martes, 19 de julio de 2016

CAPITALISTAS Y LIBERALES




QUE EL FRANQUISMO SOCIOLÓGICO NO MUERA EN LA CAMA

Tú también eres franquismo sociológico

 por Emilio Silva

(...) En ese relato edulcorado de la transición, en esa embellecida visión de la generosidad de los fascistas patrios y su extensa red de beneficiado colaboracionismo, durante años se ha llamado franquismo sociológico a una especie de grupo humano retrógrado, anclado al pasado, un reducto envejecido de franquistas que sostiene fielmente al Partido Popular y añora la mano dura del dictador para guiar a un pueblo que no ha dejado de necesitar un Caudillo.
Pero el franquismo sociológico es mucho más extenso, arraigado y dañino. La transición fue una enorme puerta giratoria por la que transitó una numerosa clase social que ha gestionado este país desde la muerte de Franco hasta hoy. El franquismo sociológico es la enseñanza concertada aprobada por Felipe González para que la iglesia católica pueda seguir adoctrinando ciudadanos con fondos públicos; es que en los kioskos no haya ningún periódico que defienda en su línea editorial el déficit público o el juicio y castigo a los represores de la dictadura; es que las universidades mantengan un sistema feudal de selección del profesorado que las hace reproductivas e improductivas; es que tengamos una tasa de paro juvenil del 50% y eso no tenga como consecuencia ningún conflicto político ni social (recordemos la manida frase del dictador: “Haga como yo, no se meta en política”); es que desde hace más de 80 años no hayamos podido elegir a nuestro jefe de Estado; que hayamos tenido una clase cultural e intelectual bastante complaciente, a cambio de comer durante años canapés del Ministerio de Cultura, ser jóvenes académicos y no salirnos de los márgenes del grupo Prisa; es que todavía haya 114.226 hombres y mujeres desaparecidos y desaparecidas por los pistoleros fascistas de Falange y que el Estado no se haya responsabilizado todavía de su búsqueda; es una izquierda institucional que ha sido incapaz de construir modos de vida relativamente alternativos, y que participó de la visión radical de la insumisión o la ocupación; es que en los vertederos del país se hayan incinerado millones de revoluciones escritas en servilletas de bar, que se quedaron en gurruños de papel barridos al anochecer; es la doble moral de lo que uno dice y lo que uno hace, vidas pecaminosas de católicos y vidas 

capitalistas de izquierdistas; es que la hija de Franco utilizara un pasaporte diplomático hasta 1986 y que le fuera retirado por la entrada en la Unión Europea pero no por el Gobierno español; (...)

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lunes, 18 de julio de 2016

UNOS GRAMOS MÁS DE MEMORIA HISTÓRICA

Memoria prêt à porter: Entre la cal viva y los payasos de la tele
JUAN CARLOS MONEDERO
Es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Su tesis doctoral sobre el hundimiento de la República Democrática Alemana recibió la calificación de sobresaliente cum laude. Actualmente es profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid y presenta el programa de debate político La Tuerka en Público TV. 
"Los mayores se preparan para la muerte con el perdón que el cristianismo otorga y los más jóvenes creen que Franco está en el horizonte histórico tan lejos como Napoleón"
Una alcaldesa de Guadamur, Toledo, hace una proyección en un castillo con dos torretas. En una, el rostro de Franco. En la otra, el de Himmler, el autor de la “solución final”. Una leyenda proyectada en el muro de la fortaleza dice que Franco fue un gran estadista. Dio un golpe de Estado contra la Constitución de 1931 traicionando su juramento militar. El pueblo resistió el golpe de Estado y comenzó una guerra que duró tres años. Franco ganó con la ayuda de Hitler y Mussolini. Terminada la guerra, Franco mandó fusilar, al menos, a150.000 españoles. Les acusaron de delito de rebelión. La rebelión de defender la legalidad vigente. Al menos 114.000 siguen enterrados en zanjas, fosas comunes y carreteras. Franco le ofreció en Hendaya ayuda a Hitler en la Segunda Guerra Mundial. No se la aceptó porque pensaba entregarle el norte de Marruecos a los franceses. Muchos españoles que salvaron la vida abandonando España en 1939 continuaron la lucha contra el fascismo en Europa. Los condecoran y ensalzan en los días nacionales de Italia, Francia, Alemania. El Rey Felipe VI inauguró en junio de 2015 un parque dedicado a “La Nueve”, la compañía de republicanos españoles que liberó París. Lo inauguró en Francia. Aquí casi nadie les conoce. Aquí no tienen placas ni parques. Lucharon contra Franco y luego contra los nazis y los fascistas. Pura coherencia. Algunos terminaron en campos de concentración y fueron gaseados y quemados en el Holocausto. La alcaldesa que hizo apología del genocidio franquista en Toledo es del mismo partido que activó a la Fiscalía por unos tuits del concejal de Ahora Podemos Guillermo Zapata con chistes desagradables, entre otros, sobre judíos. A Guillermo Zapata quieren encarcelarle jueces cercanos al Partido Popular. A la alcaldesa de Guadamur nadie la ha molestado por hacer apología del genocidio y por haber ensalzado al dictador que era amigo del que eliminó a seis millones de judíos. Y unos cuantos miles de españoles. 

