martes, 16 de enero de 2018

LA PUTA DE BABILONIA

La puta de Babilonia es un libro escrito por Fernando Vallejo, escritor colombiano, para ofrecernos una visión bastante acertada, creo yo, sobre los entramados de la Iglesia Católica y otras confesiones, sobre los infames papados y sobre las religiones en general. Es también una gran defensa de los animales a los que matamos y torturamos sin ningún tipo de escrúpulo, que, aparte de tener nosotros una gran culpa,  colabora con esta gran culpa la carta blanca que dan  para disponer de los llamado "animales irracionales" a nuestra libertad y antojo, animados casi siempre por unos dioses brutos e inmisericordes, que dicho sea de paso es lo que nunca debería ser un Dios y que contrariamente  parece ser es la norma en las llamadas religiones del Libro, como son la Iglesia Católica y el Islam.
Me gusta mucho la valentía del escritor, la soltura de su prosa y sobre todo esa visión satírica y humorística que a menudo ofrece a lo largo de todo el libro, dado lo agreste y crudo de sus explicaciones sobre un tema tan peculiar. 
No sólo sus dardos apuntan a la Iglesia Católica, es muy ácido y virulento con la confesión islamista, él es consciente que le puede costar caro pero con un punto irónico comenta que dado que sus libros no son muy leídos pues se salva de los buscadores de "cielo" que ofrece Mahoma.
Me gustaría traer aquí un párrafo que he leído en la página 286 de la tercera edición: viene de explicar como pelotean diferentes países a la Iglesia C.
(...) Pero la gran lacaya de la Puta (en el libro siempre se refiere así a la Iglesia Católica) no ha sido Francia sino España la cerril, la prepotente, la obtusa, la cabra tumbamontañas, el país más bruto de Europa y el más cruel con los animales incluyendo a las cabras que desbarrancan por escarnio. Raza de perseguidores de judíos, de moros, de herejes, de brujas, de protestantes, de indios americanos, dispuesta siempre a abrazar las causas más innobles de sus reyezuelos zánganos en el nombre de Dios en quien (al menos de palabra, que no de obra pues como su nombre lo indica el Altísimo les queda muy arriba en el cielo) de cuando en cuando se cagan. Porque además de zafia y cerril esta raza patipuerca es blasfema. La llamada raza hispánica no son en última instancia sino los criados de Fernando e Isabel, de Carlos V, de Felipe II, de los Borbones, una chusma arrodillada capaces de gritar, como cuando los franceses los estaban liberando del tirano Fernando VII, "¡vivan las cadenas!". De este monstruo de maldad y cerrazón mental desciende el actual cazador furtivo Su Majestad Don Juan Carlos I don bellaco, don Borbón, un hombre frívolo y casquivano que se divierte matando osos a mansalva. En estos zánganos reales, en sus principitos e infantas y en la tauromaquia se agota la hispanidad, que nos hincha de orgullo el alma.
Fernando Vallejo, el escritor de estos párrafos es Colombiano, luego algo sabrá de lo que está hablando, creo que nos conoce muy bien a los españoles que tenemos muchas cosas buenas pero que en esto que él dice deberíamos reflexionar, por lo menos.

martes, 9 de enero de 2018

LA TRANSICIÓN DEL 78 LES DEJÓ EN BARBECHO, NO SE HABÍAN IDO

Reaccionarios, de cara y sin complejos

Cuando se usa el término de maricón, como ha hecho Luis del Val, lo que se expresa es desprecio y odio a los homosexuales



La carroza de la diversidad, en la Cabalgata de los Reyes Magos en Puente de Vallecas.  INMA FLORES
De un tiempo a esta parte escuchamos con frecuencia la defensa abrupta de posiciones retrógradas cuyos valedores no tienen reparos en expresarse y hasta presumen de su osadía. Es el pensamiento reaccionario que irrumpe con ardor guerrero, hoy para reivindicar el franquismo, mañana para insultar a los homosexuales. Quieren disputar la batalla de las ideas en el terreno de las palabras. La alocución matinal que el periodista Luis del Val dedicó el viernes a la cabalgata de Reyes de Vallecas (Madrid) en el programa Herrera en Cope es el último ejemplo de ese desparpajo. Del Val arremete con tanta furia contra el colectivo gay como contra la “estúpida alcaldesa” Manuela Carmena por algo que ni siquiera era cierto: la supuesta sustitución de la carroza real por una del colectivo LGTBI. La falsa noticia encendió al locutor. Esto fue lo que dijo: “En vez de los Reyes Magos van a ir drag queens de reinas”. “Melchor va a ser un travesti; Baltasar, la tortillera, y Gaspar, muy hormonado, irá enseñando las tetas”. Y remató: “Los de Orgullo Vallekano, que van a ensuciar la fiesta, en vez de ser ellos gais, son maricones de mierda”.

Aunque pueda parecerlo, no es una anécdota. Es un síntoma. Hay una reacción cada vez más estridente contra la igualdad de género y los derechos civiles. A veces se presenta como una crítica a la tiranía del lenguaje políticamente correcto, pero no son las formas lo que se combate, sino el fondo. Con el término de maricón,lo que expresa es desprecio y odio a los homosexuales. Lo que pone furioso a Del Val es “la exaltación del gay y que los niños aprendan que pueden ser maricones desde las edades tiernas”. Eso tiene un nombre, se llama homofobia, pero no le importa: “Si me acusan de homófobo se pueden ir a la mierda”. Sin complejos.
Actitudes parecidas se observan en el discurso de los cada vez más crecidos neomachistas. Su estrategia consiste en resignificar el feminismo como un movimiento totalitario. Hablan de feminazismo. Niegan que exista violencia de género, tratan de desacreditar a quienes la combaten con bulos como el de las falsas denuncias de maltrato y acusan a los poderes públicos de estar abducidos por una nueva tiranía, la de las mujeres que quieren echar a los hombres del poder. Sin complejos.
Son las ideas reaccionarias y machistas de siempre, solo que quienes las defienden ya no creen que deban disimular o esconderse. Susan Faludi, en su celebrado libro Backlash: The Undeclared War Against American Women(Reacción, la guerra no declarada contra las mujeres americanas), denunciaba en 1991 cómo el pensamiento reaccionario se había organizado para combatir el feminismo tratando de convencer a las mujeres de lo mucho que habían perdido con el cambio: en lugar de un trabajo, el del hogar, ahora tenían dos y además pagaban con angustia el precio de su libertad. Ahora, fracasada la reacción sutil, a los neomachistas, como a los homófobos, ya solo les queda el ataque frontal.
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