viernes, 22 de abril de 2005

Franco. El gran manipulador (1)


A lo largo de su vida Franco se dedicó a rescribir su historia y a construirse una imagen de héroe abnegado. Su astucia política le llevo ya desde sus tiempos de África a descubrir el valor de la utilización de la prensa.

La mejor pista para descifrar el enigma que fue Franco se encuentra el propio enigma. Franco creó durante toda su vida el misterio, a base de rescribir constantemente su propia historia. En los primeros tiempos, esa actitud era síntoma de inseguridad: más adelante, una forma de confundir a quienes rivalizaban con él por el poder. Incluso es posible que, en lo que respecta a la muerte de cientos de miles de sus compatriotas durante la guerra civil y la represión de los años cuarenta, reflejara el deseo de exonerarse de responsabilidad. El caso es que, en cuanto pudo empezar a influir en la percepción que la gente tenía de él, Franco adoptó la imagen desmesurada de sí mismo que construía su propia propaganda. Su afición a compararse con los grandes héroes guerreros y los constructores del imperio en la historia de España, sobre todo el Cid, Carlos V o Felipe II, se convirtió en un hábito sólo en parte derivado de leer su propia prensa o escuchar los discursos de sus partidarios. Franco disfrutaba con las disparatadas exageraciones de su propaganda. A lo largo de toda su vida se dedicó a rescribir periódicamente su historia.

El mejor ejemplo es su obra Raza. Anecdotario para el guión de una película, inequívocamente autobiográfica. En la novela, y en la película posterior, la creación del protagonista, un marino heroico, le sirvió para sustituir a su verdadero padre y construir un personaje central de romanticismo desenfrenado, capaz de plasmar sus fantasías y reparar las frustraciones de su vida. Raza no fue más que la manifestación más extrema y caprichosa de los incansables esfuerzos de Franco para crear un pasado perfecto. Y, como su diario de guerra de 1922, proporciona elementos inestimables que permiten conocer mejor su psicología. En sus textos diseminados y sus miles de páginas de discursos, en los fragmentos de sus memorias inacabadas y en incontables entrevistas de prensa, adornó constantemente el papel que había desempeñado y las cosas que había dicho en incidentes concretos, se las arregló siempre para quedar de la mejor manera posible y suministró la materia prima necesaria para garantizar que cualquier biografía fuera una hagiografía. La persistencia de tantas leyendas favorables da fe de hasta qué punto consiguió manipular los medios de comunicación.

El proceso comenzó tan pronto como sus aventuras en África empezaron a llamar la atención de la prensa. El joven comandante descubrió enseguida un talento para la manipulación que puso en práctica con los periodistas. Logró convertirse en figura nacional por su papel como jefe de las operaciones de la Legión tras la derrota de Annual en julio de 1921. la prensa gallega pronto elogió “ la sangre fría, la audacia y el desdén por la vida” de “ nuestro querido Paco Franco”, después de un incidente en el que Franco liberó un blocar sitiado con la única ayuda de 12 voluntarios. A la prensa le encantó saber que, a la mañana siguiente, Franco y sus 12 voluntarios había regresado llevando “ como trofeos las cabezas ensangrentadas de 12 harqueños”. Franco comenzaba de esa forma una dedicación a labrar su imagen pública muy reveladora del alcance de su ambición. La prensa empezó a interesarse por él. En las entrevistas, los discursos que pronunciaba en banquetes celebrados en su honor y en los textos que publicaba, empezó a proyectar de forma consciente la imagen del héroe abnegado.

Poco después de recibir de Millán Astray el mando de la Legión, el comandante Franco recibió un telegrama de felicitación del alcalde de El Ferrol. En medio del fragor de la batalla tuvo tiempo de enviar una respuesta aparentemente humilde:” La Legión se honra con su felicitación. Yo sólo cumplo con mi deber de soldado”( El Correo Gallego, 19 de octubre de 1921). Una frase típica de la imagen que Franco tenía de sí mismo en aquella época, la del oficial valiente pero modesto, al que sólo le interesaba su deber. Era una imagen en la que creía de forma implícita y que hizo notables esfuerzos para proyectar públicamente. Al salir de una audiencia con el rey a principios de 1922, dijo a los periodistas que el rey le había abrazado y le había felicitado por su éxito al mando del Tercio en ausencia de Millán Astray” Lo que se ha dicho de mí ha sido algo exagerado. Yo sólo cumplí con mi deber. Los soldados son unos verdaderos valientes. Con ellos puede irse a cualquier parte”. Sería un error pensar que, cuando Franco hablaba así, sólo daba muestras de su cinismo. No hay duda de que el joven comandante se veía a sí mismo, sinceramente, en la imagen propia de Beau Geste que mostraba su diario. No obstante, su conducta en las entrevistas periodísticas- y el hecho de que a finales de 1922 publicara su Diario de una bandera y regalara ejemplares de él- indica que era consciente del valor de una presencia pública en la deseada transición de héroe a general.

