miércoles, 21 de junio de 2006

Brotes de intolerancia

En España están abiertas cuestiones que tienen que ver con pasiones más que con razones.

ESAS SEÑORAS manifiestamente irritadas que, durante la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo con el apoyo del PP, increpan a gritos al alcalde de Madrid, ¿por qué están tan fuera de sí? El enojo a que dan rienda suelta por sus bocas de par en par abiertas contrasta visiblemente con el semblante más bien tranquilo, casi risueño, de que hacen gala la mayor parte de los caballeros en la misma escena, lo que evidentemente quiere decir que el alcalde de Madrid no había proferido palabras susceptibles de provocar tamaña reacción a su presencia.

Pocos días antes de este alboroto, un buen puñado de correligionarios del mismo alcalde increpado trataron de impedir -a base de insultos, pateos y la habitual sarta de zafiedades que el diputado Pujalte luce en la pechera como mayor timbre de gloria- que el ministro de Defensa hablara en el Congreso. No iba el ministro en plan pendenciero ni había metido a nadie el dedo en el ojo: sencillamente trataba de plantear ante los diputados el caso del envío de tropas españolas en misión de paz a Afganistán. Pues, nada, no le dejaron hablar.

Son dos de la larga serie de incidentes en los que un grupo de gentes airadas muestra con gritos y empujones su voluntad de no soportar la presencia de alguien que piensa distinto, insultándole y profiriendo injurias, chillando y abucheando: todo, con tal de no dejarle hablar. No ocurre sólo en Madrid; en Cataluña, jóvenes nacionalistas están convirtiendo lo que entendemos como escena pública en ámbito de exclusión y la conversación en insulto, mientras el debate degenera en griterío.

Hace años, cuando se trataba de establecer un sistema democrático en España, no faltaron voces que avisaran sobre lo que Pedro Laín llamaba habitual disposición anímica, consciente y subconsciente, deliberada y visceral, de los españoles, que consistiría en creer y pensar que sólo con la eliminación del adversario o del discrepante, bien por la muerte, bien por el silencio, sería posible una vida ciudadana aceptable y eficaz. El proceso mismo de transición mostró, sin embargo, que las teorías psicológicas sobre el carácter de los pueblos hacían agua por sus cuatro costados; que gentes con fama de intolerantes y fanáticas podían entenderse hablando y llegar a acuerdos negociando.

Hablar, negociar, fueron las grandes conquistas de la transición sobre el ruido procedente de todo tipo de gentes armadas y dispuestas a apretar el gatillo. ¿Por qué, entonces, estos rebrotes de intolerancia, este deterioro rampante de una cultura cívica que creíamos bien arraigada en nuestras costumbres políticas? Tal vez porque en España permanecen abiertas cuestiones que tienen que ver con valores inmateriales e intangibles, con creencias y símbolos, con identidades y sentimientos de pertenencia, con pasiones más que con razones. Durante largo tiempo, la construcción de un sistema democrático dejó como en penumbra algunas de estas cuestiones. Pero ahora, con la democracia consolidada, y las reivindicaciones nacionalistas o seudonacionalistas al alza, han estallado todas a la vez en un proceso difícilmente comprensible que extiende la inquietud en amplios sectores de la sociedad española.

La respuesta a esa inquietud por parte de la derecha, tras algunas vacilaciones, ya sabemos cuál es: echarse al monte en una deriva ultra, arrastrada por algún que otro legionario de Cristo y azuzada por la cadena de radio de los señores obispos y otros pescadores en río revuelto, entre los cuales un poderoso núcleo ultramontano espera obtener réditos en euros contantes y sonantes. Pero esta lamentable respuesta no debería despistar al Gobierno sobre las razones de aquella inquietud; menospreciarla, o actuar como si todo el monte fuera orégano, equivaldría a abandonar a una parte de la opinión en manos de manipuladores populistas, para los que da igual ETA que terroristas islámicos con tal de tener un motivo de agitación que permita elevar el grado de intolerancia.

Todo lo que la Constitución del 78 no cerró y previsiblemente tampoco se cerrará ahora, en plena puja por decidir qué realidad es más nacional que la vecina, requiere para su manejo un acuerdo de fondo entre los dos partidos de ámbito estatal. Quienes, entre un creciente griterío, están dinamitando los puentes que permiten reconocernos, aun en la distancia y en la discrepancia, como conciudadanos de un mismo Estado están invirtiendo en futuro: un futuro de enfrentamiento y de lo que en otros tiempos se llamaba guerra civil de palabras. Y ya llevamos recorrido mucho camino en esa dirección como para que no suenen en Génova y en Moncloa todos los timbres de alarma.

Santos Juliá. El País 18-6-06

domingo, 12 de marzo de 2006

Toga y sotana

Un juez aconseja a un matrimonio separado que acuda a la Iglesia.

Un magistrado de la Audiencia de Cantabria, Esteban Campelo Iglesias, resolvió una apelación presentada por una mujer, Concepción C. L., contra una sentencia de un juzgado de Torrelavega que la condenó a sesenta días de multa por insultar a la nueva pareja de su marido, darle una bofetada y tirarla del pelo. El juez confirma la condena y dedica dos folios a dar a la mujer y a su todavía marido consejos, entre ellos acudir a la Iglesia católica para reconciliarse. La Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC) ha elevado a la Comisión Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sus actuaciones. En el País.

Para el que quiera leer literalmente el fundamento de derecho de la sentencia al cual se refieren en el artículo, es el siguiente:

TERCERO : Lo dicho hasta aquí se ha hecho por este Magistrado como profesional encargado de administrar justicia. Más la respuesta dada en poco puede incidir y cambiar la situación de las personas intervinientes. Dando por supuesto su consentimiento o al menos la no oposición, permitan, Ismael y Concepción, verdaderos protagonistas del litigio, que les añada una nueva consideración que les pueda servir para su situación real y existencial como personas, unidas en matrimonio.

Hay que partir, como premisa fundamental de que se admita la existencia de Dios, que ha creado el hombre/mujer para ser señor de toda la creación y llamado a compartir su misma vida. También admitir la existencia del Maligno, que se rebeló contra Dios y que se constituye en el principal enemigo del hombre, al intentar romper ese lazo de amor que está llamado a compartir.
La situación vuestra Ismael y Concepción es la de toda criatura, que está iluminada por la Escritura. Dice en efecto el Génesis (capitulo 2 y 3) "y Dios impuso al hombre este mandamiento: de cualquier árbol del jardín puedes comer, más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás so pena de muerte".

"La serpiente que era el más astuto de todos los animales dijo a la mujer: ¿cómo es que Dios os ha dicho no comáis de ninguno de los árboles del Jardín? Respondió la mujer a la serpiente: podemos comer del fruto de los árboles del jardín más del árbol de la ciencia del bien y del mal que está en medio del jardín, ha dicho Dios: "no comáis de él que el día que comiereis moriréis sin remedio."

Este mandato está dirigido a todo hombre/mujer y por tanto también estaba destinado a Ti Ismael esposo de Concepción. Compartías la vida con tu mujer, tenías una hija, tenías salud y es de suponer que disfrutabas de las condiciones necesarios para vivir una vida normal de agradecimiento a Dios. Sin embargo apareció en tu vida una mujer mucho más joven que tu esposa, y que tu suponías podía hacerte más feliz. Apareció también el maligno y te dijo ¿Cómo es que Dios te prohibe comer de ese árbol? Come y serás como Dios conocedor del bien y del mal.

Y tu, como Adán y no obstante ser consciente de los muchos árboles de tu vida que puedes disfrutar viendo que ese fruto prohibido era apetecible a la vista y bueno para lograr sabiduría, entendida como lo socialmente correcto, te eregiste en decisor de lo que es bueno y malo y comiste del árbol.

Y como con Adán y Eva, surgió el infierno en vuestro matrimonio y vuestra familia generando la separación y la huida, y los problemas que sólo vosotros conocéis. Pero ante esta situación de sufrimiento y de esclavitud es posible la reconciliación. Y digo situación de esclavitud porque todo tiene su base en que has creído que Dios no es amor porque te ha prohibido un fruto apreciable a la vista y alabado socialmente. Y afirmar que Dios no es amor es afirmar que Dios no existe, y entonces se ponen todas las esperanzas en esta vida temporal, y como esta vida, la tienes sólo dentro de unos limites, quieres a toda costa bebería en su integridad, rechazando todo lo que te lleve o suponga la muerte; y como tu mujer, a una determinada edad, supones tu, ya no me puede dar, en sexo, afectividad o carácter, la vida que yo anhelo, pues me voy a beber de otra fuente que estimas, menos gastada.

Os digo que la verdadera justicia para vuestro matrimonio está en la reconciliación ¿por qué? Porque Jesucristo, cogiendo las debilidades y rebeldías de todos murió por ellas y las destruyó, pagando el precio de nuestros pecados y a cambio, resucitado por el Espíritu nos regaló la vida eterna y dejó en la Iglesias ese espíritu vencedor de todo tipo de muerte.

De forma que ahora es posible no comer de esos frutos que Dios conocedor del bien y del mal, señala como prohibidos, porque nos conducen a la muerte. Y es posible porque se tiene la esperanza en una vida eterna y por tanto, que nadie la puede quitar. Es cuestión de que, Ismael y Concepción, pongáis en medio de vuestras vidas el Espíritu de Jesucristo Resucitado, capaz de llenar el anhelo de vida que tiene vuestro corazón. Y por eso tenéis que acudir a quien dispone de esa fuerza salvadora que es la Iglesia Católica, diciendo a sus Ministros que queréis participar y comer de ese fruto, que, es posible que se encuentre dormido, pero que, SOY TESTIGO, es real y que os digan el camino de iniciación para poder experimentar ese Espíritu que es vencedor de toda situación de muerte.

