Tú también eres franquismo sociológico
por Emilio Silva
(...) En ese relato edulcorado de la transición, en esa embellecida
visión de la generosidad de los fascistas patrios y su extensa red de
beneficiado colaboracionismo, durante años se ha llamado franquismo sociológico
a una especie de grupo humano retrógrado, anclado al pasado, un reducto
envejecido de franquistas que sostiene fielmente al Partido Popular y añora la
mano dura del dictador para guiar a un pueblo que no ha dejado de necesitar un
Caudillo.
Pero el franquismo sociológico es mucho más extenso, arraigado y
dañino. La transición fue una enorme puerta giratoria por la que transitó una
numerosa clase social que ha gestionado este país desde la muerte de Franco
hasta hoy. El franquismo sociológico es la enseñanza concertada aprobada por
Felipe González para que la iglesia católica pueda seguir adoctrinando
ciudadanos con fondos públicos; es que en los kioskos no haya ningún periódico
que defienda en su línea editorial el déficit público o el juicio y castigo a
los represores de la dictadura; es que las universidades mantengan un sistema
feudal de selección del profesorado que las hace reproductivas e improductivas;
es que tengamos una tasa de paro juvenil del 50% y eso no tenga como
consecuencia ningún conflicto político ni social (recordemos la manida frase del
dictador: “Haga como yo, no se meta en política”); es que desde hace más de 80
años no hayamos podido elegir a nuestro jefe de Estado; que hayamos tenido una
clase cultural e intelectual bastante complaciente, a cambio de comer durante
años canapés del Ministerio de Cultura, ser jóvenes académicos y no salirnos de
los márgenes del grupo Prisa; es que todavía haya 114.226 hombres y mujeres
desaparecidos y desaparecidas por los pistoleros fascistas de Falange y que el
Estado no se haya responsabilizado todavía de su búsqueda; es una izquierda
institucional que ha sido incapaz de construir modos de vida relativamente
alternativos, y que participó de la visión radical de la insumisión o la
ocupación; es que en los vertederos del país se hayan incinerado millones de
revoluciones escritas en servilletas de bar, que se quedaron en gurruños de papel barridos al anochecer; es la doble moral de lo
que uno dice y lo que uno hace, vidas pecaminosas de católicos y vidas
capitalistas de izquierdistas; es que la hija de Franco utilizara un
pasaporte diplomático hasta 1986 y que le fuera retirado por la entrada en la
Unión Europea pero no por el Gobierno español; (...)
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