Si Sánchez tuviera que pasar por el angustioso trance al que sometían en
mis tiempos las visitas a los niños, cuando a falta de algo concreto que
decirles les soltaban la consabida y ya esperada pregunta: “a quién quieres más, ¿a papá o a mamá?”, que llevaba incluida la respuesta correcta: “a los dos igual”, se vería
contestado por la realidad de los hechos. Sánchez no quiere por igual.
Los niños, la primera vez que se veían obligados a dirimir una cuestión tan
compleja, se quedaban perplejos, les bloqueaba una enorme desazón porque no
estaban preparados para abordar asuntos de semejante calado, y el silencio que
se producía cuando intentaban pensar la respuesta provocaba la hilaridad de los
mayores. A la criatura se le volvía a repetir la cuestión por si el motivo del
silencio fuera falta de comprensión, lo que incrementaba la confusión del
infante, que sólo aspiraba a que le dejaran en paz. Sabía que existía una
salida honrosa, pero no quería arriesgar. La clave, como luego aprendería,
estaba en la inhibición. No se puede querer más a uno que a otro porque se acaba pagando un precio. El centro, ahí está la estabilidad.
En el seno de su partido partido, Sánchez lo tiene crudo porque, aunque
reconocido por las bases, los progenitores le tienen por hijo del butanero, y
en su condición de niño acogido, no del todo legítimo, se le reclama un comportamiento exquisito, de sumisión, de agradecimiento obligado, ése que se pedía a los niños pobres becados
en los colegios de pago. No podían ser faltosos.
Así, el señor Sánchez tiene
que escuchar las broncas de sus papás en silencio. También las de sus hermanos que sacan buenas notas en sus
circunscripciones granero y que amenazan con quedarse con su cuarto a
pesar de ser el primogénito. El niño Sánchez quiere quedar bien con todos,
mantenerse a flote y salir indemne. No puede dar un puñetazo en la mesa, como
los que daba "el Guerra" en sus tiempos, cuando decidía quién
salía y quién no en la foto, y todos se humillaban temblando para mantener el
cargo. Aquella generación dejó
el puesto pero no el mando: permanece vigilante en la oscuridad. Ahora le dicen al niño Sánchez que los sueños pasados de la
socialdemocracia solo fueron una estrategia para evitar que las hordas rojas se
hicieran con el cotarro. De la mano de los popes mediáticos que
trajeron la democracia a España, como el que trae un reloj de Canarias, a los
que debemos estar eternamente agradecidos y besar el anillo cuando se dirijan a
la nación, exigen al neófito secretario general, con minúsculas, que cumpla lo
que ellos pactaron con los verdaderos amos de España para llegar adonde han
llegado, y le prohíben juntarse con
malas compañías, esas que creen en lo
que ellos predicaban. Botín, que en paz descanse, hablaba maravillas de esa
generación de socialistas. Ellos también de él, a pesar de sus cuentas
millonarias en paraísos fiscales. Sus motivos tendrían.
Lo del socialismo no iba en serio, coño, Pedrito. Mira a tu alrededor y haz
como las “mamas” de las chabolas, que nunca preguntan de dónde ha salido el
parné para comprar "ese plasma que viene con su caja y todo…" y dan
por bueno que el cobre sale así, en cable, de la mina donde trabaja su marido.
Tienes lavaplatos, pues calla.
Sólo una cosita para precisar matices acerca de la heroicidad de los que
nos hicieron libres: No estaban allí.
Me resulta sorprendente que nadie matice estas cosas dando por buena su
labor en exclusiva de partisanos emboscados que nos trajeron la libertad y
la democracia. Los que se comieron el marrón, el talego y las tortura, la
inmensa mayoría, fueron otros, otros que tuvieron mucho que ver con la llegada
de la libertad y la democracia a este país y que no han sido ni homenajeados, ni retribuidos, ni colocados en el pedestal que ocupan los que aparecieron en su momento, oportunamente, cuando
la cosa ya se debatía entre la transición que se pactó o la ruptura. A aquellos
que poblaban las cárceles se les puede demonizar porque eran rojos y no
luchaban por la democracia verdadera, nos dicen, sino para imponer el
comunismo, pero se partieron la cara en la calle.
Nadie va a pedir a esa generación que salvó España de las garras del
comunismo que les hagan la ola, no está en su naturaleza el reconocimiento del
mérito ajeno, pero que tampoco cuenten milongas.
Vale, que sí, que hicieron autovías y modernizaron el país. Se les ha premiado por ello con muchos años de gobierno, pero eso no les convierte en incuestionables. Si en vez del halo de señoritos cortijeros que ahora portan sin pudor, se remitieran al criterio ético que predicaban cuando se proponían como alternativa al fascio redentor del que veníamos, y que llevó al votante a ponerles en el poder, entenderían que aquello que hicieron formaba parte de su obligación. Esos merecimientos no les dan ningún derecho a salir en tromba en defensa de sus actuales jefes para evitar que se acabe con este sistema de explotación desorbitado. Escuche, señor Sánchez: La tercera parte de los asalariados de este país es mileurista.