Perdonadme esta disquisición, que os ofrezco a vuestra libertad, y que entiendo como algo bueno y la mejor justicia que como Magistrado que aspira a ser cristiano pretende dispensaros.

domingo, 5 de febrero de 2006

Con uve minúscula

Ventura&Coromina

En aquel bistrot cerca de Montparnasse fumaba todo el mundo, hasta la cajera. Un escándalo. El camarero que me sirvió mi Sancerre lo comentó con guasa: "¡Fume, hombre! ¿Usted no fuma? Ya, claro, en España no dejan fumar en los bares. Y he oído que dentro de poco no dejarán tampoco beber alcohol. Luego no se podrá...". Le interrumpí con un gruñido poco amistoso, suavizado por un trago del conciliador Sancerre: "Ça suffit! Mire, vengo de ver la exposición sobre la melancolía en el Grand Palais y no quiero morir de sobredosis". El irónico se encogió de hombros, pasó un paño por el mostrador con una sonrisita de superioridad y me dejó tranquilo.
La primera definición conocida de la melancolía se encuentra en los Aforismos de Hipócrates: "Si el temor y la tristeza duran mucho, tal estado es melancólico". En realidad, la más evidente experiencia melancólica que proporciona la curiosa exposición organizada por Jean Clair es su propio éxito de público: nada fomenta más la combinación de temor y tristeza que verse encerrado durante un par de horas en un espacio reducido con un número demasiado alto de contemporáneos. En cuanto a la muestra en sí, poco se saca en claro salvo que apoyar la cabeza en la mano es una señal externa de acedía desde hace por lo menos veinticinco siglos. Mala fama que tienen los pensativos... Quizá la literatura y sin duda la música se prestan más a representar ese estado dulcemente negro de ánimo que la imagen, salvo en el caso de puntuales obras maestras como algún cuadro de Kaspar Friedrich o el admirable New York Movie de Edward Hopper. Y Goya, por supuesto. Su famoso retrato de Jovellanos, exhibido en el Grand Palais, aporta un suplemento de melancolía "sólo para españoles", puesto que se trata de nuestro mayor ilustrado... ¡Y no imagino efigies de Voltaire o Diderot como prototipos de este estado de ánimo! Que la ilustración local padezca tal agobio de temor y tristeza debe ser una especialidad española, como el gazpacho. Es lástima también que no haya lugar para películas en la exposición: ¿hay mejor manifiesto melancólico que Fresas salvajes, el film de Bergman escogido por Garci para concluir su benemérito programa cinematográfico en TVE?

Un punto interesante son los remedios para paliar la melancolía. La exposición presenta uno de ellos, la música (¡David tocando frente a Saúl!), que es un antídoto ambiguo porque a veces actúa como acicate (el cuadro de la joven escuchando tocar Schumann). Después debemos considerar, por supuesto, al vino. En su estudio clásico sobre el tema, Burton cita la opinión de Rhazés, para quien el vino es el mejor tratamiento de esa dolencia: "Quien puede encontrar compañía para beber ya no tiene necesidad de otros medicamentos". Omar Jayán opinaba lo mismo y Avicena, en su Canon de la medicina, recomienda a quienes se ven turbados por la melancolía no sólo beber, sino emborracharse francamente de vez en cuando. Ya no es fácil encontrar médicos tan sabios. También el austero Séneca da igual consejo a un corresponsal tristón, e incluso habla de "sobria ebrietas", lo cual hoy suena casi subversivo. En la exposición del Grand Palais no encontré ninguna imagen de fumador y, sin embargo, el humo del tabaco (por no hablar de sus hermanos mayores, el opio y el cáñamo) constituye un fármaco reputado contra la acedía. En la pintura holandesa del Siglo de Oro -la de Pieter Codde, por ejemplo- es frecuente el fumador de pipa con la cabeza apoyada en la mano y los ojos perdidos en el infinito, según mandan los cánones..., o al menos fijos en una moza que trajina en el fogón. A nosotros fue Sarita Montiel quien nos enseñó a fumar para no consumir demasiado deprisa la vida..., porque eso es la melancolía, la vida que vemos consumirse. Claro que era difícil encontrar fumadores en esta muestra, puesto que en el catálogo de la dedicada a Sartre le borraron el eterno cigarrillo de la mano.
En España, para combatir la melancolía, pronto sólo tendremos los programas humorísticos de televisión -tan abundantes y divertidos, ellos- o el Prozac. Es lo más sano y lo más moderno. A mí la prohibición de fumar en los lugares de trabajo no me afecta demasiado porque hace tiempo que tomé la precaución de trabajar en casa y, además, me parece muy bien evitar molestias a los no fumadores con quienes convivo, pero estoy en contra de las mentiras truculentas: no es cierto que fumar mate, aunque seguramente fumar mucho es perjudicial para la salud (tampoco creo que los huevos con bacon maten, aunque tomarlos para desayunar, comer y cenar no beneficia al hígado) y desde luego deba haber habido tantos muertos entre los fumadores pasivos como entre quienes padecen la estridencia del tocadiscos de su desconsiderado vecino. Pero en cualquier caso, más allá del perjuicio a terceros, no sé por qué el Gobierno debe inmiscuirse en la regulación de los vicios. Salvo que comparta la opinión del líder de la revolución iraní, que acaba de declarar que "los derechos humanos desembocan en la inmoralidad". En las actuales normativas contra los fumadores, sin embargo, coincidirán siempre las izquierdas y las derechas. Los gobiernos de izquierda hablan del enorme gasto público que causan los damnificados por el abuso del tabaco. Oyéndoles, parece que el dinero del Estado debe ser guardado para usos mejores que la satisfacción de los ciudadanos, caprichosos como son. Y eso que con el pago de impuestos sobre el tabaco, los fumadores costeamos buena parte de la sanidad pública... La derecha, por su parte, no puede negarse a prohibir una fuente de placer, sobre todo cuando es un placer popular y al alcance de todos. ¡Si al menos se tratase de un gozo exquisito y minoritario, como tomar caviar o poseer un yate! Su única duda estriba en si esta nueva inquisición perjudicará la marcha de ciertos negocios...

Animosa, la ministra de Sanidad dice que se están planteando una ley semejante, pero contra el alcohol. Lo único que les retrasa de momento es que aún no han completado los adecuados estudios científicos sobre los perjuicios de esa droga para el ser humano. Es difícil imaginar qué semejanza puede haber entre la ley antifumadores y la antibebedores, salvo que se admita la existencia de bebedores pasivos que acaban cirróticos sólo con ver trasegar a sus vecinos. Pero seguro que ya hay alguna estadística de la OMS que apoya este criterio. En lo tocante a los efectos nocivos del alcohol, ahí sí que puedo ser de alguna utilidad a la ministra, porque desde hace años realizo frecuentes experimentos no carentes de riesgo personal con esa sustancia. Es decir, no propiamente con alcohol -que nunca lo he probado más que en usos externos-, sino con vinos y licores. Me pongo a su disposición para lo que mande. En cualquier caso, lo primero que resulta obvio es que no debe ser un veneno muy patente porque nunca se ha prohibido ingerir sustancias venenosas: no hay leyes contra beber lejía o ácido prúsico, sin ir más lejos. O sea, que sólo se puede decretar que es indeseable lo que muchos desean, no lo que no quiere nadie. De nuevo se perseguirá el uso en nombre del abuso, como en el caso del tabaco. Por cierto, ya que estamos hablando de lo mucho que mata la droga, aprovecho para felicitar al Dr. Albert Hoffman por sus primeros cien años bien llevados... Pero resulta chocante que en estos casos los partidarios del respeto a las diferencias culturales se tomen un respiro: ¿o acaso no hay una cultura del tabaco y una cultura del vino? Aquí se acabaron las contemplaciones multiculturales, por lo visto. La civilización de la salud no hace alianzas, sólo prisioneros o esclavos...
Lo peor de todo, a mi vicioso entender, es el airecillo virtuoso que rodea la proclamación ufana de estas medidas. Tal como señaló Chesterton: "Si hay algo peor que el debilitamiento moderno de los grandes principios morales es el reforzamiento de los pequeños principios morales". En efecto, nuestra sociedad se va haciendo cada vez más virtuosa, pero con una uve cada vez más minúscula. También en francés existe la expresión "petite vertu", aunque se emplea para designar amables comportamientos de damas deliciosas: nada que ver, claro, con nuestras ministras. Y de este modo, sin remedio, regreso a la melancolía...

Fernando Sabater. en el País.

lunes, 9 de enero de 2006

La intromisión que no para

"En estas fechas ha entrado en vigor la dictatorial ley antitabaco"

Parece que en los actuales tiempos no existe Gobierno, casi ni Estado, sin tendencias totalitarias. Da lo mismo que sea de derechas, centro o izquierdas, que tenga mayoría absoluta o pelada, que sea americano, europeo, africano o asiático, que haya alcanzado el poder en las urnas o mediante un golpe. La idea antigua de que sólo las dictaduras eran totalitarias resulta ingenua, porque el totalitarismo consiste, sobre todo, en la intromisión de los Gobiernos en todas las esferas de la sociedad, en el afán de regularlo, controlarlo e intervenir en todo, de condicionar la vida de los ciudadanos e influir en ella, en no dejarles apenas márgenes de libertad y decirles cómo han de comportarse y organizarse, no sólo en lo público y común, sino asimismo en lo personal y privado.

Y de la misma manera que se va perdiendo la creencia de que las diferencias entre particulares puedan dirimirse sin recurrir a un juez, y así los países se llenan de denuncias y pleitos, también se está perdiendo una noción importantísima para las sociedades libres, a saber: que no todo tiene que estar regulado y supervisado por instancias superiores; que el Estado no tiene derecho a opinar de todo y menos aún a dictar normas para cualquier actividad, iniciativa o costumbre. Y al perderse esa noción se le cede todo el campo al Gobierno de turno (lo que todo Gobierno desea), con la consiguiente renuncia de los individuos a sus criterios, su participación y su autonomía. Un suicidio.

En estas fechas ha entrado en vigor la –esta sí– dictatorial ley antitabaco, con la Ministra Salgado permitiéndose tratar a los ciudadanos como a menores de edad, al decir a los fumadores, entre otras cosas abusivas, que acabarán agradeciéndole que les prohíba fumar en tantos sitios. Con declaraciones así, esa señora se está metiendo simplemente donde no la llaman. A continuación, el Parlamento de Cataluña crea un Consejo Audiovisual político (lo es, si lo elige la propia Cámara catalana), con atribuciones para sancionar y multar a emisoras de televisión y radio, y aun para cerrarlas temporalmente y conceder o negar nuevas licencias. Y acto seguido se anuncia que también el Gobierno central tendrá su nefasto equivalente, un Consejo Estatal de los Medios Audiovisuales, que considerará “faltas muy graves” cosas tan imprecisas y vagas –es decir, tan aplicables a todo, según los intereses– como la “vulneración del pluralismo” o, aún más ridículo si cabe, la de “los principios de objetividad y veracidad” de las informaciones. Como si toda información pudiera o debiera ser objetiva y la veracidad no fuera por fuerza, casi siempre, debatible y subjetiva. Por mencionar un solo ejemplo reciente, yo no creo que deba darse “objetivamente” la noticia de que tres señoritingos barceloneses han quemado viva a una indigente por capricho, sino que han de hacerse bien explícitos el desprecio y la condena de una acción tan repugnante. He leído ya más de un artículo en contra de estos Consejos, a los que se calificaba de “peligrosos”. Para mi gusto, se quedaban cortos: no es que sean peligrosos por lo que puedan hacer en el futuro y cómo puedan ser manejados. Es que son, en sí y por principio, directamente intolerables.


