miércoles, 4 de octubre de 2017

QUÉ POCO HEMOS CAMBIADO

El día que volvimos a entender lo que somos
Por
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2 octubre, 2017
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Ha sucedido. Ha llegado la primavera catalana a Hispanistán, y con ella han florecido los extensos prados de resentidos, envidiosos, catetos y fascistas (valga la pluriredundancia). Esos mismos prados que parecían yermos pero que sabíamos vivos porque daban explicación a los muchos millones de votos de la derecha y parte de la pseudoizquierda de este país.
Tenía que ocurrir tarde o temprano. Solo esperaban a que les diera el sol para ponerse otra vez de cara a él y poder soltar toda su bilis. Y así, cara al sol, las redes se han visto saturadas de estupideces mayúsculas y perversiones mentales como no se había visto nunca, que ya es decir. Parece que se ha conjurado todo el arco de la idiocia patria. Ese que va de los guturales “a por ellos, oe” hasta la “España una” o “yo soy español”. Aunque de todos ellos los que en realidad producen mayor vergüenza ajena son los que además quieren justificar sus desvaríos, porque al intentarlo hacen evidentes sus problemas a la hora de simultanear la contención de esfínteres con la expresión oral o escrita, y no es agradable. Estos son los que han oído campanas y, en lugar de soltarte directamente una hostia, antes te sueltan lo del respeto a la ley, la inconstitucionalidad, el egoísmo, el embauco de la burguesía, el internacionalismo excluyente, los ‘pujoles’, las nuevas fronteras, y cualquier otra simpleza que dentro de sus estrechos límites dé sentido crítico a sus perniciosas pulsiones religioso-nacionales.
Las dos Españas de siempre. Nada ha cambiado. Bueno, o quizá sí, porque ahora también tenemos nuevos especímenes: paletos con titulación académica y comunistas de la indivisibilidad de la patria (antes izquierda centralista). Todo un logro de esta España de la tercera restauración. Por lo demás, seguimos siendo el mismo pueblo servil, rastrero y ponzoñoso que adora sus ‘caenas’, y que no perdona que otros siquiera intenten librarse de ellas.
Nada ha cambiado, no. Y nada va a cambiar, porque en España solo hay política de partidos, y no política desde la sociedad. Y política de partidos, pero además con una particularidad: de partidos dinásticos, porque es algo que ya dejó muy bien atado el dictador. Democracia a la franquista: solo si no se sale del guión.
Seguro que en este momento alguien estará pensando que ahora está Podemos, y que Podemos no es de esos. Y bueno, en parte sería verdad y en parte no. Porque Podemos pudo ser algo importante. El caso es que no creyó en esa otra España sensata, que también existe y en la que también estaban muchos catalanes, y ahora es esa otra España la que ya no cree en ellos. Es lo que tiene, por buena intención que destiles, no ir de cara y vivir intentando calcular lo ajeno sin calcular tu propia arrogancia.
Por si faltaba algo, ahora con el tema de Cataluña también se han confundido. Ninguno de sus potenciales votantes no dogmáticos puede sentirse cómodo cuando escucha hablar de patriotismo a alguien que sabemos que como nosotros también escuchaba el “Cara al Culo”. O cuando dice eso de: “Yo no quiero que Cataluña se vaya”, porque es el momento en el que te preguntas… ¿y se puede saber específicamente por qué te importa tanto eso de las territorialidades pasionales? O cuando personas que apoyaban (cuando no financiaban) actos de desobediencia te vienen ahora con eso otro del “referéndum con garantías”.
En fin, esto es por simplificar, porque un poco más en serio, sé que comparto con Iglesias, Monedero, Errejón y compañía más de una lectura, influencias, e incluso algunos amigos, y sé que a nivel patriótico-sentimental e intelectual les importa una mierda si Cataluña, Andalucía o La Rioja deciden ser un estado propio. Pero, por no ser malpensado, voy a decir que creo que  llegaron a la conclusión de que sin integrar a parte del sistema entre sus filas y filias nunca podrían acceder al poder, o que lo harían de forma efímera; lo cual no es ni mejor ni peor, pero creo sinceramente que se equivocaron, como en tantas otras cosas. En cualquier caso lo mismo da, porque ya es tarde. Y de todas formas todavía son lo mejor que nos podía pasar, a pesar de que ciertas declaraciones, como las últimas del presunto revolucionario Monedero equidistante entre represores y reprimidos, me produzcan urticaria.
Así que sí, que si teníamos alguna duda, ahora ya ha quedado claro que no hemos cambiado nada. Que se volvería a llenar la Plaza de Oriente. Que los grises solo han cambiado de color. Que las reuniones ‘legales’ ya no son de cuatro sino de veinte, y que en lugar de purgas te meten un multazo, que casi duele más. Y que, como con ‘la Pirenaica’, hoy también tiene que ser la prensa extranjera, o algun digital de tercera como este, desde donde nos informen con alguna objetividad de lo que ocurre en el régimen de Rajoy (y de Sánchez, Rivera, Atresmedia, Mediaset, la AN, el Constitucional, el TS, Ricardo Blázquez, y un largo etc.).
De esta forma, y de cualquier otra, mucha suerte con vuestra república, catalanes. Y huid. A pesar de todas las dificultades huid como alma que lleva el diablo de este decepcionante país, y ni se os ocurra mirar atrás.
VISTO EN INICIATIVA DEBATE

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