La
política ha servido para mediar y medrar entre empresarios necesitados de
contrato, facilitando adjudicaciones, licencias, recalificaciones, favores,
fusiones, tando dentro como fuera del país
Este
capitalismo español concentrado ha ayudado a que los partidos y sus líderes se
sitúen en una posición privilegiada dentro del poder económico
Rubén
Juste de Ancos (Ctxt)Actualizada
02/03/2016 a las 21:42
Vicente Aleixandre nos advertía: “No confundáis sus plumas, sus alisadas
plumas, con el torso de una paloma. No penséis en el pujante acero del águila.
Por el cielo las garras poderosas detienen el sol”.
Hoy se acercan viejos fantasmas
restauradores,maquilladores de la élite
dirigente en diferentes periodos de la historia de España, aún activos gracias
a los partidos emergentes y su necesidad de acercarse a su par ideológico. El empate técnico que dibujó el 20D y
la consiguiente necesidad de generar alianzas ha hecho que todos participen en
un juego de limpieza semántica del otro, de redefinición de los límites amigo-enemigo,
reemplazando la crítica estructural del adversario (como expresión de unos
intereses, como partido de clase, definido por una trayectoria histórica), por
categorías líquidas político-partidarias (los partidos son sus líderes y sus
votantes y, por tanto, susceptibles de cambios).
Esto refleja el predominio de una forma cinematográfica y épica de leer las
negociaciones y sus aristas (Pablo el villano, Pedro el inocente, Rajoy el
inconsciente), propia de series como Juego de tronos o House
of cards. Como consecuencia, el conflicto político queda circunscrito a una pugna parlamentaria entre líderes, evitando ver su
origen más allá de esta.
LEER ENTERO: GRACIAS INFOLIBRE
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