martes, 19 de julio de 2016

CAPITALISTAS Y LIBERALES




QUE EL FRANQUISMO SOCIOLÓGICO NO MUERA EN LA CAMA

Tú también eres franquismo sociológico

 por Emilio Silva

(...) En ese relato edulcorado de la transición, en esa embellecida visión de la generosidad de los fascistas patrios y su extensa red de beneficiado colaboracionismo, durante años se ha llamado franquismo sociológico a una especie de grupo humano retrógrado, anclado al pasado, un reducto envejecido de franquistas que sostiene fielmente al Partido Popular y añora la mano dura del dictador para guiar a un pueblo que no ha dejado de necesitar un Caudillo.
Pero el franquismo sociológico es mucho más extenso, arraigado y dañino. La transición fue una enorme puerta giratoria por la que transitó una numerosa clase social que ha gestionado este país desde la muerte de Franco hasta hoy. El franquismo sociológico es la enseñanza concertada aprobada por Felipe González para que la iglesia católica pueda seguir adoctrinando ciudadanos con fondos públicos; es que en los kioskos no haya ningún periódico que defienda en su línea editorial el déficit público o el juicio y castigo a los represores de la dictadura; es que las universidades mantengan un sistema feudal de selección del profesorado que las hace reproductivas e improductivas; es que tengamos una tasa de paro juvenil del 50% y eso no tenga como consecuencia ningún conflicto político ni social (recordemos la manida frase del dictador: “Haga como yo, no se meta en política”); es que desde hace más de 80 años no hayamos podido elegir a nuestro jefe de Estado; que hayamos tenido una clase cultural e intelectual bastante complaciente, a cambio de comer durante años canapés del Ministerio de Cultura, ser jóvenes académicos y no salirnos de los márgenes del grupo Prisa; es que todavía haya 114.226 hombres y mujeres desaparecidos y desaparecidas por los pistoleros fascistas de Falange y que el Estado no se haya responsabilizado todavía de su búsqueda; es una izquierda institucional que ha sido incapaz de construir modos de vida relativamente alternativos, y que participó de la visión radical de la insumisión o la ocupación; es que en los vertederos del país se hayan incinerado millones de revoluciones escritas en servilletas de bar, que se quedaron en gurruños de papel barridos al anochecer; es la doble moral de lo que uno dice y lo que uno hace, vidas pecaminosas de católicos y vidas 

capitalistas de izquierdistas; es que la hija de Franco utilizara un pasaporte diplomático hasta 1986 y que le fuera retirado por la entrada en la Unión Europea pero no por el Gobierno español; (...)

TODO EL ARTÍCULO EN UNIVERSIDAD DEL BARRIO

DRIVE

lunes, 18 de julio de 2016

UNOS GRAMOS MÁS DE MEMORIA HISTÓRICA

Memoria prêt à porter: Entre la cal viva y los payasos de la tele
JUAN CARLOS MONEDERO
Es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Su tesis doctoral sobre el hundimiento de la República Democrática Alemana recibió la calificación de sobresaliente cum laude. Actualmente es profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid y presenta el programa de debate político La Tuerka en Público TV. 
"Los mayores se preparan para la muerte con el perdón que el cristianismo otorga y los más jóvenes creen que Franco está en el horizonte histórico tan lejos como Napoleón"
Una alcaldesa de Guadamur, Toledo, hace una proyección en un castillo con dos torretas. En una, el rostro de Franco. En la otra, el de Himmler, el autor de la “solución final”. Una leyenda proyectada en el muro de la fortaleza dice que Franco fue un gran estadista. Dio un golpe de Estado contra la Constitución de 1931 traicionando su juramento militar. El pueblo resistió el golpe de Estado y comenzó una guerra que duró tres años. Franco ganó con la ayuda de Hitler y Mussolini. Terminada la guerra, Franco mandó fusilar, al menos, a150.000 españoles. Les acusaron de delito de rebelión. La rebelión de defender la legalidad vigente. Al menos 114.000 siguen enterrados en zanjas, fosas comunes y carreteras. Franco le ofreció en Hendaya ayuda a Hitler en la Segunda Guerra Mundial. No se la aceptó porque pensaba entregarle el norte de Marruecos a los franceses. Muchos españoles que salvaron la vida abandonando España en 1939 continuaron la lucha contra el fascismo en Europa. Los condecoran y ensalzan en los días nacionales de Italia, Francia, Alemania. El Rey Felipe VI inauguró en junio de 2015 un parque dedicado a “La Nueve”, la compañía de republicanos españoles que liberó París. Lo inauguró en Francia. Aquí casi nadie les conoce. Aquí no tienen placas ni parques. Lucharon contra Franco y luego contra los nazis y los fascistas. Pura coherencia. Algunos terminaron en campos de concentración y fueron gaseados y quemados en el Holocausto. La alcaldesa que hizo apología del genocidio franquista en Toledo es del mismo partido que activó a la Fiscalía por unos tuits del concejal de Ahora Podemos Guillermo Zapata con chistes desagradables, entre otros, sobre judíos. A Guillermo Zapata quieren encarcelarle jueces cercanos al Partido Popular. A la alcaldesa de Guadamur nadie la ha molestado por hacer apología del genocidio y por haber ensalzado al dictador que era amigo del que eliminó a seis millones de judíos. Y unos cuantos miles de españoles. 

