delimitarla.
Susana Díaz lo tiene claro, y el resto nos hemos enterado gracias a que la
periodista Miriam Ruiz Castro ha colgado en las redes
esta semana un discurso que la líder socialista ofreció a sus correligionarios
el pasado mes de enero. En su arenga, tras enumerar lo bien se vivía con Felipe
González y con José Luis Rodríguez Zapatero, la andaluza afirma que el problema
no es que la población esté muy empobrecida –bajar “10 escalones”, lo llama—,
sino que sus expectativas eran tan altas, que habiendo “bajado uno” solamente,
se “cabrean”. Acto seguido, para ilustrar tal afirmación, asegura que creyeron
que “iban a poder tener su casita en la playa”, y de ahí su cabreo.
Todo el artículo en: CTXT, contexto y acción
personas que no son tan pobres, sino que tenían demasiadas
expectativas
Todo el artículo en: CTXT, contexto y acción
lunes, 15 de mayo de 2017
domingo, 7 de mayo de 2017
ANTIGUO TERRORISMO DE ESTADO
La niña ‘robada’ adoptada por un juez franquista
A Inés se la quedó un juez franquista después de que fusilaran a su padre, según denuncia la familia. Ahora, con 85 años, busca a su padre en una fosa común en Álora (Málaga).
Después de que su padre fuera fusilado, a la niña Inés se la queda un juez franquista, Manuel Carrión Bracho, quien, según denuncia la familia, se la apropia como una cosa más. Igual que las pocas pertenencias que tenían, una casa y un trozo de tierra. Inés Franco tenía cinco años. Ahora, con 85, busca los huesos de su padre, Andrés Franco, en una fosa común en Álora (Málaga).
42 nombres y una orden: “Han de ser ejecutados en las primeras horas del día de mañana”. La sentencia de muerte establece la secuencia. “El encargado del Depósito Municipal entregará a las fuerzas del Ejército Nacional a los reos que se encuentran a mi disposición”. Está firmada por “el Capitán Juez Militar”, sin especificar el nombre. Y así se cumple. De madrugada, el 5 de abril de 1937, caen muertos a balazos.
Los fascistas suman aquella noche un puñado de presos más a la ejecución. Las balas atraviesan la carne. Los rebeldes arrojan 60 cuerpos al agujero excavado en el castillo del pueblo. Andrés yace inerte. Asesinado a sangre fría, cubierto de tierra. Sin juicio ni defensa. Solo un papel del Juzgado Militar de Álora que marca el destino.
Para los descendientes de Inés y Andrés pudo haber otro final. Consideran que el magistrado que se quedó con Inés pudo haber impedido la muerte de su padre. “Estaba en el bando franquista y era amigo de la familia”, relata Susana Cintado Franco, hija y nieta de estas víctimas. “Debería haber hecho algo si realmente le preocupaban sus hijos”, apunta. A cambio, prosigue Cintado, se acaba llevando a la pequeña Inés, a la que adopta legalmente “cuando tiene 22 años”. Por eso “la califico como niña robada”, recalca. El juez aludido no dejó familia directa a la que poder preguntar por el caso.
“Por favor, no me llevéis que tengo tres niños pequeños”, gritaba Andrés el día que es capturado, según relata la familia. La escena queda sepultada. Hasta el año 2012 en que Inés regresa, por primera vez, a la calle Rosales en Álora. “Cuando llegamos, ella recordó los gritos de su padre… es como si su mente lo hubiera borrado todo, hasta ese día que vuelve a estar al lado de la que era su casa”, rememora su hija. “Y tenía miedo, pensaba que la iban a acusar por haberse ido con un fascista”, dice.
Los padres de Inés eran un hijo de ‘los cuchilleas’ y una hija de ‘los moñigos’. Familias conocidas en el pueblo. Su madre, María Arjona, había muerto años antes, en el 34. El matrimonio dejó tres huérfanos: Juan, José y la pequeña Inés.
“Se lleva a mi madre con él porque ese matrimonio no podía tener hijos” y, de paso, asegura, “se queda también con el pequeño patrimonio familiar, una casa y unas tierras”. Vivirán en Málaga, Barcelona. El juez franquista “adopta legalmente” a Inés cuando ésta tiene 22 años. Y cuando la mujer del magistrado fallece, le dice “que está enamorado de ella”. Que deben casarse. “Mi madre le dice que es antinatural, que es su hija, y como no quiere casarse con él, la echa de casa”.
Inés investiga, a partir de ahí, y acaba por conocer el paradero de sus hermanos. “Con Juan se volvió a ver en 1968, en Holanda, y José se murió de leucemia”, cuenta Cintado.
“Víctimas del terrorismo de Estado”
80 años después de su muerte, ha comenzado la búsqueda de los restos óseos de Andrés. Y de José, Cristóbal, Antonio, Francisco, Alonso, Martín… La exhumación en el Castillo de Álora, a cargo de la Dirección General de Memoria Democrática de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, busca “una gran fosa que apunta a una gran saca”, en palabras del director arqueológico de la intervención, Andrés Fernández.
