jueves, 15 de febrero de 2018

BIEN POR LA PORTAVOZA


¡Hola España y Españo!


En los debates sabes si vas ganando si ves a los adversarios echar espumarajos por la boca. Por eso, no me da ninguna rabia Pérez Reverte y el otro… Marías, cuando sé que basta con decir portavoza para que les dé como un calambre

BEATRIZ GIMENO

Este artículo lo escribo, al contrario que la mayoría, en situación de alborozo. Desde que Irene Montero dijo lo de  portavoza  han pasado tres cosas con distinto nivel de importancia. En primer lugar todo el país se ha revuelto indignado por esta cuestión. Mientras, Rajoy aprovechaba para advertirnos de que nos vayamos haciendo un plan de pensiones privado porque se lo han gastado todo; y que eso de pensar que chicos y chicas de familias humildes puedan estudiar… que nos olvidemos para siempre (si es que alguien guardaba alguna esperanza de que volvieran los tiempos en que existía una razonable esperanza de poder estudiar aun sin tener mucho dinero). La segunda cosa que ha pasado –y en un segundo nivel de importancia– es que me acosté portavoz y me desperté portavoza, y eso me ha producido mucha alegría. ¡Eh, soy portavoza! Y lo mejor de todo: cuando deje dicha responsabilidad ya seré para siempre exportavoza de la Comisión de Mujer, la comisión ideal para ser portavoza o exportavoza, por otra parte. Y así lo pondré en mis tarjetas de visita, cuando tenga. La tercera cosa es que llevo dos días entretenida en las redes contestando a la masa indignada de España y Españo, días y díos, Irene Montera y Pabla Iglesios. Y a mí, al contrario que a muchas amigas, esto me divierte y me alegra. Y para cuatro cosas que me alegran…

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