lunes, 2 de noviembre de 2020

MILES DE CANDIDATOS CAMBIAN DE RAZA EN BRASIL

São Paulo 01 OCT 2020 

Una cuarta parte de los aspirantes a la reelección en los comicios de noviembre se declara más negro, o más blanco, que en 2016













Desde hace unos años el Tribunal Superior Electoral 

de Brasil pide a los candidatos que declaren de qué color 

tienen la piel. 




No es una pregunta infrecuente en este país, 

uno de los más mestizos del mundo. Cuando un extranjero se 

saca la tarjeta sanitaria también debe detallar si es negro, 

mestizo, blanco, indígena o amarillo. Lo llamativo es que la 

respuesta puede cambiar con el tiempo, como demuestran las 

elecciones municipales de noviembre. Más de 42.000 

candidatos que aspiran a ser reelegidos 

como alcaldes o concejales declaran una raza distinta a la de 

2016. Los cambios van en ambas direcciones. Unos se 

consideran más negros; otros, más blancos.








Estas elecciones son trascendentales porque por primera vez en la historia, los candidatos no blancos son mayoría. En Brasil, el racismo es estructural y la política es bastante más blanca que la ciudadanía. Para favorecer la presencia de negros y mestizos —es decir, del 56% de los brasileños— en las listas y en el poder, las autoridades electorales han aprobado unas cuotas obligatorias que se estrenarán en estos comicios de noviembre o en las presidenciales de 2022. Ese factor probablemente contribuya a explicar que el 36% de los que eran mestizos en las anteriores municipales ahora se consideren negros. Otro factor es el orgullo negro que poco a poco va calando sobre todo entre los más jóvenes, como muestran las espectaculares cabelleras rizadas que muchos lucen. Pero evidentemente nada de eso explica los cambios en sentido contrario: otro 30% de los candidatos mestizos de 2016 se define como blanco. Estos datos, revelados por la 
Folha de S. Paulo, se desprenden de la detallada radiografía del medio millón de candidatos inscritos que las autoridades electorales difundieron hace unos días.

Gracias a esa base de datos sabemos que Heitor Freire, candidato a alcalde de Fortaleza y aliado del presidente Jair Bolsonaro, ha pasado de mestizo a blanco; o que Moema Gramacho, del Partido de los Trabajadores de Lula da Silva y aspirante a seguir de alcaldesa de un municipio de Bahía, ya no es mestiza sino negra. Son dos ejemplos entre miles porque incluso dentro de un mismo partido unos son ahora más oscuros y otros más claros. El concejal Caio Miranda, de São Paulo, ha explicado a G1 que pasó de blanco a mestizo tras una bronca de sus padres. “Me acusaban de negar mis raíces nordestinas”. Otros electos se han escudado en que en su día se confundieron el rellenar el formulario.

De todos modos, el cambio de color no es lo más llamativo de la política brasileña. El presidente Bolsonaro, que en su larga carrera ha pertenecido a nueve partidos, está sin formación desde que el año pasado dio un portazo en la última. Más peculiar aún es el procedimiento que viene a regular el transfuguismo. Se llama ventana partidista y permite que durante un plazo un electo pueda cambiar de siglas políticas sin perder el escaño.

En Brasil, el color, la raza, es un asunto personal, complejo, que levanta enormes suspicacias y que año a año va ganando peso en la política, en parte como reflejo de lo que ocurre en Estados Unidos. Cada uno elige de qué raza es. El Estado solo interviene en casos de fraude flagrante. Por ejemplo, cuando un universitario de aspecto blanco indiscutible pretende acogerse a las cuotas reservadas para alumnos mestizos o negros, un asunto que desde su creación es controvertido como pocos. El caso del futbolista Neymar (que acaba de entrar en la lista de morosos de España) es paradigmático de cómo el asunto evoluciona. Nada más triunfar le preguntaron en una entrevista si había sufrido racismo. Dijo que no, y añadió: “No es como si fuera negro, ¿sabes?”. Hace solo un par de semanas la estrella brasileña denunció insultos racistas de un contrincante en un partido.