Pero la tendencia totalitaria no se detiene aquí, porque no se detiene nunca por sí sola, y ahora veo atónito que, con pretextos varios, el Gobierno y el Congreso (como en lo del fumar, con el insólito acuerdo de todos los partidos) pretenden modificar los horarios de la población española, esto es, sus hábitos y su utilización del tiempo. He visto en la pantalla a un tal Ignacio Buqueras, Presidente de la Comisión Nacional de Horarios, hecho un energúmeno y permitiéndose regañarnos por las horas en que almorzamos, cenamos, vemos la televisión o nos acostamos. Pero, ¿esto qué es?, me pregunté al contemplar al impertinente, y luego he tenido la inquietante sensación de ser de los pocos que se lo han preguntado, tan lamentablemente extendida está ya esa creencia de que los gobernantes pueden entrometerse en todo. Ese señor Buqueras es, además, un auténtico simple, por decirlo suave: al defender su propuesta de adelantar los horarios españoles de todo, ha declarado que “Así tendríamos mejor calidad de vida y los ciudadanos dejarían de estar tensos y angustiados”. No me diga. Según Buqueras, los españoles sólo están tensos y angustiados por hacer una larga pausa para el almuerzo e irse tarde a la cama. Y el Gobierno permite que semejante razonador lo represente en algo, tenga un cargo y cobre del erario. ¿No hay más motivos de tensión y angustia? ¿Y cómo sabe Buqueras si la gente no estaría aún peor con sus horarios? El atrevimiento y la simplonería de los llamados “expertos” –en casi cualquier asunto– resultan deprimentes y a menudo insultantes. Si el Gobierno no quiere ser totalitario, haría bien en no meterse donde no lo llaman, en no opinar más de lo justo, en no entrometerse en nuestras vidas y costumbres, en administrar lo que le prestamos y en dejarnos en paz con sus vigilancias, imposiciones y manipulaciones. No se olvide que durante cuarenta años, no muy lejanos, ya fuimos tratados por los poderes como menores de edad y como vasallos. Ya basta.

JAVIER MARÍAS. EL PAIS SEMANAL - 08-01-2006

El duende de los extravíos

martes, 20 de diciembre de 2005

El superviviente


Las más difíciles historias de amor son las historias de amor conyugal. Es muy fácil vivir una relación amorosa inolvidable si esa historia dura poco y transcurre en algún país lejano, sin testigos incómodos ni paisajes rutinarios que la ensucien. Es muy fácil una historia de amor en una habitación de hotel de una ciudad que apenas conocemos. Pero lo endiablado, lo casi imposible, es vivir una larga historia de amor que esté sometida al tedio de la vida familiar y que transcurra siempre entre las mismas paredes, una historia de amor que tenga que sobrevivir al lento deterioro de la convivencia diaria, una historia de amor que perdure entre las peleas de los niños y las facturas que nadie sabe muy bien cómo se van a pagar. Y más difícil aún es que esa historia de amor resista la muerte del primer hijo cuando éste sólo tenía tres años. Si ocurre algo así, nadie suele aceptar que le ha tocado sufrir la peor desgracia que nos puede suceder. Los sucesos trágicos que tienen culpables, o cuando menos un lejano responsable, parecen obedecer a una causa lógica y no a un simple capricho cruel de la fatalidad, y por eso nos tranquiliza o como mínimo nos consuela buscar a ese culpable. En cambio, los sucesos trágicos que no tienen un culpable aparente nos dejan sumidos en una furiosa desesperación. Eso explica que cada uno de los miembros de una pareja, destrozado por el dolor de la muerte de un hijo, empiece a culpar al otro de haber posibilitado de alguna manera aquella muerte. Por supuesto que es una reacción absurda e irracional, pero también comprensible.
El filósofo Julián Marías enviudó en 1977 y desde entonces se consideró un superviviente. Siempre decía que la pérdida de su mujer, Dolores Franco, fue lo peor que le había pasado, y eso que muchos años antes había tenido que sufrir la pérdida de su hijo mayor, Julianín, y mucho antes aún había sido encarcelado por haber defendido a la República durante la guerra civil, lo que le supuso la prohibición permanente de enseñar en la Universidad. A todas estas cosas se sobrepuso Julián Marías con dignidad, con humor y con coraje. Pero la pérdida de su mujer fue algo de lo que no se recuperó jamás. Desde entonces siguió escribiendo sus libros que demostraban que era el último representante de la mejor tradición liberal que ha habido en España. Siguió escribiendo sus magníficas crónicas de cine. Siguió leyendo sus amadas novelas de Simenon. Siguió rezando a solas, que acaso sea la única manera posible de rezar. Siguió escribiendo sus "terceras" de Abc. Siguió conversando con sus amigos. Pero seguía echando de menos a su mujer. Y la historia de amor continuó hasta ayer, cuando murió a los 91 años.
Los verdaderos liberales como Julián Marías son incómodos. No se alinean con ninguna corriente dominante. No son sectarios. No son dogmáticos. Critican por igual a unos y a otros. Y saben que en las opciones de los demás, por opuestas que sean, siempre hay una parte de razón. Durante toda su vida, Julián Marías fue fiel a sus ideas. Y su historia de amor con el pensamiento fue tan larga y tan fructífera –y por qué no decirlo, tan asombrosa– como lo fue su historia de amor conyugal. Eduardo jordá

domingo, 11 de diciembre de 2005

Humo y libertinaje

Apenas faltan tres semanas para que los fumadores, por el peso de la ley, pasen a ser delincuentes sociales en España. En las Naciones Unidas ya no admiten a trabajadores que fumen; imagino que consideran que los fumadores son seres incapacitados, dependientes de un innombrable vicio, gentes sospechosas de moralidad dudosa. En los países obsesionados con la salud y que han entronizado el culto al cuerpo, fumar se ha convertido en un factor discriminatorio mayor que el que puede ofrecer la religión. Habrá incluso quien prefiera como compañero de trabajo a un no fumador corrupto que a un licenciado con idiomas que fume. Un fumador aporta gran peligro: es un terrorista de la salud y un suicida -cuando no asesino- en potencia.
Ésta es la cuestión: lo socialmente correcto será hacerle la vida imposible a quien se atreva a fumar. Por su propio bien habrá que boicotearlos, ningunearlos, marginarlos hasta expulsarlos de la comunidad como quien se sacude las pulgas o los mosquitos. Todo va a estar permitido para que los fumadores vayan por el camino del bien: se les sacará de las oficinas, los bares y restaurantes, y se les relegará a la calle. Allí serán mirados como apestados y parias hasta que también se les eche de la calle. Ningún derecho asistirá al que persista en fumar desde el 1 de enero. Cualquier ciudadano podrá -¿deberá?- delatarles, marginarles, hasta que reconozcan su gran pecado contra la salud, la vida y el "todos a una, Fuenteovejuna".
Ante tal panorama, nada más normal que los fumadores sepan que tienen los días contados y eso, incluso, les alegre el porvenir: ¡por fin dejarán de fumar! Y ésta sería la moraleja de la historia: nada mejor que una prohibición universal para enderezar a los irresponsables individualistas. He aquí la tremenda fuerza de la sociedad a través de las leyes actuales: hacer que ciertas libertades mal entendidas, como fumar, sean reconocidas como puro libertinaje. ¡Viva la represión! En nombre de la sociedad laica, científicamente correcta, no hay que dejar que los individuos pequen aunque sea lo que ellos elijan.
Sorprenden muchas cosas de esta situación, nueva entre nosotros. ¿Por qué no se hizo antes? ¿Por qué el tabaco no comenzó a ser malo para la salud hasta hace muy poco? ¿Por qué fumar llegó a ser, en determinados momentos, signo de prestigio y de libertad? Si nos equivocamos tanto con el malsano vicio del tabaco, ¿no estaremos hoy equivocándonos en otras muchas cosas? ¿Y si el uso desaforado del teléfono móvil tiene repercusiones en el cerebro de la gente? ¿Por qué prohibir fumar y no acabar con la contaminación de las ciudades, que también pulveriza los pulmones?
Se elimina a los fumadores y se les confina a la situación de viciosos solitarios. Muy bien: esa fuerza legal existe. La salud puede imponerse como obligación. ¿Son peores los fumadores que todos los que se dedican, cada día, in crescendo, a lanzar exabruptos e insultar a los demás, cosa que denota, al menos, un desequilibrio mental o un estrés pernicioso? ¿Quién fomenta y paga tanto insulto? ¿Será que insultan porque han dejado de fumar y están con mono? ¿Por qué tanta manga ancha con esta bazofia verbal que aniquila el cerebro y tan poca con el humo que atrofia los pulmones?
Puestos a imaginar que la ley antitabaco triunfa -algo hará, desde luego, aparte de convertir a cada ciudadano en policía antihumo-, se salvarán muchas vidas, desde luego; más gente llegará a vieja. Magnífico. ¿Se pondrá el mismo empeño en que esos viejecitos rescatados del mal vivan una vida digna? ¿Lamentaremos entonces los impuestos que el Estado deja de ingresar por el tabaco? ¿Acaso se les reprochará a esos ex fumadores haberlo sido y se les dejará tirados? ¿Cuántos viejos viven ya como si fueran fumadores marginados sin haber fumado un cigarrillo en su vida? La nueva ley creará nuevos delincuentes sociales -los fumadores-, pero su debilidad es la arbitrariedad en haberles escogido a ellos, precisamente. MARGARITA RIVIÈRE. EL PAÍS - 11-12-2005
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martes, 6 de diciembre de 2005

Informe España

INFORME DE AGENTE WCXPRESRP63 para la base de Ganímedes. Asunto: España.

1. La costumbre de manifestarse. Consideración previa: los españoles se caracterizan por gastarse un dineral en comprarse una casa para pasarse después el día en la calle. A veces se van de cañas, a veces se van de manifestación. Eso sí: son un pueblo ordenado. Las manifestaciones son por riguroso turno: en los años pares se manifiestan los españoles llamados rojos o pancarteros; en los impares se manifiestan los españoles llamados fachas o pancarteros, pasando en este caso los rojos a ser ex pancarteros.

"Para contar manifestantes, a unos les salen, en pesetas,
uno o dos millones; a otros les salen en euros".

El objetivo de la manifestación es ser mucha gente. Este concepto escapa al sistema métrico decimal y se resume en la idea "un millón". Con menos de "un millón", en España no eres nadie. La idea "millón" tiene un origen socioeconómico: en la memoria de los españoles consta que "un millón" es mucho dinero, y se asimila a que "mucha gente" es "un millón". Sucede que desde la introducción del euro, los españoles se hacen un lío contando manifestantes. A unos les salen, "en pesetas", muchos manifestantes, uno o dos millones. A otros les salen, "en euros", pocos manifestantes, apenas unos miles. Los periódicos y las televisiones pasan varios días, tras una manifestación, contando personas que ya no están. Examinan las calles vacías y, mediante cálculos complejos, llegan a resultados opuestos. Práctica sofisticada que escapa a nuestra civilización.

