ESTE ES EL SITIO DONDE, SI EL DUENDE AYUDA, SE ME CONSERVARÁN LAS COSAS QUE YO VOY VIENDO Y QUE ME GUSTAN.
CREO QUE ASÍ SE AHORRA SITIO EN CASA Y SABES SIEMPRE DÓNDE HAY QUE IR A BUSCAR.
LA ARTISTA.-'La artista ejecutando un retrato de la reina María Antonieta (1790). Cuando la madre le arregló la boda con un marchante de arte, Jean-Baptiste Le Brun, la pintora albergó dudas: “Tenía 20 años y vivía sin preocupación por mi futuro. Ganaba mucho dinero y no sentía ningún deseo de casarme. Pero mi madre, que creía que el señor Le Brun era muy rico, me insistió en que no rechazara esta unión tan provechosa. Por fin consentí en casarme, deseosa sobre todo de escapar de la horrible vida con mi padrastro. En todo caso, tan pequeño era el entusiasmo por renunciar a mi libertad que camino de la iglesia no paré de decirme a mí misma: ‘¿Diré sí? ¿Diré no?’. Una pena. Dije sí y mis viejos problemas se transformaron en otros nuevos”, escribiría.
LA REINA.-El cuadro 'María Antonieta y sus hijos' (1787). A la derecha, el delfín –fallecido al poco tiempo–, señala la cuna vacía, haciendo alusión a su hermano muerto. Por el recuerdo infausto de la doble muerte, María Antonieta quiso esconder de la vista este cuadro de gran tamaño, que acabaría salvándose de las iras revolucionarias.
UNA JOVEN.-'Mujer joven, llamada Léontine de Rivière' (1831). Le Brun pintó más de 600 retratos y algo más de 200 paisajes, presumiblemente realizados durante su exilio posterior a la Revolución Francesa.
EL CONDE.- 'Charles Alexandre de Calonne' (1784).
SIMBOLISMO.-'La paz vuelve a traer la abundancia' (1780).
LA DUQUESA.-'Gabrielle Yolande Claude Martine de Polastron, duquesa de Polignac'. Le Brun vivió un largo exilio: primero en Italia, luego en Viena y una estancia de seis años en San Petersburgo y Moscú –donde también fue muy próxima a los círculos zaristas–, para regresar a Francia en tiempos de Napoleón I, después de que varias personas intercedieran para facilitar su regreso a la patria, limpia al fin de toda sospecha antirrevolucionaria
MUJER DE LA ÉPOCA.-'La baronesa Henri Charles Emmanuel de Crussol Florensac, nacida Anne-Marie-Joséphine-Gabrielle Bernard de Boulainvilliers' (1785).
MATERNIDAD.-'Retrato de la artista con su hija'. La pintora sostenía la economía familiar con su trabajo. Fue una mujer de su tiempo, documentalista de una época y sus modos de mirar, en un momento en el cual en Francia las mujeres empezaban a luchar por sus derechos y, sobre todo, a controlar la natalidad en unos matrimonios de conveniencia.
BELLEZA.-'Joven con libro' (1773).
Hija de un retratista al pastel, Élisabeth Vigée Le Brun pronto manifestó su vocación pictórica y miró hacia los grandes maestros, sobre todo Rubens, Rembrandt, Van Dyck… A los 15 años mantenía a su madre y a su hermano, y los retratos a personalidades de la alta sociedad no tardaron en abrirle el camino hacia Versalles.
En el Far West, la tierra mítica donde los cielos corren rápido, hay indios
al acecho y ‘saloons’ en cada villa. Una realidad construida a través de los
wésterns y sus clichés
Una exposición en el Museo Thyssen revisita, a través del arte, los
arquetipos que construyeron el sueño de la conquista norteamericana
Si hay alguna imagen que todos atesoramos como memoria colectiva como recuerdo compartido y pertenencia
–aunque paradójicamente sea de otros–, es la del Lejano Oeste. Son los espacios
abiertos, surcados por el viento y los búfalos que de una forma inesperada
desvela una mañana el cielo alto de Chicago –incluso en medio de un despliegue
tan portentoso de arquitectura–; nubes que corren más deprisa que la mirada;
aire que sopla por un país entero, que lo atraviesa desbocado por las grandes
llanuras como los búfalos, y que tarda kilómetros y kilómetros en encontrar un
sistema montañoso que lo amortigüe y lo domestique. La forma de nombrar es
elocuente en Estados Unidos: hay una pequeña franja al este y otra en su
extremo opuesto –California y el resto de Estados del Pacífico–. Entre medias,
indómito, lleno de superficies infinitas, un lugar extraordinario: el Medio
Oeste, la tierra mítica y que todos conocemos por los westerns películas que desde la infancia nos acompañan como
una imagen martilleante de la construcción de estereotipos, como ocurre en
el cinede Hollywood. Es la tierra prometida para los
colonos y el final de una civilización para los nativos americanos y hasta para
las tierras que habitaban, ya que poco a poco los cultivos fueron domesticando
las praderas inconmensurables.
