No es la paja en el ojo ajeno, es el precio a pagar
Paco Bello | Iniciativa Debate | 18/09/2014
Es lamentable. Es casi increíble. Y lo es porque la mayoría de las personas no estaríamos dispuestas a hacer ciertas cosas, e incluso estando dispuestas a hacerlas, una vez frente al toro, no seríamos capaces de lidiar con el precio que hay que pagar ante ciertas actitudes. El caso es que siempre hay un roto para un descosido, y hoy el roto se llama Pedro Sánchez (el admirador de Felipe González), y el descosido se llama “poder de la casta”.
Hay a quien no le importa hacer el ridículo siempre que ese ridículo, primero, no sea detectable por la mayoría y, segundo, sea a cambio de algo jugoso. ¿Y qué hay más jugoso y más rentable que servir bien al poder económico?
¿Que hay que llamar populistas a aquellos que tienen la firme intención de trabajar para –y con– los y las de abajo? Pues se les llama. ¿Que hay que decir que nunca se pactará con esos mismos a los que etiquetamos como populistas sabiendo que los que nunca pactarán contigo son ellos? Pues se dice, y así te adelantas (y el que golpea primero… que se lo haga mirar). ¿Que hay que decir que no te presentarás a una primarias y sí te presentas? Pues otras cosas peores se han visto, como decir en ese momento que conocías tus límites. ¿Que te has comprometido a celebrar primarias en noviembre y las retrasas a julio del año siguiente? Pues no haberos fiado. ¿Que hay que intentar desacreditar al oponente mintiendo en sus cifras y propuestas? Pues se miente. ¿Que hay que decir que tu enemigo es el PP pero centrándote en atacar a otro? Pues sin problema. ¿Que hay que simular espontaneidad en una llamada a un programa que avergüenza a la sociedad con más de tres neuronas activas? Pues se llama y se intenta disimular, porque los réditos son importantes, y el fin justifica los medios (nunca mejor dicho). ¿Que hay que bromear con ‘Trancas y Barrancas? Pues como si hay que bailar el lago de los cisnes con un taparrabos y untado de nata, siempre que sea en ese otro prime-time para gente diferente: para esa gente que cree que La Política es el nombre de una discoteca de moda, y para la que UPyD o C’s, si los han oído nombrar, son partidos de corte social, o el simpático economista Gay de Liébana alguien que habla claro y que es de ‘los nuestros’ (como Federico J. Losantos, que también es gracioso).
Y puede que todo esto no sea criticable si más allá de tus intenciones es una fórmula efectiva para enviar un mensaje (tu mensaje), por vacío de contenido y profundidad que esté y por mucho que solo vayas a soltar eslóganes entrañables, a hacer caiditas de ojos mientras sonríes, y a mostrar tu ‘naturalidad’ infumable. Pero… sabiendo que ibas a hacer uso de ese método ¿no era demasiado arriesgado llamar populista a cualquier otra formación?, y ¿no es obsceno seguir haciéndolo?
Seguramente no, por lo ya dicho: hay a quien no le importa hacer el ridículo siempre que ese ridículo, primero, no sea detectable por la mayoría y, segundo, sea a cambio de algo jugoso. Pero hay que reconocerle el estómago a este chaval, porque a mí, como a mucha otra gente, después de ciertas sumisiones, y aún vendiéndome caro (y no es su caso), me daría verdadero asco mirarme al espejo.
Pobre Pasok, esto… PSOE (en qué estaría yo pensando).
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