2. Causa de la manifestación. España está en peligro debido a un artefacto denominado 'Estatú'. Estoy intentando hacerme con los planos, porque todo el mundo habla del 'Estatú' como de un arma letal que, sugiero, podríamos utilizar contra nuestros vecinos de Ganímedes 2. Y que les den. Debo advertir, sin embargo, que la fabricación de 'Estatú' es bastante costosa: el gobierno catalán, propietario legal de 'Estatú', ha invertido dos años en construirlo. Y eso que ya tenían un 'Estatú'. Si llegan a partir de cero se pasan el milenio construyendo. Ahora, el Gobierno español tiene que desactivarlo. Es una práctica curiosa hispano-española: un gobierno fabrica 'estatús', otro gobierno los desactiva. En este caso, además, hay que desactivarlo con mucho arte, porque tiene que notarse la desactivación en toda España salvo en Cataluña, donde no debe notarse nada. El especialista encargado de la desactivación asimétrica responde a las siglas ZP, y sigue el método "Como sea".

3. Curiosidades. Especial protagonismo en esta trifulca tienen unos divertidos personajes de dibujos animados llamados Acebes y Zaplana. Se cuenta que fueron ministros. Si es verdad que lo fueron, ¡qué Gobierno divertido debió de ser! Acebes y Zaplana son como gremlins. Hay que seguir unas normas estrictas o se asilvestran. Especialmente, lejos del Gobierno se asilvestran muchísimo. Mucha gente les llama, coloquialmente, los pepemlins. Acebes y Zaplana tienen prisionero a un señor con barba que jura ser el líder de su partido, aunque no se le recuerda acción política alguna que lo justifique. El señor con barba más bien parece un administrador. Los pepemlins tienen como enemigo a un señor no muy alto, con poco pelo y regordete, llamado Carorrovira. Se trata de un personaje confuso. A unos les da miedo; a otros, risa.

Conclusión del informe: quiero volver a casa. Como en Ganímedes, en ningún lao. El País 4-12-05.

viernes, 25 de noviembre de 2005

Flying Spaghetti Monster

Una parodia del creacionismo en EE UU logra el éxito mediático
La irónica reivindicación del monstruo de los espaguetis parodia las teorías del creacionismo - Bush, a favor de esta doctrina, que niega la teoría de la evolución de Darwin y basa la vida humana en la existencia de Dios.
Internet y Bobby Henderson, un joven licenciado en física de Oregón, son los responsables del último fenómeno mediático que desde la Red está dando la vuelta al mundo. Se trata del Flying Spaghetti Monster (FSM), una divinidad en forma de una maraña de espaguetis y dos albóndigas, que ya ha hecho su primer milagro: atraer al sitio de Henderson más de 19 millones de visitas en tres meses desde su aparición.
La nueva religión nació como irónica respuesta a la propuesta del Consejo de Educación del estado de Kansas de introducir en las escuelas la enseñanza del diseño inteligente, moderna denominación del creacionismo, equiparándola a las teorías científicas de la evolución. El creacionismo empezará a impartirse en las escuelas de ese Estado norteamericano. Todo empezó con una carta abierta, enviada a las principales escuelas de Estados Unidos y publicada en su sitio venganza.org, donde Henderson afirma que el monstruo de espaguetis volador debe ser reconocido como el ser supremo que creó el mundo y su doctrina impartida en las clases de creacionismo bíblico, ya que ambas están basadas en la fe.Los seguidores del FSM, autodenominados pastafaris (un guiño a los rastafaris jamaicanos), dotaron la imagen sagrada de la necesaria iconografía histórica y artística, sustituyéndola a la imagen de Dios en la Capilla Sixtina de Miguel Ángel o en La Última Cena.
La satírica reivindicación ha cobrado especial relevancia tras la decisión del Estado de Kansas de introducir la enseñanza del creacionismo en la asignatura de ciencias y las declaraciones del presidente Bush en favor de esta doctrina, que niega la teoría de la evolución formulada por Darwin y basa la vida humana en la existencia de Dios.
El bicho enmarañado, convertido ya en el símbolo de los opositores de este nuevo éxito del fundamentalismo cristiano, se ha ido dotando de una verdadera mitología seudocientífica, que afirma -por ejemplo- que el aumento de la temperatura global del planeta se debe a la disminución de piratas desde 1800 y a que los techos de los templos hindúes y las acuarelas de Kandinsky son prefiguraciones del dios-espagueti.
La nueva iconografia asociada a la nueva religión de los pastafaris de Henderson.

Como cualquier religión que se precie, el pastafarianismo tiene sus dogmas y su paraíso, representado como una isla con un volcán que escupe cerveza, Henderson es su profeta en la tierra y el viernes, su día sagrado. También hay objetos de culto (camisetas, pegatinas y otros objetos en venta a través de la página web), himnos y rezos, que terminan con la palabra ramen, nombre de un fideo japonés, en sustitución del más tradicional amen. "Suena absurdo, pero si la clase de Ciencias incluyen las teorías religiosas, podrían ofrecer explicaciones de la creación igual de ilógicas que la mía y no quisiera que Adán, hecho de arcilla, se convirtiese en la única verdad", dice Henderson.
Mientras tanto, la polémica entre creacionismo y evolucionismo sigue más allá de las parodias: además de Kansas, también Ohio, Texas, Misuri, Carolina, Wisconsin y Misisipi son teatro de batallas legales sobre propuestas que llegan a penalizar el darwinismo de los programas de enseñanza. Hasta 20 estados están debatiendo sobre la conveniencia de incluir el diseño inteligente en el temario. El conflicto, que empezó en la década de 1930, vuelve a ponerse de moda, cada vez que los conservadores se instalan en el poder, aprovechando también que -según una encuesta de Gallup- el 44% de los americanos cree que "el hombre fue creado directamente por Dios a su imagen hace unos 10.000 años". Un tercio de la población está convencida de que "el creacionismo es una ciencia cierta".
R. BOSCO / S. CALDANA
EL PAÍS - 24-11-2005

miércoles, 23 de noviembre de 2005

La América profunda arrincona a Darwin

El disfraz científico del creacionismo se propaga por EE UU con el apoyo de Bush y del Vaticano
El Consejo de Educación de Kansas ha aprobado esta semana unos nuevos criterios para la enseñanza de las ciencias que, de hecho, abren la escuela pública de ese Estado norteamericano a las teorías del diseño inteligente, el nuevo, sutil y pujante envoltorio del movimiento creacionista. Los intentos de arrinconar a Darwin en la enseñanza norteamericana se han estrellado hasta ahora con el Tribunal Supremo, pero el diseño inteligente, que ha adoptado el lenguaje de la ciencia y cuenta con el aval de George Bush y algunos profesores universitarios, acaba de apuntarse en Kansas un éxito histórico, y hasta está obteniendo apoyos del Vaticano, que siempre había permanecido al margen de este asunto.

"Hay que sacar la Biblia del debate y formular argumentos aceptables en el mundo académico"
El Instituto Discovery, un 'lobby' creacionista, ha logrado el apoyo del cardenal de Viena
Desde que el Estado de Tennessee intentó prohibir en 1925 la enseñanza de "cualquier teoría que niegue la historia de la creación divina del hombre descrita en la Biblia y pretenda, en su lugar, enseñar que el hombre ha descendido de los animales inferiores", la derecha religiosa norteamericana lleva 80 años empeñada en erradicar el darwinismo de las escuelas, o al menos ponerlo en pie de igualdad con la teoría alternativa narrada en el Génesis.
El Consejo de Educación de Kansas, un comité de 10 ciudadanos, no puede dictar qué se enseña a los alumnos de las escuelas públicas, pero sí puede exigirles ciertos conocimientos a la hora de pasar los exámenes estatales. Para apreciar la trascendencia de los criterios que aprobó el miércoles, basta repasar las reacciones que suscitaron:
"Es un insulto a la ciencia, a la educación y a la Constitución", afirmó Francisco J. Ayala, biólogo evolutivo y ex presidente de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS), editora de la revista Science. "Es una gran victoria para los alumnos de Kansas que les va a aportar una visión completa para debatir sobre el darwinismo impuesto por los científicos", opuso Casey Luskin, portavoz del Instituto Discovery, el principal lobby promotor de la teoría del diseño inteligente.
Los criterios científicos aprobados en Kansas son los primeros en explicitar dos puntos concretos de la biología evolutiva que los alumnos deberán considerar débiles, o refutables, si quieren pasar sus exámenes estatales. El primer punto -ya reconocido por el propio Darwin hace un siglo y medio- es que el registro fósil no siempre muestra una evolución continua y gradual. El segundo es la dificultad de explicar el origen de la vida a partir de sus componentes químicos.
Son cuestiones muy técnicas, pero el diseño inteligente está triunfando allí donde fracasó el creacionismo precisamente porque se presenta en público como una mera crítica científica a la teoría de la evolución darwiniana, que es uno de los fundamentos de la biología moderna. Pero ese disfraz científico es una estrategia muy bien calculada por los inventores del movimiento.
El profesor de Derecho Phillip Johnson, ya retirado de su puesto en la Universidad de California en Berkeley, y considerado el padre del diseño inteligente, ha definido con toda claridad que la estrategia del movimiento es "introducir en las escuelas y en el mundo académico el tema del diseño inteligente, que en realidad significa la realidad de Dios".
"Así que la cuestión es ¿cómo ganar?", prosigue Johnson. "Hay que sacar la Biblia y el Génesis fuera del debate, y formular los argumentos de modo que suenen aceptables en el mundo académico".
El gran promotor del diseño inteligente es el Instituto Discovery (www.discovery.org), un grupo de presión constituido por cristianos conservadores, con base en Seattle, que cuenta con un presupuesto anual de cuatro millones de dólares para persuadir a la opinión pública, a los gestores de la educación y a los representantes políticos, tanto estatales como federales, de la necesidad de "una total integración de la ley bíblica en nuestras vidas", con particular énfasis en "derribar no sólo el darwinismo, sino también su legado cultural".
El Instituto Discovery se apoya en científicos cristianos como Michael Behe, profesor de bioquímica en la Universidad de Lehigh (Bethlehem, Pensilvania) y autor de La caja negra de Darwin, un libro que pretende inferir la existencia de un "diseñador inteligente" a partir de la complejidad de los sistemas biológicos.
El argumento de Behe puede considerarse una versión moderna de la Teología natural del reverendo británico decimonónico William Paley, que deducía la existencia de Dios de la perfección de diseño que muestran los seres vivos. Darwin conocía a la perfección los argumentos de Paley, y procuró refutarlos uno por uno en su obra capital, El origen de las especies, de 1859.
El Instituto Discovery también ha buscado el apoyo explícito del Vaticano, y con cierto éxito, tal y como ha revelado Lawrence Krauss, jefe del departamento de Física de la Universidad Case Western Reserve, en Ohio.
En un artículo publicado en mayo por The New York Times, Krauss contrapuso la rigidez de los creacionistas norteamericanos con una supuesta tolerancia evolucionista del Vaticano. Dos meses después, el influyente cardenal de Viena, Christoph Schönborn, le respondió en el mismo periódico que el Vaticano sólo puede aceptar una evolución dirigida por algún tipo de propósito o inteligencia superior. Ese mismo mes, Krauss y el ya mencionado Francisco Ayala escribieron al papa Ratzinger pidiéndole que desautorizara a Schönborn, puesto que la postura del cardenal implicaba un rechazo frontal de la teoría de Darwin, y justo unas semanas antes de que el presidente Bush hiciera una declaración de apoyo a la enseñanza del creacionismo.
"El cardenal Schönborn tuvo noticia de mi artículo [de mayo] a través del director de la oficina del Instituto Discovery en Washington", escribe Krauss en el último número de The Skeptical Inquirer. "Y, de hecho, fue la agencia de relaciones públicas del Instituto Discovery la que envió el artículo de Schönborn a The New York Times".
El Papa no ha respondido a la carta de Krauss y Ayala, pero Schönborn afirmó el 2 de octubre durante una homilía en la catedral vienesa de San Esteban: "No veo problema en combinar la fe en el Creador con la teoría de la evolución, siempre que se respeten los límites de una teoría científica". En Kansas ya se respetan.
JAVIER SAMPEDRO - Madrid
EL PAÍS - 13-11-2005

lunes, 14 de noviembre de 2005

La prostitución- algo no cuadra

"En Holanda fue legalizada y en una década la prostitución ha crecido un 25%"