Comidas con mucho azúcar y grasa como los churros
enganchan más. / Reuters
Las
chocolatinas, algunos frutos secos o las patatas de esa cadena de restaurantes
de comida rápida. Hay algunos alimentos que parecen drogas. Sabemos que
engordan e, incluso, que nos revolverán el estómago, pero no podemos parar de
comerlos. El motivo podría ser que, aunque con una intensidad mucho menor,
comparten características con otras sustancias adictivas. De hecho, algunos estudios con ratones ya sugieren, por ejemplo, que comer algunas galletas tienen un
efecto sobre el cerebro similar al consumo de cocaína.
Cecilia(Evangelina Sobredo, Madrid, 1948), fue una rara avis en el pop español. Hija de un diplomático, su infancia y adolescencia transcurrieron en Inglaterra, Estados Unidos, Portugal y Jordania, con el inglés como primer idioma. No regresó a España hasta 1969, para iniciar la carrera de Derecho, pero por entonces la música ya era su camino principal, influida porDylan,Simon & Garfunkel(de ellos vendría su nombre artístico),Joan BaezyLos Beatles. Un año después estaba grabando con el grupo Expresión, y en 1972 lanzó su primer LP en solitario, alcanzando la popularidad con el temaDama dama, con el que metió un gol por toda la escuadra a la acartonada burguesía hispana. Pero es que sus canciones eran poco convencionales (al igual que su apariencia,hippiey despreocupada) y poco complacientes con los cánones estándar del pop locales de aquel tiempo, con unos textos que de tan acendrados pueden compararse con los deSerraten el mismo período.
Tras un inconmensurable segundo elepé (Cecilia 2), que pese a ser su obra maestra resultó un fracaso de ventas, todo se disparó con el tercero y con la canción que le daba título: Un ramito de violetas,editada en single en 1974 (el LP llegaría en el 75). Para ese disco hubo cambio en el equipo de producción: atrás quedaba José Luis de Carlos (que había realizado un trabajo excepcional en los dos primeros), tomando la dirección Honorio Herrero y Juan Carlos Calderón, ocupándose este último también de los arreglos (como había hecho en el debut). Calderón, que venía del jazz, era un arreglador de prestigio, elegante pero con pellizco popular y comercial. En Un ramito de violetas, el álbum, quizá pecó de sobriedad, de cierta frialdad formal y de elusión de la mirada más pop y cálida de Cecilia.
Su canción más conocida, la que en el mismo momento de su edición sorprendió a prensa y público, nació como un cuento corto al modo de James Joyce, uno de sus autores favoritos. Pero Cecilia, temperamental, no quedó contenta con el resultado y rompió lo escrito para, poco después, transformar el relato en un poema que sería el germen de la canción. Canción profundamente triste pero de argumento con final agridulce, y estructurada al modo narrativo clásico, con presentación, nudo y desenlace. Inesperado desenlace, por lo menos para quienes la escuchan por vez primera (y perdonen el spoiler): Cecilia presenta en los primeros versos a una mujer "feliz en su matrimonio" (ama de casa, suponemos, como correspondía en aquellos años), aunque el marido tenía "un poco de mal genio / y ella se quejaba de que nunca fue tierno", que desde hace tres años recibe cartas "llenas de poesía" de un extraño. Tras el estribillo, por el que sabemos que cada 9 de noviembre el desconocido le envía, de forma anónima, un ramito de violetas, arriba la segunda estrofa, la más emotiva y sentimental, en la que Cecilia nos introduce en el pensamiento de la protagonista, en las fantasías que despiertan en ella las cartas y los ramitos de violetas ("A veces sueña y se imagina / cómo será aquel tanto la estima, / sería un hombre más bien de pelo cano, / sonrisa abierta y ternura en las manos"), una mujer que vive de "día en día con la ilusión de ser querida". Absolutamente desgarrador. Vuelta al estribillo y tercera y última estrofa, el sorprendente desenlace: es el esposo quien escribe las cartas y envía los ramitos de violetas, el que alienta su fantasía íntima por ese amor secreto: "No dice nada porque lo sabe todo, / sabe que es feliz, así de cualquier modo (…) Él, su amante, su amor secreto, / y ella que no sabe nada, / mira a su marido y luego calla".