“A mi abuelo lo mataron en la noche de los 60 fusilados”, relata Susana Cintado. Son “víctimas del terrorismo de Estado”, dice sin tapujos. Quizás bajo tierra aparezcan más de aquellas seis decenas, más de un centenar es posible, enterrados a casi metro y medio de profundidad. Entre ellos, Andrés Franco. Lo espera su hija, Inés, la niña que se quedó un juez franquista.
“Y que devuelvan a mi familia lo robado”
Los viajes de ida y vuelta de la memoria dejan rastro en los nombres implicados. La secuencia empieza en la propia Inés, que arrastra la tragedia en sus apellidos. “Cuando la robó”, el juez no elimina los originales de la niña “pero coloca su apellido delante del resto”. E Inés Franco Arjona pasa a ser Inés Carrión Franco Arjona. Cuando Inés es madre, hace años que conoce su adopción y logra prescindir del apellido prestado para dejar el rastro familiar en el nombre de su propia hija: Susana Cintado Franco.
Con la apertura de la fosa aparece la opción de cerrar el duelo para la familia Franco. De restañar la herida abierta una vida entera. Inés, hoy, sufre una enfermedad degenerativa que le impide hablar y tener autonomía propia. Pero sigue ahí, pendiente a su modo. “No sé si vamos a tener los restos exactos de mi abuelo en mis manos”, dice Susana. “Casi que daría igual, quiero decir, si los sacan, lloraría a cualquiera de los que hay ahí”.
Susana Cintado Franco quiere una reparación que alcance “un homenaje a las víctimas”, un informe histórico, una placa en el castillo que recuerde a los ejecutados “y que se le devuelva a mi familia lo robado”. Lucha contra la impunidad de los crímenes del franquismo. Llegará, dice, “hasta el final” del caso.
* Fe de errores del autor: este artículo ha sido actualizado tras detectar un error en la identificación del juez militar y tras haber contactado nuevamente con la familia denunciante. Disculpen las molestias
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sábado, 6 de mayo de 2017
SI ES QUE SON GILIPOLLAS....DICEN ELLAS
HEROÍNAS
Javier Pérez de Albéniz | Cuarto Poder | 0
No nos habíamos recuperado del brutal descojone que nos provocó Esperanza Aguirre con su frase para la historia (“Yo destapé la trama Gürtel”) cuando aparece Cristina Cifuentes y suelta otra consigna para enmarcar: "Mi Gobierno denunció el caso Canal ante la Fiscalía hace casi un año" ¡Vaya par de agentes anticorrupción!
Vestidas de paisano, Prada y Versace, se infiltraron en la red mafiosa más poderosa de España. Y desde las mismísimas entrañas del monstruo, ese edificio de la calle Génova reformado con dinero negro, nos engañaron a todos: no solo no eran miembros del hampa, para nada, sino que ayudaron a la justicia a descubrir a la banda que estaba robando el dinero público del país.
Heroínas. Eso es lo que son Cifuentes y Aguirre. Heroínas con más peligro que el opioide derivado de la adormidera. Heroínas de la ley y el orden, supervivientes de un mundo podrido, reinas de la camorra y del descaro, ambiciosas sin límites, mentirosas sin freno. Heroínas cortadas, tóxicas, que están acabando con el futuro de una generación de madrileños. Escuchándolas, podría parecer que el Partido Popular no ha gobernado nunca en Madrid, que estamos ante dos incasables defensoras de la política honrada.
Cifuentes no solo denunció el caso Canal, sino que ahora rompe los lazos con Aguirre y pide al resto de partidos ayuda contra la deshonestidad: “El tiempo de los corruptos en Madrid ha llegado a su fin”, dice, sin sonrojarse lo más mínimo, desde el nido del buitre. Como lo oye. La número uno del PP de la capital de España no sabía nada de la Gürtel, ni de la Púnica, ni de Pokémon, ni siquiera de financiación ilegal o sobresueldos. Es evidente que en sus manos está no solo el fin de la corrupción, sino la unidad de España, el futuro de este país. ¡Tiembla Rajoy!
Y mientras tanto Aguirre, lamiéndose las heridas tras la derrota, insiste en su limpieza inmaculada, en no haber olido jamás el tufo que le rodeaba, en que el lenguaje de la España actual necesita términos que, como sucede con “invigilando”, fomenten la confusión y faciliten el caos.
Nos roban, pero eso no es lo peor. Lo peor es que lo hacen con una sonrisa en el rostro: “si es que son gilipollas…”.