LEER TODO: VISTO EN PÚBLICO
DRIVE

LA GUERRA INCIVIL ESPAÑOLA

PAUL PRESTON / HISPANISTA 

“España tiene un déficit educativo sobre la Guerra Civil”
 ÓSCAR SAINZ DE LA MAZA / AINHOA CAMPOS

El hispanista Paul Preston (Liverpool, 1946) nos recibe en su cocina, taza de té en mano. En el 80º aniversario del inicio de la Guerra Civil, el historiador ha actualizado su libro La guerra civil española (Debate) en una versión gráfica, con dibujos de José Pablo García. Resulta sorprendente, cuando menos, que aquel chico del Liverpool obrero y bombardeado acabara en la distinguida Universidad de Oxford, estudiando lo que entonces se consideraba más “periodismo” que Historia. Preston ocupa la cátedra Príncipe de Asturias de Historia Contemporánea española y es director del Centro Cañada Blanch para el estudio de la España contemporánea de la London School of Economics & Political Science.
 ¿Tiene España un problema con la memoria histórica de la dictadura? 
Sí. Por una razón obvia: el régimen de Franco se basaba en el terror. Sus tácticas bélicas estaban calculadas para matar al mayor número posible de republicanos. Su control posterior de la educación, el púlpito y los medios fue total. De este modo, hubo un lavado de cerebro nacional, creándose lo que se ha llamado el franquismo sociológico. En el momento de la Transición, al establecer una democracia limitada (la mejor posible dadas las circunstancias), no iba a haber un contralavado de cerebro; lógicamente, porque era una democracia y existía una libertad de expresión que se extendía a los franquistas. Claro, estos no querían saber nada de la memoria histórica. Sobre las víctimas de los republicanos se había investigado a fondo. Primero, por las propias autoridades republicanas y, después, a través de todo el follón de la causa general, etc. Pero con las víctimas de Franco, ocurrió lo contrario. En los primeros años de la Transición, los políticos no quisieron hacer nada, incluso los de izquierdas. Recuerdo haber tenido discusiones con Alfonso Guerra, y decirme este: “No es el momento, es muy peligroso”. Cosa que se puede entender, porque en los primeros años de la Transición...
¿Cómo se vivió aquello?
 Una de las (muchas) cosas que a mí me cabrean es quien dice que la Transición fue un desastre. Fue la mejor posible en unas circunstancias tremendamente peligrosas. Hay que pensar que, en el momento de morir Franco, había unas Fuerzas Armadas entrenadas no para defender España del enemigo exterior sino del interior. Y además estaba la Guardia Civil, que ahora es una tropa de buenazos que controlan el tráfico pero que entonces era acojonante; lo recuerdo muy bien, porque yo era estudiante en España a finales de los años sesenta. Y los grises, es decir, la policía armada, que también eran unos hijos de puta. A eso se le sumaban 200.000 falangistas con licencias de armas. Entre esto y el franquismo sociológico --los que se habían criado en él o beneficiado de él--, no es de extrañar que se diera lo que se ha venido a llamar “el pacto del olvido”, no remover las cenizas, no profundizar en la memoria histórica. Aunque, afortunadamente, existía un miniejército de historiadores locales que sí lo estudiaron. Aun así, hoy en día quedan provincias enteras donde no se ha investigado nada; claro, gobernadas por el PP.
Y las izquierdas, ¿no han tenido problemas también con su propia memoria?
Como en cualquier problema histórico, siempre hay montones de interpretaciones. Evidentemente, aquellos que siguen la línea CNT-FAI o la línea POUM acusan a Negrín, a la mayoría de los socialistas y, sobre todo, al Partido Comunista, de ser unos asesinos. ¿Por qué? Porque estos últimos habían llegado a la conclusión de que, para proseguir la guerra, había que hacer un esfuerzo bélico convencional: la idea de los anarquistas y el POUM de hacer una guerra revolucionaria chocaba con las necesidades de guerra. ¿De dónde iban a sacar las armas? Habría sido cuestión de llamar por teléfono a Franco y decir “¿A usted le importa dejar de hacer la guerra unos 5 o 10 años mientras nosotros hacemos nuestra revolución? Y luego ya volvemos”. ¡Una chuminada! Aparte de las peleas, realmente desagradables, entre profranquistas y prorrepublicanos en la historiografía de la guerra, dentro de la izquierda, como decís, hay también muchas disputas.
¿Por qué dedicarse a la Historia de España? 
Nací en el año 1946, en Liverpool, que había sido una ciudad muy castigada por el blitz, los bombardeos nazis, precisamente por ser el punto de llegada del armamento americano. Cuando era pequeño, los adultos conversaban mucho sobre ello. Con ocho, nueve años, los juegos en la calle eran alemanes contra británicos. Cogíamos las gabardinas y las abotonábamos como una capa; corríamos agarrándolas de manera que cada uno era un avión. ¡¡Brrrrrrmm!! A los diez años, empecé a hacer maquetas de aviones de guerra, empecé a leer sobre todo esto. Cuando tocó ir a la universidad, gané una beca para ir a Oxford, un lugar muy elitista. Que un chico del norte, de clase obrera, llegara allí era un pequeño milagro. No me gustó nada el ambiente social, la mayoría era gente como Boris Johnson. El temario era bastante aburrido: Historia Constitucional, mucha Historia Medieval, y se pensaba que la Historia Contemporánea no era más que “periodismo”. Me quedaba con las ganas de investigar los orígenes de la II Guerra Mundial. Hacia el final de la carrera, ya tenía claro que quería hacer un doctorado pero no sabía qué estudiar; desde luego, no quería hacerlo sobre Historia británica. Entonces me ofrecieron una beca para estudiar un máster en Reading... ¡sobre el periodo de entreguerras! Escogías dos asignaturas para todo el curso, y hacías una tesina por cada una. Yo cogí Literatura de izquierdas en entreguerras (Steinbeck, Camus, etc.) y la Guerra Civil española, de la que, salvo por un ensayo escrito en mis días de Oxford, apenas sabía nada. Éramos sólo cuatro personas en clase, y tuve la increíble suerte de que me tocó como profesor Hugh Thomas [autor de La Guerra Civil española, 1961]; un tío muy divertido que hacía el papel de excéntrico inglés, que le echaba mucho teatro. Así que, de cara a mi tesis doctoral, este tema se presentó como una gran cornucopia: la Guerra Civil española comprendía fascismo, comunismo, masonería, todo tipo de figuras históricas. Me entusiasmé y leí todo lo que pude encontrar en inglés. En seguida había agotado casi todo lo que había, que no era tanto, y decidí que tenía que aprender español y seguir con ello...

 LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA COMPRENDÍA FASCISMO, COMUNISMO, MASONERÍA, TODO TIPO DE FIGURAS HISTÓRICAS

¿Un historiador llega a jubilarse o sigue siempre investigando? 
Teóricamente, me jubilé de la universidad hace cinco años pero sigo trabajando: dirijo una colección editorial, un centro de investigación académica... Doy unas pocas clases y dirijo alguna tesis. Y sí, sigo y seguiré investigando hasta que ya no pueda continuar. Porque no sé qué otra cosa hacer.
¿Algún nuevo proyecto en el horizonte?
Pues una historia de España desde la Primera República hasta el presente, que lleva por título Un pueblo traicionado. Por un lado, es un resumen de lo ocurrido pero se centra sobre todo en tres temas fundamentales: la corrupción, la incompetencia política y la violencia social.
¿Cómo surgió la idea de hacer un libro de Historia en cómic?
 ¡No fue idea mía! En Gran Bretaña no hay tradición de cómic adulto, como creo que hay en España y, sobre todo, en Francia. Aquí se leen, lo mismo que en Estados Unidos, los cómics de superhéroes que tanto gustan a esos locos de The Big Bang Theory. La idea se le ocurrió a mi editor. Un día me dijo: “¿Qué te parece si hacemos una versión en cómic?”. “Hombre”, respondí, “es un poco ridículo; ¿quién se va a leer eso?”. Me respondió: “ Te sorprenderías”, y me dijo que haríamos lo siguiente: encontraría a un dibujante que hiciera unas cuantas páginas y, si me gustaba, seguiríamos adelante. Así, José Pablo García dibujó 15 o 20 planillas. Se las enseñé a mis hijos --de 26 y 28 años-- y les gustó. Se las enseñé a mis colegas de la universidad y, lejos de parecerles ridículo…, ¡les pareció fantástico! Me dijeron que precisamente funcionaría bien en España, donde hay un verdadero déficit educativo respecto a la Guerra Civil. Así que le dije a mi editor que adelante. Acabé encantado con el dibujante: dentro de los límites del género, ha hecho maravillas. Como máximo, habré modificado sólo dos o tres bocadillos al final, y eso para resumir el texto del libro (que él usaba como guión). Hemos trabajado en paralelo, digamos, con muy poca colaboración directa. Estoy muy, muy contento y, de hecho, es posible que vayamos a por más. Me gustaría que esto sirviera para divulgar el tema entre los jóvenes, aunque no sé si finalmente será así.
QUEDAN PROVINCIAS ENTERAS DEL PP DONDE NO SE HA INVESTIGADO
¿Tiene el historiador la función de evitar que se difundan bulos y mitos históricos?
 Lo primero, hay que entender que la gente tiene muchas preocupaciones como para ponerse a leer libros de Historia. Su trabajo, su vida...
Alguna excepción hay.
Poco se sabe sobre cifras de ventas o de tirada pero, por ejemplo, parece que los libros de Pío Moa se venden muchísimo. ¿Por qué? Porque esos libros le están dando la razón al lector en sus prejuicios; confirman ese franquismo sociológico del que hemos hablado.
Pero en Gran Bretaña, los libros de Historia tienen mayor índice de ventas y en general se vende más la Historia: se hacen series, etc. 
El problema es que mucho historiador español serio no es entretenido. Como si, para ellos, lo entretenido dejara de ser “serio” automáticamente.
Vamos, que ven la divulgación como algo inferior.
Bueno, una cosa es la divulgación. Pero otra muy diferente es ser ameno cuando se escribe sobre temas que no son de divulgación, que son complejos y serios. Por ejemplo, mi libro El holocausto español, ¿es un libro de divulgación, o más bien de investigación?
De divulgación e investigación: hemos visto a la gente leerlo por gusto, por morbo... Llega a gente que no tiene nada que ver con la Historia.
Bueno... pues entonces eso es ser ameno, entretenido. En la actualidad, afortunadamente, hay historiadores españoles que sí que son amenos. Julián Casanova, Enrique Moradiellos, Jorge Marco o “el Gunde” [Gutmaro Gómez Bravo]... ¡Ahora los hay! El problema es que un libro de Pío Moa es un libro que se centra en consignas generales: se caga en los muertos de los republicanos: “No hubo represión” y además “los hijos de puta se lo merecían”. Como veis, lleno de contradicciones. Pero, en fin, si uno es franquista, con una bazofia de Pío Moa o de César Vidal ya es suficiente para lo que busca. Para todos los demás, no existe un superventas generalista. Uno tiene que ponerse a comparar veinte o treinta libros escritos por historiadores buenos... Otro problema a la hora de interesarse la gente por la Historia es el sistema educativo; en España, quizás porque aún no se han cicatrizado las heridas... pero en Gran Bretaña también ocurre que hay mucha gente que no tiene ni idea de quién era Churchill.
EN GRAN BRETAÑA TAMBIÉN OCURRE QUE HAY MUCHA GENTE QUE NO TIENE NI IDEA DE QUIÉN ERA CHURCHILL