Letra conmovedora escrita con lenguaje diáfano que, más allá de interpretaciones simplistas (la mujer doblegada a vivir sus pasiones en silencio, y Cecilia no iba por ahí en su cancionero), da lugar a distintas lecturas: la principal es la incomunicación de una pareja cuya existencia transcurre en la monotonía y falta de pasión, en la que el marido es incapaz de expresar sus sentimientos y lo hace mediante poemas anónimos, consciente de las ilusiones y felicidad que despierta en ella el saberse querida por un admirador anónimo. Otra, más retorcida, sería el casi buñueliano fetichismo de él al saber que ella vive una pasión amorosa imaginaria e imposible.
En lo musical, la composición, de melodía profunda y melancólica, con la límpida voz de Cecilia en primer plano, está protagonizada casi constantemente por el piano apoyado por los pespuntes de una guitarra española, con el bajo pulsando con firmeza. Para reforzar el dramatismo general, en la segunda mitad entra una sección de cuerdas y cada tanto un evocador acordeón subraya la tristeza de la singular historia de amor.
Un ramito de violetas fue un éxito tremendo desde el mismo instante de su edición en single, el mayor de Cecília hasta entonces, y ayudó a las ventas del LP. Pero Cecilia no llegó a grabar el cuarto álbum, pues murió en un accidente de tráfico en 1976. La canción ha crecido con el paso de los años hasta niveles insospechados, convirtiéndose en uno de esos clásicos inoxidables que no saben de la erosión del tiempo y conociendo multitud de versiones.
Manzanita logró un éxito formidable en 1981 con la que probablemente sea la mejor relectura, a su modo y rumbeándola levemente. En 1996, en un disco de duetos póstumo dirigido por Juan Carlos Calderón, se grabó una nueva versión recuperando la voz de Cecilia y sumando vocalmente a Julio Iglesias. En los noventa,Víctor Manuel y Pablo Milanés la incorporaron en una gira conjunta y en el nuevo siglo Sole Giménez la llevó a terrenos de latin jazz. Pero también la han grabado Bordón 4, Pastora Soler o La década prodigiosa.
Las versiones internacionales son muchas: Carlos La Mona Jiménez la ha hecho muy popular en Argentina en una toma acelerada y adaptada a sus peculiares maneras. En Israel, David Broza, siempre tan próximo a la música española, la versionó en hebreo con el nombre de Sigaliot. En Uruguay la cantó Natalia Oreiro; en Italia, Gian Franco Pagliaro; en Chile, Zalo Reyes la llevó al éxito, prestándose incluso a colaborar en 2012 en una versión rock junto al grupo Leklaus. También en rock guitarrero destaca la versión de la formación argentina Los Olestar.
Las hamburguesas y salchichas, así como muchos embutidos suelen elaborarse con residuos de las carnicerías (en ocasiones también con gatos, perros, etc) y carne en estado de putrefacción que hace que los camiones que proveen esta materia prima a muchos frigoríficos suelan dejar un nauseabundo aroma a su paso y sean envueltos en una nube de moscardones antes de volcar su contenido en grandes piletones con lavandina para luego tratarlos hasta con sulfatos de sodio que prodría generar restos de ácido sulfúrico. Este conjunto sintéticamente descrito, inundado con saborizantes y colorantes entre otros aditivos, se convierte luego en lo que deleita a niños y grandes en conocidas casas de comida chatarra y los típicos asados dominicales.
COSTO OCULTO DE LA CARNE
Más del 98% de los granos producidos en EE.UU. se usan para la alimentación de los animales. Y en otros países los niños no comen
Se estima que por cada 500 gr. de carne se necesitan 8 kilos de granos (MM de agricultura de EEUU)
Una hectárea de tierra cultivada puede dar las colorias necesarias para sustentar 20 veces más personas que la dieta a base de carne.