VISTO EN INICIATIVA DEBATE
VISTO EN INICIATIVA DEBATE
sábado, 29 de abril de 2017
viernes, 21 de abril de 2017
"PROCESIONAR"
Por los clavos de Cristo
Igual que hay un torero (con menos luces de las que debiera dada su profesión) que se pregunta si para ser antitaurino hay que dejar de ducharse, hay una España que “procesiona” (ese verbo) y que se revuelve con furia contra quienes contemplamos abrumados desde lejos la fiebre de los tronos, eligiendo para estos preciosos días primaverales la ciudad más vacía y más libre de tradiciones, salvo las culinarias. Unos ven en nosotros una falta de espiritualidad, otros, una dejación de la defensa de nuestra civilización, que como todos sabemos está amenazada. Pero, a pesar de la supuesta amenaza contra la religión católica y la cultura que de ella se desprende, las calles españolas, de arriba abajo, se llenan de tronos estos días.
El año pasado se me ocurrió hacer un artículo sobre el asunto. Muy agresivamente, como si les fuera la vida en ello, me respondieron aquellos que defienden la paralización de las ciudades durante una semana en favor del fervor católico porque a su entender se trata de una tradición que supera lo religioso y ha de comprenderse como una experiencia cultural; luego están los que, también furiosamente, porque las redes están llenas de apóstoles, afirman que España es en esencia una nación católica y que lo que demuestran estos actos masivos es la fe de un pueblo en Cristo. Es decir, que no se ponen de acuerdo en si prima lo cultural o lo puramente religioso, pero sí en atacar a todo aquel que no se sume y que para colmo tampoco se calle.
A mí lo que me provoca esto es una tremenda nostalgia. Nostalgia, sí. Porque hubo un tiempo, hará no mucho, 15 años tal vez, en que la ironía podía ejercerse contra las creencias de otros sin ánimo a ser lapidado con palabras que quieren ser pedradas. La ironía no era un recurso que convirtiera al cronista en practicante de un oficio de riesgo. Recuerdo haber leído artículos y haberlos escrito sobre el papanatismo de los políticos que se apuntaban los primeritos a encabezar manifestaciones religiosas. Para nuestros representantes era, así lo explicaban, una manera de sumarse al sentir del pueblo. Y ya se sabe que cuando se habla de “pueblo” no se admiten excepciones. Los que nos quedamos fuera somos otra cosa, extranjeros en nuestro propio país, dado que vamos siendo sistemáticamente excluidos de lo que cada partido entiende por “pueblo”. Yo, actualmente, siento que he entrado ya en la categoría de alienígena, aunque por suerte emito señales que otros alienígenas reconocen y estamos formando un grupo la mar de majo, sin llegar a la categoría de colectivo, porque no tenemos nada en común entre nosotros salvo que no somos pueblo, sino individuos cada uno de su padre y de su madre.
Añoro, sí, aquel pasado aún reciente en que la prosa pesaba menos, era más ligera, y se podía una reír hasta de su sombra. En mi caso sin hacer sangre, porque no es mi estilo, pero en estos tiempos de la ira hasta el chiste más blanco te manda a la hoguera si hay quienes lo consideran sacrilegio. Y cualquier cosa te convierte en sacrílega, curiosamente todavía más aquello que se refiere a las creencias, dado que mucha gente ha aceptado definirse por ellas, sean ideológicas o religiosas. Ay, con lo esclarecedor que resulta que las personas se definan por sus virtudes y sus defectos. Pero eso se ha quedado muy antiguo. Recuerdo debates que de pronto parecen caducos porque ya hemos renunciado a traerlos a los foros públicos, a no ser, claro, que un partido los abandere: la pertinencia de los políticos en los actos religiosos o en tradiciones que el presente ha puesto en entredicho. De eso estaban llenos los periódicos entonces; ahora solo se expresa el que grita, pero los que escribimos en un tono sosegado también entonces criticábamos cada Semana Santa o cada verano las abusivas fiestas populares, esas celebraciones imposibles de eludir para el no creyente, para el no aficionado o para el que simplemente desearía disfrutar de su derecho continuamente vulnerado a la tranquilidad.
Las descalificaciones a los que no formamos parte del buen pueblo, sea lo que se dé por bueno en cada momento, son tan ásperas, tan faltonas, que una traga saliva antes de manifestarse, pero hay que hacerlo. Hay que decirle al torero, por ejemplo, que el antitaurinismo no se lleva en las pintas, es un convencimiento ético no estético, y tampoco se reduce, no debería creerlo así, a los que salen a la calle con pancartas; precisamente, esta es la época en que hay más gente callada por detestar la bronca o por no exponerse, y más temas que van convirtiéndose en tabú sepultados por la gresca y el barullo. Lo que debería discutirse se zanja con un improperio. A mí tampoco me gusta la bronca, pero, díganme, por los clavos de Cristo, dónde está el pecado en decir que me parece excesiva la presencia de manifestaciones religiosas en estos días dulces de Semana Santa. No por ello soy menos espiritual. Ni menos limpia (de corazón).
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