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LA GUERRA INCIVIL ESPAÑOLA

PAUL PRESTON / HISPANISTA 

“España tiene un déficit educativo sobre la Guerra Civil”
 ÓSCAR SAINZ DE LA MAZA / AINHOA CAMPOS

El hispanista Paul Preston (Liverpool, 1946) nos recibe en su cocina, taza de té en mano. En el 80º aniversario del inicio de la Guerra Civil, el historiador ha actualizado su libro La guerra civil española (Debate) en una versión gráfica, con dibujos de José Pablo García. Resulta sorprendente, cuando menos, que aquel chico del Liverpool obrero y bombardeado acabara en la distinguida Universidad de Oxford, estudiando lo que entonces se consideraba más “periodismo” que Historia. Preston ocupa la cátedra Príncipe de Asturias de Historia Contemporánea española y es director del Centro Cañada Blanch para el estudio de la España contemporánea de la London School of Economics & Political Science.
 ¿Tiene España un problema con la memoria histórica de la dictadura? 
Sí. Por una razón obvia: el régimen de Franco se basaba en el terror. Sus tácticas bélicas estaban calculadas para matar al mayor número posible de republicanos. Su control posterior de la educación, el púlpito y los medios fue total. De este modo, hubo un lavado de cerebro nacional, creándose lo que se ha llamado el franquismo sociológico. En el momento de la Transición, al establecer una democracia limitada (la mejor posible dadas las circunstancias), no iba a haber un contralavado de cerebro; lógicamente, porque era una democracia y existía una libertad de expresión que se extendía a los franquistas. Claro, estos no querían saber nada de la memoria histórica. Sobre las víctimas de los republicanos se había investigado a fondo. Primero, por las propias autoridades republicanas y, después, a través de todo el follón de la causa general, etc. Pero con las víctimas de Franco, ocurrió lo contrario. En los primeros años de la Transición, los políticos no quisieron hacer nada, incluso los de izquierdas. Recuerdo haber tenido discusiones con Alfonso Guerra, y decirme este: “No es el momento, es muy peligroso”. Cosa que se puede entender, porque en los primeros años de la Transición...
¿Cómo se vivió aquello?
 Una de las (muchas) cosas que a mí me cabrean es quien dice que la Transición fue un desastre. Fue la mejor posible en unas circunstancias tremendamente peligrosas. Hay que pensar que, en el momento de morir Franco, había unas Fuerzas Armadas entrenadas no para defender España del enemigo exterior sino del interior. Y además estaba la Guardia Civil, que ahora es una tropa de buenazos que controlan el tráfico pero que entonces era acojonante; lo recuerdo muy bien, porque yo era estudiante en España a finales de los años sesenta. Y los grises, es decir, la policía armada, que también eran unos hijos de puta. A eso se le sumaban 200.000 falangistas con licencias de armas. Entre esto y el franquismo sociológico --los que se habían criado en él o beneficiado de él--, no es de extrañar que se diera lo que se ha venido a llamar “el pacto del olvido”, no remover las cenizas, no profundizar en la memoria histórica. Aunque, afortunadamente, existía un miniejército de historiadores locales que sí lo estudiaron. Aun así, hoy en día quedan provincias enteras donde no se ha investigado nada; claro, gobernadas por el PP.