Si todas las tierras de cultivo del mundo se usaran sólo para alimentar a la población humana, la tierra podría alimentar a una población de 20 mil millones o más.
...
Todo esto es parte de un extenso informe científico:
Pertenezco a esa generación que cuando le decía a una
madre que quería un perro, ella contestaba sin rodeos: "Bastante tengo con
vosotros". Nosotros. En cuatro palabras eras informado de que no, de que
nunca, de que tu vida no era una serie americana y de que siendo niña
integrante de una familia numerosa te podías poner a la cola para que se te
comprara, ¿un perro?, vamos, anda: una trenca. Pertenezco a esa generación que
aún veía a los gatos como bichos salvajes, habitantes de la intemperie,
visitantes furtivos de los patios a los que acudían para comer las sobras a
cambio de acabar con los ratones de las cambras, de los sobrados. Pertenezco a
esa generación de niñas que, aun estremecida por la crueldad de los mozos con
los torosembolaos,
había sido educada para observar sin juzgar la brutalidad de los hombres y de
los aprendices de hombres. Las niñas veíamos el deplorable espectáculo desde
los balcones y, por fortuna, se nos permitía tener piedad y ser cobardes. La
valentía del bruto, menuda patochada. Pertenezco a esa generación de criaturas
que ha visto pegarle una patada a una perra preñada con total naturalidad para
echarla de un bar en el que había entrado en busca de su dueño, que aun
tratándola mal obtenía de ella una lealtad humillada. Esa crueldad hacia los animales no era algo aislado, entraba en
el catálogo de maltrato a los más débiles, del abuso del fuerte al que no puede
ni tiene derecho a defenderse. Y ahí entraban los niños, las mujeres, los
tonticos del pueblo, los chicos torpes. No puedo quejarme de haber tenido una
infancia dura, muy al contrario, disfruté de una libertad de la que ahora la
mayoría de los niños carecen, pero como niña sensible y observadora que era
padecía con esas muestras de crueldad con el débil que en España eran entonces
habituales.
Pero los niños no contemplan la posibilidad de que la
vida pueda cambiar; los que nos criamos en un pueblo o en el campo jamás
hubiéramos imaginado que se hablaría de los derechos de los animales a una vida
digna. En España esa consideración hacia nuestros hermanos de otras especies
nos ha pillado por sorpresa y con muchos deberes por hacer, porque parte de
nuestras fiestas populares estaban basadas en demostrar la victoria del hombre
contra el animal. La manifestación de la masculinidad, exaltada por el alcohol,
encontraba y encuentra su momento cumbre en esa lucha desigual. A veces me
pregunto cómo y por qué fuimos cambiando aquellos que crecimos presenciando
escenas tan crueles; para algunos, entre los que me incluyo, la no aceptación
de esas execrables tradiciones formó parte de un cambio de mentalidad que
entendía que la burricie estaba reñida con el progreso. Es posible que el hecho
de salir a Europa nos diera la medida de cómo se trataba a los animales en
otros países, sin duda más avanzados. La devoción de los ingleses por sus
perros o gatos, que en un principio se nos antojaba ridícula y propia de
mujeres locas y hombres solitarios, se nos iba presentando como algo habitual
en otros países cercanos. Detrás de cada ventana de Ámsterdam, hay un gato
observando, tan hogareño como atento a la caza de ese ratón que presentará a
los pies de sus dueños al final de su jornada laboral.
Tan arraigada estaba en España la crueldad que aún hoy
no hemos conseguido erradicarla. Hay quien se pone fino con el debate y afirma que
los animales no tienen derechos por cuanto carecen de deberes. Retorcimientos
retóricos para no admitir lo simple: el animal no tiene por qué ser víctima de
nuestros abusos. Nuestros abusos son consecuencia de un atraso. Una juez de
Palma ha condenado al dueño de un caballo a
ocho meses de cárcel por la paliza mortal que este le propinó tras los malos
resultados del animal en una competición. Bien está. No es que dicha condena
sea ejemplar es que debiera ser lo habitual para quien tortura y mata.
Late ahora mismo en el ambiente una reacción enconada
contra los que consideran que el amor desmedido hacia los animales puede
transformarse en desconsideración hacia las personas. Reconozco que la
cursilería hacia los perros y los gatos, tratándolos como si fueran bebés, me
da cierta grima, también esa idea tan facebookianade tomar a los
animales salvajes como peluches inofensivos me irrita. Entiendo que humanizar a
un perro o a un gato a nuestro capricho lleva consigo robarle dignidad a su
naturaleza, que se mueve por códigos muy distintos a los nuestros.
