domingo, 26 de mayo de 2019

LA CARIDAD MAL ENTENDIDA DEL MUCHIMILLONARIO. CARTA A BERTÍN OSBORNE

Me ha llegado un mail que me ha emocionado. La madre de un niño con una enfermedad rara, responde a las declaraciones de Bertín Osborne sobre las donaciones de Amancio Ortega. Con el permiso de R. y de S., la madre del niño, os pego aquí el mensaje. Te deja con un nudo en la garganta pero es un ejercicio de dignidad que debería hacernos reflexionar a todos.
Las donaciones no pueden servir para lavar la cara de la elusión y la injusticia fiscal
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Hola Pablo,
No te conozco pero eres parte de nuestra casa desde tus inicios ...pero esto es solo una pequeña presentación ya que en realidad te escribo para hacerte llegar un texto de mi amiga, compañera de andanzas, hermana de corazón, S., que tiene un peque con la enfermedad rara de Duchenne en relación a las declaraciones de Bertín Osborne sobre las donaciones de Amancio Ortega que creo debes conocer...
Un abrazo
R.

Carta de S. A Bertín Osborne👇🏼
Cuando se habla de solidaridad, es muy fácil caer en demagogias. Sobre todo en hipocresías, pero lo que si que clama al cielo, es usarla para ser cruel.
Cuando alguien dice: Ojalá no tenga que pasar x esto o aquello...en realidad lo estamos deseando con todas nuestras fuerzas. Ya hay que ser cruel y carecer de argumentos, para atacar a tu oponente de esta forma.
Sr. Osborne. ¿Porqué se queda en el iceberg del asunto? ¿Porqué no le conviene, indagar sobre lo que hay debajo?
Creo tener la respuesta. Porque indagar en lo que usted llama solidaridad, termina acabando en algo que en realidad es limosna y caridad. Y claro...mantener escondidos estos dos conceptos debajo de la capa de la solidaridad, le vienen muy bien a usted y a su casta. Sí. A su casta. A su clase.
Con ambas (limosna y caridad) calman su conciencia, reducen impuestos y ganan buena reputación social. Es fantástico.
A estas alturas supondrá que estoy hablando de la consabida donación (limosna) del dueño de Inditex, y de su deseo de sufrimiento de una determinada enfermedad al grupo de gente (según usted mamarrachos) que analizan desde la justicia social, tal donación.
Su admirado Sr. Ortega, en otro país, no tendría que dar limosna, puesto que sobre los grandes beneficios que obtienen fortunas como la suya, se le imputaría el llamado impuesto de la solidaridad, que administraría el Estado.
La salud, la educación...son bienes tan básicos en la vida de un ser humano, que debe ser el Estado y no un particular quien las regule.
Verá, le explico.
Usted y yo, Sr. Osborne tenemos algo en común. Tenemos un hijo que sufre una enfermedad grave. La de mi hijo se llama síndrome de Duchenne, baja esperanza de vida y altamente invalidante (silla de ruedas a los 12 años, a los 20 asistencia 24 horas y respirador artificial, a los 30, muere)
Supongo que como yo, sabrá lo difícil que es conseguir financiación para investigar una enfermedad rara.
Porque curar el cáncer, es caro, pero la sociedad se encuentra sobradamente concienciada con esta enfermedad. Todos tenemos familiares y amigos que lo sufren, lo han sufrido o han fallecido. No hace falta que nos diga que ojalá nunca lo padezcamos, porque ya lo hemos visto de cerca
El análisis que hacemos sobre la caridad de Ortega, no es desde la envidia del progre, es, como ya le he dicho antes, desde una visión de justicia social.
El Estado debería administrar ese dinero a través de cargas fiscales.
¿Quién es Don Amancio para decidir qué enfermedad debe curarse y cual no?
Sr. el cáncer no es la única enfermedad que mata, que inhabilita los juegos de un niño, o que les hace llorar por no poder jugar al futbol, o que hace que los dolores requieran de fuertes analgésicos, que hace que una madre no pegue ojo....
Somos más Don Bertín y usted lo sabe de primera mano.
VISTO AQUÍ


jueves, 9 de mayo de 2019

GINÉS MORATA

"Dios no nos ha creado a nosotros: los humanos hemos creado a Dios"

El investigador es uno de los dos únicos españoles que pertenecen a la Royal Society del Reino Unido y a la Academia Nacional de Ciencias de EE UU


En la década de 1950, Ginés Morata era un niño aficionado a jugar al fútbol con una pelota de trapo en las calles de su pueblo, Rioja, una pequeña localidad almeriense golpeada por la posguerra y la emigración. Hace dos años, sin embargo, Morata viajó a Londres para firmar, con pompa, boato y tinta indeleble, en un libro inaugurado en 1660, junto a las rúbricas de Charles Darwin, Isaac Newton, Rita Levi-Montalcini y Albert Einstein. Había sido elegido miembro de la institución científica más antigua del mundo, la exclusiva Royal Society del Reino Unido. Y este sábado, con 74 años recién cumplidos, será presentado también como miembro de la prestigiosa Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, en una ceremonia que se celebrará en Washington. Morata y su primer maestro, Antonio García Bellido, son los dos únicos españoles que han sido invitados a los dos templos de la ciencia mundial.

