lunes, 30 de mayo de 2005

LOS ALEMANES VAGOS

Los estereotipos vigentes coinciden en que los alemanes son un pueblo laborioso, formado por adictos el trabajo, adornados de virtudes con el orden, la puntualidad y el cumplimiento del deber. Las estadísticas y la vida cotidiana en la Alemania actual contradicen esta imagen.


Con un ataque de pánico han reaccionado los dueños de las plantaciones de espárragos de la región de Brandeburgo ante las propuestas de algunos políticos y de la Oficina Federal de Empleo de enviar alemanes parados de larga duración a la recogida de la cosecha, en vez de los tradicionales trabajadores temporeros procedentes de Polonia. “ ¡Alemanes no, por favor!”, clamaba ante las cámaras de televisión un propietario de una plantación de espárragos y añadía: “ Los que vinieron la última vez trabajaron un día y se dieron de baja porque les dolía la espalda”.

Según una encuesta de la Asociación de Agricultores, las oficinas de empleo enviaron a la cosecha del espárrago a 3.761 alemanes que buscaban trabajo. Se presentaron 761 a trabajar y, de éstos, sólo un tercio soportó la primera semana. No cabe duda de que los magníficos espárragos de Brandeburgo se pudrirían en la tierra sin los miles de temporeros polacos que por 5,42 euros por hora trabajan en la cosecha.

Las estadísticas de la OCDE sobre el promedio de horas trabajadas al año en 30 países de los más desarrollados otorgan a Alemania la medalla de bronce de los más vagos. Con 1.438 horas, los alemanes son los que menos trabajan, sólo superados a la baja por noruegos y holandeses. Comparadas con las 1.775 horas de media anual de España y sobre la base de una jornada de ocho horas diarias, un alemán medio trabaja casi 40 días menos al año que un español. Mientras tanto, Alemania se ha convertido ya en el farolillo rojo de la UE ampliada a 25 países en la estadística de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), con una economía en la práctica estancada desde hace tres o cuatro años.

Obras eternas

No tiene nada de extraño que en Alemania las obras públicas se conviertan en algo eterno. En la primavera de 1994 llegué a Bonn tras una estancia de nueve años en América Latina. A la entrada de Bad Godesberg estaba en marcha la construcción de un paso subterráneo para evitar que los coches atravesaran esa ciudad que se había convertido ya en un barrio más de Bonn. Cuando a finales de 1997 abandoné Alemania. Las obras del túnel de Bad Godesberg todavía no estaban concluidas. En octubre de 2003, viajé a Munich y traté de tomar un autobús municipal que tardaba en llegar. Un aviso en el poste de la parada advertía: “Queridos usuarios de la línea 89: Por la construcción de un túnel en la calle Richard Strauss pueden producirse desviaciones en las horas anunciadas en el horario de salida. Duración prevista de las obras: hasta octubre de 2009. Les pedimos comprensión”.

¡Seis años para construir un túnel en una calle! En ocho años se construyeron en Madrid 142 kilómetros de líneas de metro. Claro que, en la Alemania actual, a la caída en horas de trabajo hay que añadir las procelosas trabas burocráticas que eternizan las obras. Hace unos meses, el primer ministro de Sajonia, el democristiano Georg Milbradt (CDU), se lamentaba ante un grupo de corresponsales extranjeros de que para sacar adelante los trabajos de una carretera de circunvalación, su gobierno, por exigencia de los ecologistas, tuvo que comprometerse a construir un paso subterráneo para los sapos.
En los debates políticos de la década de l o9s ochenta, el díscolo socialdemócrata Oskar Lafontaine(SPD) acusó al entonces canciller de su propio partido, Helmut Schmidt, de preconizar las llamadas virtudes secundarias: “Schmidt habla de nuevo de sentimiento del deber, fiabilidad, factibilidad y firmeza. Éstas son virtudes secundarias. Para decirlo de una forma más precisa: con ellas se puede también dirigir un campo de concentración”. Una argumentación similar empleaba días atrás un amigo alemán. Ante mis quejas sobre el mal funcionamiento de la Alemania actual, mi amigo replicó: “ No sé por qué los extranjeros os quejáis, en vez de alegraros. Con los alemanes de hoy sería imposible construir de nuevo Auschwitz porque no funcionaría”. No cabe duda de que es un gran consuelo.

José Comas. El País 29-5-05. volver al duende de los extravíos

viernes, 27 de mayo de 2005

El satélite que divisó el ladrillo

cuadro de GARCIA I MIRO, TOXOS
Xerardo Estévez es arquitecto.
EL PAÍS - Opinión - 13-04-2005

Ahora, y no antes, cuando audaces promotores de ladrillo, propietarios de suelo y administraciones liberalizadoras se concertaron para hacer realidad la canción "viviendo en mi casita de papel".


Ahora que un satélite del Instituto Geográfico Nacional observó desde las alturas el hormigonado de buena parte de la costa y el entorno de las ciudades, suenan las alarmas ante el estropicio ocasionado en nuestra geografía en los últimos años. En sólo una década, el suelo urbanizado ha aumentado en un 25 por ciento, y en algunas comunidades llega al 50 por ciento; un tercio de la costa mediterránea está cementado, datos éstos que contrastan con un crecimiento de la población cuatro veces inferior al de la superficie edificada. Ahora suenan las alarmas, y no antes, cuando se podían haber armonizado economía y urbanismo; lo imposible es hacerlo con el velocímetro a más de setecientas mil viviendas por año, que ha convertido a España en el país de Jauja del alojamiento. A título de referencia, cabe mencionar que si hace dos años el número de viviendas construidas en España superó al total de Francia y Alemania, que nos duplicaban en población, hoy ya pasamos a Francia, Alemania e Italia juntas. Así hemos llegado a disponer de un parque de viviendas desocupadas de en torno a tres millones. Ésa puede llegar a ser la ciudad de las persianas bajas, donde todos son propietarios, pero hay pocos vecinos.

Ahora, y no antes, cuando audaces promotores de ladrillo, propietarios de suelo y administraciones liberalizadoras se concertaron para hacer realidad la canción "viviendo en mi casita de papel". A cambio de este anhelo, la juventud de este país se encuentra atrapada en lo mejor de la vida con un esfuerzo financiero insostenible -nada menos que el 57 por ciento del salario medio bruto, según el Banco de España- que le impide el acceso a otras tareas de la cultura, el ocio y el intercambio, colocándole ante los ojos una proposición perversa: tomar prestado dinero barato, con las consiguientes deducciones por la compra del piso, para concurrir en un mercado netamente alcista, entre otras razones, porque la vivienda protegida cayó 17 puntos en menos de diez años.

Al hilo de esta pasión inmobiliaria y este esfuerzo individual, parece oportuno traer a colación las advertencias de las instituciones financieras mundiales sobre el peso excesivo en el PIB de un sector que empieza a dar señales de cansancio, debido a que la demanda extranjera de segunda residencia reclama ya una buena práctica urbanística. Por ello, más valdría que el flamante Ministerio de Vivienda, en vez de marcar como objetivo la contención de precios, labor que no puede realizar por la escasez de competencias, se dedicara a desarrollar programas de vivienda protegida concertados con las ciudades y a la promoción de la calidad arquitectónica, y dejara al ministerio competente el impulso de una economía más sostenible, con una representación equilibrada del sector construcción.

Se impone repensar adónde conduce esta pauta, más que modelo, cuyo paradigma son los llamados PAU, basados en la ilimitada proliferación de inmuebles rodeados de inmensos espacios públicos, que no lugares, donde es difícil encontrar y conocer al vecino de enfrente, y que en muchos casos llevan consigo la destrucción del entorno medioambiental para luego reconstruirlo con planes y programas específicos. Conviene tener en cuenta que los costes de mantenimiento y servicios de las nuevas calles, plazas y jardines, así como los de reparación de los errores ocasionados por este patrón de crecimiento extensivo y fragmentario, suelen gravitar sobre las administraciones públicas, que tienen que acometer a posteriori costosas infraestructuras y equipamientos y que no van a seguir disponiendo indefinidamente de los fondos europeos que tanto han dado de sí. ¿Quién le echa las cuentas a todo esto? ¿Quién se hace responsable de las repercusiones económicas de tal euforia constructora?

En el terreno práctico, vale la pena destacar, sin el menor atisbo de nostalgia de un jacobinismo pasado, el enredo legislativo en que nos encontramos sumidos entre tanta sentencia y normativa en permanente cambio. Confusión que culmina con el duro golpe que la reforma de la Ley del Suelo de 1998 propina a la concepción de la ciudad cuando, creyendo que una oferta masiva de suelo conseguiría controlar el precio de la vivienda, suprime el principio organizador del planeamiento, al dictaminar que todo suelo que no es protegible debe ponerse a disposición para ser urbanizado. Justamente ha sucedido lo contrario: nunca se ha construido tanto y el precio nunca había alcanzado tales cotas de escándalo.

Los legisladores autonómicos, cada uno a su manera, han ido desarrollando de forma minuciosa un rosario de articulados, con estándares y parámetros de todo tipo que, en el fondo, han ido esquinando el planeamiento, de forma y manera que hoy las ciudades se diseñan más con leyes y reglamentos que con planos.

En sólo una década, el suelo urbanizado ha aumentado en un 25 por ciento, y en algunas comunidades llega al 50 por ciento; un tercio de la costa mediterránea está cementado, datos éstos que contrastan con un crecimiento de la población cuatro veces inferior al de la superficie edificada.

Especialistas prestigiosos llegan incluso a proponer la desaparición del trámite de avance, única oportunidad para dar a conocer en un documento previo la articulación conceptual entre lo público y lo privado. Suprimirlo equivaldría a decir adiós a la compresión o la filosofía urbana de cada plan general. La ciudad como conjunto dejará de tener sentido y se verá reducida a un monopoly de interés exclusivamente inmobiliario, donde cada uno va a lo suyo, mientras la convivencia se diluye al carecer de una educación ciudadana, y se extiende la sospecha ante una administración local que dedica sus mayores esfuerzos al crecimiento masivo y no al desarrollo sostenible. El urbanismo pasará de ser la ciencia, la técnica y el arte de hacer bien la ciudad a convertirse en instrumento al servicio exclusivo del negocio, con unos profesionales de los que se espera que vayan por detrás, con el lápiz o la herramienta de CAD, sin hacer mucho ruido. Y, mientras tanto, el ciudadano de a pie, sumido en estas presiones, se tiene que dedicar fundamentalmente a la cuantificación de las superficies que compra, de las fisuras y humedades de su edificio, sin poder entrar en la calidad y la racionalidad de la actividad constructiva.

