domingo, 24 de abril de 2005

FEDERICA MONTSENY, UNA PIONERA

La primera mujer ministra de Europa era anarquista y española

MADRID.- Federica Montseny fue una pionera, a la vanguardia en sus ideas y en su acción política, que se convirtió en la primera mujer ministra de España y de Europa occidental. También es una gran desconocida, de cuyo nacimiento se cumplen ahora los 100 años. La periodista de EL MUNDO Irene Lozano ha reconstruido la vida "excepcional" de esta dirigente de la CNT, escritora y periodista en “Federica Montseny. Una anarquista en el poder” (Espasa).
De lo extraordinario de la figura de Montseny dio cuenta la ministra de Sanidad, Elena Salgado, quien presentó el libro en Madrid en sustitución de la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega (de visita luctuosa en Castellón): "Tuvieron que transcurrir 47 años para que otra mujer ocupara un puesto en el Consejo de Ministros español, cuando Soledad Becerril fue nombrada ministra de Cultura en 1983".
Pero Federica Montseny se merece un lugar en la historia reciente de España no sólo por haber sido la protagonista de "un hecho excepcional ocurrido en una situación excepcional", la Guerra Civil, sino también porque fue "un nuevo tipo de mujer" -destacó la ministra Salgado- que en su gestión política se adelantó casi un siglo a las políticas sociales de hoy.


Así, Irene Lozano recordó que durante su corto mandato al frente de la cartera de Sanidad y Asistencia Pública (noviembre de 1936-mayo de 1937) puso en marcha por primera vez en España programas de ayuda a los desfavorecidos, convirtió los orfanatos en “hogares de la infancia”, creó “liberatorios de prostitución” donde las prostitutas aprendían oficios, intentó regular el aborto -se opusieron el resto de los ministros del Gobierno de Largo Caballero- y se ocupó de los refugiados de la guerra. "Ella decía que sus medidas eran reformistas, pero en realidad, vistas desde ahora, sencillamente eran revolucionarias", resaltó laautora. Para este último fin contó con un crédito extraordinario, el único que se le proporcionó, de cinco millones de pesetas.

Las sombras

Lozano tampoco oculta en su libro las contradicciones y sombras que acompañan a Montseny. De ellas, la primera, quizá, la paradoja que subtitula la biografía y que acució también a los otros tres ministros de la CNT que le acompañaron en la aventura de integrar el Gobierno socialista. De hecho, Montseny fue quien más se resistió a aceptar la oferta de Largo Caballero. Temía el juicio de la posteridad ("quedaría como un sublime acto de audacia o como un garrafal error de rectificación") a unos anarquistas que accedían a formar parte del Estado al que combatían, pero también era consciente del "golpe de efecto" que representaba al entrada de una mujer en el Consejo de Ministros. "Es la liquidación del anarquismo y de la CNT", le reprochó su padre.


No fue ésta la única contradicción de una mujer que nació en una familia acomodada y encabezó un sindicato obrero. Lozano explica que despreciaba el feminismo pero defendió los derechos de la mujer, pasó más de la mitad de su vida en el exilio pese a amar a su país, vivió a sueldo de su organización mientras defendía con ardor las ideas más revolucionarias y en lugar de convertirse en la escritora que quiso seguir tuvo que conformarse con ser propagandista y, eso sí, una magnífica oradora.

Los 88 años de Montseny, su vida personal y política, la peripecia en el París ocupado por los nazis y las largas décadas en el exilio francés son contadas en 400 páginas de "lectura apasionante, a medio camino entre el relato de aventuras y el reportaje, con un lenguaje cinematográfico", en palabras de la ministra Salgado. Atrapada aún por el personaje, Irene Lozano trabaja ahora en una antología de la obra periodística de Federica Montseny.