Sin embargo, el sistema educativo británico no trata la Historia como lo hace el español, al modo del siglo XIX (es decir, una lista de datos para memorizar). En Gran Bretaña se entrena al alumno a cotejar fuentes desde los 13 años... Recuerdo una vez, hace ya muchos años, que tuve una cátedra visitante en la Complutense, con estudiantes de posgrado. Entré en la clase --habría una veintena de alumnos-- y les dije: “He venido para daros una lectura de la Guerra Civil. Es decir, cómo la interpreto yo y por qué he llegado a estas conclusiones. Os pediré que me hagáis un trabajo semanal”. Hubo caras de terror, pero es que ese es el sistema aquí: te enseña a escribir. “Y ya os digo desde ahora que no me interesa que me deis mi versión. Lo que quiero es vuestra versión”. Al principio, estaban acojonados. Me dijeron: “El profesor nos suele imponer su libro de texto; muchas veces, entra, nos dice abran el libro por la página tal o cual y empieza a leer directamente”. ¡Pero qué docencia es esta!
¿Docencia de “sermón y púlpito”? Con libro único y sagrado.
 Efectivamente. Claro, que a los quince días estaban encantados, tuvimos debates, discusiones, todo eso... Al final, creo que les gustó. Pero para mí fue chocante saber que, a nivel de posgrado, no existía entonces ese elemento de debate.
Empezamos la entrevista hablando de memoria histórica. ¿Existe un choque de memorias sobre la Transición, entre aquellos que la vivieron y aquellos que no, pero que juzgan los frutos --buenos y malos-- de los 40 años de democracia que siguieron?
Evidentemente, lo hay. Yo sí que recuerdo muy vivamente la Transición porque participaba entonces en la Junta Democrática [la alianza antifranquista formada en 1974 por el PCE, el PSP, CCOO, etc.]. Es cierto que era un cachondeo (ríe) pero eso es otro tema. Al final, si uno ha vivido solamente en democracia, se puede permitir ser mucho más crítico con ciertas cosas. Hace quince días, un equipo de documentalistas alemanes vino a entrevistarme a mi despacho y me contaron algo que me dejó helado. Dijeron que en su país, aun habiéndose dado un proceso de desnazificación tras la Segunda Guerra Mundial, muchos jóvenes carecen absolutamente de remordimientos sobre el Holocausto, lo están olvidando y, a día de hoy, muchos ultraderechistas sólo le echan en cara a Adolf Hitler el haber perdido la guerra; no la masacre de los gitanos, los judíos... Y que hay bastante odio a los británicos, por haberles derrotado (En fin, sé que somos odiables). Pero tampoco sé hasta qué punto lo que me dijeron es representativo.
MUCHOS ULTRADERECHISTAS SÓLO LE ECHAN EN CARA A ADOLF HITLER EL HABER PERDIDO LA GUERRA; NO LA MASACRE DE LOS GITANOS, LOS JUDÍOS...
 ¿Para qué sirve eso de la Historia?
¡Para divertir a los historiadores! (ríe). Sé que se dice mucho eso de que “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” pero, la verdad, no lo creo... La Historia escrita, en todas sus variedades, resulta crucial para la civilización, para la educación de la gente. Pero no le veo una función específica. Pienso en mis propios libros y es verdad que hay gente que se me ha acercado en conferencias o ferias y me ha dicho que algunos de ellos les han servido de cara a su experiencia personal. En el caso de El Holocausto español [2011], fue impresionante el número de personas que me confesaron que les había ayudado a entender sus propias tragedias familiares. Recibí cartas y mails diciendo algo que a mí me costaba creer; que el libro había tenido para ellos una función psicológica. Se escribió un artículo que decía que esta obra era la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que el PP no habría permitido. Me parece una exageración pero es verdad que me lo han dicho mucho, así que puede que cierta Historia sí llegue a cumplir esa función.
¿Quizá quien analiza el pasado entiende mejor la información que proporciona el presente? Por ejemplo, leyendo un periódico y pensando en quién lo financia y qué simpatías tiene antes que creerse sin más los titulares...
De entrada, es increíblemente difícil generalizar. ¿Para qué sirve la Historia? ¿La Historia de quién? Hubo un periodo en la universidad española, y desde luego en los colegios, en que se imponía una versión. “Pasó esto, y te lo aprendes de memoria”. Pero en nuestro sistema británico no se da tanta importancia al contenido empírico de un periodo, a los hechos que sucedieron. Existe la idea de que da igual qué época estudies, lo importante son las herramientas intelectuales que aprendas a manejar, ya se hable de Grecia Antigua o de terrorismo árabe. En jerga académica, las “habilidades transferibles” o, en mis propias palabras, un shit detector, un detector de basura. A mis alumnos les hago leer un montón de libros para que aprendan a distinguir entre unos y otros. Se trata de aprender a pensar. Mucho más que conocer los hechos, esa es la verdadera utilidad de la Historia. Autor Óscar Sainz de la Maza /Ainhoa Campos

CTXT contexto y acción

domingo, 10 de julio de 2016

QUE SI, QUE LA COSA VA MUCHO MEJOR


Llueven ofertas de trabajo que incluso te pueden hacer conectar con gente emprendedora, salir de la rutina y divertirse, además de trabajar, lo que pasa es que la gente es muy negativa y así no hay quien saque un país adelante.



camarera guapa, simpática, con mínima experiencia y "buen pecho"

EN EL AÑO 2019 LA COSA NO MEJORA MUCHO

En cultura económica tampoco vamos tan mal, y además no se quiere mentir, se explican las ofertas al detalle..

jueves, 7 de julio de 2016

PIRÁMIDES DE EGIPTO ¿LA GRAN MENTIRA?