Aplaudo la cárcel para el asesino del caballo. Habrá un día en que en los
colegios de Tordesillas los niños serán informados de lo brutales que fueron sus antepasados. Espero verlo.
Hay gente a la que le haces una foto y te sale un cuadro al óleo. Influyen en ello multitud de factores la personalidad del retratado, su posición social, su vestimenta, sus condecoraciones, así como el lugar donde se tomó la instantánea. Hablamos del juez Enrique López, miembro, hasta hace unos días, del Tribunal Constitucional. O sea, un cargo,. Tú te cruzas con este hombre y te declaras culpable, aunque seas la señora de la limpieza. ¿Quién soporta esa mirada testicular, esas ojeras de estudioso, esa nariz rotunda, esos labios concluyentes, en los que parece haberse demorado el pincel del artista? ¿Quién no tiembla ante esas cejas ligerísimamente arqueadas, hegemónicas, líderes? ¿Quién no se estremece ante ese conjunto de cabellos dominados a punta de gomina? Y eso que hasta ahora venimos hablando de las partes, pero si observas el conjunto caes fulminado por asesino, aunque no hayas matado una mosca.
¿Qué ocurre si abandonamos el rostro? Pues que nos precipitamos en el fúnebre aliño indumentario, que viene a ser como salir de Málaga y meterse en Malagón. Parece que, más que vestirlo, lo han amortajado para hacerle el retrato. De ahí las condecoraciones que luce en el pecho y que resumen una vida. Dicho esto, y para quitarles a ustedes el susto, conviene añadir que este señor, al poco de que lo inmortalizaran de esta guisa, fue detenido por la poli "con fuerte olor a alcohol en el aliento, deambular titubeante, ojos rojos y vidriosos, habla repetitiva, ojos congestionados,,,". En definitiva borracho. Significa que era un tigre de papel. Durmamos tranquilos
España se está muriendo. Lo dice el Instituto Nacional de Estadística: "Si se mantuvieran las tendencias demográficas actuales, España perdería un millón de habitantes en los próximos 15 años".
También lo dice el guión de la última película protagonizada por Carlos Álvarez-Nóvoa: "El mundo rural agoniza. La muerte de un pueblo es mucho más que la un puñado de gente. Las personas nacen y luego mueren. Pero cuando muere un pueblo, ya no nace nada", narra en voz en off este veterano y premiado actor, que murió de cáncer el pasado miércoles acompañado de su familia.
En la última escena de su vida interpretativa también muere, pero esta vez en soledad. Seguramente porque representaba una triste realidad a la que se enfrentan muchos españoles que desaparecerán junto a sus pueblos. Carlos hacía el papel de uno de ellos, desnudando a la cámara la importancia del tema de la despoblación.
España se está muriendo. Lentamente. En manos de un verdugo que ejerce su cometido especialmente en las zonas rurales. Los que sobreviven, los más jóvenes, huyen a las ciudades o grandes pueblos reconvirtiéndose en pequeños urbanitas. Lo dice Francisco Burillo, Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza: "Laponia y la Serranía Celtibérica, que comprende regiones de Aragón, Castilla- La Mancha, Castilla y León, Navarra y La Rioja, son los dos únicos territorios de Europa que registran densidades inferiores a 8 habitantes por kilómetro cuadrado".
España se está muriendo. También lo dicen los ojos de Juan. Tiene cinco años y es el único niño que hay en Robregordo, un pequeño pueblo de 30 habitantes en la Sierra Norte de Madrid. Casi todas sus casas están en venta o alquiler; en dos horas sólo vemos a cinco personas y ninguna baja de los 70 años. Excepto Juan.
El crío juega por las tardes solo, ante la atenta mirada de nadie, con su pelota de baloncesto en la canasta que hay frente al Ayuntamiento. Un edificio de piedra que también hace las funciones de bar, el único del pueblo. "Hace años éramos más de 150 habitantes. Algunos han muerto y otros se han ido a Madrid o a Buitrago de Lozoya", afirma María, la alcaldesa de Robregordo.