Desde hace un cierto tiempo y cada vez con mayor insistencia, en España se escuchan voces que defienden la regularización del comercio sexual, según parece con tres objetivos: reconocer los derechos individuales de las personas que ejercen la prostitución considerando su trabajo una actividad económica más, erradicarlas de calles y carreteras, y censarlas. Pese a que, en principio, las medidas parecen servir los intereses de quienes se prostituyen -mayoritariamente mujeres-, algo no acaba de encajar en este postulado.

En primer lugar, quienes más han insistido en la necesidad de regular la prostitución han sido los empresarios del sexo -antes llamados macarras o proxenetas-, de modo que podemos imaginar que, si defienden esa idea, será porque su consecución les reportaría algún tipo de beneficio. Tanto se han empecinado que, de regularse la prostitución, los proxenetas, erigidos en guardianes de la moral familiar y callejera, habrían conseguido que sus negocios fuesen reconocidos como lugares de ocio de pleno derecho. En cambio, las prostitutas que van por libre y, sobre todo, las más desamparadas se verían barridas de calles y carreteras, e incluso de pensiones y pisos.

También resulta sospechoso que los empresarios del sexo manifiesten ese deseo perentorio por pagar impuestos a las arcas estatales y dejar, así, de tener un negocio que es simple economía sumergida. Desde luego, les honra esa insistencia, aunque nos permitimos dudar de su honradez. Pero, sobre todo, lo que causa perplejidad es la pretensión de que las trabajadoras del sexo no puedan erigirse en empresarias de su propio negocio y montarse un chiringuito donde les plazca, máxime cuando actualmente, sin leyes que lo regulen, las que dicen haber elegido libremente vender su cuerpo -un 5%- pueden darse de alta de autónomos en otras profesiones

En segundo lugar, también parece que se beneficiarían de la disposición los prostituidores, llamados eufemísticamente clientes. Para ellos -uno de cada cuatro ciudadanos españoles-, la medida supondría mayor impunidad al utilizar los servicios de una prostituta o al hacer turismo sexual. Si ahora y pese a que la ONU considera la prostitución una forma de esclavitud y de maltrato, comprar el sexo de una mujer puede ser relatado como una hazaña entre cierto tipo de hombres, la regularización terminaría de despojar a esa actividad de connotaciones peyorativas y la transformaría en algo parecido a la visita de un parque temático. Parece que, con ello, las trabajadoras sexuales ganarían en dignidad, a la par que ellos disfrutarían de mayor "comodidad". Aunque, si lo que se pretende es dignificar esta ocupación, no deja de resultar chocante que, cuando algún canal televisivo ofrece un reportaje sobre compra-venta sexual, muestre claramente los rostros y los cuerpos de ellas, pero cubra púdicamente los rostros de ellos, los prostituidores.

Por último, están las prostitutas que ejercen sin haberlo elegido: el 95% restante, de las que la inmensa mayoría son inmigrantes sin papeles introducidas en España por las mafias internacionales. Éstas no quedan fuera del sistema por putas, sino que se dedican a la prostitución porque el sistema no les deja otra alternativa. ¿De verdad van a catalogar a esas más de 400.000 prostitutas sin papeles? ¿Van a ofrecerles papeles porque se dedican a la prostitución y establecerán un agravio comparativo con las sin papeles que limpian casas o cuidan a personas ancianas? ¿O van a dar papeles a cualquier inmigrante? Si es así, será un alivio no verles morir tratando de saltar vallas o intentando cruzar el Estrecho en pateras.
En Occidente existen dos modelos de abordar la prostitución: el modelo holandés y el modelo sueco.

En Holanda, la prostitución fue legalizada con el argumento de que ello erradicaría el tráfico y explotación de mujeres inmigrantes y supondría un control para la industria sexual. Sin embargo, las cifras demuestran exactamente lo contrario: en una década, el negocio ha crecido un 25%; la prostitución infantil ha aumentado vertiginosamente (se ha pasado de 4.000 a 15.000 niños, de los que la mayoría son niñas); el 85% de prostitutas son mujeres víctimas del tráfico sexual y sin posibilidades de regularizar su situación, y la violencia contra las mujeres se ha exacerbado.

En Suecia, en 1999 se aprobó una ley que penalizaba la compra de servicios sexuales y despenalizaba su venta. Así, quienes resultan perseguidos son los macarras y los puteros, mientras que ellas no sólo no resultan sancionadas, sino que, además, cuentan con unos servicios integrales que las ayudan, si lo desean, a dejar el oficio. El resultado ha sido una disminución más que notable del negocio y el éxodo de los traficantes de mujeres, que se han visto obligados a buscar otros lugares, otros mercados.

Tal vez quede por analizar el efecto que la compra de servicios sexuales tiene sobre todas las mujeres como género. Porque no olvidemos que éste es un problema de género: el 90% de quienes ejercen la prostitución son mujeres, el 3% hombres y el 7% transexuales; mientras que un porcentaje abrumador de proxenetas y clientes son hombres.

El inconsciente, ese espacio apenas intuido hasta hace pocos años y ahora ratificado por los neurólogos gracias a las nuevas tecnologías, es responsable de una intensa actividad de la que no somos conscientes. El inconsciente acumula creencias y prejuicios, origen de muchos de nuestros comportamientos. Una de estas creencias seculares, que estuvo en la base de la desigualdad entre mujeres y hombres, es la de que el cuerpo femenino es una mercancía. Otra de esas ideas, desmentida científicamente, es la de la necesidad sexual masculina tan insaciablemente natural.
En modo alguno conseguiremos una sociedad paritaria si no conseguimos borrar ambas ideas de ese inconsciente colectivo. Y, desde luego, regularizar la prostitución no parece el mejor camino. En cualquier caso, mientras en el mundo tantas mujeres y niñas sean forzadas a prostituirse, serán ellas quienes nos tendrán a su lado defendiendo sus derechos. El País 13-11-05

Gemma Lienas es escritora y miembro del Lobby de Dones de Catalunya


La engañosa vida de las palabras

Qué raro es el lenguaje! ¿Y qué mundos, juegos y trampas encierra! ¿Cuántas veces hemos dicho: «No he querido decir eso»? Creemos que hablamos la misma lengua y sin embargo comprobamos que no nos entendemos. El lenguaje, si está vivo, es subversivo, creativo, pero aun así necesita reglas, pues no vale todo. Si valiese todo acabaríamos en Babel.

La semana pasada leía en la prensa que en Cataluña van a multar a las prostitutas que organicen escándalo en la calle. Así pues, un extraterrestre que nos visitase creería que se trata de un problema de decibelios. Y no vería que lo que subyace es la posible regulación de la prostitución. Prostitutas, prostitución.

Pensemos en estos dos términos. Prostituta suena a resoluta, a mujer con temple y energía y prostitución a acción y a solución. Pero la prostitución no es opción libre ni una profesión que se adquiera en un módulo de Formación Profesional o una especialidad universitaria. En uno y otro nivel con clases prácticas y trabajos por equipos. Al llamarlas prostitutas se está indicando una acción voluntaria y libre en estas mujeres. Pero no es así: en España el 90% de las mujeres prostituidas proceden de África, Asía y Latinoamérica, añádase países del este europeo y quedan muy poquitas del país. ¿Por qué? Pues porque entregarse a ese modo de conseguir unas monedas es algo que no interesa. Es decir, se dedican las pobres pobres, las desdichadas, las explotadas, las traficadas. Y no son prostitutas, son prostituidas, que suena a jodidas, a estar jodidas, vamos. Mujeres forzadas por la miseria, el hambre, la ignorancia, el miedo, la idea de lo que es ser mujer (lo femenino, según nuestro diccionario de la RAE es lo «debil, endeble») a aceptar esta explotación tana antigua.

La mayoría de las mujeres que se encuentran sumidas en la prostitución están atrapadas por mafias, proxenetas y dueños de locales de alterne que a su vez gozan de ciertos contactos con personas adecuadas para permitir que todo siga igual. Para ser una poción libre la mujer y el digamos cliente deberían estar en condiciones de igualdad, pero aquí lo que hace el cliente es comprar el cuerpo de una mujer para someterlo a su deseo y poder.

Otro término: el cliente ¿Han visto esa campaña institucional en la televisión en la que se trata de concienciarnos para que no compremos discos, videos y demás objetos pirateados? ¿A quien va dirigida? A los clientes. Sin clientes que compren, nada se puede vender por mucho que se oferte.

¿Qué pasa con los clientes de la prostitución? Porque hay prostituidores hay prostitución, al menos mientras haya hambre en alguna parte del mundo

Curioso este mundo del lenguaje. Reflexionamos sobre unas palabras que usamos a diario y descubrimos lo que encierran u ocultan. Sucede que el lenguaje, como todo, por otro lado, lo fijaron los varones, los varones que parten de ellos mismos como modelo universal para representar el mundo, y lo hacen y han hecho a su imagen y semejanza: «No desearás la mujer de tu prójimo» En esta frase, ¿quién habla?, ¿a quién se dirige?, ¿las mujeres pueden desear la mujer de su prójimo o el hombre de su prójima? Así que cuidado con las palabras que usamos. Reflexionamos sobre unas palabras que usamos a diario y descubrimos lo que encierran y ocultan. Sucede que el lenguaje, como todo, lo fijaron los varones.