Muchas veces (casi siempre) cada vez que vemos un documental o leemos un libro de historia, tomamos dicha información como si fuera un hecho concreto sin cuestionarnos nada al respecto y lo asimilamos como si fuera la verdad absoluta.
La historia oficial nos dice que las pirámides de Egipto fueron hechas por los esclavos mandadas a construir como tumbas para sus faraones (Keops,Kefrén y Micerino)
Se estima que fueron hechas hace unos 5000 años. 

Repasemos como están construidas las pirámides teniendo en cuenta la gran pirámide.

 Está compuesta por 2.300.000 bloques de piedra de 2,5 a 60 toneladas.
60 toneladas…
Sería como mover el peso equivalente a 12 camiones juntos…
Así que, ¿qué es lo que nos dice la historia oficial?
 Que las pirámides fueron construidas por los esclavos en un periodo de 20 años aproximadamente.
Si calculamos la velocidad con la que se debían poner las piedras teniendo en cuenta las 2.300.000 de piedras, mientras trabajaban 10 al día todos los días de la semana, los 365 días del año el resultado da que tenían que poner una piedra sobre otra cada 2 minutos.
Piedras que van de 2,5 a 60 toneladas…
Otro dato interesante de la pirámide es que si la vemos desde su punto mas alto, la punta de la pirámide está desviada 6 milímetros de la base.
6 milímetros de error tras poner 2.300.000 piedras a una altura de casi 150 metros.Ni siquiera nuestros edificios mas “modernos” tienen esa presición, es mas, estamos lejÍsimos de igualar eso.
Dicen los investigadores que las pirámides fueron construidas como tumbas.Cuando descubrieron las pirámides tuvieron que usar dinamita en algunas para entrar porque en ningún lado había entrada.

Al entrar se encontraron con el sarcófago y una losa de varias toneladas encima que lo sellaba, pero cuando lograron sacarla no había ninguna momia dentro.

¿Cual es la explicación que dieron? Profanadores de tumbas.

Así que en teoría, los profanadores entraron (vaya uno a saber como ya que no había entrada), levantaron la losa de varias toneladas (no se sabe como) sacaron todo lo que había dentro, volvieron a poner la losa, y se fueron.No tiene sentido.

Otro dato interesante es que sabemos que los egipcios pintaban jeroglíficos EN TODOS LADOS.



MAS ARTICULO EN RADICAL VIRAL 

DRIVE

jueves, 30 de junio de 2016

¿PPPUCHERAZO?





3584
El PP, contra todo pronóstico, ha crecido en aquellos territorios en que se destaparon sus casos de corrupción desde el 20-D.
Eso de por sí ya es de un surrealismo que hace honor a la larga tradición esperpéntica Valleinclanesca que caracteriza a Ejpaña, tan bien radiografiada por Berlanga en La escopeta nacional, o por Cuerda en Amanece que no es poco. Pero aparte de la esperpéntica infamia, ¿es/ puede ser casualidad?…
Teniendo en cuenta la dinámica de lo que los jueces han declarado oficialmente “asociación delictiva” (sí, en referencia al partido que nos gobierna, y parece que volverá a hacerlo por 4 años más), hay que chuparse el dedo para seguir creyendo que las casualidades existen.
Tengan en cuenta que, incluso aquí en mi tierra (Catalunya), donde el partido impopular es ya patéticamente residual, un señor cuyas maniobras de aparcamiento confía a su ángel de la guarda (así está el tráfico) y que concede medallas honoríficas a estatuas de yeso, ha ganado votos.
Y no sólo eso, un señor que ha sido sorprendido flagrantemente utilizando las instituciones y a la Policía para destruir a rivales políticos, que es un delito muy grave, y por el que sigue impune alegremente, como la mayoría de sus compañeros de merienda de la banda de los golfos apandadores (léase Bárcenas, Rato, Botín, Barberá y demás aforados, que para exponer la lista completa del partido popular me faltaría papel y memoria digital).
Tampoco es casualidad que el “desgobierno” se saltara el concurso público y ejecutara la adjudicación del contrato para el recuento de los votos del 26-J por “procedimiento negociado” – cosa totalmente inusual en este tipo de contratos – adjudicándose las competencias a “Indra”, una empresa diferente a la que hizo el recuento el 20D, que ganó a través de concurso.
Esa misma empresa, “Indra”, fíjense, que está de lleno envuelta en una trama de corrupción (la Púnica) con el mismo partido (vaya por Dios) que supervisa el recuento/escrutinio de las elecciones y que otorgó dicho contrato “a dedo”: el Partido Popular. Todo ello supervisado, acabáramos, por el mismo señor del ángel de la guarda que aparca.
Los resultados de las elecciones no se corresponden en absoluto con ninguna de todas las encuestas: nunca en la historia de la democracia se habían dado semejantes diferencias, todavía sin explicación válida por parte de las empresas que las realizaron, ni amonestación de ningún tipo.
¿Irregularidades a mansalva? ¡Para nada! Casualidad …y ojito, ante todo mucho respeto y talante democrático hacia las urnas, por mancilladas que estén, no vayan a perder la educaçao. Que si no se está usted calladito viene el señor de las medallas a la Virgen , que dicho sea de paso es el mismo del de la Ley Mordaza, y ya se encarga él de que respete usted la voluntad del pueblo, si hace falta investigándole para encontrarle algún muerto en el armario, a usted, a su madre o cualquiera de su parentela, y enviándole a la poli a la puerta de casa.
Me imagino que violar la constitución española repetida e impunemente, utilizar las instituciones gubernamentales para amedrentar, difamar y anular las políticas de oposición, hacer del fraude fiscal la dinámica generalizada de los individuos que delictivamente abusan de la pública administración en su propio beneficio o abocar al suicidio y la desesperación a una ancha parte de la población debe ser una señal de exquisita educaçao. El estupro con traje y corbata no pierde su etiqueta.
Pues oigan, va a ser que no. Va a ser que, aunque muchos empiecen a resignarse a la idea de vivir en un estado delictivo en el que se perpetran golpes de estado a la democracia día sí y día también, yo no voy a transigir. Va a ser que, como ese parsimonioso personaje emboinado de Amanece que no es poco espetó, “me voy a sacar la chorra”.
A la salud de tanto golfo, de tanto borrego y de tanto sinvergüenza.

