ENTREVISTA CON ANTONIO ESPINO
"Ejecuciones, mutilaciones, violaciones",
así fue la Conquista de América
El conquistador Hernando de Soto torturando a los jefes nativos de Florida
El catedrático presenta en su libro una revisión crítica de la colonización
española analizando las armas, las batallas, y las sangrientas prácticas
cometidas
12.10.2013 – 06:00 H. -
ACTUALIZADO: 12.10.2015 - 18:12H.
Masacres, asesinatos, amputaciones
de manos y pies, heridas curadas con aceite hirviendo,
violaciones… semejantes crímenes parecen sacados de una mente perturbada. Sin
embargo esto era el día a día en las batallas que tuvieron lugar durante la conquista de América. Un periodo de nuestra historia que tiende a mitificarse obviando sus pasajes
más oscuros. El catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de
Barcelona y especialista en Historia Militar, Antonio Espino López,
según cuenta a El Confidencial, propone una mirada sin prejuicios de la colonización hispana en su libro La conquista de América: Una revisión crítica (RBA
Ediciones). En su obra, Espino se sirve de los testimonios dejados en
las numerosas crónicas de Indias para describir con precisión las armas,
tácticas, batallas y sangrientas prácticas que 'héroes' como Hernán Cortés llevaron a cabo.
¿Cuándo surge su interés por revisitar la conquista de
América?
Desde siempre me he preocupado especialmente por
cuestiones relacionadas con la historia de la guerra. Poco a poco fue surgiendo
el interés por explicar mejor a mis alumnos las
estrategias y tácticas militares empleadas en la conquista de América y
ello me llevó a releer un número importante de Crónicas de Indias. Allí
descubrí numerosos testimonios de las técnicas utilizadas para someter a las
poblaciones aborígenes, todas ellas basadas en el terror, la crueldad y la
violencia extrema. Una realidad muchas veces obviada por otros historiadores.
¿Por qué se tiene mitificada la conquista de América
por parte de, sobre todo, la ficción?
Por un puro y simple desconocimiento histórico.
Aquellos que se dedican a ello pueden conocer algunos datos, pueden tener
algunas nociones, pero carecen habitualmente de una perspectiva historiográfica del asunto. Y,
en buena medida, los culpables somos los historiadores, claro.
Por una cuestión de patriotismo mal entendido siempre se ha negado cualquier exceso cometido en América
¿En qué son culpables los historiadores?
Una amplia mayoría, hasta hace muy pocos años, apenas
se había atrevido a mostrarse crítica con el imperialismo hispano en las
Indias, en América. Hay que tener en cuenta que, durante mucho tiempo, se había
considerado que mostrarse crítico con las hazañas hispanas era sinónimo de ser
un mal español, me atrevería a decir; de hacerle el juego a todos aquellos que
habían fomentado la famosa “leyenda negra”. Me
da la sensación que, por una cuestión de patriotismo mal entendido, siempre se
ha negado cualquier exceso cometido en América o se ha querido justificar como
una típica “acción de guerra” que, además, en el caso que nos ocupa duró muy
poco tiempo.
¿Cree que existe miedo a reconocer la crueldad que
usted describe en su libro?
En realidad todo el mundo es más o menos consciente de
que tenemos una factura pendiente con los descendientes de las poblaciones
aborígenes. Pero no sólo los españoles, sino todas las potencias europeas
imperialistas en las épocas moderna y contemporánea. No hay que tener miedo a
la hora de reconocer que cualquier imperialismo es expansionista y agresivo por
definición, y prácticamente todos ellos usaron de la crueldad. Lo mejor es
tenerlo claro, estudiarlo y aceptarlo para encarar cualquier crítica que se
pueda hacer. No somos ninguna excepción. No somos ni mejores ni peores que los
demás. Hay que entender este tipo de realidades, conocerlas y procurar
erradicarlas en nuestro presente y en el futuro.
Nuestros conquistadores muchas veces son mostrados
como héroes
Una vez más, esa imagen es fruto del desconocimiento o
la falta de reflexión. Es fruto de la idea tan generalizada de que los
aborígenes ganaron mucho con la presencia hispana en sus tierras. Por lo tanto,
si a la larga resultaron beneficiados, las “molestias” causadas eran asumibles
y, en el fondo, poco importantes. Por otro lado, los conquistadores siempre se
presentaron a sí mismos como héroes, sus ejemplos eran los antiguos hacedores
de imperios: Alejandro Magno, Julio César… Los intelectuales de la época
jugaron un papel importante transformando sobre todo a Hernán Cortés, y en
menor medida a Francisco Pizarro, en nuevos héroes a la altura de los
mencionados. Esa imagen fascinó y convenció a lo largo de los años, sobre todo
en un país en el que no hubo grandes “héroes” a partir del siglo XVII.
Theodor de Bry,
grabado de la serie América
¿Existe algún conquistador que destacara por su
compasión?
