ALEX GRIJELMO
Dijo la presidenta de Andalucía en el debate socialista del pasado 15 de
mayo, dirigiéndose al ex secretario general del PSOE, Pedro Sánchez: “Cuando la gente que ha trabajado cerca tuya resulta
que no se fía de ti, deberías hacértelo ver”. (Y al copiarlo
así para este artículo, el corrector informático de Word modifica en un
santiamén la expresión, y reescribe sin consultarme: “cerca de ti”).
Parece que el uso de los posesivos aplicados a los adverbios se va
extendiendo entre la clase política española. Le pasó esta vez a Susana Díaz,
pero el propio Sánchez, como otros muchos, tiene antecedentes en esto. (Tele 5,
miércoles 3 de febrero de 2016: “Agradezco que el partido esté
detrás mío”).
Tanto “cerca” como “detrás” o “delante” son adverbios y no asumen la misma
abstracción de propiedad o pertenencia que permite un sustantivo. O sea:
podemos decir “su casa”, pero no “su detrás”.
En la oración “ha trabajado cerca tuya”, esta última palabra evoca la
posesión de “cerca”, lo cual sí tendría sentido si se tratara de un vallado:
“Esa cerca tuya está muy deteriorada”, por ejemplo. (Y ahora el corrector de
Word también pone “cerca de ti” donde yo había escrito “cerca tuya”, pese a ser
adecuado en este caso).
Sobre esas construcciones, el Diccionario panhispánico de
dudas académico señala en la entrada “cerca”: “Por su condición
de adverbio, no se considera correcto su uso con posesivos: cerca mío, cerca
suyo, etcétera (debe decirse cerca de mí, cerca de él…)”.
Por tanto, este idioma que los hablantes construyeron con finura durante
siglos ha determinado que los posesivos “tuyo”, “suya”, “vuestro”, “nuestro”…
puedan ir detrás de un sustantivo, pero no de un adverbio. De ese modo, se
puede decir “al lado suyo” porque se puede decir “a su lado”, y se usa “a costa
suya” porque cabe expresar “a su costa”. Lo mismo sucede con “alrededor mío” y
“a mi alrededor”, ya que se percibe “alrededor” como sustantivo que tiene
variación de número (“los alrededores”).
Sin embargo, no se debería decir “delante mío” porque no se puede decir “en
mi delante”. Y por la misma razón no valen “detrás suyo”, “encima mío”, “debajo
suyo”, “enfrente mío”, “lejos tuyo”…, puesto que no decimos “en mi detrás”, “en
mi encima”, “en tu lejos”… La Nueva gramática de
la Academia (página 1.361) precisa que tales usos no son recomendables en un
lenguaje culto, y que en esos casos el pronombre debe expresarse en su forma
personal y con la preposición de: “debajo de ti”,
“encima de mí”, “cerca de él”, “enfrente de mí”, “lejos de ella”…
Díaz aplicó además la concordancia en femenino, pese a que los adverbios
son invariables (es decir, no tienen género ni número). Dijo “cerca tuya”.
Y la Academia endurece ahí su juicio, precisamente para calificar esta
concordancia en femenino como “más desprestigiada” aún que la anterior.
Tal vez algún día se diluyan ésta y otras sutilezas que ha ido formando la
evolución del idioma, sobre todo si los políticos insisten en ello. Y esto
sería consecuencia de lo que parece sucedernos hoy: el lenguaje culto no se
divulga, sino que se vulgariza.
Pero también cabe que ocurra lo contrario: que mucha gente instruida
identifique como indoctos y vulgares, y quizás indignos de su confianza, a
quienes al hablar en público desdeñan habitualmente el registro culto de la
lengua y, por tanto, no son conscientes de lo que eso puede dar a entender.
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