Buitrago está a 16 kilómetros, tiene 2.000 habitantes y es el pueblo escala opueblo cebolla de la sierra. Así lo llama su alcalde, el popular Ángel Martínez Herrero. "Muchas familias de la zona abandonan sus casi desaparecidos pueblos -primera capa de la cebolla rota- y vienen aquí porque quieren quedarse en la sierra. Cuando los niños crecen ya se van a Madrid -última capa de la cebolla- por la falta de oportunidades y servicios. Nosotros seremos los últimos en caer, pero lo haremos al final como todos", dice Ángel, augurando un futuro pésimo a esta zona. "¡Y a toda España! Pero lo curioso es que aquí estamos sólo a 40 minutos de la capital".
La despoblación preocupa. Por ello la Mancomunidad de la Sierra Norte de la Comunidad de Madrid, formada por 42 municipios, propuso el año pasado al director de cine, Emilio Ruiz Barrachina, la posibilidad de rodar una película sobre la despoblación rural. Emilio, nominado en 2012 a los premios Goya por su trabajo sobre el cantaor Enrique Morente, aceptó el proyecto sin dudar.
Encontramos al director y también periodista, ex corresponsal de guerra en África, desayunando en una cafetería en Buitrago. Aquí decidió quedarse a vivir cuando terminó de rodar su documental, El Violín de Piedra, con un presupuesto de 300.000 euros, financiada exclusivamente por la Mancomunidad. "Espero que este film sirva para concienciar a la gente de un problema que nos afecta a todos", añade Emilio, mientras nos da una vuelta por el pueblo y la zona enseñándonos los escenarios reales donde grabaron.
Su película, que se estrena en los cines a mediados de noviembre, explica en forma de comedia ácida el tema de la despoblación a través de la historia del último habitante de un pueblo. La cinta fue presentada en el Festival Internacional de Oviedo, ganando el premio a Mejor Director, Mejor Actor y Mejor Música. Carlos Álvarez- Novóa -premio Goya al mejor actor revelación en el 2.000 por Solas- es el protagonista.
El actor murió el pasado miércoles con 75 años. Le localizamos días antes en Sevilla. El hombre había recibido una sesión de quimioterapia y casi no tenía fuerzas para hablar. Por ello, su amigo Emilio nos cuenta por qué este actor tan carismático se prestó para el proyecto. "Carlos nació en un pueblo minero de Asturias. Había visto con sus propios ojos cómo las aldeas de su tierra se estaban quedando vacías y estaba muy sensibilizado con este tema".
Algunos de esos pueblos de la infancia del actor ya están abandonados. Al igual que otros 2.800 en todo el país. En ellos ya no se escucha el bullicio de antaño. Algunos están en ruinas. Otros han sido rehabilitados gracias a un Programa de recuperación llevado a cabo por el Ministerio de Agricultura. Pero el silencio sigue reinando en sus pequeñas callejuelas. Es el caso, por ejemplo, de Umbralejo, en plena Sierra de Ayllón (Guadalajara). Es un pueblo completamente restaurado en el que literalmente "no queda ni un solo alma". Tiene 70 casas de pizarra y barro, aulas, comedores y talleres. Pero nadie las usa.
La Serranía Celtibérica, a la que algunos llaman la Laponia del Sur, es la zona más despoblada de España. En los valles riojanos de los ríos Jubera y Cameros Viejo, tiene una densidad real de 0,64 habitantes por km2, la mayoría personas de más de 60 años dedicados a la agricultura y la ganadería. "Estamos ante una silenciosa muerte biológica que se lleva con ella la cultura y el modo de vida campesino", afirma Francisco Burillo. Este Catedrático de la Universidad de Zaragoza es el promotor de un proyecto financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad que buscan una solución inmediata para evitar la desaparición de los pueblos de la sierra.
"Hoy, la Serranía Celtibérica es el territorio más desarticulado y con la mayor tasa de envejecimiento de toda la Unión Europea", explica Francisco.
Para luchar contra este fenómeno hay Fundaciones como Abraza la Tierra que trabajan para asentar la población en el medio rural. "En el último año nos han escrito 1.600 personas interesadas en vivir en un pueblo. Muchas eran parejas jóvenes y con estudios. Nosotros les aconsejamos y les buscamos un pueblo que encaje con ellos", afirma Eva González, coordinadora de la Fundación.
Aunque si usted está interesado en volver al pueblo, también puede comprar uno. La web, Aldeas Abandonadas, funciona como una inmobiliaria vendiendo pueblos deshabitados. "Hace un par de años vendimos una aldea en Galicia por 65.000 euros", dice Elvira, responsable de la web.