Ahora, gracias al satélite que divisó el ladrillo, resulta evidente que hace falta una mirada hacia atrás, una reflexión que parta de la premisa de que ni la economía ni el planeamiento por sí solos son capaces de resolver el problema del desarrollo urbano. Una vez más, hay que afirmar que el equilibrio es fundamental y que la práctica exige poner sobre la mesa todos los vectores. Mientras alguna comunidad autónoma ha llegado a descatalogar por vía de ley parques naturales para hacerlos edificables, la Conselleria de Política Territorial de la Generalitat de Cataluña propone que paisaje, arquitectura, economía, suelo, infraestructuras, viviendas, mantenimiento, gestión, sean entendidos como un todo. Para ello es imprescindible que estas variables se articulen territorialmente mediante los planes, las infraestructuras y una nueva organización administrativa, políticamente con la gobernación y económicamente con una evaluación seria de las repercusiones del crecimiento.
Y no se trata sólo de un problema de sostenibilidad, sino también de pensar que el legado de nuestra época no alcanzará la consideración de patrimonio, como aconteció de hecho con la ciudad construida hasta la mitad del siglo pasado. En este aspecto, estamos rompiendo con el sentido de la tradición, que en última instancia significa transmisión, y que supone, junto con la innovación, el pas de deux del crecimiento de la ciudad del futuro.

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domingo, 22 de mayo de 2005

¿ADIOS A LA FILOSOFÍA?

Ya sé, ya sé que vivimos un periodo excesivamente abundante en truculencias y alarmas, soliviantado en demasía. Y yo no quisiera contribuir a empeorarlo..., por lo menos no más de lo imprescindible. De modo que en lugar de titular este artículo ¿Quién teme a la filosofía?, como pensé al principio, un rótulo que suena a denuncia y quizá hasta desafío, he preferido encabezarlo en un tono más dubitativo y melancólico. Pero el asunto de fondo no varía: el anteproyecto de la LOE parece implicar algo así como el aniquilamiento de la filosofía en el bachillerato, o por lo menos su reducción a un tamaño compatible con el de las cabezas patentadas por los jíbaros. Lo cual produce lógica inquietud entre quienes somos profesores de la materia desdeñada y podría sobresaltar también a otros ciudadanos con aficiones culturales, que alguno habrá. De modo que no queda más remedio que hablar un poco del asunto.


Decían los antiguos griegos que cuando los dioses nos son favorables ignoran nuestros deseos y cuando nos son adversos los cumplen. Por lo visto las autoridades educativas siguen el ejemplo olímpico. Y los que anhelamos una educación ciudadana temática y no meramente transversal parece que finalmente vamos a tenerla, pero a costa de perder la filosofía y la ética por el camino. El error sería grave y esperamos que aún pueda enmendarse.
Empezaré, quizá innecesariamente, por aclarar que de ningún modo comparto los hiperbólicos encomios que convierten a la asignatura de filosofía en la única fuente para los alumnos de reflexión argumentada y pensamiento crítico. Basta recordar que todos los actuales responsables de educación o cultura la han cursado para no exagerar sus virtudes intelectualmente fortificantes. Sin embargo, es difícil imaginar una asignatura de formación ciudadana realmente útil que prescinda de su apoyo. Veámoslo.
Los críticos de la asignatura cívica señalan que puede convertirse en una mera ocasión de adoctrinamiento partidista, un catecismo de urbanidad política al gusto de los dirigentes del momento. Las buenas intenciones no logran mejorar estas proclamas edificantes: hace bien poco oímos al ministro de Defensa ufanarse de que prefiere "morir que matar", opción tan infrecuente como respetable, pero que casa mal con el cargo que ocupa; por su parte, el presidente Zapatero lanzó en Mauthausen una elogiable diatriba contra la guerra que sin embargo hubiera sonado mejor fuera del campo de concentración cuyas puertas se abrieron precisamente gracias a una guerra. La verdad es que los clichés de la corrección política de cualquier signo sirven para poco. Aun así, confieso que no me horroriza tanto como a otros la palabra "adoctrinamiento": la creo implícita en todo propósito educativo democrático, en la medida en que siempre optamos a la hora de enseñar por ciertos presupuestos básicos apenas discutidos, a partir de los cuales rechazamos sin mayores debates el exterminio de los adversarios ideológicos, la discriminación entre los humanos por raza o sexo, la utilización abusiva del prójimo como mera herramienta para nuestros fines y cosas por el estilo. No obstante, comprendo que tiene un uso alarmante: sería "adoctrinar" perversamente convertir la educación cívica en un recetario de respuestas inamovibles para controversias históricas, sociales o políticas cuya diversidad de presupuestos no se ha brindado de manera abierta y suficiente. Por eso precisamente es imprescindible sustentar tal disciplina en la filosofía y la reflexión ética.
En último término, preparar para la ciudadanía es pensar lo que supone la acción en libertad. Es decir, establecer los valores de humanidad que deben sustentarla, tanto en el terreno personal (lo que llamamos virtudes) como en el colectivo e institucional (leyes que garantizan derechos y deberes). Se trata de explicar razonadamente que vivir en una sociedad democrática pretende ser distinto a la vida en el medio directamente natural: en éste predominan en toda su crudeza la necesidad y el azar, mientras que la comunidad social intenta corregir o paliar tales condicionamientos con instituciones que favorezcan la libertad de todos y la solidaridad entre todos. Ahora bien, tanto la necesidad como la libertad, el azar y la solidaridad, los valores, las virtudes y las leyes son algunas de las cuestiones que ocupan a la filosofía, especialmente en su vertiente ética o moral. Es el enfoque filosófico el que previene contra dictar doctrinariamente soluciones que olvidan el proceso deliberativo fundamental que las precede y sobre todo se distancian de la formación de un carácter cívico, capaz de persuadir y de ser persuadido, que es el verdadero objetivo de la preparación para la ciudadanía. No se trata de lograr que todos compartamos la misma idea de "vida buena", sino que aceptemos las pautas mejor justificadas para que nuestros desacuerdos puedan convivir sin atropellos...
No faltará quien sostenga que tales objetivos docentes pueden lograrse sin mantener obligatoriamente el nombre de "filosofía" para ninguna asignatura, utilizando rótulos más postmodernos y menos sobrecargados de referencias gremiales bastante apolilladas: es decir, sin recurrir a los servicios de esos "filósofos nutridos de sopa de convento" que "contemplan impasibles el amplio firmamento", según dijo Antonio Machado. Pero ello supondría olvidar que, más allá de lo que los indignos profesores hagamos a veces con ella, el nombre mismo de "filosofía" es importante porque conserva una comunidad de origen y destino con otra expresión que nos importa: "democracia". Nacieron juntas y la una expresa en el terreno del conocimiento lo mismo que la otra en el campo de la política: discusión racional, disolución de las jerarquías establecidas por la veneración acrítica de la tradición, atención igual a la palabra de todos (aunque sean distintos, aunque vengan de lejos) y, sobre todo, depósito del sentido último de ideas o instituciones en la voz de las personas y no en genealogías colectivas.
Los ciudadanos deben saber que serlo implica ser demócratas y también ser a ratos filósofos. Es decir, deben aprender a vivir y pensar igualitaria y racionalmente, pero siempre en común. Y no parece ocioso que conozcan también la evolución histórica de la que provienen ambos derechos y ambas obligaciones...
En último término, ni la filosofía ni la ética -en su temario actual- son vacas sagradas. Pero tampoco estorbos de los que pueda educativamente prescindirse sin más, en nombre de dudosos criterios de eficacia. Se diría que vamos hacia programas educativos cada vez más dictados por el rendimiento laboral, mientras los valores humanistas cuyo debate nos hermana son abandonados al autismo de caprichos privados o a la intransigencia irrefutable de los dogmas. De seguir así, pronto será el beneficio económico el único interés que todos compartiremos..., pero como rivales en una carrera rapaz. Y todo ello en una sociedad en la que la expectativa de vida se prolonga cada vez más, mientras el espacio compartido se reduce: es decir, donde cada vez es más importante ser capaz de crecer y viajar hacia adentro para cuidar de nosotros mismos sin depender del supermercado o pisar a otros. Por favor, aún estamos a tiempo: no mandemos hoy al desguace los instrumentos intelectuales que mañana mismo echaremos en falta... o, aún peor, que quizá lleguemos a olvidar junto a lo mejor de lo que hemos sido.

Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. EL PAÍS - Opinión - 19-05-2005

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miércoles, 18 de mayo de 2005

Mirian, Toñi y Desireé. Ni olvido ni perdón

EL TRIPLE CRIMEN DE ALCASSER ¿Verdad o mentira de estado?


El 27 de enero de 1993, dos apicultores encontraron los cadáveres de tres niñas semienterrados en las cercanías del pantano valenciano de Tous. Los cuerpos que ya se encontraban en estado de putrefacción porque llevaban tres meses enterrados pertenecían a Miriam García, Antonia (Toñi) Gómez y Desirée Hernández, desaparecidas el 13 de noviembre de 1992 en Alcàsser, cuando se dirigían a una discoteca a la que iban habitualmente en la localidad vecina de Picassent. Al parecer hicieron auto-stop y el coche que les paró llevaba a gente que presumiblemente conocían, según atestigua una vecina que las vio subir al coche con tranquilidad (no forzosamente). Esta mujer fue la última que las vio con vida sin contar a sus asesinos y aún recuerdo la imagen de la señora, asomada a su ventana, señalando con el dedo hacia una calle, dónde fueron recogidas.
Los "culpables":

ANTONIO ANGLÉS

/ Nacido en Sao Paulo, Brasil, tenía 35 años cuando sucedió todo. Desapareció antes de que cantara el gallo, imposible cazarlo, sin embargo se supo rápidamente que este tipo había tenido secuestrada, encadenada y apaleada a una ex novia, Nuria Pera, según su hermana ‘Kelly’, toxicómana (por este hecho cumplió 6 años de condena en la cárcel y precisamente fue el testimonio de su “gran amigo Ricart” el que lo encarceló).
Su madre, cargada de hijos, trabajó deslomándose en lo que podía para mantener a su familia. A cambio tenía hijos conflictivos que entraban y salían de cuarteles de policía, trapicheaban con droga, se ganaban la vida con prostitución o la golpeaban.
Antonio huyó ante los ojos de la policía. Se habló mucho de ello, de la facilidad con la que había huído, eso mosqueó al país entero. Pero no fue el único investigado. Su hermana ‘Kelly’, dedicada a la prostitución, su hermano pequeño Mauricio, delincuente común, y otro de sus hermanos, Enrique, éste retrasado, fueron investigados.
Las pruebas que dieron con él fueron principalmente un papel médico que se encontró donde estaban los cadáveres. En este papel estaba el nombre de Enrique Anglés (hermano investigado de Antonio), e inicialmente se acudió a su casa para interrogarlo a él.

MIQUEL RICART

/Su amigo de fiesta y trapicheos, cuyo coche contenía pelo perteneciente a las niñas. Ricart llevaba años viviendo con la familia de Anglés y el día que le detienen iban a buscar a Enrique (el incial sospechoso) pero al ser preguntado si tenía un coche blanco y contestar que sí, la Guardia Civil se hace cargo de él como posible sospechoso.