Y las izquierdas, ¿no han tenido problemas también con su propia memoria?
Como en cualquier problema histórico, siempre hay montones de interpretaciones. Evidentemente, aquellos que siguen la línea CNT-FAI o la línea POUM acusan a Negrín, a la mayoría de los socialistas y, sobre todo, al Partido Comunista, de ser unos asesinos. ¿Por qué? Porque estos últimos habían llegado a la conclusión de que, para proseguir la guerra, había que hacer un esfuerzo bélico convencional: la idea de los anarquistas y el POUM de hacer una guerra revolucionaria chocaba con las necesidades de guerra. ¿De dónde iban a sacar las armas? Habría sido cuestión de llamar por teléfono a Franco y decir “¿A usted le importa dejar de hacer la guerra unos 5 o 10 años mientras nosotros hacemos nuestra revolución? Y luego ya volvemos”. ¡Una chuminada! Aparte de las peleas, realmente desagradables, entre profranquistas y prorrepublicanos en la historiografía de la guerra, dentro de la izquierda, como decís, hay también muchas disputas.
¿Por qué dedicarse a la Historia de España? 
Nací en el año 1946, en Liverpool, que había sido una ciudad muy castigada por el blitz, los bombardeos nazis, precisamente por ser el punto de llegada del armamento americano. Cuando era pequeño, los adultos conversaban mucho sobre ello. Con ocho, nueve años, los juegos en la calle eran alemanes contra británicos. Cogíamos las gabardinas y las abotonábamos como una capa; corríamos agarrándolas de manera que cada uno era un avión. ¡¡Brrrrrrmm!! A los diez años, empecé a hacer maquetas de aviones de guerra, empecé a leer sobre todo esto. Cuando tocó ir a la universidad, gané una beca para ir a Oxford, un lugar muy elitista. Que un chico del norte, de clase obrera, llegara allí era un pequeño milagro. No me gustó nada el ambiente social, la mayoría era gente como Boris Johnson. El temario era bastante aburrido: Historia Constitucional, mucha Historia Medieval, y se pensaba que la Historia Contemporánea no era más que “periodismo”. Me quedaba con las ganas de investigar los orígenes de la II Guerra Mundial. Hacia el final de la carrera, ya tenía claro que quería hacer un doctorado pero no sabía qué estudiar; desde luego, no quería hacerlo sobre Historia británica. Entonces me ofrecieron una beca para estudiar un máster en Reading... ¡sobre el periodo de entreguerras! Escogías dos asignaturas para todo el curso, y hacías una tesina por cada una. Yo cogí Literatura de izquierdas en entreguerras (Steinbeck, Camus, etc.) y la Guerra Civil española, de la que, salvo por un ensayo escrito en mis días de Oxford, apenas sabía nada. Éramos sólo cuatro personas en clase, y tuve la increíble suerte de que me tocó como profesor Hugh Thomas [autor de La Guerra Civil española, 1961]; un tío muy divertido que hacía el papel de excéntrico inglés, que le echaba mucho teatro. Así que, de cara a mi tesis doctoral, este tema se presentó como una gran cornucopia: la Guerra Civil española comprendía fascismo, comunismo, masonería, todo tipo de figuras históricas. Me entusiasmé y leí todo lo que pude encontrar en inglés. En seguida había agotado casi todo lo que había, que no era tanto, y decidí que tenía que aprender español y seguir con ello...

 LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA COMPRENDÍA FASCISMO, COMUNISMO, MASONERÍA, TODO TIPO DE FIGURAS HISTÓRICAS

¿Un historiador llega a jubilarse o sigue siempre investigando? 
Teóricamente, me jubilé de la universidad hace cinco años pero sigo trabajando: dirijo una colección editorial, un centro de investigación académica... Doy unas pocas clases y dirijo alguna tesis. Y sí, sigo y seguiré investigando hasta que ya no pueda continuar. Porque no sé qué otra cosa hacer.
¿Algún nuevo proyecto en el horizonte?
Pues una historia de España desde la Primera República hasta el presente, que lleva por título Un pueblo traicionado. Por un lado, es un resumen de lo ocurrido pero se centra sobre todo en tres temas fundamentales: la corrupción, la incompetencia política y la violencia social.
¿Cómo surgió la idea de hacer un libro de Historia en cómic?
 ¡No fue idea mía! En Gran Bretaña no hay tradición de cómic adulto, como creo que hay en España y, sobre todo, en Francia. Aquí se leen, lo mismo que en Estados Unidos, los cómics de superhéroes que tanto gustan a esos locos de The Big Bang Theory. La idea se le ocurrió a mi editor. Un día me dijo: “¿Qué te parece si hacemos una versión en cómic?”. “Hombre”, respondí, “es un poco ridículo; ¿quién se va a leer eso?”. Me respondió: “ Te sorprenderías”, y me dijo que haríamos lo siguiente: encontraría a un dibujante que hiciera unas cuantas páginas y, si me gustaba, seguiríamos adelante. Así, José Pablo García dibujó 15 o 20 planillas. Se las enseñé a mis hijos --de 26 y 28 años-- y les gustó. Se las enseñé a mis colegas de la universidad y, lejos de parecerles ridículo…, ¡les pareció fantástico! Me dijeron que precisamente funcionaría bien en España, donde hay un verdadero déficit educativo respecto a la Guerra Civil. Así que le dije a mi editor que adelante. Acabé encantado con el dibujante: dentro de los límites del género, ha hecho maravillas. Como máximo, habré modificado sólo dos o tres bocadillos al final, y eso para resumir el texto del libro (que él usaba como guión). Hemos trabajado en paralelo, digamos, con muy poca colaboración directa. Estoy muy, muy contento y, de hecho, es posible que vayamos a por más. Me gustaría que esto sirviera para divulgar el tema entre los jóvenes, aunque no sé si finalmente será así.
QUEDAN PROVINCIAS ENTERAS DEL PP DONDE NO SE HA INVESTIGADO
¿Tiene el historiador la función de evitar que se difundan bulos y mitos históricos?
 Lo primero, hay que entender que la gente tiene muchas preocupaciones como para ponerse a leer libros de Historia. Su trabajo, su vida...
Alguna excepción hay.
Poco se sabe sobre cifras de ventas o de tirada pero, por ejemplo, parece que los libros de Pío Moa se venden muchísimo. ¿Por qué? Porque esos libros le están dando la razón al lector en sus prejuicios; confirman ese franquismo sociológico del que hemos hablado.
Pero en Gran Bretaña, los libros de Historia tienen mayor índice de ventas y en general se vende más la Historia: se hacen series, etc. 
El problema es que mucho historiador español serio no es entretenido. Como si, para ellos, lo entretenido dejara de ser “serio” automáticamente.
Vamos, que ven la divulgación como algo inferior.
Bueno, una cosa es la divulgación. Pero otra muy diferente es ser ameno cuando se escribe sobre temas que no son de divulgación, que son complejos y serios. Por ejemplo, mi libro El holocausto español, ¿es un libro de divulgación, o más bien de investigación?
De divulgación e investigación: hemos visto a la gente leerlo por gusto, por morbo... Llega a gente que no tiene nada que ver con la Historia.
Bueno... pues entonces eso es ser ameno, entretenido. En la actualidad, afortunadamente, hay historiadores españoles que sí que son amenos. Julián Casanova, Enrique Moradiellos, Jorge Marco o “el Gunde” [Gutmaro Gómez Bravo]... ¡Ahora los hay! El problema es que un libro de Pío Moa es un libro que se centra en consignas generales: se caga en los muertos de los republicanos: “No hubo represión” y además “los hijos de puta se lo merecían”. Como veis, lleno de contradicciones. Pero, en fin, si uno es franquista, con una bazofia de Pío Moa o de César Vidal ya es suficiente para lo que busca. Para todos los demás, no existe un superventas generalista. Uno tiene que ponerse a comparar veinte o treinta libros escritos por historiadores buenos... Otro problema a la hora de interesarse la gente por la Historia es el sistema educativo; en España, quizás porque aún no se han cicatrizado las heridas... pero en Gran Bretaña también ocurre que hay mucha gente que no tiene ni idea de quién era Churchill.
EN GRAN BRETAÑA TAMBIÉN OCURRE QUE HAY MUCHA GENTE QUE NO TIENE NI IDEA DE QUIÉN ERA CHURCHILL
