miércoles, 11 de febrero de 2015

LOS CIMIENTOS DE LA CORRUPCIÓN ESPAÑOLA



DESENMASCARANDO LA CORRUPCIÓN
 
La Gran Perversión
La corrupción sostiene todo el discurso de la confusión, de la mediocridad y del desfalco. Y sin que importe lo más mínimo el bien social centra su objetivo en proteger el egoísmo más ruin.
Detrás de la corrupción política hay una especie de ética corporativa, construida para guarecerse de la sociedad a modo de fortificación impenetrable. Todas las instituciones, partidos, organizaciones y ciudadanos que necesitan justificar su deplorable actividad se yerguen autoproclamándose valedores de una ideología alejada de todo mal.


Y diseñada la  trampa llega siempre la sorprendente explicación. Esa respuesta “pedagógica” que les exime de todos sus pecados. Ellos lo saben. La monarquía, los diputados, la policía, los ministros…; es igual. No reparan ni en tiempo ni en gastos para defender sus actos y su posición, y tan siquiera se plantean la distancia que les separa del resto de la población. Se hacen fuertes precisamente así,  alejándose de la arena y sentándose en los púlpitos que conforman los espacios de la dominación.
Un claro ejemplo lo representan decenas de imputados, capaces de coger asiento en el tribunal cuan héroes de un extraño fenómeno paranormal. El enorme distanciamiento que se imponen les otorga la necesaria seguridad, y solo la prepotencia les salva de poder mirar de frente el mundo real. Es así como se convierten en jueces y manifestan sin complejos sus criterios y sus modos de actuar. Asoman desde sus privilegiados miradores para dictar sentencia, y les apasiona observar… cómo su poder obstruye el camino a los demás.
Sin ese poder no podrían abastecerse del orgullo que se necesita para presentarse en público libres de toda timidez y vergüenza. Su estatus requiere primeramente consciencia y, posteriormente, fuerza, mucha fuerza, para avanzar con todo el peso que a sus espaldas habrán de llevar.
Estamos ante un conjunto de maniobras bien pensadas, que como dardos envenenados nos atraviesan. Son parte del engaño. En nuestras vidas también participamos de trucos y señuelos, pero aún estamos lejos de tanta codicia, daño y menosprecio.
 
Ahí radica uno de los mayores males que se ha instalado entre nuestros gobernantes y representantes, en el absoluto menosprecio con que nos tratan,  reflejada perfectamente en pantallas de plasma y en tarjetas de negro recorrido.
Esta puesta en escena no sería posible sin la participación de una ignorancia de latifundio, que conlleva la ausencia total de crítica y reflexión. Un hecho social que se esconde en la cicatería personal y que es fruto de una falta de educación que obstruye el camino de toda construcción en plural.
Tanta impunidad solo puede mostrarse dentro de los parámetros de una decadente moral, de arrogante incultura y con la inestimable protección de muchos lobbys de salón.
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http://iniciativadebate.org/2015/02/10/desenmascarando-la-corrupcion/
 
 
 
 
 

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