Ese día en cuestión la Guardia Civil se presenta en casa de los Anglés, llaman a la puerta, no les abren, y además desde dentro atrancan la puerta. En ese momento Antonio Anglés sale huyendo por una ventana con, según su madre, dos millones de pesetas que había pedido prestados para comprar una casa. La Guardia Civil vuelve con una orden de registro, consigue que le abran la puerta y la madre, Neus, dice que está sorda y no había oído cómo llamaban antes a la puerta, pero confiesa que vio salir a su hijo huyendo con el dinero. Así fue como Antonio Anglés desapareció para siempre y Miquel Ricart se convirtió en el único encarcelado del triple crimen de Alcásser . VISTO EN:

Por cierto, Antonio Anglés "cometió" los delitos tras fugarse de la cárcel, es decir que la policía no le buscó -pues vivía en su casa con su familia- cuando estaba en "Busca y Captura", y teniendo en cuenta que los delitos en nuestro código penal prescriben a los veinte años y él ya está más de diez años desaparecido... si volviera a aparecer como Pepito Palotes y dijera "Soy Anglés" dentro de 9 años, este hombre no sería acusado de sus crímenes.

Y otro por cierto que nos hace dudar más... a Miquel Ricart se le concedió inicialmente el segundo grado cuando los informes de los profesionales de la penitenciaría eran contrarios a la concesión de estos privilegios.

Para quien tenga interés en conocer este caso profundamente y saber por qué hay quien cree que lo de Ricart y Anglés es una gran mentira, recomiendo visitar esta página de EL PALLETER.

http://webs.demasiado.com/elpalleter/

NOTA: Durante mucho tiempo me he negado a escribir sobre este caso porque no está nada claro y aún me hierve la sangre al ver que no está resuelto, sin embargo no encuentro mejor forma de luchar porque se siga investigando que volver a sacarlo a la luz. Cuento con muchos lectores, y confío en ellos para que hagan presión. Además, quisiera que los familiares de las niñas de Alcásser sepan que aún hay quienes no olvidamos que ellos sufren, y que ellas "existieron". Somos muchos quienes nos negamos a olvidarlas. Kruela



domingo, 15 de mayo de 2005

Nada de locura, es maldad

ARCHIVOS EN MEMORIA DE ...

Estamos asistiendo en España a unos horribles asesinatos a sangre fría, con unas técnicas más propias de la Edad Media ( martillazos, hachazos, etc.) que de los tiempos que vivimos, supuestamente más comedidos y dialogantes, que dejan un rastro de terror y de sangre, y que nos sirven de aviso: en cualquier momento podemos caer fulminados y relegados al olvido por algún asesino caprichoso desconocido.

ASESINOS EN SERIE

No existe criatura más temible que el criminal antojadizo cuya conducta ni tiene lógica ni sigue un método establecido. Cuando nos enteramos de actos violentos que parecen ocurridos al azar o que son totalmente gratuitos nos invade un sentimiento especial de pánico y de confusión. Inmediatamente tratamos de buscar una explicación de lo sucedido, la causa, el posible argumento, el contexto. Y nos sentimos reconfortados si, como ocurre al final de las fábulas de Esopo, el comportamiento incomprensible es parte de una trama, tiene algún sentido. Por eso, si los medios de información anuncian que el culpable es un enajenado con ideas delirantes de persecución o de grandeza, nos agarramos con alivio a la enfermedad mental como si fuese la Piedra Roseta que nos ayuda a entender finalmente la inexplicable tragedia.

No es nada nuevo atribuir los fallos morales a trastornos mentales. Muchos piensan que las personas que cometen atrocidades no tienen más remedio que haber perdido la razón, deben estar locas. Precisamente, a los ojos de los medios de información y de Hollywood, el enfermo psiquiátrico se ha convertido en el actor ideal de los crímenes más crueles y espectaculares que se escenifican cada día en noticiarios y en películas.

El problema es que esos estereotipos negativos, basados en una premisa falsa, marcan con un estigma indeleble a los hombres y mujeres que sufren estas dolencias, y a sus familiares.
El miedo de la peligrosidad del enfermo mental es el factor que más contribuye a su discriminación y a su rechazo social.

La verdad es que la gran mayoría de las personas que sufren enfermedades mentales no son violentas. De hecho, con mucha más frecuencia son víctimas de la violencia que autores de ella. Otra verdad es que para muchos incapacitados el mundo de los normales es una auténtica jungla amenazante plagada de aves de rapiña. No hay más que mirar a los millares de enfermos desamparados y sin techo que deambulan por nuestras calles para darnos cuenta de la arriesgada situación de abandono en la que se encuentran.

Los verdaderos protagonistas de las agresiones malignas no son producto de la locura, sino consecuencia de la maldad. Se trata de hombres y mujeres rabiosamente insatisfechos, resentidos, desmoralizados e incapaces de sentir culpa o remordimiento. Matan y no sienten nada. Superficiales y locuaces, son expertos en la evasión y en el engaño. Crónicamente hastiados, buscan experiencias destructivas que les distraigan momentáneamente del vacío y de la banalidad de sus vidas, mientras persiguen sin descanso el dominio narcisista a través de la explotación y el sufrimiento de otros. Alienados desconectados, sin lazos ni ataduras con nada ni nadie, terminan sus vidas absurdas de odio con una muerte violenta.

El drama sangriento de estas personas nos muestra lo que le sucede al ser humano cuando no desarrolla durante su infancia el aprecio por la existencia, la compasión hacia el dolor ajeno y la empatía, esa cualidad que nos permite situarnos genuinamente, con afecto y comprensión, en las circunstancias de nuestros compañeros de vida.


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sábado, 14 de mayo de 2005

INFLUENCIAS MARXISTAS

Un fantasma recorre España: el marxismo ( de Groucho Marx). En Cataluña, tras lo sucedido con el túnel del Carmel, vecinos de otros barrios de Barcelona se movilizaron:”No queremos AVE”. La situación no puede ser más marxista: “Oiga, pollo, ¿le interesa un tren de gran velocidad? ¿ Quiere que le haga yo mismo el túnel? Conteste primero a la segunda pregunta”. ( con todo, esto no es necesariamente malo. Las últimas campañas electorales habían alcanzado límites peligrosos, con la promesa de una estación del AVE cada cien metros, hasta tal punto que al anterior ministro del cemento( Francisco Álvarez Cascos) adelantado del marxismo con su invento del AVE tortuga, inauguraba palotes en los que ponía: AVE, y tenían que venir las Juntas Electorales a recordarle que si no hay tren no hay tren.

Maragall visitó el Carmel y dijo: “ Esto es como el Prestige”. Interpretar a Maragall no es fácil, menos aún cuando se le entiende, pero la oposición aceptó la comparación, agarrando por la parte de la incompetencia política. Piqué pidió cinco dimisiones. Probablemente con cuatro se conformaría. La actitud de Piqué podría parecer contradictoria, porque en la crisis del Prestige el PP no pedía dimisiones. Por fortuna Fraga es también un gran marxista, y consiguió dar coherencia al embrollo: “ La Xunta no siempre se sintió apoyada por el Gobierno central durante la crisis del Prestige”. La mar salada. Fraga le colgó un medallón a cascos para agradecer aquel escaso apoyo, pero en esto tampoco hay nada ilógico. De haberse sentido muy apoyado, Fraga le hubiera puesto dos medallas a Cascos. (creo que de todas la maneras se debiera haber dado dos medallas una por tonto y otra por si acaso se le pierde la primera).

Aznar no pilló el gang, y le escribió una carta a Fraga titulada: “No me lo puedo de creer”. Que solía decir una célebre concursante de Gran Hermano, en la cual le exige que rectifique sus palabras, y que proclame ante la historia que Aznar es el mejor. Alguno puede pensar que Aznar tiene el sentido del humor de un mejillón cebra. Falso. Aznar es marxista hasta la médula. En su carta, Aznar recuerda a Fraga que la hemeroteca es muy cruel con quienes “mudan” de opinión. Se lo dice a Fraga, nada menos, que fue ministro de Franco, y ahora le pasa por la izquierda.

Como sucedió en Galicia, en Cataluña ha habido intentos de control de la información, negativas a la investigación, políticos bajo la mesa y otros alardes marxistas, pero ha faltado lo principal: un ministro de Defensa que sobrevolara la zona en helicóptero para después proclamar: “He visto un barrio esplendoroso”. Trillo era mucho Trillo. El marxismo contemporáneo de debe mucho a Trillo.

En política no es tan importante hacerlo bien como que otro lo haya hecho antes peor, aunque esto vaya usted a explicárselo a alguien que estaba merendando en su salón cuando llegó una excavadora y le tiró la casa abajo. “Valor, amigo. Tiene usted suerte de que gobernamos nosotros. Los otros son mucho peores. Ya ve: excavábamos buscando el futuro y hemos llegado adonde siempre”.
Antonio Martínez. Extracto de artículo con algunas anotaciones del que transcribe.


sábado, 7 de mayo de 2005

Árboles con Historia. (I) El pino de Fuente Piña

el Pino de FUENTEPIÑA

La tumba de Platero
Juan Ramón Jiménez “enterró” al famoso burro bajo un pino.

Ficha técnica:

Nombre popular: el pino de Fuente Piña.
Nombre científico: Pinus Halepensis
Localidad: Moguer (Huelva)
Acceso complicado sin señalizar preguntar en la casa-museo
Edad aproximada: unos 200 años, Altura: 19 metros, Perímetro: ( a 1,30 metros): 3,65 m.
Diámetro copa: 27,80,
Mejor época para verlo: primavera y otoño

Tu, si te mueres antes que yo, no irás, Platero mío, en el carrillo del pregonero, a la marisma inmensa ni al barranco del camino de los montes, como los otros pobres burros, como los caballos y los perros que no tienen quien los quiera(...) . Vive tranquilo Platero. Yo te enterraré al pie del pino grande y redondo del huerto de la Piña, que a ti tanto te gusta”

No podía ser de otra manera. En su magistral libro Platero y yo, Juan Ramón Jiménez también soñó con un entierro muy especial para su querida mascota. En la solitaria casa de campo, a cuatro kilómetros de su Moguer natal, donde el escritor pasó melancólicas temporadas de descanso e inspiración, poco ha cambiado. Allí sigue la sencilla edificación de amplio pórtico abierto al pinar, todavía hoy rodeada por los mismos setos de geranios que tanto la embrujaban. Y a un lado, el gran pino, como un inmenso parasol de protectora sombra. ¿ estará bajo él su tumba? Todos los especialista coinciden en que Platero fue un animal imaginario. Una idea no compartida por Pepe Quintero, que fue guía desde hace muchos años de la casa-museo de Juan Ramón en la localidad onubense y que conoció personalmente al escritor. “Por supuesto, nosotros pensamos que es cierto, que bajo ese pino está enterrado Platero” afirmaba categórico.