domingo, 26 de junio de 2016

PORQUÉ VOY A VOTAR A PODEMOS

No me engaño. Sé muy bien qué cosas no va a hacer Unidos Podemos si gana las elecciones: no va a acabar con el capitalismo ni va a abrir las fronteras ni a nacionalizar los bancos ni a sacarnos de la OTAN ni a establecer la República; tampoco va a poder reformar la Constitución, convocar inmediatamente el referéndum para Catalunya, aprobar una renta básica, doblegar a latroika europea; ni siquiera podrá prohibir los toros o limitar demasiado la contaminación atmosférica; y desde luego no va a acabar con la maldad humana ni con los accidentes de tráfico. Aunque algunas de estas cosas me parecen imprescindibles, no voy a votar a Unidos Podemos para que tome medidas que sé que no puede tomar en estos momentos y con la actual relación de fuerzas; pero tampoco voy a dejar de votar a Unidos Podemos porque no vaya a tomarlas; o porque no vaya a tomarlas todas ni siquiera en el caso de una relación de fuerzas más favorable.
Voy a votar a Unidos Podemos porque es el único partido moderado. Los mandamientos son una buena guía de moderación y durante décadas el régimen del 78 los ha violado casi todos. El PP, partido católico que pide el voto a los católicos, no ha dejado ni uno solo sin quebrar en la última legislatura. Lo más radical que se puede hacer con el lenguaje -lo recordaba Kant– es mentir. Lo más radical que se puede hacer con los recursos comunes es robar. Lo más radical que se puede hacer con un ser humano es quitarle su casa y su muleta. Lo más radical que se puede hacer con un país es destruir sus hospitales. Lo más radical que se puede hacer con los principios es pronunciar su nombre en vano. El PP ha mentido, ha robado, ha desahuciado, ha matado en las fronteras y ha pronunciado en vano no sólo el nombre de su propio dios, que no es el mío, sino también los nombres de la Democracia, la Justicia, los Derechos Humanos, el Bien Común y España, que sí son míos. El programa de Unidos Podemos es el menos radical y el más ajustado a la defensa de los nombres comunes. Y el único que puede frenar la radicalidad rampante, política y económica, que se quiere imponer como regla en Europa y en nuestro país.
Voy a votar a Unidos Podemos también porque defiendo la democracia y el Estado de Derecho, la división de poderes, la libertad de expresión y de prensa, la libertad sexual, la igualdad de género, el derecho al voto para todos, el imperio de la ley, el orden frente al mercado, la estabilidad frente a las reformas laborales, la normalidad frente a los recortes, la seguridad frente a los pactos antiterroristas, la belleza frente a la corrupción, el placer frente al poder putero, el realismo frente a la violencia, el pragmatismo frente a la utopía de los ricos, la vida frente al arzobispo, el error y la vacilación frente al tino infame de los mercados financieros.
Voy a votar a Unidos Podemos asimismo por agradecimiento. En agradecimiento por haber conseguido la convergencia de las fuerzas de izquierdas; en agradecimiento por no ser “de izquierdas”; en agradecimiento por haber salvado y traicionado el 15M; en agradecimiento por haber interrumpido el eterno retorno de los vencedores y los vencidos; en agradecimiento por haber desmentido a los cenizos y a los viejos y haber sacado a la luz una generación prodigiosa que, sin el cambio cultural ya producido, se habría dispersado y debilitado en los sumideros del mercado; en agradecimiento por haber resucitado a Julio Anguita, a Manolo Monereo, a la abuela de mi amigo Dani y a mí mismo; y por haber renovado, sin cirugía estética, las caras y las sonrisas de nuestros periodistas, nuestros poetas y nuestros políticos; en agradecimiento por los morreos y los bebés, por las rastas, las coletas y las cursiladas sin cuento; en agradecimiento por la “casta”, por la “patria”, por la “remontada” y hasta por el “núcleo irradiador” y la “cal viva”; en agradecimiento también por las meteduras de pata, que iluminan este nuevo marco inédito en el que equivocarse cuenta; en agradecimiento por dos años de vértigo; en agradecimiento, en definitiva, por haber devuelto la Historia al tiempo.
Voy a votar a Unidos Podemos por moderación, por democracia y por gratitud. Voy a votar a Unidos Podemos, además, con ilusión, a sabiendas de que, como no van a poder hacer -si gobiernan- todo lo que yo quisiera, me desilusionarán. Me desilusionarán seguro y, cuando lo hagan, lo escribiré. Pero ese es el orden: primero ilusionarse, luego desilusionarse. Una persona siempre ilusionada es obscena o doctrinaria; y no querría votar a un partido doctrinario que fabricase chiflados en tripi o fanáticos sin criterio. Habrá que desilusionarse. Pero para desilusionarse primero hay que ilusionarse. Quiero votar ilusionado; bobalicona, ridículamente ilusionado. Una victoria vencerá muy poco pero derrotará tanto que habrá que echar las campanas al vuelo y los sombreros al aire y el núcleo irradiador al viento. Ilusionémonos. No me gustan los ilusos. Pero tampoco me gustan los listillos que se reservan siempre un as negro en la manga, los que se avergüenzan de compartir pasiones y miran la fiesta por la cerradura o los que, conscientes de que acabarán desilusionándose, se ponen ya a cubierto, solemnes y autorizados, del inevitable, oracular y cuñadísimo “ya te lo decía yo”. Respetemos la secuencia. Votemos con ilusión y luego negociemos, razonemos, vigilemos y critiquemos con la cabeza fría y los principios enhiestos.
Votemos el domingo a Unidos Podemos. Votemos por moderación, democracia y gratitud. Votemos a Unidos Podemos con ilusión porque son, de hecho, los únicos que todavía pueden desilusionarnos.
(*) Santiago Alba Rico es filósofo y columnista.
VISTO EN CUARTOPODER