PILAR CAREAGA/FEDERACIÓN DE MUJERES SEPARADAS Y DIVORCIADAS. Diario Montañes. 12-11-05

domingo, 13 de noviembre de 2005

La manifestación de los Obispos y del PP

Tras la manifestación
La elevada participación en la manifestación contra el proyecto de Ley de Educación (LOE) refleja la fuerte división social que suscita cualquier iniciativa legislativa sobre la enseñanza cuando roza, o se interpreta que roza, los intereses o privilegios de la Iglesia.
También confirma la fuerte capacidad de movilización de las organizaciones católicas, que han invocado sobre todo la libertad de elección de centro por los padres y la libertad ideológica de los colegios, pese a que ni una ni otra se ven afectadas por la ley.
La LOE no introduce cambios significativos respecto a tales cuestiones. Todos los centros, públicos o concertados, se financian con presupuestos públicos. La Administración se limita a garantizar que esos fondos no se empleen por los centros de manera discriminatoria, por ejemplo en el proceso de selección de los alumnos. La Religión seguirá teniendo la consideración de asignatura optativa, aunque todos los centros estarán obligados a impartirla. Lo que sí cambia respecto a la ley del PP es que no será evaluable a efectos curriculares, lo cual es lógico tratándose de una materia impartida con criterios doctrinales. Los obispos han presionado siempre para que los alumnos que decidan no cursarla tengan que seguir otra asignatura evaluable, para evitar la deserción de las clases de religión por comodidad. Pero aceptar eso supondría reconocer a la Iglesia el derecho a regular la enseñanza de quienes decidan no cursar religión, lo que resulta difícil de aceptar en un Estado no confesional. La discusión sobre este asunto envenenó el debate sobre la Ley de Calidad del PP y fue uno de los motivos que impidieron consensuarla.
Algunos portavoces del PP se han quejado estos días de que el Gobierno estaba centrando la discusión sobre la asignatura de religión, cuando los motivos esenciales de divergencia son otros: la reducción de los contenidos comunes a todas las autonomías y los criterios pedagógicos, menos exigentes que los propuestos por la LCE en materia de repeticiones e itinerarios alternativos para quienes no demuestren aptitud suficiente. Lo cierto es que ese partido se ha sumado a una iniciativa esencialmente sostenida por organizaciones católicas y en torno a reivindicaciones invocadas desde hace años por la jerarquía eclesiástica.
Con todo, que exista un debate público sobre la educación es positivo, porque se trata de uno de los problemas más graves de la sociedad española actual. Así lo confirman estudios comparativos, como el demoledor Informe Pisa de diciembre de 2004, que sitúa a España a la cola de Europa, y el reciente de la Comisión Europea sobre fracaso escolar. La primera reacción de los políticos ante ese fracaso no ha sido buscarle solución, sino culpables: en el partido rival.
La educación es un tema tradicionalmente conflictivo entre la derecha y la izquierda. Pero que en este periodo democrático haya habido ya seis leyes con sus planes respectivos, ninguna de ellas consensuada, resulta desmesurado. Debería ser posible jerarquizar las divergencias y, por una vez, buscar un acuerdo sobre los asuntos sustanciales. Para ello, naturalmente, se necesitan varias condiciones. La primera es que el principal partido de la oposición renuncie a utilizar la reforma de la educación como artillería de calibre en su batalla para desgastar al Gobierno. Una esperanza ilusoria, vista la actual estrategia del PP en los grandes temas de Estado. Por otra parte, también resulta imprescindible que el Ejecutivo busque, más allá de los intereses de la Iglesia que el PP ha enarbolado de forma demagógica, puntos de acuerdo en una ley fundamental para el futuro del país. Editorial en el País de 13-11-05
Los docentes de religión denuncian que los obispos les presionaron para ir a la protesta
El vicepresidente de la Federación Estatal de Profesores de Enseñanza Religiosa, Luis Guridi, declaró ayer "no estar a favor" de la manifestación convocada en Madrid contra el anteproyecto de Ley Orgánica de Educación (LOE), ya que "los profesores de enseñanza han sido obligados a acudir a la concentración en contra de sus principios". Guridi denunció que la jerarquía eclesiástica había "pasado lista" a los docentes de enseñanza religiosa, advirtiéndoles de lo que "les podía pasar si no acudían a la manifestación". En su opinión, esta actitud va "contra la dignidad" de los profesionales de la enseñanza, "que no tienen por qué beneficiar a un partido político u otro". Asimismo, reveló que a muchos compañeros de profesión se "les castiga o se les premia según de la formación política que sean". Sobre la presencia de la jerarquía eclesiástica en la manifestación, Guridi dijo: "Lo que tenían que haber hecho desde hace mucho tiempo es defender la justicia". "Ante todo estamos en un Estado aconfesional", agregó.
El vicepresidente de la Federación Estatal de Profesores de Enseñanza Religiosa considera "necesaria" una ley que modifique la anterior. "Por desgracia para nosotros, el PSOE ha presentado una nueva reforma en la cual todos estamos descontentos por la asignatura y por la situación del trabajador", aseguró. "Al profesional de la enseñanza religiosa se le exige todo pero no tiene ningún derecho", criticó Guridi, que explicó cómo un obispo "le había colgado el teléfono" cuando le preguntó la razón por la que "había expulsado a un educador". "Vivimos en una situación de esquizofrenia brutal y precaria", concluyó. El País. 13-11-05
España, el problema número uno, según Roma

"Desde hace más de un año, España es en el Vaticano 'el problema número uno' entre los países occidentales", escribe esta semana Ecclesia, la revista señera de la Conferencia Episcopal. Se sabía. El 22 de enero pasado, Juan Pablo II, enfermo ya de muerte, sorprendió a un grupo de obispos españoles, de visita oficial en Roma, con una pregunta que delataba la preocupación del anciano pontífice y sus colaboradores. "¿Y Zapatero qué hace?", requirió. Cuatro días más tarde, ante el cardenal Rouco, el Papa proclamó en solemne discurso que el Gobierno socialista "ignora y cercena" la libertad religiosa de los españoles, y atacó incluso la paralización del Plan Hidrológico Nacional, promovido por el último Gobierno del PP, por "olvidar", dijo el Papa, "el deber de compartir el uso del agua" y por azuzar "la confrontación social".

El nuncio (embajador) de la Santa Sede en Madrid, el arzobispo portugués Manuel Monteiro, fue convocado al día siguiente al Ministerio de Exteriores, donde un subsecretario le expresó el malestar del Gobierno por la injerencia del Estado vaticano en asuntos internos españoles. Aquel mismo día -26 de enero-, por la tarde, el presidente Rodríguez Zapatero, de viaje en Buenos Aires, remachaba serenamente la réplica. "España vive hoy el momento de mayor libertad religiosa de su historia", dijo.

En Roma no han cambiado de opinión, desde entonces. Todo lo contrario. La legalización de las uniones entre personas del mismo sexo con el nombre de "matrimonio", un asunto intocable para el Vaticano, elevó el nivel de las execraciones. Ni las catacumbas de Nerón o la persecución de Diocleciano, ni la Revolución francesa, ni la pérdida de los Estados Pontificios, ni el martirio de decenas de miles de cristianos por causa de su fe en el siglo pasado, sin ir más lejos... Según los obispos, la reciente legalización del matrimonio gay en España es "el momento más excepcional de la Iglesia católica en sus 2.000 años de historia". "Estamos en una situación única en la historia de la humanidad. La Iglesia nunca se encontró con nada parecido", remachó el 16 de junio pasado el portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, reputado teólogo y ex director de la Comisión para la Doctrina de la Fe en Madrid. Su superior en Roma durante décadas, el cardenal Joseph Ratzinger, hoy papa Benedicto XVI, había alzado antes su voz, como responsable de la poderosa congregación heredera del Santo Oficio de la Inquisición. "Es una ley que destruye elementos básicos de un sistema de derecho", dijo el 19 de noviembre de 2004.

El papa Ratzinger dibujó hace un mes ante el Sínodo de Obispos un panorama apocalíptico de la sociedad occidental, "una viña devastada por jabalíes", dijo. España está a la cabeza, según el Vaticano. "Media docena de cardenales de la Curia lo han hecho notar vigorosamente, tanto en Roma como en visitas a España, por lo que no se puede afirmar que la situación es de 'normalidad democrática", escribe esta semana Ecclesia (http://www.revistaecclesia.com).
Algunas manifestantes de las más preocupadas por la educación
La ofensiva episcopal contra el Gobierno viene de lejos, desde el mismo día de la victoria del PSOE, en marzo de 2004. Las reformas aprobadas más tarde habían sido anunciadas por el candidato Rodríguez Zapatero, de forma que cuando éste era ya presidente, el cardenal Rouco, líder entonces de los obispos, compareció en el hotel Ritz de Madrid para repudiar los cambios previstos, uno por uno, con la promesa, por cierto, de no "movilizar" a la Iglesia contra ellos.

El cardenal repasó el catálogo de los conflictos (derecho a la libertad de enseñanza, asignatura de religión, acceso a los medios de comunicación públicos, renovación del acuerdo de 1987 sobre financiación de la Iglesia católica por el Estado y las consabidas subversiones del sexo y la moral que, según los prelados, traía bajo el brazo el nuevo Gobierno, como el llamado divorcio exprés, las uniones gays o la investigación con embriones con fines terapéuticos...). El prelado sentenció que, pese a haber hablado por teléfono con el presidente "durante cierto tiempo y en un contexto de amabilidad clara", su conclusión era muy pesimista. Creyente y todo, Rouco veía más próxima y cierta "la pascua de la resurrección de nuestro señor Jesucristo" [la Semana Santa estaba al caer aquel 26 de marzo del 2004], que el que el líder del PSOE declinara sus intenciones reformistas.

"Nos persiguen", escribió la semana pasada el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, que ayer se manifestó en Madrid. La idea de que España vive una situación de "misión", e incluso "martirial", la reiteran con frecuencia los prelados, como si aún persistiera entre los españoles, según ellos, la idea cainita de Las dos ciudades. El título de la pastoral que lanzó el 30 de julio de 1936 el obispo de Salamanca y futuro cardenal primado de Toledo, Enrique Pla y Deniel.

Algunos prelados piensan que España retorna a aquellos precipicios. El vicepresidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo Antonio Cañizares, primado de Toledo, dice incluso que está en peligro "la unidad de la nación", o que el proyecto de Estatuto catalán, en trámite en las Cortes, "es una puerta abierta al incesto, la poligamia y la poliandria".

Al margen de opiniones, conviene recordar que estas disputas, por severas que parezcan, no son novedad. La legalización del divorcio durante los Gobiernos de Adolfo Suárez (1977-1982), o la despenalización del aborto y la aprobación de varias leyes educativas por los Ejecutivos de Felipe González (1982-1996), provocaron trifulcas parecidas entre el poder político y los eclesiásticos. Incluso el Gobierno de José María Aznar (1996-2004) se vio obligado a llamar a capítulo al nuncio del Papa para protestarle con severidad una pastoral de los obispos vascos contra la Ley de Partidos. Juan G. Bedoya en el País de 13-11-05

Los nyangatom

Los adornos de África

Los nyangatom viven en Etiopía, junto a las orillas del río Omo y el llamado “triángulo de Ilemi”, una de las regiones fronterizas más conflictivas de África. La fotógrafa Isabel Muñoz se acercó hasta sus aldeas para retratar a este pueblo guerrero y siempre engalanado del que apenas quedan 16.000 personas.Por Lola Huete Machado.