La casa de Fuente Piña fue adquirida hacia 1900 por los padres del futuro Nobel de Literatura, de acomodada posición económica, en un intento por ayudarle a superar la depresión en la que con apenas 20 años estaba sumido.
Ahora pertenece a la familia Hernández Pinzón- los hermanos Pinzón que acompañaron a Colón en su primer viaje a América- pues Juan Ramón Jiménez no tuvo hijos, y una hermana suya se casó con un descendiente de los descubridores.

martes, 26 de abril de 2005

Hans Küng habla de Juan Pablo II

Hans Küng es uno de los principales teólogos católicos. Küng es suizo y vive en la ciudad alemana de Tubinga, y lleva décadas de disputas con las autoridades eclesiásticas. Debido a sus críticas, el Vaticano le retiró la autorización de la Iglesia para enseñar en 1979. Sin embargo, Küng, de 75 años, sigue siendo sacerdote y, hasta su jubilación en 1995, enseñaba Teología en la Universidad de Tubinga. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

EL PAÍS - Internacional - 05-04-2005
En apariencia, el papa Juan Pablo II, que ha luchado activamente para acabar con la guerra y la represión, es un símbolo de esperanza para quienes anhelan la libertad. En realidad, su mandato antirreformista ha sumido a la Iglesia católica en una crisis de credibilidad histórica. La Iglesia católica está en una situación desesperada. El Papa ha muerto y merece toda la simpatía del mundo. Pero la Iglesia tiene que seguir adelante y, ante la perspectiva de la elección de un nuevo Papa, necesita un diagnóstico, un análisis sin adornos y desde dentro. De la terapia ya se hablará más adelante.

Muchos se asombraron ante la resistencia del jefe de la Iglesia católica, este hombre tan frágil, parcialmente paralizado, que, a pesar de toda la medicación, casi no podía hablar. Le trataron con una veneración que nunca dedicarían a un presidente de EE UU o un canciller alemán en situación similar. Otros, en cambio, se sintieron engañados por un hombre del que pensaron que se aferró tercamente a su puesto y que, en vez de aceptar la vía cristiana hacia la eternidad, utilizó todos los medios a su disposición para mantenerse en el poder en un sistema fundamentalmente antidemocrático. Incluso para muchos católicos, este
Papa que, en el límite de su fuerza física, se negó a abandonar el poder, es el símbolo de una Iglesia fraudulenta que se ha calcificado y se ha vuelto senil detrás de su fachada relumbrante.
El espíritu alegre que predominó durante el Concilio Vaticano II (de 1962 a 1965) ha desaparecido. Su perspectiva de renovación, entendimiento ecuménico y apertura general al mundo hoy parece haberse nublado, y el futuro no es nada halagüeño. Muchos se han resignado o incluso se han apartado, por la frustración que les provoca una jerarquía encerrada en sí misma. Como consecuencia, numerosas personas se enfrentan a una alternativa imposible: seguir las reglas o dejar la Iglesia. Sólo podrá empezar a haber nuevas esperanzas cuando las autoridades eclesiásticas de Roma y el episcopado cambien de rumbo y se dejen guiar por la brújula del evangelio.

Uno de los escasos atisbos de esperanza ha sido la postura del Papa contra la guerra de Irak y la guerra en general. Asimismo se destaca, y con razón, el papel que desempeñó el Papa polaco en la caída del imperio soviético. Pero también es cierto que los propagandistas papales exageran enormemente su contribución. Al fin y al cabo, el régimen soviético no se derrumbó gracias a él (hasta la llegada deGorbachov, el Papa había logrado tan poca cosa como ahora en China), sino que se vino abajo por las contradicciones sociales y económicas inherentes al sistema.
En mi opinión, Karol Wojtyla no es el mejor Papa del siglo XX, pero sí el más contradictorio, desde luego. Un Papa con muchas cualidades y que ha tomado muchas decisiones erróneas. Para resumir su mandato y reducirlo a un denominador común: su "política exterior" exige a los demás la conversión, la reforma y el diálogo, pero eso contrasta enormemente con su "política interior", dedicada a restaurar la situación anterior al concilio, obstruir las reformas, negar el diálogo dentro de la Iglesia y establecer el dominio absoluto de Roma. Esta misma contradicción se ve en muchos ámbitos. Sin dejar de reconocer expresamente los aspectos positivos de su pontificado, en los que, por cierto, se ha hecho hincapié de sobra desde las instancias oficiales, me gustaría centrarme en las nueve contradicciones más llamativas:

Derechos humanos. De puertas hacia fuera, Juan Pablo II ha defendido los derechos humanos, pero dentro se los niega a obispos, teólogos y, sobre todo, las mujeres.
El Vaticano -en otro tiempo enemigo resuelto de los derechos humanos pero, hoy en día, de lo más dispuesto a intervenir en la política europea- no ha firmado aún la Declaración de Derechos Humanos del Consejo de Europa. Antes tendría que enmendar demasiados cánones del derecho eclesiástico, una ley absolutista y medieval. El concepto de la separación de poderes, la base de toda la práctica legal moderna, no existe en la Iglesia católica. El debido proceso es una entidad desconocida. En las disputas, un mismo órgano vaticano sirve de abogado, fiscal y juez.
Consecuencia. Un episcopado servil y unas condiciones legales intolerables. El pastor, teólogo o seglar que se ve envuelto en una querella legal con los altos tribunales eclesiásticos no tiene prácticamente ninguna posibilidad de ganar.

El papel de las mujeres. El gran adorador de la Virgen María predica un noble concepto de feminidad y, al mismo tiempo, prohíbe a las mujeres que utilicen métodos anticonceptivos y les impide ordenarse.
Consecuencia. La discrepancia entre el conformismo externo y la autonomía de la conciencia, que hace que los obispos se inclinen hacia la postura de Roma y se distancien de las mujeres, como ocurrió con la disputa sobre el tema de la orientación en casos de aborto (en 1999, el Papa ordenó a los obispos alemanes que cerraran los centros de orientación en los que se daba a las mujeres certificados que luego podían utilizarse para abortar). A su vez, esto provoca un éxodo cada vez mayor de las mujeres que, hasta ahora, permanecían fieles a la Iglesia.

Moral sexual. Este Papa, que tanto ha predicado contra la pobreza y el sufrimiento en el mundo, es en parte responsable de ese sufrimiento debido a sus actitudes respecto al control de natalidad y el explosivo crecimiento de la población.
Durante sus numerosos viajes, Juan Pablo II ha proclamado siempre su oposición a la píldora y los preservativos, que manifestó en un discurso pronunciado en 1994 ante la Conferencia sobre Población y Desarrollo de Naciones Unidas en El Cairo. Por consiguiente, se puede decir que el Papa, más que ningún otro estadista, tiene cierta responsabilidad por el crecimiento de población descontrolado en algunos países y la extensión del sida en África.
Consecuencia. Hasta en países tradicionalmente católicos como Irlanda, España y Portugal, la estricta moral sexual del Papa y la Iglesia católica se encuentra con un rechazo tácito o explícito.

Celibato de los sacerdotes. Al propagar la imagen tradicional del cura varón y soltero, Karol Wojtyla es el principal responsable de la catastrófica escasez de sacerdotes, el derrumbe del bienestar espiritual en muchos países y los numerosos escándalos de pedofilia que la Iglesia ya no puede ocultar.
A los hombres que han decidido dedicar su vida al sacerdocio se les sigue prohibiendo casarse. Ése no es más que un ejemplo de que este Papa, como otros anteriores, ha ignorado las enseñanzas de la Biblia y la gran tradición católica del primer milenio, que no exigía ningún celibato a los sacerdotes. Si alguien se ve obligado a vivir sin esposa ni hijos debido a su trabajo, corre gran riesgo de no poder asumir de forma saludable su sexualidad, lo cual puede desembocar en actos de pedofilia, por ejemplo.
Consecuencia. El número de vocaciones ha decrecido y falta sangre nueva en la Iglesia. Dentro de poco, casi dos tercios de las parroquias, tanto en los países de habla alemana como en otros, no tendrán párroco ordenado ni celebraciones habituales de la eucaristía. Es un problema que no pueden ya subsanar ni la afluencia -cada vez menor- de sacerdotes de otros países (en Alemania hay 1.400 sacerdotes procedentes de Polonia, India y África), ni el agrupamiento de parroquias en "unidades de bienestar espiritual", una tendencia muy impopular entre los fieles. El número de sacerdotes ordenados en Alemania ha descendido de 366 en 1990 a 161 en 2003, y la edad media de los curas hoy en activo es superior a los 60 años.