Lo que ocurrió en las décadas transcurridas tras aquellas pachangas en las calles almerienses forma parte de la historia de la ciencia. Morata era nieto del practicante del pueblo. “Hablamos de Almería en los años cincuenta y sesenta. La gente era muy pobre. Cuando se ponían a parir las señoras, el único que podía ayudarlas era mi abuelo. Vivían en cuevas y él volvía lleno de chinches”, recuerda. El joven Ginés decidió matricularse en Biología en la Universidad Complutense de Madrid.

El equipo de Morata acabó iluminando “el conjunto de hechos más sorprendente y enigmático que la genética ha descubierto en toda su historia, porque revela que toda la deslumbrante diversidad animal de este planeta, desde los ácaros de la moqueta hasta los ministros de Cultura pasando por los berberechos y los gusanos que les parasitan, no son más que ajustes menores de un meticuloso plan de diseño que la evolución inventó una sola vez, hace unos 600 millones de años”, según resumió el biólogo y periodista de EL PAÍS Javier Sampedro en su libro Deconstruyendo a Darwin (editorial Crítica).

Morata y sus colegas, en concreto, demostraron que el cuerpo de todos los animales se desarrolla en compartimentos estancos, limitados por fronteras invisibles que las células respetan: por aquí un brazo, por allí una pierna. El ritmo lo marcan una decena de genes denominados Hox, presentes en todos los animales. Y lo más increíble es que estos genes son intercambiables entre especies. “Si haces una mosca mutante sin alas, le puedes introducir un gen humano homólogo y, efectivamente, la mosca desarrollará unas alas”, explica Morata en su laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC), en Madrid, rodeado por botes con millones de moscas de la fruta, los animales a los que ha dedicado toda su vida científica.

jueves, 2 de mayo de 2019

UN ASUNTO MARGINAL

Catalanes todos

Patriotas de uno y otro lado dicen que ser reaccionario es en realidad ser revolucionario, y que lo rancio es audaz


La idea de catalanizar España viene de antiguo. Un somero rastreo cibernético revela que la esgrimieron Miguel de Unamuno en 1905, José María Carrascal en 1978 y Esperanza Aguirre (sí, ella) en 2013. En todos los casos se hizo referencia al “espíritu dinámico y emprendedor” de Cataluña. El tópico es viejo. Yo soy catalán y no tengo nada de dinámico ni de emprendedor, pero dudo que valga como ejemplo porque seguramente soy un mal catalán. En cualquier caso, nunca me pareció necesario catalanizar o españolizar a nadie. ¿Para qué?


Recuerden lo que hizo la directiva del FC Barcelona en 1954, cuando el diario francés L’Équipe se puso a organizar una cosa llamada Copa de Europa. Los franceses invitaron al Barcelona de Kubala, pero los dirigentes del club dijeron que no porque preferían disputar la Copa de Ferias (en la que competían ciudades con Feria de Muestras), cuyo futuro era mucho más prometedor. L’Équipe acudió entonces al Real Madrid. El resto de la historia es bien conocido: en 1960, el Madrid sumaba ya cinco trofeos continentales; el Barcelona tuvo que esperar hasta 1992 para obtener uno. ¿Quién actuó a la española? ¿Quién actuó a la catalana? Son preguntas absurdas, ¿verdad? Pues eso.
Unos quieren mantener viva la esencia amenazada de la nación. Los otros, lo mismo. Unos y otros aman las fronteras y aspiran a encerrarse con sus juguetitos tradicionales, sean éstos un toro ensangrentado o un “trabucaire” recién comulgado. Los patriotas de uno y otro lado dicen que ser reaccionario es en realidad ser revolucionario, y que lo rancio es audaz. Propugnan la igualdad, pero entre ellos: los ajenos a su concepto de la patria son, digamos, desiguales, además de enemigos. No pueden equivocarse, porque para ellos la patria es el bien supremo y siempre la tienen en cuenta antes de hacer algo. No son mayoría, aunque lo parezca en las redes sociales y aunque logren impregnar el debate público.
Hay diferencias en los detalles. El programa social de Esquerra Republicana no se parece al de Vox. Pero tal como van por la calle, cubiertos con el sayo de la aflicción nacional y luciendo con orgullo una banderita roja y amarilla, resulta fácil confundirlos.
En el peor de los casos, acaban saltándose la ley porque la patria, valor supremo, lo exige. En el mejor, conducen el país a un diálogo para besugos. Cuando se les habla de pensiones, responden que el pueblo está con ellos; prefieren el gesto simbólico a la medida práctica; solo soportan la prensa entregada; detestan el escepticismo. Incluso cuando pierden, ganan. Siembran mentiras para cosechar enfrentamiento. Acaban contagiando al vecino. Ni gobiernan ni dejan gobernar. Son una auténtica pesadez.
En fin, paciencia. Unidos en la tabarra de los salvapatrias, ya somos españoles todos y catalanes todos.
visto en el País