EL ENEMIGO, PODEMOS

Si el PSOE convierte a Podemos en el enemigo…

La táctica del PSOE de atacar a Podemos puede convertirlo en un partido de carácter regional y provocar su desaparición.

 | La Marea | 24 junio 2016
MADRID// La construcción del Estado liberal durante el siglo XIX fue intensamente represiva. Existió una represión que podríamos llamar fundacional. Montar una administración centralizada requirió acabar, muchas veces manu militari, con todos los cuerpos intermedios que formaban la sociedad premoderna. Y concentrar en un solo poder central la producción del derecho, y la coacción para su cumplimiento, obligó a liquidar costumbres, tradiciones y viejas solidaridades. Contemplado en perspectiva, cabe preguntarse si el resultado racionalizador mereció un proceso tan conflictivo y tortuoso, sobre todo porque el fin anhelado de la unificación social parecía no llegar nunca.
Existió después una represión estructural que podríamos llamar operativa. El Estado liberal, no ya para fundarse, sino para funcionar, requería de grandes dosis represivas. Las necesarias para mantener a raya a la parte de población, posiblemente mayoritaria, no identificada con las nuevas instituciones. Se trató, en efecto, de una organización sumamente elitista y excluyente. Bajo la divisa de la “soberanía de la inteligencia” solo podían participar en las instituciones unos cuantos ciudadanos varones y propietarios. En nombre de la “soberanía nacional” se promulgaban unas leyes y se articulaban unas instituciones que respondían solo al interés de una minoría. Las capas populares solo podían contemplar aquel montaje como una agresiva intromisión en su vida y costumbres. No es de extrañar que algunos despreciasen entonces al Estado como un entramado político al servicio de la clase económicamente dominante.
En España, este rasgo general del Estado liberal se agravó aún más por mediar un relato nacional de carácter integrista. En la imaginación de los dirigentes, la nación que prestaba base a ese nuevo Estado era una nación católica, con instituciones naturales, como la monarquía o su confesionalidad, que resultaban intocables. De este modo, otras confesiones y sensibilidades políticas no eran definidas simplemente como adversarios dentro de una esfera pública plural, sino como enemigos de la propia comunidad de vida nacional. Y de aquellos polvos decimonónicos, los lodos que después nos enterraron en el siglo posterior.
Un Estado semejante, donde solo una minoría se sentía con el derecho natural de gobernar, estaba condenado a padecer una crisis permanente y a echar mano constante de la represión para integrar forzadamente a todos los sectores excluidos. El carácter acusadamente cerrado y elitista de la dirigencia española provocó que los sectores alternativos, de republicanos a obreros, de socialistas o ateos a anarquistas o demócratas, construyesen su identidad y se organizasen colectivamente fuera del Estado. Y por eso el Estado liberal español fue siempre un Estado sumamente débil, incapaz de incorporar, seduciendo, a la pluralidad real que atravesaba la sociedad.
No diré que estemos, sin más, volviendo a aquellos tiempos, pero en los presentes volvemos a presenciar la cerrazón de una élite dirigente incapaz de reciclarse, abrirse e incorporar de forma natural a las nuevas sensibilidades políticas. El escándalo mostrado hace unos meses tanto por populares como por socialistas ante la pretensión de Podemos de ocupar puestos claves en la Administración, reveló de modo inconsciente su creencia de que solo ellos están llamados a sentarse en sillones tan principales. Los propios lamentos del PSOEante su desplome en favor de Podemos, señalando que éstos solo aspiran a quedarse con su electorado, muestran una muy discutible patrimonialización de sus votantes tradicionales y una significativa indisposición a someterse a una competencia electoral limpia y democrática. Si la democracia representativa sirve para algo es precisamente para que la ciudadanía pueda destituir a una élite gobernante corrupta e ineficaz, para remplazarla por otra que sea sustantivamente diversa, y no un mero calco.
Lo más elocuente de los ataques propinados a Unidos Podemos por el resto de las formaciones estatales es la proyección psicológica que revelan. No hemos parado de escuchar que este “populismo de izquierdas”, con sus relatos de la casta y el arriba y abajo, “divide la sociedad”, enfrenta entre sí a los colectivos políticos, polariza el debate y termina imposibilitando el entendimiento. Sin embargo, a los únicos que hemos visto hasta ahora rodear con un cordón sanitario a un grupo concreto en razón de su inclinación política, y tratar a sus miembros como apestados sociales, es al resto de los partidos con respecto aUnidos Podemos y sus votantes y simpatizantes. Están dispuestos a todo tipo de pacto, componenda o cesión con tal de que un partido que puede llegar a los siete millones de votantes en las próximas elecciones no toque un solo vértice del poder estatal. Incluso a que no gobierne ninguno de sus tres líderes y dirija el ejecutivo un tecnócrata “independiente”.
Este bloqueo verdaderamente pernicioso en democracia, que ha venido acompañado de una bochornosa campaña mediática sembrando el terror frente a la nueva formación, solo puede desactivarlo el Partido Socialista. Lo que sus élites plenamente oligarquizadas mandan, para el caso de que solo alcancen el tercer puesto, es que se retiren del juego para recomponerse, absteniéndose en la investidura y dando, en consecuencia, el gobierno al Partido Popular. Muy pocos entre los dirigentes, algunos más entre los militantes y muchos de sus votantes aprecian, no obstante, que la salida ideológica y democrática natural ante esa coyuntura sería constituir un gobierno de coalición de signo progresista con un programa negociado.
Pero en el muy probable caso de que así no ocurra, asistiremos a un repliegue institucional de nuestra desgastada dirigencia que, para mantenerse en el presente contexto, va a requerir, de nuevo, grandes dosis de represión. El divorcio entre la sociedad y el Estado se recrudecerá. El desafío presente de aproximar todo lo posible ambos polos, para reparar la brecha abierta tras tantos años de corrupción, se arruinará, y se franqueará el paso a una organización política deslegitimada, todavía más vertical y construida otra vez a espaldas de la efervescente y politizada realidad social.
Si el PSOE no renuncia a su posición de confrontación con Podemos, si no llega a entender que está obligado a entenderse con quien comparte espacio electoral, si no deja de considerarlo su enemigo preferente, no solo se suicidará políticamente hasta convertirse, en las próximas elecciones, en un partido regional de carácter clientelar, sino que arrastrará con él a todo el Estado a una situación de bloqueo, crisis y represión de la que difícilmente podremos reponernos con brevedad.