Movimiento ecuménico. Al Papa le gustaba que le considerasen el
representante del movimiento ecuménico. Sin embargo, ha intervenido mucho en las relaciones del Vaticano con las iglesias ortodoxas y reformadas, y se ha negado a reconocer ni a sus cargos eclesiásticos ni sus servicios.
El Papa habría podido hacer caso de los consejos de varias comisiones ecuménicas de estudio y haber seguido la costumbre de muchos párrocos locales, que reconocen los cargos y los servicios de las iglesias no católicas y permiten la hospitalidad eucarística. También habría podido moderar el empeño del Vaticano en conservar un poder excesivo y medieval sobre las iglesias orientales y reformadas, tanto en cuestión de doctrina como en la dirección de la Iglesia, y habría podido acabar con la política vaticana de enviar obispos católicos a regiones en las que predomina la Iglesia ortodoxa rusa.
El Papa habría podido hacer todo eso, pero Juan Pablo II no ha querido. Al contrario, ha querido conservar e incluso extender el aparato de poder de Roma.
Por eso ha recurrido a una duplicidad llena de hipocresía: la política de poder y prestigio de Roma se oculta tras unos discursos pretendidamente ecuménicos y unos gestos vacíos.
Consecuencia. El entendimiento ecuménico topó con una barrera después del concilio, y las relaciones con la Iglesia ortodoxa y las iglesias protestantes han sufrido una asfixia espantosa. El papado, como pasó en los siglos XI y XVI, ha demostrado ser el mayor obstáculo para la unidad entre las iglesias cristianas dentro de la libertad y la diversidad.
Política de personal. Cuando era obispo sufragáneo, y luego como arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla participó en el Concilio Vaticano II. Sin embargo, una vez Papa, ha despreciado el carácter colegiado de la institución que allí se había acordado y ha realzado su papado a costa de los obispos.
Con sus "políticas internas", este Papa traicionó con frecuencia al concilio. En vez de usar palabras programáticas y conciliadoras como aggiornamento, diálogo, carácter colegiado, ecuménico, lo que importa ahora en la doctrina y la práctica son términos como restauración, enseñanza magistral, obediencia y vuelta a Roma. El criterio para designar obispos no es el espíritu del evangelio ni la actitud abierta en temas pastorales, sino la absoluta lealtad a la línea oficial de Roma. Antes de ser nombrado, su fidelidad tiene que pasar la prueba de una serie de preguntas de la curia, y luego queda sellada mediante un compromiso personal e ilimitado de obediencia al Papa que es una especie de juramento de fidelidad al führer.
Entre los obispos germano parlantes amigos del Papa están el cardenal de Colonia, Joachim Meisner; el obispo de Fulda, Johannes Dyba, que murió en 2000; Hans Hermann Groer, que dimitió de su puesto como cardenal de Viena en 1995 -tras varias acusaciones de que, años antes, había abusado sexualmente de unos alumnos-, y el obispo de St. Poeltin, Kurt Krenn, que acaba de perder su cargo después de que estallara un escándalo sexual en su seminario. Estos no son sino los errores más espectaculares de unas políticas de personal desoladoras, que han permitido que el nivel moral, intelectual y pastoral del episcopado cayera peligrosamente.
Consecuencia. Un episcopado en general mediocre, ultraconservador y servil que constituye seguramente la mayor carga de este pontificado tan largo. Las masas enfervorizadas de católicos en los grandes montajes escénicos del Papa no deben engañarnos: durante su mandato, millones de personas han abandonado la Iglesia o se han apartado de la vida religiosa en señal de rechazo.
Clericalismo. El Papa polaco fue un representante profundamente religioso de la Europa cristiana, pero sus apariciones triunfantes y sus políticas reaccionarias fomentan, sin pretenderlo, la hostilidad hacia la Iglesia e incluso la aversión al cristianismo. En la campaña evangelizadora del Papa, centrada en una moral sexual totalmente alejada de nuestro tiempo, se menosprecia especialmente a las mujeres, que no comparten la postura del Vaticano sobre temas tan polémicos como el control de natalidad, el aborto, el divorcio y la inseminación artificial, y están consideradas como promotoras de una "cultura de la muerte". Con sus intervenciones -por ejemplo en Alemania, donde intentó influir sobre políticos y obispos a propósito de la orientación sobre el aborto-, la curia romana da la impresión de tener poco respeto por la separación legal de Iglesia y Estado. Es más, el Vaticano, a través del Partido Popular Europeo, está intentando presionar al Parlamento Europeo para que designe a expertos -por ejemplo, en todo lo relativo a la legislación sobre el aborto- que sean especialmente fieles a Roma. En vez de sumarse a la mayoría de la sociedad y apoyar soluciones
razonables, la curia romana, con sus proclamaciones y su agitación bajo cuerda (a través de las nunciaturas, las conferencias episcopales y los "amigos"), está alimentando la polarización entre los movimientos pro vida y en defensa de la libertad de abortar, entre moralistas y libertinos.
Consecuencia. La política clerical de Roma sirve para fortalecer la postura de los anticlericales dogmáticos y los ateos fundamentalistas. Y además suscita entre los creyentes la sospecha de que pueda estar utilizándose la religión con fines políticos.
Sangre nueva en la Iglesia. Como comunicador carismático y estrella mediática, este Papa triunfó especialmente con los jóvenes, incluso a medida que ha ido envejeciendo. Pero lo consigue, en gran parte, a base de recurrir a los "nuevos movimientos" conservadores de origen italiano, el Opus Dei, nacido en España, y un público poco exigente y leal al Papa. Todo esto es sintomático de su forma de tratar a los seglares y su incapacidad de dialogar con sus detractores.
Las grandes concentraciones juveniles de ámbito regional e internacional patrocinadas por los nuevos movimientos (Focolare, Comunión y Liberación, St. Egidio, Regnum Christi) y supervisadas por la jerarquía eclesiástica atraen a cientos de miles de jóvenes, muchos llenos de buenas intenciones pero, en demasiados casos, sin ningún sentido crítico. En una época en la que faltan figuras convincentes que les sirvan de guía, esos jóvenes se rinden a la emoción de un "acto" compartido. El magnetismo personal de "Juan Pablo Superstar" suele ser más importante que el contenido de sus discursos, y sus repercusiones en la vida cotidiana de las parroquias son mínimas.
Tal como corresponde a su ideal de una Iglesia uniforme y obediente, el Papa considera que el futuro de la Iglesia reside de forma casi exclusiva en estos movimientos seglares, conservadores y fáciles de controlar. A ello le acompaña el distanciamiento entre el Vaticano y la orden jesuita, que está más cerca de los principios del concilio. Los jesuitas, favoritos de otros Papas anteriores por sus dotes intelectuales, su teología crítica y su liberalismo teológico, se han convertido en estorbos dentro de los mecanismos de la política papal de restauración.
En cambio, Karol Wojtyla, ya cuando era arzobispo de Cracovia, depositó toda su confianza en el Opus Dei, un movimiento económicamente poderoso e influyente pero antidemocrático y hermético, vinculado a regímenes fascistas en el pasado y que hoy ejerce su influencia, sobre todo, en las finanzas, la política y el periodismo. El Papa llegó a conceder al Opus Dei un estatuto legal especial y, con ello, liberó a la organización de la supervisión de los obispos.
Consecuencia. Los jóvenes de los grupos parroquiales y las congregaciones (con la excepción de los monaguillos) y, sobre todo, los "católicos corrientes" no organizados suelen permanecer al margen de las grandes concentraciones. Las organizaciones juveniles católicas que discrepan del Vaticano sufren castigos y penurias cuando los obispos locales, a instancias de Roma, les retiran las subvenciones. El papel cada vez mayor de un movimiento archiconservador y falto de transparencia como el Opus Dei en muchas instituciones ha creado un clima de incertidumbre y sospecha. Obispos que antes criticaban al Opus ahora se esfuerzan en llevarse bien con él, mientras que muchos seglares que antes participaban activamente en la Iglesia han retrocedido resignados.

Los pecados del pasado. A pesar de que, en 2000, Juan Pablo II se vio
obligado a confesar públicamente las transgresiones históricas de la Iglesia, dicha confesión no ha tenido consecuencias prácticas.
El elaborado y grandilocuente reconocimiento de los pecados de la Iglesia, realizado en compañía de cardenales y en la catedral de San Pedro, fue vago, difuso y ambiguo. El Papa sólo pidió perdón por las transgresiones de "los hijos y las hijas" de la Iglesia, pero no por los de "los Santos Padres", los de la propia Iglesia, ni los de las jerarquías presentes en el acto.
El Papa nunca habló sobre la relación de la curia con la Mafia; de hecho, ayudó más a encubrir que a descubrir escándalos y actos criminales. El Vaticano también ha reaccionado con mucha lentitud a la hora de perseguir los escándalos de pedofilia en los que se ven envueltos miembros del clero católico.
Consecuencia. La confesión papal, hecha con escaso entusiasmo, no tuvo repercusiones, no sirvió para corregir ni para hacer nada, fueron sólo palabras.
Para la Iglesia católica, este pontificado, a pesar de sus aspectos positivos, ha sido una gran desilusión y, a fin de cuentas, un desastre. Con sus contradicciones, el Papa ha conseguido polarizar a la Iglesia, distanciarla de muchísimas personas y sumirla en una crisis histórica, una crisis estructural que ahora, tras un cuarto de siglo, está revelando carencias fatales en materia de desarrollo y una enorme necesidad de reforma.
En contra de las intenciones del Concilio Vaticano II, se ha restaurado el sistema medieval de Roma, un aparato de poder con rasgos totalitarios, gracias a unas políticas intelectuales y de personal astutas e implacables. Se metió a los obispos en cintura, se sobrecargó a los párrocos, se calló a los teólogos, se privó a los seglares de sus derechos, se discriminó a las mujeres, se ignoraron las peticiones de los sínodos nacionales y los fieles, y a ello hay que añadir los escándalos sexuales, la prohibición del debate, la explicación simplificada de la liturgia, la prohibición de los sermones de teólogos laicos, la incitación a la denuncia, la denegación de la Sagrada Comunión... ¡No se puede culpar al "mundo" de todo eso!
El resultado es que la Iglesia católica ha perdido por completo la gran credibilidad de la que gozó durante el papado de Juan XXIII y tras el Concilio Vaticano II.Si el próximo Papa continúa la política de este pontificado, no hará más que reforzar una enorme acumulación de problemas y convertir la crisis estructural de la Iglesia católica en una situación sin salida. El nuevo Papa tiene que optar por un cambio de rumbo e inspirar a la Iglesia para que emprenda nuevos caminos, en el mismo espíritu que Juan XXIII y de acuerdo con el impulso de reforma surgido del Concilio Vaticano II

domingo, 24 de abril de 2005

FRANCO. EL GRAN MANIPULADOR (III)


VALLE DE LOS CAIDOS

Sin embargo, sería absurdo sugerir que Franco era todo imagen, sin nada de sustancia. Al asegurarse la ayuda del Eje, prácticamente garantizó el triunfo, pero su empeño también fue esencial para la victoria de los nacionales. tenía la capacidad-la misma que tiene un buen entrenador deportivo- de mantener la moral de sus seguidores en ebullición. Durante la guerra civil, en los momentos más negros para los nacionales. Levantaba mentes y espíritus con afirmaciones categóricas de lo que denominaba su “fe ciega”. Su serenidad quedó patente repetidas veces con su extraordinaria capacidad de capear temporales en su contra, en los momentos más difíciles de aislamiento internacional al acabar la II Guerra Mundial y durante la guerra fría, cuando él aguantaba sin inmutarse mientras sus consejeros estaban convencidas de que se avecinaba el fin. Esta sangre fría se reflejó en su indiferencia ante las protestas sobre las atrocidades cometidas en las zonas controladas por él durante la guerra civil. El alcance de la represión en la guerra y durante los años cuarenta sorprendió a fascistas italianos como Ciano y Farinacci, e incluso a Himmler. La crueldad de Franco la facilitaban aún más su falta de imaginación y su convencimiento de que era un Cid contemporáneo que había salvado a su nación. A Franco como rey guerrero ( rey caudillo) le excitaba personalmente y, al mismo tiempo, era crucial para lo que pasaba por ideología en su dictadura. En cuadros y carteles, en las ceremonias de su régimen, se creó la impresión de que Franco era omnipotente y capaz de verlo todo, mediante la proyección de una imagen de santo cruzado al que Dios había confiado una misión. Franco salió de la guerra civil con mayores poderes- al menos en teoría- que Felipe II. Y así como antes se había presentado como un cruzado medieval que iba a reconquistar España de manos de los moros, en un paso previo a la construcción de un gran imperio mundial, ahora empezó a considerarse semejante a un gran constructor de imperios como Carlos I o Felipe II. La única forma de lograrlo era subirse al carro de Hitler. Fue una suerte para Franco que el Führer no estuviera preparado para concederle el imperio francés en el norte de África, reconstruir al ejército español y emprender la reconstrucción económica del país. La derrota de Hitler en 1945 significó el final de lo que, hasta ese momento, había sido una cadena casi ininterrumpida de triunfos para Franco. Pero él siempre fue el supremo pragmático. No tenía ninguna visión ideológica de largo alcance que le limitara en sus decisiones, como les había ocurrido a Hitler y Mussolini. No consideró necesario morir en las ruinas del búnquer.