Su nombre original era nyam-etom, que significa “los que comen elefantes”, porque ellos proceden de Nigeria. Pero donde viven ahora, desde hace ya un siglo, en el sureste de Etiopía, en las riberas de los ríos Omo y Kibish, y en lo que se llama el “triángulo de Ilemi” –una de las zonas más conflictivas de África; un territorio entre lo desértico de Sudán y lo azul keniano del lago Turkana–, ya apenas quedan elefantes que comer. Se pueden dar, sí, los plátanos de temporada, de unas plataneras que sobreviven junto a los edificios abandonados de una antigua misión sueca (Philadelphia Church) que funcionó de 1972 a 2002. Y el sorgo de cuya cosecha se ocupan las mujeres, siempre las mujeres, en las pocas tierras cultivables, mientras algunos hombres marchan con el ganado en busca de pasto, otros se enrolan en el ejército de liberación de Sudán sólo para adquirir armas que les permitan defender sus rebaños, y los dirigentes de cada clan se tumban a la sombra de los contados baobabs y miran una y otra vez hacia lo alto para indicar así que sí, que aceptan.

“Así se firman los acuerdos allí”, dice la fotógrafa Isabel Muñoz, autora de las imágenes de este reportaje, que estuvo en la zona en dos ocasiones, en 2004 y 2005, para realizar lo que considera la segunda parte de su “proyecto africano”, un estudio de cuerpos y rostros que hablan de etnias a punto de desaparecer, de pueblos olvidados en los confines del mundo. En la primera parte, los protagonistas fueron los guerreros surma, que habitan en la misma orilla del Omo, más al norte, con cuyas imágenes obtuvo el premio World Press Photo de 2004. “Te sientas con los patriarcas allí en la sombra, algo que no tienen permitido ni sus propios hijos; te hablan entonces del viento, de esto y lo otro, y cuando alzan los ojos hacia el inmenso cielo es que el trato está cerrado”. Un gesto, dice Muñoz, realmente bonito: “Me había pasado ya antes; hay mil modos: te rocían de agua, por ejemplo, y ya estás permitida, ya puedes mezclarte con ellos”.

Estos hombres y mujeres de aspecto fiero, de los que quedan unos 16.000, son hoy conocidos como los nyangatom (los bume, en amárico, la lengua etíope); “los fusiles amarillos”, nombre más a tono con la realidad circundante: esa creciente facilidad para conseguir Kaláshnikov en esta zona del mapa de África que fue trazada con tiralíneas por la mano colonial británica en 1907 sin tener en cuenta a sus habitantes; una esquina densamente poblada de tribus armadas (turkana, didinga, toposa, dassanetch y nyangatom) que se disputan el uso de sus recursos y que conforman además un gran museo etnográfico al aire libre. Es en el sur del país donde se agrupa el 69% de los 78 grupos étnicos de Etiopía

"Te sientas con los patriarcas allí en la sombra, y cuando alzan los ojos al cielo es que hay acuerdo"

Son los nyangatom, así, una parte minúscula de este país variopinto, la antigua Abisinia (dos veces España, más de 60 millones de habitantes): un país cristiano ortodoxo rodeado por un océano de islamismo; el único nunca colonizado; uno de los más pobres del mundo; orgulloso y siempre en guerra; el del mítico Nilo Azul; el reino de la reina de Saba, que tuvo su aventura y un hijo con el rey Salomón, según la leyenda. La zona del río Omo no conoció hombre blanco hasta que en 1888 posaran allí sus pies dos aventureros, el conde austrohúngaro Samuel Teleki von Szek y el teniente Ludwig von Höhnel, que iban a añadir al catálogo de los descubrimientos viajeros tan en boga entonces el último de los grandes lagos, antaño llamado Rudolph y hoy conocido por el nombre de la tribu que habita sus orillas, los turkana, enemigos acérrimos de los nyangatom.
Hasta ese mundo llegaron Isabel Muñoz y su equipo en avioneta. “Nos tenían que ir a recoger en todoterreno, pero no, no estaban, y los que estaban no entendían el amárico ni cualquier otra lengua parecida. Nada. Llevábamos doscientos y pico kilos de equipaje, de material fotográfico, y de repente empezaron a salir nyangatom de todas partes y comenzaron a cargar los bultos… Yo me agarré a los carretes pensando: Dios mío, que quede algo para hacer el trabajo que hemos venido a hacer. Los seguimos durante hora y media andando por ese desierto maravilloso. Y ellos, que parecen tan agresivos, nos ayudaron así a transportarlo todo, sin más. Ahí viven los nyangatom, completamente olvidados”, recuerda. Ellos, dice, no desconocen al blanco como les sucedía a los surma. “Ya han tenido contacto con europeos desde hace tiempo a través de la misión nórdica, y creen, de algún modo, que si vamos hasta allí, para ellos es positivo, una forma de salir del olvido. Lo relacionan con el molino que les depuraba el agua, que hay que ver qué agua beben ahora, llena de parásitos, con el hospital que un día tuvieron; con los coches que aún se ven por allí ya sin uso, desvencijados…”.

Habla Muñoz de sus extremas condiciones de vida, de cómo las temporadas de lluvia han cambiado mucho –“cuando llegamos era la época mala, enero, antes de la cosecha; habían comido poco, estaban excesivamente delgados; por ahí el cambio climático también hace estragos”–, de la belleza del Omo –“un río tan marrón, repleto de cocodrilos, con una cuenca impresionante que a veces se ve seca y en un segundo se desborda y lo inunda todo con una fuerza tremenda…”–, de un puente sobre el río que los comunicaría con la civilización al otro lado si existiera, pero no existe –“fue destruido y nunca ya reparado”–. Y así los surma y los nyangatom, en su afán por defender su territorio, acaban sirviendo de ejército fiero y gratuito, haciendo de pantalla con Sudán y Kenia.

"Un agujero bajo el labio es el elemento fundamental de la estética nyangatom; de él se cuelgan todo"

Pasó allí Muñoz tres semanas cada vez, hasta que al final los conocía a todos, en sus aldeas, en sus chozas de barro redondas; una sociedad dividida en territorios y generaciones que sólo tiene dos clases, padres e hijos, que se denominan con nombre animal: los cigüeñas, los ibis, los búfalos. “Y cuando nos marchábamos, ‘recordadnos, por favor’, venían a decirnos. Porque saben que hay otro mundo más allá. ‘Yo voy a hablar de vosotros todo lo que pueda, pero no abandonéis vuestra tierra”, dice Muñoz que les dijo. Se refería a la amenaza que sienten estas gentes, porque a finales de año una organización, African Parks Foundation (APF), se hará cargo del parque nacional del río Omo, según la ONG Survival Internacional.

“El traslado de algunas tribus, como los konso o los mursi, que ya se está efectuando, es parte del plan del Gobierno de Etiopía, respaldado por el Banco Mundial, de reasentar a más de dos millones de personas. El proyecto pretende promover la agricultura y terminar con la dependencia del país de la ayuda alimentaria exterior; pero menosprecia a estas tribus, que se imagina como nómadas vagabundeando, ‘cogidos a la cola de su ganado’, y quiere hacer que se asienten en comunidades fijas y ‘se unan al mundo moderno”, dice Survival, que denuncia las dificultades de pervivencia de los pueblos indígenas en todo el mundo. Curiosamente, dicen, el plan condena a las propias tribus a la dependencia alimentaria y a su desaparición. Así, los nyangatom, como todos los demás, como sus grandes amigos los toposa, o sus enemigos los turkana, o los mursi, verían perdido su derecho sobre la tierra, sus hábitos seminómadas y ganaderos, su subsistencia. APF asegura que llegará a acuerdos con los líderes de las distintas etnias. “Cuanto más se sepa de ellos, más se reflexionará quizá sobre la necesidad de respetarlos”, afirma Muñoz. Y con sus fotos intenta mostrar su riqueza, su enorme creatividad… “Un agujero es el elemento fundamental de la estética nyangatom; lo tienen bajo el labio hombres y mujeres, y de él se cuelgan todo lo que creen que les favorece: trozos de metal, hojas, conchas, plásticos...”. Y usan las escarificaciones (esas cicatrices en la piel) para mostrar su valentía; cada línea es un enemigo muerto. “Todos son de una belleza como nunca había visto antes en Etiopía; tremendamente oscuros, altísimos, dignos…”. Abunda la ambigüedad entre sexos: las mujeres nyangatom son mucho “más hombrunas que ellos”. Y lucen collares de cuentas, de conchas, que compran a los mercaderes de abalorios venidos de Kenia que pasan por la zona: “Es su patrimonio: cuanto más poseen, más poder; un signo de nobleza…”.

"Cualquier cosa es susceptible de convertirse en adorno. Cada cicatriz en la piel, un enemigo muerto"

Cuenta Muñoz que a cada clan le corresponde un color; que las mujeres se confeccionan unas faldas con piel de vaca “que ya quisiera John Galliano”, muy favorecedoras –“ríete del traje de Hilda cuando canta eso de ‘amado mío…”–; que mascan una mezcla de tabaco y chat, similar a la coca; que todo lo que encuentran es susceptible de ser adorno (véase si no el collar con capuchones de bolígrafos); que son famosos por sus cantos de pastores, por su gusto por el baile –“suelen reunirse por la noche con cualquier excusa, y danzan horas y horas con un estilo parecido al de los masais, dando botes, con cascabeles en tobillos y codos”–. Aquí se ven sus rostros y cuerpos curtidos por el sol y la pobreza; maquillajes y adornos de los más coloristas y fascinantes del mundo. Aunque sea, en ellas, sólo para ir a cultivar sorgo; aunque sea, en ellos, sólo para sentarse a la sombra del árbol y mirar al cielo cuando el blanco abandona sin más su territorio.

LOLA HUETE MACHADO EL PAIS SEMANAL - 13-11-2005 - FOTOS- Isabel Muñoz

lunes, 7 de noviembre de 2005

La laicidad explicada a los niños

"Debe recordarse que la enseñanza no es sólo un asunto que incumba al alumno y su familia, sino que tiene efectos públicos por muy privado que sea el centro en que se imparta. Una cosa es la instrucción religiosa o ideológica que cada cual pueda dar a sus vástagos siempre que no vaya contra leyes y principios constitucionales, otra el contenido del temario escolar que el Estado debe garantizar con su presupuesto que se enseñe a todos los niños y adolescentes".