MENOS CARNE

Que curioso, recuerdo que en el colegio, en la tierna infancia se nos adoctrinaba con una enseñanza de la religión de la cual no podías retraerte,  se trabajaba mucho el catecismo, y, había una de sus preguntas, ¿cuales son los enemigos del hombre?  La respuesta era la siguiente: los enemigos del hombre son tres, el mundo, el demonio y la carne. No había mucho problema pues veíamos un filete de muy tarde en tarde; pero  seguían las explicaciones del cura que nos ponía al corriente qué clase de carne era con la que estábamos jugando. Lo de siempre cuando la religión está por medio, el sexo. 

Aunque vaya usted a saber, como la Iglesia se apunta a un bombardeo cuando a predicciones se refiere,  para los videntes de todo tipo  los  aciertos se convierten en dinero contante y sonante, ya se sabe, a eso  los de la curia tampoco hacen ascos; quizás para la Jerarquía sea lo único que cuenta,  por lo que  puede que oigamos alguno decir que ya lo decían ellos y si pasa, pasa.

Ahora, vamos al momento y hagámonos eco de la noticia y sus razones. 

China planea reducir un 50% su consumo de carne

El Gobierno chino ha diseñado un plan para reducir el consumo de carne a la mitad. La tendencia al alza de su consumo en el país ha llevado al Gobierno a tomar esta medida siguiendo las recomendaciones de la Sociedad China para la Nutrición, el organismo oficial de recomendaciones dietéticas.
La medida del Gobierno chino es la última de una oleada de iniciativas semejantes alrededor del mundo. Impulsados por motivaciones de salud pública y para atenuar el calentamiento global, del que el consumo de carne es factor principal, los gobiernos de otros países también han recomendado reducir el consumo de carne.
Así, las nuevas directrices dietéticas de los gobiernos de Estados Unidos, Suecia, Reino Unido y Holanda proponen una significativa reducción en el excesivo consumo nacional de carne. A esto se suma la medida del Gobierno de Dinamarca de establecer un impuesto a la producción de carne en base a su devastadora huella de carbono.
A nivel mundial, un 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la cría y el consumo de vacas, cerdos, pollos y otros animales de granja. Este porcentaje es mayor que el de toda la industria de transporte mundial junta, coches, aviones y barcos incluidos.
Li Junfeng, director general del Centro de cooperación internacional chino para la estrategia ante el cambio climático señalaba que, «a través de un cambio en nuestro estilo de vida es de esperar que haya una transformación en la ganadería industrial y las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan».
China consume el 28% de la carne a nivel global, incluyendo la mitad de la carne de cerdo. Sin embargo una docena de países se sitúan por delante del país asiático en cuanto a su consumo. Una persona promedio en Estados Unidos o Australia consume el doble de carne que una persona en China.
Según expertos científicos, la reducción a nivel internacional del consumo de carne es un factor necesario y decisivo para alcanzar los objetivos alcanzados en la cumbre de París para detener el calentamiento global.
Fuente:
THE GUARDIAN
CHATHAM HAUSE


lunes, 20 de junio de 2016

CLASES DE RELIGIÓN EN LA ESCUELA PÚBLICA




 18 JUN 2016 - 00:00 CEST

Descubro, con perplejidad, que el próximo curso en segundo de bachillerato la asignatura de Religión (dos horas a la semana) será evaluable; contará para la media. Es una materia a la que se apuntarán la mayoría de los alumnos, casi todos no creyentes. Es decir, mientras en un aula se impartirá educación para la ciudadanía, en otra se estará hablando de Dios, y lo que es peor: en un centro público. Además, la filosofía ha quedado relegada. Parece mentira, pero estamos en 2016.— Daniel J. Morillo Romera. Zahara de los Atunes (Cádiz).