Todo sea para que España no se muera ni sus pueblos desaparezcan.
El envejecimiento
La situación de España en 2030
En los próximos 15 años nuestro país perdería 1.022.852 habitantes y en 50 la situación se agravará hasta los más de 5,6 millones, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
Reducción drástica de la población
De confirmarse esa bajada de los habitantes, el censose reduciría hasta los 45,8 millones en el año 2024 y 40,9 millones en 2064. Esta reducción se debe al progresivo aumento de las defunciones y la disminución de los nacimientos.
Preocupación por el envejecimiento
Los habitantes españoles son también cada vez más ancianos. El porcentaje de población mayor de 65 años, que actualmente se sitúa en el 18,2% pasaría a ser el 24,9% en 2029 y del 38,7% en 2064.
Año 2015. El ministro de Interior de un país con 47 millones de habitantes de lo que conocemos como occidente ha condecorado por segunda vez a una virgen. Sí, me refiero a la figura religiosa; esa misma que suele representarse con un muñeco o muñeca de madera, escayola, o lo que sea aquello con lo que se fabrica hoy la imaginería. En este caso, el motivo de los honores no es otro que “(…) premiar las acciones o conductas de extraordinario relieve que redunden en el prestigio del Cuerpo de la Guardia Civil e interés de la patria”. Así, tal como suena.
Respeto cualquier creencia que por sí misma no afecte más que al propio creyente. Creer en vírgenes, santos o milagros, stricto sensu, solo afecta a quien lo cree, incluso a veces de forma positiva. Lo mismo que empapelar una vivienda con imágenes del pato Lucas y hasta ponerle un altar en el lugar de la televisión (mucho más sano, por cierto). No tengo ningún problema con los que creen que hoy existe una raza de reptiles que domina el mundo (y menos si es una forma de denominar a los malnacidos), o con los que consultan a los espíritus, a los que viven de tirar cartas, el humo de un puro, o de rebanarle el pescuezo a una pobre gallina, y tampoco con los que creen que hay una civilización viviendo bajo la corteza terrestre. Allá cada cual. Todos tenemos algún cable sin conexión. Pero una cosa es lo que piense cada individuo, y otra muy distinta lo que ponga en práctica un Gobierno.
Seamos mÍnimamente serios. No es de recibo que un ministro en su sano juicio, o que no sea un auténtico cínico, condecore con una medalla a la advocación de un personaje de un cuento para niños, por muchos seguidores que tenga el cuento. Un cuento que, amalgamado con las monarquías, además de haber cercenado el progreso y la libertad de la humanidad, por aparente contraposición con otros cuentos igualmente nocivos, ha costado la vida a millones de seres humanos, y en ocasiones de forma extraordinariamente cruel, todo hay que decirlo.
Y no, bien pensado no es que no sea de recibo, es que es un insulto.
Pero no es un insulto porque transgreda la ley por mucho que lo reclamen las asociaciones laicas. No lo hace. Este es otro de los engaños de la Constitución de los siete padres y ninguna madre. El Estado español no es laico, sino aconfesional. Y no, no es lo mismo ni se le parece. En realidad es un insulto porque estamos en el siglo XXI y desde el poder se nos sigue considerando un rebaño. Y esto es desesperante, ya que lo hacen porque pueden permitírselo. Los que de verdad mandan en este país y en gran parte del mundo (no me refiero a los títeres políticos que manejan), creen tanto en la democracia como la alta jerarquía de la Iglesia cree en Dios. Pero aquí estamos.
Tenemos medios de comunicación que desinforman, una educación que embrutece, ministros que ponen medallas a muñecos, una democracia que dura 12 horas cada 1461 días, partidos sometidos al capitalismo que hacen políticas demencialmente antisociales y que se dicen de izquierdas, ultraderechas neoliberales que se llaman centro, y nuevas esperanzas que juegan a perpetuar este sistema antipersonas repartiendo caramelos. Pero, con dignas excepciones, seguimos admitiendo el statu quo al considerar interlocutores válidos a reyes, obispos, mercenarios de la política y sus leyes, y periodistas a sueldo del gran capital. Y así no vamos a ninguna parte. Y todo ello con el agravante de contar con una sociedad conscientemente impotente pero mayoritariamente receptiva a una audaz sinceridad política que ni está ni se la espera.