El día que volvimos a entender lo que somos
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2 octubre, 2017
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Ha sucedido. Ha llegado la
primavera catalana a Hispanistán, y con ella han florecido los extensos prados
de resentidos, envidiosos, catetos y fascistas (valga la pluriredundancia).
Esos mismos prados que parecían yermos pero que sabíamos vivos porque daban
explicación a los muchos millones de votos de la derecha y parte de la
pseudoizquierda de este país.
Tenía que ocurrir tarde o
temprano. Solo esperaban a que les diera el sol para ponerse otra vez de cara a
él y poder soltar toda su bilis. Y así, cara al sol, las redes se han visto
saturadas de estupideces mayúsculas y perversiones mentales como no se había
visto nunca, que ya es decir. Parece que se ha conjurado todo el arco de la
idiocia patria. Ese que va de los guturales “a por ellos, oe” hasta la “España
una” o “yo soy español”. Aunque de todos ellos los que en realidad producen
mayor vergüenza ajena son los que además quieren justificar sus desvaríos,
porque al intentarlo hacen evidentes sus problemas a la hora de simultanear la
contención de esfínteres con la expresión oral o escrita, y no es agradable.
Estos son los que han oído campanas y, en lugar de soltarte directamente una
hostia, antes te sueltan lo del respeto a la ley, la inconstitucionalidad, el
egoísmo, el embauco de la burguesía, el internacionalismo excluyente, los
‘pujoles’, las nuevas fronteras, y cualquier otra simpleza que dentro de sus
estrechos límites dé sentido crítico a sus perniciosas pulsiones
religioso-nacionales.
Las dos Españas de siempre.
Nada ha cambiado. Bueno, o quizá sí, porque ahora también tenemos nuevos
especímenes: paletos con titulación académica y comunistas de la
indivisibilidad de la patria (antes izquierda centralista). Todo un logro de
esta España de la tercera restauración. Por lo demás, seguimos siendo el mismo
pueblo servil, rastrero y ponzoñoso que adora sus ‘caenas’, y que no perdona
que otros siquiera intenten librarse de ellas.
Nada ha cambiado, no. Y nada va
a cambiar, porque en España solo hay política de partidos, y no política desde
la sociedad. Y política de partidos, pero además con una particularidad: de
partidos dinásticos, porque es algo que ya dejó muy bien atado el dictador. Democracia
a la franquista: solo si no se sale del guión.
Seguro que en este momento
alguien estará pensando que ahora está Podemos, y que Podemos no es de esos. Y
bueno, en parte sería verdad y en parte no. Porque Podemos pudo ser algo
importante. El caso es que no creyó en esa otra España sensata, que también
existe y en la que también estaban muchos catalanes, y ahora es esa otra España
la que ya no cree en ellos. Es lo que tiene, por buena intención que destiles,
no ir de cara y vivir intentando calcular lo ajeno sin calcular tu propia
arrogancia.
Por si faltaba algo, ahora con
el tema de Cataluña también se han confundido. Ninguno de sus potenciales
votantes no dogmáticos puede sentirse cómodo cuando escucha hablar de
patriotismo a alguien que sabemos que como nosotros también escuchaba el “Cara
al Culo”. O cuando dice eso de: “Yo no quiero que Cataluña se vaya”, porque es
el momento en el que te preguntas… ¿y se puede saber específicamente por qué te
importa tanto eso de las territorialidades pasionales? O cuando personas que
apoyaban (cuando no financiaban) actos de desobediencia te vienen ahora con eso
otro del “referéndum con garantías”.
En fin, esto es por
simplificar, porque un poco más en serio, sé que comparto con Iglesias,
Monedero, Errejón y compañía más de una lectura, influencias, e incluso algunos
amigos, y sé que a nivel patriótico-sentimental e intelectual les importa una
mierda si Cataluña, Andalucía o La Rioja deciden ser un estado propio. Pero,
por no ser malpensado, voy a decir que creo que llegaron a la conclusión
de que sin integrar a parte del sistema entre sus filas y filias nunca podrían
acceder al poder, o que lo harían de forma efímera; lo cual no es ni mejor ni
peor, pero creo sinceramente que se equivocaron, como en tantas otras cosas. En
cualquier caso lo mismo da, porque ya es tarde. Y de todas formas todavía son
lo mejor que nos podía pasar, a pesar de que ciertas declaraciones, como las
últimas del presunto revolucionario Monedero equidistante entre represores y
reprimidos, me produzcan urticaria.
Así que sí, que si teníamos
alguna duda, ahora ya ha quedado claro que no hemos cambiado nada. Que se
volvería a llenar la Plaza de Oriente. Que los grises solo han cambiado de
color. Que las reuniones ‘legales’ ya no son de cuatro sino de veinte, y que en
lugar de purgas te meten un multazo, que casi duele más. Y que, como con ‘la
Pirenaica’, hoy también tiene que ser la prensa extranjera, o algun digital de
tercera como este, desde donde nos informen con alguna objetividad de lo que ocurre
en el régimen de Rajoy (y de Sánchez, Rivera, Atresmedia, Mediaset, la AN, el
Constitucional, el TS, Ricardo Blázquez, y un largo etc.).
De esta forma, y de cualquier
otra, mucha suerte con vuestra república, catalanes. Y huid. A pesar de todas
las dificultades huid como alma que lleva el diablo de este decepcionante país,
y ni se os ocurra mirar atrás.
VISTO EN INICIATIVA DEBATE
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