Brasil nunca tuvo leyes segregacionistas al estilo de las de Estados Unidos. El mestizaje es prácticamente norma desde hace cinco siglos. Primero, la colonización, después, la esclavitud y ya en el siglo XX los programas de reclutamiento de inmigrantes de Europa, Oriente Próximo o Japón para blanquear la población lo han convertido en uno de los países racialmente más diversos del mundo. Gracias a eso, los pasaportes brasileños están entre los más cotizados en el mercado negro internacional. Cualquier español, camerunés, alemán o norcoreano tiene aspecto de brasileño. El dictador Kim Jong Un y su padre viajaban al extranjero en los noventa con pasaportes falsos del país sudamericano, como revela la biografía The Great Sucessor (El gran sucesor).

NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR 

 

El País 




domingo, 1 de noviembre de 2020

EL IDIOMA DEL AMOR


JANE KHOMI (GETTY IMAGE)

Las expresiones dicen mucho de una cultura y su gente. El español tiene, por ejemplo, las que exaltan la alegría de la vida y la empatía. "Como dar a luz". Una maravilla.

Lo maravilloso de aprender un idioma nuevo y zambullirse en una cultura nueva es que las cosas que parecen vulgares y corrientes para el lugareño a mí me resultan poco menos que milagrosas. A lo mejor les hace gracia la ingenuidad infantil del extranjero al que casi le da un jamacuco la primera vez que prueba un churro o ante su primera sobremesa con amigos, pero para mí son una gozada los nuevos descubrimientos que hago cada día en España y que son como chutes de vitaminas directos al alma.

De todas las cosas que me encantan de España, y la lista es larga hasta decir basta, el idioma es lo que más me alucina. Las palabras mismas son como pequeños milagros y podría escribir un diccionario con todas mis favoritas, pero últimamente he descubierto algunas expresiones que me han dejado con la boca abierta de admiración y me han ayudado a ver las cosas de una manera totalmente diferente. Me parece de lo más inspirador.

Hay expresiones que a lo mejor salen de manera automática e inconsciente cuando las llevas oyendo desde el día en que naciste, pero para alguien que acaba de llegar como yo suponen un bofetón en toda la cara. Por ejemplo, “dar a luz”. Tomado literalmente, significa que te entregan a la luz en el momento mismo en que inicias tu camino vital. Como en esa escena de El rey león en la que ofrecen al cachorro al cielo y al universo como celebración de la vida. Alzamos nuestros bebés a la luz del mundo para que les dé la bienvenida y sean objeto de celebración. Convierte la lucha sangrienta, dolorosa y agónica que supone traer un niño al mundo en lo que realmente es: algo verdaderamente heroico. Un acontecimiento en el que cada niño nace capacitado para lograr algo grandioso.

O “consultar con la almohada”. En vez de “pensar en ello mientras duermes” como hacemos en Inglaterra, en España se pide consejo a la almohada. Qué hermosura de expresión. Qué consuelo, qué dulzura. Una oportunidad de permitir durante el reposo de nuestra mente cansada que fuerzas naturales que escapan a nuestra imaginación nos sirvan de inspiración y guía y nos den consejos tranquilizadores.

O cuando se muere alguien cercano, en vez del más bien insulso “lamento tu pérdida”, en España se dice “te acompaño en el sentimiento”. ¿Hay alguna lengua en el mundo que exprese mejor la empatía? ¿Una manera mejor de expresar unión en el dolor? Es una celebración de compañerismo, ternura y comprensión; una metáfora que expresa a la perfección lo que es España, donde, aun cuando la división parezca endémica en estos momentos, subyace un sólido sentido de comunidad, amor y sintonía.

Lo reconozco, a lo mejor da la impresión de que España me ha cegado un poco. Quizás el enamoramiento se me note demasiado. Pero, la verdad…, me importa un rábano.

JAMES RHODES

EL PAÍS