Sin embargo, el sistema educativo británico no trata la Historia como lo hace el español, al modo del siglo XIX (es decir, una lista de datos para memorizar). En Gran Bretaña se entrena al alumno a cotejar fuentes desde los 13 años... Recuerdo una vez, hace ya muchos años, que tuve una cátedra visitante en la Complutense, con estudiantes de posgrado. Entré en la clase --habría una veintena de alumnos-- y les dije: “He venido para daros una lectura de la Guerra Civil. Es decir, cómo la interpreto yo y por qué he llegado a estas conclusiones. Os pediré que me hagáis un trabajo semanal”. Hubo caras de terror, pero es que ese es el sistema aquí: te enseña a escribir. “Y ya os digo desde ahora que no me interesa que me deis mi versión. Lo que quiero es vuestra versión”. Al principio, estaban acojonados. Me dijeron: “El profesor nos suele imponer su libro de texto; muchas veces, entra, nos dice abran el libro por la página tal o cual y empieza a leer directamente”. ¡Pero qué docencia es esta!
¿Docencia de “sermón y púlpito”? Con libro único y sagrado.
 Efectivamente. Claro, que a los quince días estaban encantados, tuvimos debates, discusiones, todo eso... Al final, creo que les gustó. Pero para mí fue chocante saber que, a nivel de posgrado, no existía entonces ese elemento de debate.
Empezamos la entrevista hablando de memoria histórica. ¿Existe un choque de memorias sobre la Transición, entre aquellos que la vivieron y aquellos que no, pero que juzgan los frutos --buenos y malos-- de los 40 años de democracia que siguieron?
Evidentemente, lo hay. Yo sí que recuerdo muy vivamente la Transición porque participaba entonces en la Junta Democrática [la alianza antifranquista formada en 1974 por el PCE, el PSP, CCOO, etc.]. Es cierto que era un cachondeo (ríe) pero eso es otro tema. Al final, si uno ha vivido solamente en democracia, se puede permitir ser mucho más crítico con ciertas cosas. Hace quince días, un equipo de documentalistas alemanes vino a entrevistarme a mi despacho y me contaron algo que me dejó helado. Dijeron que en su país, aun habiéndose dado un proceso de desnazificación tras la Segunda Guerra Mundial, muchos jóvenes carecen absolutamente de remordimientos sobre el Holocausto, lo están olvidando y, a día de hoy, muchos ultraderechistas sólo le echan en cara a Adolf Hitler el haber perdido la guerra; no la masacre de los gitanos, los judíos... Y que hay bastante odio a los británicos, por haberles derrotado (En fin, sé que somos odiables). Pero tampoco sé hasta qué punto lo que me dijeron es representativo.
MUCHOS ULTRADERECHISTAS SÓLO LE ECHAN EN CARA A ADOLF HITLER EL HABER PERDIDO LA GUERRA; NO LA MASACRE DE LOS GITANOS, LOS JUDÍOS...
 ¿Para qué sirve eso de la Historia?
¡Para divertir a los historiadores! (ríe). Sé que se dice mucho eso de que “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” pero, la verdad, no lo creo... La Historia escrita, en todas sus variedades, resulta crucial para la civilización, para la educación de la gente. Pero no le veo una función específica. Pienso en mis propios libros y es verdad que hay gente que se me ha acercado en conferencias o ferias y me ha dicho que algunos de ellos les han servido de cara a su experiencia personal. En el caso de El Holocausto español [2011], fue impresionante el número de personas que me confesaron que les había ayudado a entender sus propias tragedias familiares. Recibí cartas y mails diciendo algo que a mí me costaba creer; que el libro había tenido para ellos una función psicológica. Se escribió un artículo que decía que esta obra era la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que el PP no habría permitido. Me parece una exageración pero es verdad que me lo han dicho mucho, así que puede que cierta Historia sí llegue a cumplir esa función.
¿Quizá quien analiza el pasado entiende mejor la información que proporciona el presente? Por ejemplo, leyendo un periódico y pensando en quién lo financia y qué simpatías tiene antes que creerse sin más los titulares...
De entrada, es increíblemente difícil generalizar. ¿Para qué sirve la Historia? ¿La Historia de quién? Hubo un periodo en la universidad española, y desde luego en los colegios, en que se imponía una versión. “Pasó esto, y te lo aprendes de memoria”. Pero en nuestro sistema británico no se da tanta importancia al contenido empírico de un periodo, a los hechos que sucedieron. Existe la idea de que da igual qué época estudies, lo importante son las herramientas intelectuales que aprendas a manejar, ya se hable de Grecia Antigua o de terrorismo árabe. En jerga académica, las “habilidades transferibles” o, en mis propias palabras, un shit detector, un detector de basura. A mis alumnos les hago leer un montón de libros para que aprendan a distinguir entre unos y otros. Se trata de aprender a pensar. Mucho más que conocer los hechos, esa es la verdadera utilidad de la Historia. Autor Óscar Sainz de la Maza /Ainhoa Campos