Vale, que sí, que hicieron autovías y modernizaron el país. Se les ha premiado por ello con muchos años de gobierno, pero eso no les convierte en incuestionables. Si en vez del halo de señoritos cortijeros que ahora portan sin pudor, se remitieran al criterio ético que predicaban cuando se proponían como alternativa al fascio redentor del que veníamos, y que llevó al votante a ponerles en el poder, entenderían que aquello que hicieron formaba parte de su obligación. Esos merecimientos no les dan ningún derecho a salir en tromba en defensa de sus actuales jefes para evitar que se acabe con este sistema de explotación desorbitado. Escuche, señor Sánchez: La tercera parte de los asalariados de este país es mileurista.
Al Capital hay que plantarle cara. Hace falta un gobierno que acabe con la
penuria, la miseria, la precariedad en la que han sumido a las familias de los
trabajadores de este país. La Seguridad Social arrastra el mismo déficit
que el año pasado con 500.000 afiliados más, porque los salarios son tan cutres
que no aportan ingresos a las arcas.
Ese es el cambio que hay que abordar. Hay que dar la cara por la
ciudadanía, y ese cambio no se va a
llevar a cabo de la mano de Ciudadanos, “y lo sabes”, Sánchez, porque, entre otras cosas, están ahí para evitarlo. Ya ve lo que dice
Rivera, que hay que incluir al PP en los pactos porque representan a mucha
gente. Que sean chorizos, corruptos, cínicos, sin propósito de la enmienda, es
lo de menos. Estos de Ciudadanos son así como… demócratas globales. Bueno, en
tal caso, Podemos también representa a gente, pero a esos hay que mandarlos al
gallinero a pesar de que se adelantaron al rey al proponerle a usted como
presidente.
Ya hemos visto que han colocado entre las prioridades, otra vez, la cuestión del déficit que imponen desde Bruselas. Desde allí el Sr. Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, intransigente con el incumplimiento del déficit, nos exige continuar con la política de recortes. Hoy sabemos (yo gracias a Vicenç Navarro) que este señor, socialdemócrata, es el artífice de la conversión de Holanda en un paraíso fiscal donde se han establecido muchas de las grandes compañías que operan en Europa, entre ellas algunas españolas, para evitar pagar lo que les corresponde.
Ya hemos visto que han colocado entre las prioridades, otra vez, la cuestión del déficit que imponen desde Bruselas. Desde allí el Sr. Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, intransigente con el incumplimiento del déficit, nos exige continuar con la política de recortes. Hoy sabemos (yo gracias a Vicenç Navarro) que este señor, socialdemócrata, es el artífice de la conversión de Holanda en un paraíso fiscal donde se han establecido muchas de las grandes compañías que operan en Europa, entre ellas algunas españolas, para evitar pagar lo que les corresponde.
Hace falta un Gobierno que vaya a Bruselas y le diga a este señor: “Gracias
a gente como usted, las grandes compañías no pagan en mi país y esto provoca
que tengamos que abordar el objetivo del déficit recortando en Educación,
Sanidad y demás prestaciones que, para nosotros, son prioritarias. Los
trabajadores de España ganan sueldos de miseria. Si no fuera por la trama que
usted, como en su día hizo en Luxemburgo su colega Junker, hoy presidente
de la Comisión Europea, han creado, una trama de evasión fiscal que provoca
ruina en los países del sur, no tendríamos este problema. Han montado un sistema delincuente que ustedes se han encargado de ajustar
a la legalidad, con reformas a medida,
de modo que lo que nos sustraen a nosotros, llena las arcas de su país. A usted
no le importa, ya lo sabemos, pero córtese a la hora de exigir recortes a los
ciudadanos que no hacen otra cosa que levantarse a trabajar para dar de comer a
su familia, y a los que cada día les hurtan un poco más del salario. Esos son
los que le dan a usted de comer”.
Así de sencillo, un zas en toda la boca. La verdad, clara, dura y pura.
Esas son las prioridades y ahí está el respeto al votante. Ya está bien de
decir que tiende la mano a izquierda y a derecha como si fuera un repartidor de propaganda a la salida del metro. Además, de momento, sólo la tiende a la derecha, esos que durante la
campaña electoral eran fachas disfrazados de demócratas y ahora son... cómo les
llama… fuerzas del cambio, o algo así.
Ahora bien, si lo que quiere es hacer carrera en la política no tiene más
que fijarse en papá y mamá, y no juntarse con las malas compañías. Tendrá el
apoyo de todos los medios de comunicación, radios y televisiones. Le llamarán
Hombre de Estado.
Ellos supieron encontrar el camino recóndito que conduce a la cima. Eso sí,
a costa de su pueblo, ese pueblo que un día les
creyó y hoy sigue aspirando al cambio. Y lo votó.
Deje de poner excusas estúpidas acerca de la educación, las formas, la
arrogancia. Deje de inventar líneas rojas. Aquí lo único rojo es la alfombra
que le han puesto los medios de comunicación para llevarle al olimpo del
dinero.
Esas y no otras son las malas compañías.
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