En 1791, como respuesta a la proclamación por la Convención francesa de los Derechos del Hombre, el Papa Pío VI hizo pública su encíclica Quod aliquantum en la que afirmaba que "no puede imaginarse tontería mayor que tener a todos los hombres por iguales y libres". En 1832, Gregorio XVI reafirmaba esta condena sentenciando en su encíclica Mirari vos que la reivindicación de tal cosa como la "libertad de conciencia" era un error "venenosísimo". En 1864 apareció el Syllabus en el que Pío IX condenaba los principales errores de la modernidad democrática, entre ellos muy especialmente -dale que te pego- la libertad de conciencia. Deseoso de no quedarse atrás en celo inquisitorial, León XIII estableció en su encíclica Libertas de 1888 los males del liberalismo y el socialismo, epígonos indeseables de la nefasta ilustración, señalando que "no es absolutamente lícito invocar, defender, conceder una híbrida libertad de pensamiento, de prensa, de palabra, de enseñanza o de culto, como si fuesen otros tantos derechos que la naturaleza ha concedido al hombre. De hecho, si verdaderamente la naturaleza los hubiera otorgado, sería lícito recusar el dominio de Dios y la libertad humana no podría ser limitada por ley alguna". Y a Pío X le correspondió fulminar la ley francesa de separación entre Iglesia y Estado con su encíclica Vehementer, de 1906, donde puede leerse: "Que sea necesario separar la razón del Estado de la de la Iglesia es una opinión seguramente falsa y más peligrosa que nunca. Porque limita la acción del Estado a la sola felicidad terrena, la cual se coloca como meta principal de la sociedad civil y descuida abiertamente, como cosa extraña al Estado, la meta última de los ciudadanos, que es la beatitud eterna preestablecida para los hombres más allá de los fines de esta breve vida". Hubo que esperar al Concilio Vaticano II y al decreto Dignitatis humanae personae, querido por Pablo VI, para que finalmente se reconociera la libertad de conciencia como una dimensión de la persona contra la cual no valen ni la razón de Estado ni la razón de la Iglesia. "¡Es una auténtica revolución!", exclamó el entonces cardenal Wojtyla.

¿Qué es la laicidad? Es el reconocimiento de la autonomía de lo político y civil respecto a lo religioso, la separación entre la esfera terrenal de aprendizajes, normas y garantías que todos debemos compartir y el ámbito íntimo (aunque públicamente exteriorizable a título particular) de las creencias de cada cual. La liberación es mutua, porque la política se sacude la tentación teocrática pero también las iglesias y los fieles dejan de estar manipulados por gobernantes que tratan de ponerlos a su servicio, cosa que desde Napoleón y su Concordato con la Santa Sede no ha dejado puntualmente de ocurrir, así como cesan de temer persecuciones contra su culto, tristemente conocidas en muchos países totalitarios. Por eso no tienen fundamento los temores de cierto prelado español que hace poco alertaba ante la amenaza en nuestro país de un "Estado ateo". Que pueda darse en algún sitio un Estado ateo sería tan raro como que apareciese un Estado geómetra o melancólico: pero si lo que teme monseñor es que aparezcan gobernantes que se inmiscuyan en cuestiones estrictamente religiosas para prohibirlas u hostigar a los creyentes, hará bien en apoyar con entusiasmo la laicidad de nuestras instituciones, que excluye precisamente tales comportamientos no menos que la sumisión de las leyes a los dictados de la Conferencia Episcopal. No sería el primer creyente y practicante religioso partidario del laicismo, pues abundan hoy como también los hubo ayer: recordemos por ejemplo a Ferdinand Buisson, colaborador de Jules Ferry y promotor de la escuela laica (obtuvo el premio Nobel de la paz en 1927), que fue un ferviente protestante.

En España, algunos tienen inquina al término "laicidad" (o aún peor, "laicismo") y sostienen que nuestro país es constitucionamente "aconfesional" -eso puede pasar- pero no laico. Como ocurre con otras disputas semánticas (la que ahora rodea al término "nación", por ejemplo) lo importante es lo que cada cual espera obtener mediante un nombre u otro. Según lo interpretan algunos, un Estado no confesional es un Estado que no tiene una única devoción religiosa sino que tiene muchas, todas las que le pidan. Es multiconfesional, partidario de una especie de teocracia politeista que apoya y favorece las creencias estadísticamente más representadas entre su población o más combativas en la calle. De modo que sostendrá en la escuela pública todo tipo de catecismos y santificará institucionalmente las fiestas de iglesias surtidas. Es una interpretación que resulta por lo menos abusiva, sobre todo en lo que respecta a la enseñanza. Como ha avisado Claudio Magris (en "Laicità e religione", incluido en el volumen colectivo Le ragioni dei laici, ed. Laterza), "en nombre del deseo de los padres de hacer estudiar a sus hijos en la escuela que se reclame de sus principios -religiosos, políticos y morales- surgirán escuelas inspiradas por variadas charlatanerías ocultistas que cada vez se difunden más, por sectas caprichosas e ideologías de cualquier tipo. Habrá quizá padres racistas, nazis o estalinistas que pretenderán educar a sus hijos -a nuestras expensas- en el culto de su Moloch o que pedirán que no se sienten junto a extranjeros...". Debe recordarse que la enseñanza no es sólo un asunto que incumba al alumno y su familia, sino que tiene efectos públicos por muy privado que sea el centro en que se imparta. Una cosa es la instrucción religiosa o ideológica que cada cual pueda dar a sus vástagos siempre que no vaya contra leyes y principios constitucionales, otra el contenido del temario escolar que el Estado debe garantizar con su presupuesto que se enseñe a todos los niños y adolescentes. Si en otros campos, como el mencionado de las festividades, hay que manejarse flexiblemente entre lo tradicional, lo cultural y lo legalmente instituido, en el terreno escolar hay que ser preciso estableciendo las demarcaciones y distinguiendo entre los centros escolares (que pueden ser públicos, concertados o privados) y la enseñanza misma ofrecida en cualquiera de ellos, cuyo contenido de interés público debe estar siempre asegurado y garantizado para todos. En esto consiste precisamente la laicidad y no en otra cosa más oscura o temible.

Algunos partidarios a ultranza de la religión como asignatura en la escuela han iniciado una cruzada contra la enseñanza de una moral cívica o formación ciudadana. Al oírles parece que los valores de los padres, cualesquiera que sean, han de resultar sagrados mientras que los de la sociedad democrática no pueden explicarse sin incurrir en una manipulación de las mentes poco menos que totalitaria. Por supuesto, la objeción de que educar para la ciudadanía lleva a un adoctrinamiento neofranquista es tan profunda y digna de estudio como la de quienes aseguran que la educación sexual desemboca en la corrupción de menores. Como además ambas críticas suelen venir de las mismas personas, podemos comprenderlas mejor. En cualquier caso, la actitud laica rechaza cualquier planteamiento incontrovertible de valores políticos o sociales: el ilustrado Condorcet llegó a decir que ni siquiera los derechos humanos pueden enseñarse como si estuviesen escritos en unas tablas descendidas de los cielos. Pero es importante que en la escuela pública no falte la elucidación seguida de debate sobre las normas y objetivos fundamentales que persigue nuestra convivencia democrática, precisamente porque se basan en legitimaciones racionales y deben someterse a consideraciones históricas. Los valores no dejan de serlo y de exigir respeto aunque no aspiren a un carácter absoluto ni se refuercen con castigos o premios sobrenaturales... Y es indispensable hacerlo comprender.

Sin embargo, el laicismo va más allá de proponer una cierta solución a la cuestión de las relaciones entre la Iglesia (o las iglesias) y el Estado. Es una determinada forma de entender la política democrática y también una doctrina de la libertad civil. Consiste en afirmar la condición igual de todos los miembros de la sociedad, definidos exclusivamente por su capacidad similar de participar en la formación y expresión de la voluntad general y cuyas características no políticas (religiosas, étnicas, sexuales, genealógicas, etc...) no deben ser en principio tomadas en consideración por el Estado. De modo que, en puridad, el laicismo va unido a una visión republicana del gobierno: puede haber repúblicas teocráticas, como la iraní, pero no hay monarquías realmente laicas (aunque no todas conviertan al monarca en cabeza de la iglesia nacional, como la inglesa). Y por supuesto la perspectiva laica choca con la concepción nacionalista, porque desde su punto de vista no hay nación de naciones ni Estado de pueblos sino nación de ciudadanos, iguales en derechos y obligaciones fundamentales más allá de cuál sea su lugar de nacimiento o residencia. La justificada oposición a las pretensiones de los nacionalistas que aspiran a disgregar el país o, más frecuentemente, a ocupar dentro de él una posición de privilegio asimétrico se basa -desde el punto de vista laico- no en la amenaza que suponen para la unidad de España como entidad trascendental, sino en que implican la ruptura de la unidad y homogeneidad legal del Estado de Derecho. No es lo mismo ser culturalmente distintos que políticamente desiguales. Pues bien, quizá entre nosotros llevar el laicismo a sus últimas consecuencias tan siquiera teóricas sea asunto difícil: pero no deja de ser chocante que mientras los laicos "monárquicos" aceptan serlo por prudencia conservadora, los nacionalistas que se dicen laicos paradójica (y desde luego injustificadamente) creen representar un ímpetu progresista...

En todo caso, la época no parece favorable a la laicidad. Las novelas de más éxito tratan de evangelios apócrifos, profecías milenaristas, sábanas y sepulcros milagrosos, templarios -¡muchos templarios!- y batallas de ángeles contra demonios. Vaya por Dios, con perdón: qué lata. En cuanto a la (mal) llamada alianza de civilizaciones, en cuanto se reúnen los expertos para planearla resulta que la mayoría son curas de uno u otro modelo. Francamente, si no son los clérigos lo que más me interesa de mi cultura, no alcanzo a ver por qué van a ser lo que me resulte más apasionante de las demás. A no ser, claro, que también seamos "asimétricos" en esta cuestión... Hace un par de años, coincidí en un debate en París con el ex secretario de la ONU Butros Gali. Sostuvo ante mi asombro la gran importancia de la astrología en el Egipto actual, que los europeos no valoramos suficientemente. Respetuosamente, señalé que la astrología es tan pintoresca como falsa en todas partes, igual en El Cairo que en Estocolmo o Caracas. Butros Gali me informó de que precisamente esa opinión constituye un prejuicio eurocéntrico. No pude por menos de compadecer a los africanos que dependen de la astrología mientras otros continentes apuestan por la nanotecnología o la biogenética. Quizá el primer mandamiento de la laicidad consista en romper la idolatría culturalista y fomentar el espíritu crítico respecto a las tradiciones propias y ajenas. Podría formularse con aquellas palabras de Santayana: "No hay tiranía peor que la de una conciencia retrógrada o fanática que oprime a un mundo que no entiende en nombre de otro mundo que es inexistente".

Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. EL PAÍS - Opinión - 05-11-2005