Franco decidió aguantar la hostilidad de los aliados y lo hizo con un grado de astucia e intuición que hace imposible dudar de su extraordinaria inteligencia política. Durante la llamada noche negra del franquismo, su círculo inmediato de colaboradores tenió que llegara el fin de su poder, pero Franco decidió que lo mejor que podía hacer era rescribir la historia de su papel en la II Guerra Mundial. Después de casi 10 años de estar sometido a la adulación diaria, era incapaz de ver las contradicciones entre sus necesidades políticas personales y las de España. Desechó las criticas extranjeras contra su persona y dijo que eran obra de una conspiración masónica contra España. Durante la guerra fría hizo de la prensa una utilización vergonzosa, como instrumento para su supervivencia y para sus caprichos políticos. Se insistió a diario en la noción de que Franco- el hombre que con tanta diligencia había cortejado a Hitler- había salvado personalmente a España de la II Guerra Mundial. Y el ostracismo internacional provocado por su adhesión al Eje se presentó como un perverso asedio internacional motivado por la envidia de los demás países debido a lo que él había hecho por España. La nueva imagen pasó a ser la del heroico comandante de Numancia. Era incapaz de concebir que el descontento de otras personas pudiera tener una explicación objetiva, sino que lo consideraba obra de agitadores comunistas extranjeros y siniestros francmasones. Este alejamiento de la realidad le daba a Franco una confianza total en sí mismo, sin ningún viso de autocrítica. La convicción de que siempre tenía razón le proporcionaba la flexibilidad necesaria para adaptarse sin cesar a los cambios de las circunstancias nacionales e internacionales.
El éxito en esa tarea culminó con la firma del Concordato con el Vaticano ly el pacto con Estados Unidos de 1953. en la cima de su poder, Franco empezaba a forjar una nueva imagen, una nueva máscara: la de padre del pueblo, un papel que, con el paso de los años, se transformaría en la del bondadoso abuelo del pueblo. Sin embargo, a mitad de los años cincuenta, Franco no sólo no había logrado hacer realidad sus sueños imperiales, sino que, al contrario de lo que decía la propaganda del régimen, gobernaba un proceso de empobrecimiento nacional gracias a la política económica de la autarquía. En 1957 era evidente que España estaba al borde de la bancarrota. Franco tenía 65 años, una edad en la que la mayoría de la gente piensa en la jubilación. La dimensión y la complejidad de los problemas económicos de España empujaron a Franco a reconocer que hacían falta mentes más expertas que la suya. En consecuencia, ante el temor de que volviera el gasógeno a las calles españolas, Franco entregó el gobierno cotidiano y concreto del país, muy a su pesar, a los tecnócratas. Ése fue el momento en el que, en la práctica, Franco se retiró del puesto de jefe de Gobierno ejecutivo, par asumir un nuevo papel, mucho más ceremonial, como jefe de Estado. A partir del final de los años cincuenta pudo abandonar gran parte de las preocupaciones del Gobierno y dejó la administración del día a día en manos del almirante Luis Carrero Blanco y su equipo de tecnócratas. Él se quedó con numerosas obligaciones rutinarias que cumplía al estilo de un monarca: recibir a numerosas personas en audiencia, inaugurar obras públicas, presidir las reuniones de los consejos de ministros y asistir a servicios religiosos. Mientras otros se encargaban de las complejas tareas diarias de gobierno, Franco dedicó el resto de su vida a cazar, pescar, ver cine, televisión y fútbol, hacer quinielas y trabajar en el gran proyecto político que le quedaba: la preparación del posfranquismo, una monarquía franquista en la que él iba a escoger a su sucesor.

Por encima de todo siguió siendo intensamente consciente de la importancia de la imagen. Da la impresión de que se creía su propia propaganda. Aunque, por otro lado, su astucia parece contradictoria con semejante desconocimiento de sí mismo. En una ocasión le dijo a Ernesto Jiménez Caballero: Usted no ha sido nunca ministro conmigo, ¿ verdad, Jiménez?”. El famoso surrealista, con la sensación de que se aproximaba en ascenso, se apresuró a responder: “No, excelencia”. Franco replicó con maliciosa tranquilidad: ¿Y por qué será eso?”. Éste es el contexto en el que hay que valorar las frecuentes afirmaciones de Franco de que no era un dictador. era capaz de juzgarse benévolamente a sí mismo con total sinceridad, convencido, en cierto modo, de que el hecho de que dejase hablar a sus ministros en las reuniones del Gabinete compensaba con creces el Estado del partido único, la censura, los campos de concentración y la maquinaria del terror. Además, las decisiones que consideraba verdaderamente importantes las tomaba, muchas veces, al margen del Consejo de Ministros. Dado que podía leer a diario, en la prensa del movimiento, que era el salvador de España, amado por todos menos por los siniestros agentes de las fuerzas ocultas, no es de extrañar que Franco no se considerase un dictador.

Esa opinión la facilitaba aún más el hecho de que Franco tenía una autocomplacencia que le permitía distanciarse, con absoluta sinceridad, de las consecuencias de sus acciones. Durante la II Guerra Mundial hubo muchas ocasiones en las que sencillamente no estaba para nadie, huía de las responsabilidades del Estado y se iba a cazar o a pescar. Así ocurrió durante los días cruciales de la invasión alemana de Rusia en junio de 1941. o durante las primeras horas de la Operación Antorcha, a comienzos de noviembre de 1942, cuando el embajador estadounidense, Hayes, informó al ministro de Asuntos Exteriores, Jordana, de que los aliados no tenían intenciones hostiles respecto a España. Esa misma actitud pudo verse en su forma de abordar la lucha interna por el poder en los años cuarenta. Cuando los militares se le quejaban, él- jefe nacional de FET y de las JONS- hacía caso omiso y decía que “ con estos falangistas nada se puede hacer”,; o decía-él, que era generalísimo de los ejércitos- a Ramón Serrano Súñer que diversas sugerencias eran imposibles porque”con estos militares no se puede hacer nada”. Es conocida la historia de que, cuando su amigo el general Agustín Muñoz Grandes se interesó por el destino de general Camping, en otro tiempo compañero suyo de estudios en la Academia Militar de Zaragoza, Franco contestó:” Le fusilaron los nacionales”, como si él no hubiera tenido nada que ver en el asunto.

La notable falta de una memoria popular duradera sobre el Caudillo es un indicio de la pérdida de relevancia que fue teniendo un Franco cada vez más enfermo durante los últimos años de la dictadura. Un ejemplo es este incidente de 1968 en Santander. Después de una reunión para informar sobre asunto ministeriales, un miembro del Gabinete le pidió que le firmara una fotografía en la que aparecían ambos, junto a otros ministros. Franco aceptó, se puso la gafas, cogió una pluma y vaciló, miró al ministro y le preguntó:”¿Cómo se llama usted?”. Se dice que, a principios de los años sesenta, muchas veces no podía recordar a figuras importantes del régimen y que, cuando le preguntaba a su mujer, doña Carmen le respondía:”Si Paco, ¿no te acuerdas? Ése que le hicimos ministro en el año tal”. El olvido colectivo del Caudillo es además, sobre todo. Consecuencia del desarrollo que ha experimentado España desde 1975. En el año 2000, Franco sigue siendo un personaje contradictorio que, para la mayoría de los jóvenes españoles, parece pertenecer a un lejano pasado histórico.
FRANCO EL GRAN MANIPULADOR. (I) Y (II)

FEDERICA MONTSENY, UNA PIONERA

La primera mujer ministra de Europa era anarquista y española

MADRID.- Federica Montseny fue una pionera, a la vanguardia en sus ideas y en su acción política, que se convirtió en la primera mujer ministra de España y de Europa occidental. También es una gran desconocida, de cuyo nacimiento se cumplen ahora los 100 años. La periodista de EL MUNDO Irene Lozano ha reconstruido la vida "excepcional" de esta dirigente de la CNT, escritora y periodista en “Federica Montseny. Una anarquista en el poder” (Espasa).
De lo extraordinario de la figura de Montseny dio cuenta la ministra de Sanidad, Elena Salgado, quien presentó el libro en Madrid en sustitución de la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega (de visita luctuosa en Castellón): "Tuvieron que transcurrir 47 años para que otra mujer ocupara un puesto en el Consejo de Ministros español, cuando Soledad Becerril fue nombrada ministra de Cultura en 1983".
Pero Federica Montseny se merece un lugar en la historia reciente de España no sólo por haber sido la protagonista de "un hecho excepcional ocurrido en una situación excepcional", la Guerra Civil, sino también porque fue "un nuevo tipo de mujer" -destacó la ministra Salgado- que en su gestión política se adelantó casi un siglo a las políticas sociales de hoy.


Así, Irene Lozano recordó que durante su corto mandato al frente de la cartera de Sanidad y Asistencia Pública (noviembre de 1936-mayo de 1937) puso en marcha por primera vez en España programas de ayuda a los desfavorecidos, convirtió los orfanatos en “hogares de la infancia”, creó “liberatorios de prostitución” donde las prostitutas aprendían oficios, intentó regular el aborto -se opusieron el resto de los ministros del Gobierno de Largo Caballero- y se ocupó de los refugiados de la guerra. "Ella decía que sus medidas eran reformistas, pero en realidad, vistas desde ahora, sencillamente eran revolucionarias", resaltó laautora. Para este último fin contó con un crédito extraordinario, el único que se le proporcionó, de cinco millones de pesetas.

Las sombras

Lozano tampoco oculta en su libro las contradicciones y sombras que acompañan a Montseny. De ellas, la primera, quizá, la paradoja que subtitula la biografía y que acució también a los otros tres ministros de la CNT que le acompañaron en la aventura de integrar el Gobierno socialista. De hecho, Montseny fue quien más se resistió a aceptar la oferta de Largo Caballero. Temía el juicio de la posteridad ("quedaría como un sublime acto de audacia o como un garrafal error de rectificación") a unos anarquistas que accedían a formar parte del Estado al que combatían, pero también era consciente del "golpe de efecto" que representaba al entrada de una mujer en el Consejo de Ministros. "Es la liquidación del anarquismo y de la CNT", le reprochó su padre.


No fue ésta la única contradicción de una mujer que nació en una familia acomodada y encabezó un sindicato obrero. Lozano explica que despreciaba el feminismo pero defendió los derechos de la mujer, pasó más de la mitad de su vida en el exilio pese a amar a su país, vivió a sueldo de su organización mientras defendía con ardor las ideas más revolucionarias y en lugar de convertirse en la escritora que quiso seguir tuvo que conformarse con ser propagandista y, eso sí, una magnífica oradora.

Los 88 años de Montseny, su vida personal y política, la peripecia en el París ocupado por los nazis y las largas décadas en el exilio francés son contadas en 400 páginas de "lectura apasionante, a medio camino entre el relato de aventuras y el reportaje, con un lenguaje cinematográfico", en palabras de la ministra Salgado. Atrapada aún por el personaje, Irene Lozano trabaja ahora en una antología de la obra periodística de Federica Montseny.

viernes, 22 de abril de 2005

Franco. El gran manipulador (II)


Franco y Millán Astray en el acto fundacional de la Legión. La actitud soberbia y desafiante de los dos compañeros de armas inuguraba la leyenda del dictador.

Después de que Franco ascendiera a general de brigada, en febrero de 1926, dejó de ser centro de tanta atención periodística. No obstante, su nombramiento como director de la Academia General Militar de Zaragoza, en 1928, le transformó en una figura pública de cierta importancia. A finales de mayo de 1928, la revista Estampa, predecesora de ¡Hola!, entrevistó a Carmen Polo y su marido. Al preguntarle si estaba satisfecho de ser lo que era, Franco replicó, en tono sentencioso: “ Estoy satisfecho de servir a mi patria al máximo”. Al preguntarle cuáles eran los tres mejores momentos de su vida, Franco respondió; “ El día que desembarcó el Ejército español en Alhucemas, el instante de leer que Ramón había llegado a Pernambuco y la semana que nos casamos”. El hecho de que el nacimiento de su hija Carmen no figurase en la lista indica que estaba más ansioso por proyectar una imagen de patriotismo libre de emociones poco viriles. Luego le preguntaban cuál era su mayir ambición, y él revelaba que era “ que España vuelva a ser todo lo grande que fue antaño”. Al inquirir si era un hombre político, Franco replicaba con firmeza: “” Soy militar”, y declaraba que su deseo más ferviente era “ pasar en todo momento desapercibido. Yo agradezco mucho ciertas manifestaciones, pero puede imaginarse lo molesto que resulta al cabo sentirse frecuentemente contemplado y comentado”.