CTXT contexto y acción

domingo, 10 de julio de 2016

QUE SI, QUE LA COSA VA MUCHO MEJOR


Llueven ofertas de trabajo que incluso te pueden hacer conectar con gente emprendedora, salir de la rutina y divertirse, además de trabajar, lo que pasa es que la gente es muy negativa y así no hay quien saque un país adelante.



camarera guapa, simpática, con mínima experiencia y "buen pecho"

EN EL AÑO 2019 LA COSA NO MEJORA MUCHO

En cultura económica tampoco vamos tan mal, y además no se quiere mentir, se explican las ofertas al detalle..

jueves, 7 de julio de 2016

PIRÁMIDES DE EGIPTO ¿LA GRAN MENTIRA?



Muchas veces (casi siempre) cada vez que vemos un documental o leemos un libro de historia, tomamos dicha información como si fuera un hecho concreto sin cuestionarnos nada al respecto y lo asimilamos como si fuera la verdad absoluta.
La historia oficial nos dice que las pirámides de Egipto fueron hechas por los esclavos mandadas a construir como tumbas para sus faraones (Keops,Kefrén y Micerino)
Se estima que fueron hechas hace unos 5000 años. 

Repasemos como están construidas las pirámides teniendo en cuenta la gran pirámide.

 Está compuesta por 2.300.000 bloques de piedra de 2,5 a 60 toneladas.
60 toneladas…
Sería como mover el peso equivalente a 12 camiones juntos…
Así que, ¿qué es lo que nos dice la historia oficial?
 Que las pirámides fueron construidas por los esclavos en un periodo de 20 años aproximadamente.
Si calculamos la velocidad con la que se debían poner las piedras teniendo en cuenta las 2.300.000 de piedras, mientras trabajaban 10 al día todos los días de la semana, los 365 días del año el resultado da que tenían que poner una piedra sobre otra cada 2 minutos.
Piedras que van de 2,5 a 60 toneladas…
Otro dato interesante de la pirámide es que si la vemos desde su punto mas alto, la punta de la pirámide está desviada 6 milímetros de la base.
6 milímetros de error tras poner 2.300.000 piedras a una altura de casi 150 metros.Ni siquiera nuestros edificios mas “modernos” tienen esa presición, es mas, estamos lejÍsimos de igualar eso.
Dicen los investigadores que las pirámides fueron construidas como tumbas.Cuando descubrieron las pirámides tuvieron que usar dinamita en algunas para entrar porque en ningún lado había entrada.

Al entrar se encontraron con el sarcófago y una losa de varias toneladas encima que lo sellaba, pero cuando lograron sacarla no había ninguna momia dentro.

¿Cual es la explicación que dieron? Profanadores de tumbas.

Así que en teoría, los profanadores entraron (vaya uno a saber como ya que no había entrada), levantaron la losa de varias toneladas (no se sabe como) sacaron todo lo que había dentro, volvieron a poner la losa, y se fueron.No tiene sentido.

Otro dato interesante es que sabemos que los egipcios pintaban jeroglíficos EN TODOS LADOS.



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