Franco cultivaba activamente su imagen pública. Las informaciones sobre sus hazañas en la prensa nacional contribuyeron a convertirlo en héroe nacional, “ el as de la Legión”. Un buen ejemplo es el perfil, enormemente halagador y revelador, que ofrecía una entrevista concedida al novelista y periodista catalán Joan Ferragut. Constituye un retrato de Franco en un momento en que, con el matrimonio a la vuelta de la esquina, el heroísmo empezaba a dejar paso a una ambición más calculada. En el perfil de Ferragut todavía se puede oír la voz del hombre deseoso de acción que pronto desaparecería del repertorio de Franco. Sin embargo, el patriotismo y el heroísmo romántico estereotipados de muchas de sus frases indican que el personaje del intrépido héroe del Rif no era totalmente natural ni espontáneo. Hay un elemento de afectación en las respuestas de Franco que indican un empeño consciente en construir la imagen pública de patriota abnegado.”¡Pero si yo no he hecho nada!” – exclama como asombrado -. “ Los peligros son menores de lo que cree la gente. Todo se reduce a aguantar un poco”. “ ¿ cuál ha sido el día que más emoción le ha causado en esta campaña?”. “Yo recuerdo siempre el día de Casabona, tal vez el más duro de esta guerra... Aquel día fue el que vimos lo que era la Legión... Los moros apretaron de firme y llegamos a combatir a veinte pasos. Íbamos una compañía y media y nos hicieron cien bajas... Caían a puñados los hombres, casi todos heridos en la cabeza y en el vientre, y ni un solo momento flaqueó la fuerza... Los mismos heridos, arrastrándose, ensangrentados gritaban: “ ¡Viva la Legión!”... Viéndoles tan hombres, tan bravos, yo sentía que la emoción me ahogaba... Ése ha sido el día mejor para mí de esta guerra”. “No sé... El valor y el miedo no se sabe lo que son ... En el militar, todo eso se resume en otra cosa: concepto del deber, patriotismo”.

En el verano de 1923 ascendió a teniente coronel para hacerse cargo del mando de la Legión. El 10 de junio de 1923, la Voz de Asturias dedicaba toda la primera plana a su ascenso y sus triunfos. Franco concedía una larga entrevista en la que se proponía dar de sí la imagen del ideal público de joven héroe vistoso, galante y, sobre todo, humilde. Expresaba una sorpresa muy teatral ante la atención que se le prestaba. “ Ahí – interrumpe prontamente, adivinando sin duda el elogio que brotaba en nuestros labios – “ ahí hice lo mismo que todos los legionarios hicieron; luchamos con entusiasmo, con deseos de vencer, y vencimos”. “Sí, es verdad que mis muchachos me quieren mucho”. “¿ Planes?... Los acontecimientos serán los que manden; repito que yo soy un simple soldado que abedece. Iré a Marruecos, veré cómo está aquello, trabajaremos con ahínco y, en cuanto pueda disponer de un mesito, a Oviedo me volveré para... para realizar lo que ya daba casi por realizado, lo que el deber, imponiéndose a todo sentimiento, aun los que arraigan en el fondo del alma, me impide ahora realizar... Al llamamiento que la Patria nos haga, nosotros sólo tenemos una rápida y concisa contestación:¡Presente!”. Paul Preston. (continuará)

Franco el gran manipulador. (II) y (III)

3 comentarios:

Roberto Iza Valdés dijo...
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Roberto Iza Valdés dijo...
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Roberto Iza Valdés dijo...

¡Próspero año nuevo!