Con la llegada de la República, el uso de la prensa por parte de Franco se hizo mucho más defensivo. El 18 de abril de 1931, Abc publicó una carta cuyo texto le había preparado su cuñado, Ramón Serrano Suñer. Habían corrido rumores de que quizá le hicieran alto comisario de Marruecos, uno de los puestos más deseables del Ejército. En la carta, él negaba que le hubieran hecho una oferta de ese tipo, para distanciarse del nuevo Gobierno republicano, y decía que “ni el Gobierno provisional ha podido pensar en ello, ni yo había de aceptar ningún puesto renunciable que pudiera por alguien interpretarse como complacencia mía anterior con el régimen recién instaurado o como consecuencia de haber podido tener la menor tibieza o reserva en el cumplimiento de mis deberes o en la lealtad que debía y guardé a quienes hasta ayer encarnaron la representación de la nación en el régimen monárquico”.

A partir de entonces, Franco estuvo demasiado ocupado sobreviviendo y, después, conspirando contra la República, para preocuparse por construir una imagen. Sin embargo, cuando comenzó la guerra civil, su sentido instintivo del valor de la prensa volvió a serle útil. No hay duda de que el ascenso de Franco al poder en la zona nacional se basó en sus indiscutibles cualidades y triunfos militares y en su astuto e implacable empeño en ser Generalísimo y posteriormente Caudillo.

Para este último fin, su manipulación de la prensa mundial iba a tener una importancia fundamental. Por su gran reputación de ser uno de los oficiales mejor preparados y más competentes del Ejército español, su decisión de unirse al alzamiento en Marruecos sirvió para levantar la moral de los rebeldes en todas partes. Asimismo, su contagiosa “fe ciega” en la victoria y su capacidad de inventiva ante las dificultades ayudó a los rebeldes a superar los reveses de los primeros días. Franco destapó su ambición cuando, al morir Sanjurjo, dio por sentado que él pasaba a ser el jefe de la rebelión e informó de ello a alemanes e italianos.

La primera gran aportación de Franco a la causa nacional fue su solución al problema de transportar al Ejército de África a la Península, después de que el amotinamiento de la flota dejara el Estrecho en manos de la República. Franco recurrió a la revolucionaria idea de que el Ejército cruzara el Estrecho por aire y rompiendo el bloqueo en el mar. Ante las enérgicas dudas de sus ayudantes, decidió enviar un convoy de tropas por mar desde Ceuta. Fue una de las pocas ocasiones en las que Franco, el planificador precavido y meticuloso, asumió un riesgo lleno de audacia. La prensa internacional y la prensa española nacional recibió comunicados en los que se le calificaba de comandante en jefe de las fuerzas nacionales. Fue un factor esencial a la hora de obtener el apoyo de las potencias del Eje. Y tampoco se olvidó de la influencia que la prensa podía tener en la moral de sus enemigos republicanos. Así quedó claro en una entrevista concedida al periodista norteamericano Jay Allen en Tetuán, el 27 de julio, en la que se le presentaba como “jefe de los facciosos españoles”. Cuando Allen le preguntó:” Ya que el golpe de Estado ha fracasado, ¿ Cuánto tiempo va a durar la masacre?”. Franco contestó, tranquilamente:” No puede haber concesiones ni tregua. Yo continuaré preparando el avance sobre Madrid, avanzaré y tomaré la capital”-gritó- . “ Salvaré España del marxismo al precio que sea”. “ Le pregunté si no se había llegado a un punto muerto. Me miró francamente sorprendido y dijo: “No, no ha habido obstáculos. La deserción de la flota fue un golpe, pero continuaré el avance. Pronto, muy pronto, mis tropas habrán pacificado el país, y todo esto ( el general movió la mano señalando hacia España) pronto parecerá una pesadilla”. “ Mi pregunta: ¿ Eso significa que tendrá usted que fusilar a media España? El general Franco sacudió la cabeza y, sonriendo, dijo: “Repito, cueste lo que cueste”.

Para Franco, la lucha por el poder en el futuro era tan importante como la posible victoria. Tanto Franco como Mola consideraban evidente que, para librar eficazmente la guerra, eran necesarios un solo mando militar global y algún tipo de aparato diplomático y político centralizado. Franco ya había creado un equipo dedicado a ese fin. Además, pronto iba a inclinar la balanza por completo al desviar sus columnas africanas hacia Toledo para liberar el Alcázar sitiado, pese a las repercusiones militares de permitir que Madrid organizara su defensa. Para él era más importante alimentar su posición política mediante una victoria emocional y un gran golpe propagandístico que una rápida derrota de la República. Si Franco hubiera avanzado sobre Madrid inmediatamente, no le habría dado tiempo a consolidar su posición política de manera irrevocable. A petición suya, el 21 de septiembre se celebró, cerca de Salamanca, una reunión de la Junta de Defensa Nacional junto con otros generales nacionales, para resolver la cuestión del mando único.

Escogieron a Franco convencidos, en aquel momento, de que con ellose limitaban a garantizar la unidad de mando necesaria para la victoria y la ponían provisionalmente en sus manos. El general dio un paso más con el golpe propagandístico de la liberación del Alcázar el 27 de septiembre. Dos días después recrearon la operación para la prensa y los noticiarios de todo el mundo, cuya presencia se había prohibido el día de la acción real. Cuando le designaron “Jefe del Estado”, el título completo, Jefe de Gobierno del Estado Español, y la puntualización “ mientras dure la guerra” desaparecieron de los cimunicados de prensa.

La realidad la creó el poder de la prensa, más que el acuerdo entre los generales. Se utilizaron los medios de comunicación para elevar la figura del Caudillo. Su primer jefe de prensa ly propaganda fue el general José Millán Astray, que dirigía la oficina de prensa como si fuera un cuartel militar. Obligaba a los periodistas a alinearse cuando tocaba el silbato y les sometía a arengas disparatadas como las que le habían hecho famoso en la Legión. Se hizo uso de la prensa y los carteles para forjar una aparente similitud entre Franco y el Cid. Colaboradores como Dionisio Ridruejo, Ernesto Jiménez Caballero y Fermín Yzurdiaga ayudaron a crear una iconografía que equiparaba la guerra contra la izquierda y las regiones con la reconquista de España de manos de los moros. También se aprovechó para propósitos nefandos como la falsificación de lo que había ocurrido en realidad en Gernika.

Paul Preston. (Continuará) .

Franco. El gran manipulador(I) y (III)

El tsunami deslocalizador

Un ciudadano alemán se ha jubilado y se traslada a vivir, como tantos otros, a Mallorca; para construir su casa y que le salga más barata decide contratar a una compañía de servicios de construcción letona. Los letones que trabajen para ese empeño lo harán bajo las condiciones del derecho laboral letón, con sueldos letones, que son mucho menores que los de los españoles. Esto es lo que habría significado la aprobación de la directiva Bolkestein ( por el nombre del comisario holandés que la presentó) y que ha quedado sometida a revisión en la última cumbre del Consejo Europeo de Bruselas.
El pelegro de que una liberalización de servicios en la UE, bajo el principio” del país de origen”, genere dumping social y ecológico y una nueva oleada de deslocalizaciones, está detrás del enorme malestar social que se manifiesta en estos momentos en Francia y que ha supuesto que en pocas semanas los sondeos sobre el referéndum constitucional ( que se celebrará el 29 de mayo) den un no mayoritario. Con una característica añadida: que el aumento de ese no proviene sobre todo de las filas de la izquierda y de aquellos que defienden el modelo social europeo.

En enero de 2004, la Comisión Europea de Romano Prodi aprobó por unanimidad da directiva Bolkestein, cuyo contenido pasó prácticamente inadvertido hasta hace escasas fechas. Su filosofía es coherente con el resto del discurso europeo: practicada la libertad de movimientos de capitales y mercancías, había que abordar la de los servicios, dado que este mercado representa el 70% del PIB comunitario. Dinamizar la economía derribando los obstáculos existentes para que una empresa de un país se instale en otro sin discriminaciones burocráticas es una cosa; hacerlo bajo la legislación laboral y ecológica del país de origen es otra distinta. En estos momentos, la revisión de la directiva Bolkestein se va a hacer, sobre todo, en dos capítulos: el “ principio del país de origen” y la exclusión de la misma de los servicios de interés general, y en especial de los de carácter público como los sanitarios.

La inquietud europea sobre la amplitud del movimiento deslocalizador no puede dejarse de lado porque sea un intangible. La liberalización del sector textil, a principios de año, está teniendo como consecuencia una invasión de importaciones de ese tipo de productos, que llegan de países asiáticos, a un precio muy inferior, con las consecuencias que ello tiene en el empleo y en los salario. La directiva Bolkestein generaría un proceso de deslocalización de primera derivada ( ya que se trata de una deslocalización en el seno de la UE), al que hay que añadir la deslocalización de segunda derivada: la de aquellas empresas que abandonan la región europea para instalarse en Asia.

El tsunami deslocalizador ha adquirido mayor actualidad porque ya no es, como en el pasado, una deslocalización industrial-cuyos perdedores eran, en primera instancia, trabajadores con escasa cualificación-, sino de una deslocalización de los servicios ( out sourcing) que afecta a los empleos de los trabajadores cualificados y a algunas profesiones liberales, que tienen mayor capacidad de opinión pública que los primeros. El profesor David Cohen lo describía con nitidez en Le Monde:” De la noche a la mañana hay oficios que se creían protegidos y ahora se encuentran en el mercado mundial, para bien o para mal. Siempre hará falta un médico sobre el terreno que ponga el oído sobre el pecho de un paciente, pero ya no necesariamente para examinar sus radiografías.
Un radiólogo indio puede ofrecer un análisis útil y más barato o, al revés, si el caso es difícil, la opinión del mayor especialista internacional podrá solicitarse a través de la red... El médico de cabecera encuentra un apoyo técnico que incrementa su productividad: sale ganando con la globalización. Su colega radiólogo, al igual que las regiones industriales, deberá luchar duro para hacerse un hueco en el segmento más elevado del mercado”
Joaquín Estefanía. El País

Franco. El gran manipulador (1)


A lo largo de su vida Franco se dedicó a rescribir su historia y a construirse una imagen de héroe abnegado. Su astucia política le llevo ya desde sus tiempos de África a descubrir el valor de la utilización de la prensa.