Yo diría que nos encontramos en general con personas
que utilizan la crueldad sólo cuando era necesario, el problema es que lo fue
muy a menudo teniendo en cuenta las características de la conquista hispana de
las Indias: contingentes hispanos muy reducidos, necesidad de imponerse sobre
grandes poblaciones aborígenes, necesidad de demostrar firmeza ante los
amerindios aliados…
¿Considera que fueron excesivas las medidas que se
tomaron?
Las medidas que se tomaron fueron muy duras. La
conquista de América fue un proceso terrible, muy alejado de la imagen idílica
que habitualmente se tiene. No fue en absoluto un conflicto de baja intensidad.
Fue una guerra muy dura bajo el paraguas jurídico-religioso del derecho hispano
a su presencia en aquellas tierras con el único interés por la civilización y
la evangelización de sus habitantes, cuando más bien lo que se escondía era un
deseo brutal por obtener riquezas. Como se ha afirmado, la codicia fue el
verdadero motor de la conquista. Leyendo numerosos testimonios de la
época es evidente que fue así.
Todo el mundo es más o menos consciente de que tenemos una factura pendiente con los descendientes de las poblaciones aborígenes.
¿Cree que la conquista del territorio podía haberse llevado a cabo de una manera menos sangrienta?
Sinceramente, creo que no. Creo haber demostrado en mi
libro que existió toda una tradición bélica a la hora de enfrentarse a un
enemigo diferente, distinto, al europeo. En sus razzias en el norte de África,
en la guerra de Granada, en la conquista de Canarias y en los primeros años de
presencia hispana en las Antillas (y Panamá), los españoles fueron perfeccionandounas formas de enfrentarse a dichas poblaciones que
culminarían en las conquistas de México y Perú. Se trataba de usar el terror
para imponerse de manera contundente a un enemigo difícil que podía, en un
momento dado, complicar mucho las cosas.
¿Culturalmente cree que la colonización fue positiva?
Claramente, de la atomización cultural aborigen
imperante antes de 1492 se pasó a una cierta uniformidad cultural, pero una y
otra vez se nos quiere dar a entender que sólo por la adquisición de un idioma
europeo el beneficio obtenido puede justificar cualquier exceso cometido, y hay
quien duda de que se cometieran excesos. En el caso de América, el etnocidio
cultural cometido durante y después de la etapa colonial hispana es evidente.
Respecto a ese tema Carmen Iglesias, miembro de la
RAE, declaraba hace poco que “A veces, la leyenda negra predomina, pero
les dejamos una herramienta de unidad como es el español”. ¿Qué opina de ese
punto de vista?
Es la típica reacción de aquel que, conociendo los
muchos excesos cometidos, tiene que buscar una justificación adecuada. Y el
idioma, por lo que vemos, es esa justificación. Sería algo así como la herencia
amable recibida.
Theodor de Bry,
grabado de la serie América
¿Cuántas tribus indígenas pudieron perderse o
esclavizarse?
No soy especialista en etnología y, por lo tanto, no
puedo ofrecer respuestas concretas. Lo que está claro es que numerosos grupos
humanos sufrieron mucho con las guerras de conquista: hubo no sólomatanzas, sino también desplazamientos humanos importantes y
ello tuvo consecuencias. Dicha circunstancias alteraban los equilibrios de
poder en diversas regiones y todo ello tenía sus repercusiones en forma de
nuevos conflictos. También es conocida la táctica hispana de usar los
conflictos interétnicos en su provecho: se obtenían indios aliados y se les
incitaba a la lucha contra sus enemigos aborígenes. Es de sobra conocido como
poblaciones enteras en las islas Bahamas, La Española (Haití y República
Dominicana actuales), en la costa de la actual Venezuela, en Panamá, en Ecuador
y Colombia actuales, etc., resultaron muy mermadas.
Por otro lado, si bien la Monarquía procuró evitar en
la medida de sus posibilidades la esclavitud del indio, lo cierto es que casi
todas las poblaciones aborígenes sufrieron un trato equivalente al de la
esclavitud
En el libro se citan muchas fuentes, basadas en
testimonios, pero muchas de ellas se contradicen en las cifras, ¿qué es más
normal en los documentos históricos la exageración o el esconder los hechos
reales?
Siempre hay exageraciones
a la hora de presentar, por ejemplo, los efectivos del enemigo, porque de esa
manera justificamos y magnificamos no sólo la victoria conseguida, sino también
las medidas terribles que se hubiesen podido tomar. Por otro lado, he detectado
algunos casos en los que hubo una clara voluntad más que por esconder, por
reducir a la baja las consecuencias de determinadas conductas basadas en la
crueldad, en el terror. El problema es que numerosos historiadores de las
últimas décadas, tanto españoles como extranjeros, han exhibido una cierta
voluntad por “maquillar” mediante el lenguaje utilizado algunos pasajes de la
conquista bastante conflictivos. No me atrevería a hablar de autocensura, pero
estaríamos en el límite de la misma. Por otro lado, creo haber detectado entre
algunos hispanistas un verdadero esfuerzo por justificar la conquista hispana
de América de la mejor forma posible, dado que eran muy conscientes de los
excesos cometidos por la denominada “leyenda negra”, un conjunto de opiniones
que, en general, se caracterizan por ser muy burdas intelectualmente hablando.
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