La mejor pista para descifrar el enigma que fue Franco se encuentra el propio enigma. Franco creó durante toda su vida el misterio, a base de rescribir constantemente su propia historia. En los primeros tiempos, esa actitud era síntoma de inseguridad: más adelante, una forma de confundir a quienes rivalizaban con él por el poder. Incluso es posible que, en lo que respecta a la muerte de cientos de miles de sus compatriotas durante la guerra civil y la represión de los años cuarenta, reflejara el deseo de exonerarse de responsabilidad. El caso es que, en cuanto pudo empezar a influir en la percepción que la gente tenía de él, Franco adoptó la imagen desmesurada de sí mismo que construía su propia propaganda. Su afición a compararse con los grandes héroes guerreros y los constructores del imperio en la historia de España, sobre todo el Cid, Carlos V o Felipe II, se convirtió en un hábito sólo en parte derivado de leer su propia prensa o escuchar los discursos de sus partidarios. Franco disfrutaba con las disparatadas exageraciones de su propaganda. A lo largo de toda su vida se dedicó a rescribir periódicamente su historia.

El mejor ejemplo es su obra Raza. Anecdotario para el guión de una película, inequívocamente autobiográfica. En la novela, y en la película posterior, la creación del protagonista, un marino heroico, le sirvió para sustituir a su verdadero padre y construir un personaje central de romanticismo desenfrenado, capaz de plasmar sus fantasías y reparar las frustraciones de su vida. Raza no fue más que la manifestación más extrema y caprichosa de los incansables esfuerzos de Franco para crear un pasado perfecto. Y, como su diario de guerra de 1922, proporciona elementos inestimables que permiten conocer mejor su psicología. En sus textos diseminados y sus miles de páginas de discursos, en los fragmentos de sus memorias inacabadas y en incontables entrevistas de prensa, adornó constantemente el papel que había desempeñado y las cosas que había dicho en incidentes concretos, se las arregló siempre para quedar de la mejor manera posible y suministró la materia prima necesaria para garantizar que cualquier biografía fuera una hagiografía. La persistencia de tantas leyendas favorables da fe de hasta qué punto consiguió manipular los medios de comunicación.

El proceso comenzó tan pronto como sus aventuras en África empezaron a llamar la atención de la prensa. El joven comandante descubrió enseguida un talento para la manipulación que puso en práctica con los periodistas. Logró convertirse en figura nacional por su papel como jefe de las operaciones de la Legión tras la derrota de Annual en julio de 1921. la prensa gallega pronto elogió “ la sangre fría, la audacia y el desdén por la vida” de “ nuestro querido Paco Franco”, después de un incidente en el que Franco liberó un blocar sitiado con la única ayuda de 12 voluntarios. A la prensa le encantó saber que, a la mañana siguiente, Franco y sus 12 voluntarios había regresado llevando “ como trofeos las cabezas ensangrentadas de 12 harqueños”. Franco comenzaba de esa forma una dedicación a labrar su imagen pública muy reveladora del alcance de su ambición. La prensa empezó a interesarse por él. En las entrevistas, los discursos que pronunciaba en banquetes celebrados en su honor y en los textos que publicaba, empezó a proyectar de forma consciente la imagen del héroe abnegado.

Poco después de recibir de Millán Astray el mando de la Legión, el comandante Franco recibió un telegrama de felicitación del alcalde de El Ferrol. En medio del fragor de la batalla tuvo tiempo de enviar una respuesta aparentemente humilde:” La Legión se honra con su felicitación. Yo sólo cumplo con mi deber de soldado”( El Correo Gallego, 19 de octubre de 1921). Una frase típica de la imagen que Franco tenía de sí mismo en aquella época, la del oficial valiente pero modesto, al que sólo le interesaba su deber. Era una imagen en la que creía de forma implícita y que hizo notables esfuerzos para proyectar públicamente. Al salir de una audiencia con el rey a principios de 1922, dijo a los periodistas que el rey le había abrazado y le había felicitado por su éxito al mando del Tercio en ausencia de Millán Astray” Lo que se ha dicho de mí ha sido algo exagerado. Yo sólo cumplí con mi deber. Los soldados son unos verdaderos valientes. Con ellos puede irse a cualquier parte”. Sería un error pensar que, cuando Franco hablaba así, sólo daba muestras de su cinismo. No hay duda de que el joven comandante se veía a sí mismo, sinceramente, en la imagen propia de Beau Geste que mostraba su diario. No obstante, su conducta en las entrevistas periodísticas- y el hecho de que a finales de 1922 publicara su Diario de una bandera y regalara ejemplares de él- indica que era consciente del valor de una presencia pública en la deseada transición de héroe a general.

Franco cultivaba activamente su imagen pública. Las informaciones sobre sus hazañas en la prensa nacional contribuyeron a convertirlo en héroe nacional, “ el as de la Legión”. Un buen ejemplo es el perfil, enormemente halagador y revelador, que ofrecía una entrevista concedida al novelista y periodista catalán Joan Ferragut. Constituye un retrato de Franco en un momento en que, con el matrimonio a la vuelta de la esquina, el heroísmo empezaba a dejar paso a una ambición más calculada. En el perfil de Ferragut todavía se puede oír la voz del hombre deseoso de acción que pronto desaparecería del repertorio de Franco. Sin embargo, el patriotismo y el heroísmo romántico estereotipados de muchas de sus frases indican que el personaje del intrépido héroe del Rif no era totalmente natural ni espontáneo. Hay un elemento de afectación en las respuestas de Franco que indican un empeño consciente en construir la imagen pública de patriota abnegado.”¡Pero si yo no he hecho nada!” – exclama como asombrado -. “ Los peligros son menores de lo que cree la gente. Todo se reduce a aguantar un poco”. “ ¿ cuál ha sido el día que más emoción le ha causado en esta campaña?”. “Yo recuerdo siempre el día de Casabona, tal vez el más duro de esta guerra... Aquel día fue el que vimos lo que era la Legión... Los moros apretaron de firme y llegamos a combatir a veinte pasos. Íbamos una compañía y media y nos hicieron cien bajas... Caían a puñados los hombres, casi todos heridos en la cabeza y en el vientre, y ni un solo momento flaqueó la fuerza... Los mismos heridos, arrastrándose, ensangrentados gritaban: “ ¡Viva la Legión!”... Viéndoles tan hombres, tan bravos, yo sentía que la emoción me ahogaba... Ése ha sido el día mejor para mí de esta guerra”. “No sé... El valor y el miedo no se sabe lo que son ... En el militar, todo eso se resume en otra cosa: concepto del deber, patriotismo”.

En el verano de 1923 ascendió a teniente coronel para hacerse cargo del mando de la Legión. El 10 de junio de 1923, la Voz de Asturias dedicaba toda la primera plana a su ascenso y sus triunfos. Franco concedía una larga entrevista en la que se proponía dar de sí la imagen del ideal público de joven héroe vistoso, galante y, sobre todo, humilde. Expresaba una sorpresa muy teatral ante la atención que se le prestaba. “ Ahí – interrumpe prontamente, adivinando sin duda el elogio que brotaba en nuestros labios – “ ahí hice lo mismo que todos los legionarios hicieron; luchamos con entusiasmo, con deseos de vencer, y vencimos”. “Sí, es verdad que mis muchachos me quieren mucho”. “¿ Planes?... Los acontecimientos serán los que manden; repito que yo soy un simple soldado que abedece. Iré a Marruecos, veré cómo está aquello, trabajaremos con ahínco y, en cuanto pueda disponer de un mesito, a Oviedo me volveré para... para realizar lo que ya daba casi por realizado, lo que el deber, imponiéndose a todo sentimiento, aun los que arraigan en el fondo del alma, me impide ahora realizar... Al llamamiento que la Patria nos haga, nosotros sólo tenemos una rápida y concisa contestación:¡Presente!”. Paul Preston. (continuará)

Franco el gran manipulador. (II) y (III)

viernes, 25 de marzo de 2005

Adios R.A.I.

El País lunes 21 de febrero de 2005 S. Hernández Madrid
La resolución del Tribunal de Defensa de la Competencia que deniega la autorización para seguir operando al Registro de Aceptaciones Impagadas (RAI) de los bancos, cajas y cooperativas de crédito ha disparado las alarmas en el sector financiero. La Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) ha señalado que, si al final desaparece, “afectará a la gestión de los riesgos del sistema financiero español, que se ha caracterizado hasta ahora por su solvencia”. -->Mirar la crecida de la morosidadß

También la patronal de los bancos, AEB, ha respondido en esta línea y ha añadido” sería paradójico que a las entidades financieras se les restrinja la posibilidad de manejar datos sobre solvencia cuando, a la vez, se les exige que estén atentas a la capacidad de pago de los clientes”.

El C entro de Cooperación Internacional (CCI), la asociación de bancos, cajas y cooperativas que gestiona actualmente el RAI y que cuenta con 232 entidades asociadas, ha recibido el auto del tribunal con indignación y ha recurrido automáticamente a la Audiencia Nacional.

Por ser un servicio acordado entre competidores, el RAI necesita una autorización por parte del Tribunal de Defensa de la Competencia. La primera autorización la recibe en 1993, aunque el RAI funciona desde el año 1991. El primer permiso se prorroga en 1998 y de nuevo en 2002, aunque en esta última ocasión, sólo por seis meses. Al final de esta última prorroga, el tribunal exige al CCI que debe modificar el funcionamiento del RAI para una nueva autorización.

El tribunal le pone cuatro requisitos. El primero, retirar del registro a los tres meses a los titulares que hayan pagado su deuda. El segundo, limitar la divulgación de datos de los acreedores al sector al que pertenece el tercero, garantizar a los acreedores el derecho a decidir si el banco o caja puede actuar al incluir los datos en el registro. Estas tres condiciones han sido aceptadas por el CCI.

Sin embargo, el tribunal le exigía un cuarto requisito al que los bancos y cajas se han negado. Este requisito es fundamental, según el tribunal, y consiste en dar acceso a su contenido a los acreedores (empresas, aunque también hay particulares), así como a las firmas que miden la solvencia de l as empresas.

El tribunal considera que no tiene sentido que sea el banco el que gestione de forma exclusiva esta información sobre morosos y que los propios acreedores no puedan acceder a ella. sin embargo, para el CCI abrir este archivo supondría el incumplimiento de los fines para los que se creó y haría “inviable el funcionamiento de l a empresa según está actualmente financiada”.

En el Registro General de la Agencia de Protección de Datos hay inscritos más de 3.600 ficheros de “solvencia patrimonial y crédito”. Respecto a los ficheros comunes importantes de solvencia y crédito están el de Asnef, el RAI, el BADEX, que es multisectorial, y el Fichero de Incidencias Negativas, también multisectorial y que se nutre de los datos de los propios acreedores.

En España existen 135 registros sectoriales de morosos supeditados a la autorización del Tribunal de Defensa de l a Competencia. Los más importantes son el RAI y Equifax, que gestiona el registro de Asnef( las financieras de consumo). También el Banco de España tiene el Sirve, que es multisectorial y que puede ser consultado por las entidades que están bajo supervisión de l a autoridad monetaria. Equifax Ibérica se constituye en 1994 con la participación de Equifax Inc, multinacional estadounidense, y Asnef (Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito), entidad que sirve a las entidades de crédito desde el año 1967.

El fichero de Asnef se creó hace más de 40 años y contiene información de operaciones impagadas, tanto de personas físicas como jurídicas, aportada por el propio acreedor.