DANIEL RAVENTÓS / ECONOMISTA
“El trabajo no dignifica,
dignifica la existencia material garantizada”
NURIA ALABAO
13 DE ENERO DE 2016
Daniel Raventós (Barcelona, 1958) trabaja de profesor de Economía en la
universidad y es, sobre todo, un partisano de la Renta Básica Universal (RBU).
Terco, lleva más de quince años investigando, dando charlas y peleando para
popularizar esa idea que ya asomó en el programa electoral de Zapatero, en
2004, pero fue descartada cuando los socialistas alcanzaron el Gobierno.
Podemos recuperó este sueño de cara a las elecciones europeas aunque, poco
después, abrazó propuestas de subsidio más moderadas: un paso atrás que no
pocos reprochan al partido de Pablo Iglesias.
Este debate ha vuelto a la vida en tiempo de elecciones, en que se dirime
públicamente qué ayudas son mejores para acabar con la pobreza o paliar las
peores consecuencias de la crisis. Raventós defiende la RBU desde el
Comité de Redacción de SinPermiso, la presidencia de la Red Renta
Básica, el comité científico de ATTAC y la Basic Income Earth
Network (BIEN) –una suerte de internacional de la RBU.
¿Qué es la Renta
Básica?
Es una asignación monetaria incondicional a toda la población. Cualquier
tipo de subsidio, de los que tenemos en España, pero también en Europa, está
siempre sujeto a unas condiciones: ser pobre, no llegar a determinado nivel de
renta, estar en el paro. Tenemos que demostrar que estamos en una situación
concreta para tener derecho a él. La RBU es como el derecho al sufragio
universal allá donde existe, sin condiciones: hombre o mujer, rico o pobre,
heterosexual u homosexual, católico o ateo.
¿Qué aporta esa
incondicionalidad?
No tiene casi costos de administración, o son simbólicos. Los costos de
cualquier subsidio son muy grandes. Hay estudios que dicen que en un subsidio a
la pobreza, incluso siendo este eficiente, por cada euro que va a un pobre otro
va a parar a la administración del sistema, porque hace falta un personal y una
estructura que controle los requisitos.
¿Se podría dar, entonces, que el costo de
administración fuese igual o incluso superior al del subsidio condicionado?
Podría darse. En cualquier caso, uno de los datos contrastables de las
rentas condicionadas de todas las comunidades autónomas es el pequeño
porcentaje de los receptores respecto a los que tendría que llegar. Un caso que
me impresiona es el que explica en un artículo Iñaki Irrubari sobre las rentas
mínimas de Euskadi; son las más generosas, no cabe duda. Después de 26 años, no
han llevado a los objetivos de reducción de la pobreza marcados.
INCLUSO EN UN SUBSIDIO A LA POBREZA EFICIENTE, POR
CADA EURO QUE VA A UN POBRE OTRO VA A PARAR A LA ADMINISTRACIÓN DEL SISTEMA
Por ello, creo que no es una buena idea trasladarlas, como pretende
Podemos, al conjunto de España. Incluso para el objetivo de acabar con la
pobreza es mejor la Renta Básica. Pero la RBU –y aquí podríamos establecer
aunar las razones políticas, filosóficas y técnicas– va mucho más allá que las
rentas de inserción: incrementa la libertad de la mayoría de la población, como
han puesto de manifiesto muchas feministas como Carole Pateman.
¿Por qué
aumentaría nuestra libertad
No hace falta tener mucha imaginación para entender que, si todas las
personas tuvieran garantizada una asignación, estas podrían enfrentarse al
mercado laboral con un poder de negociación superior: hay quienes ven en la RBU
una caja de resistencia, que es la única manera de aguantar largas huelgas.
Después de los
cambios de discurso del 15M, ¿qué oportunidades prevé para la adopción de
medidas de este tipo?
Cada vez hay más gente interesada en la RBU, de hecho el 15M ha supuesto
una revitalización. Juan Ramón Rallo, un ultraneoliberal de la escuela
austríaca ha escrito un libro contra la Renta Básica de 500 páginas. Yo le
pregunté por qué y el me dijo: “Es una idea que está cogiendo fuerza y dentro de
poco será imparable. Intento desde ya, frenarla”. De hecho, lo que me sorprende
es la cantidad de gente de Podemos favorable a la Renta Básica y lo frustrada
que se ha quedado por eso que han ofrecido a cambio.
¿Por qué cree que
Podemos lo abandonó? ¿Es por la dificultad de defenderla públicamente, por su
carga utópica?
Algunos dirigentes de Podemos me han asegurado que han abandonado la idea
por un motivo político, no por ninguna razón técnica. Es muy fácil hacer
demagogia con la RBU. Cuando se ha discutido en los parlamentos autonómicos, y
ya dos veces en el Parlamento español, el nivel de demagogia ha sido
impresionante. Algo increíble ocurrió en el Parlamento Vasco, cuando un
diputado del PNV preguntó allí: “¿Quién de ustedes trabajaría con una renta
básica?”. Nadie levantó la mano. ¡Con la cantidad de pasta que
tiene la inmensa mayoría de los que están allí! Demagogia de la más
despreciable.
Esa es una
crítica que le suelen hacer sus detractores: que mucha gente dejaría de
trabajar.
La RBU no desincentiva el trabajo como pueden hacer otros subsidios
condicionados. Porque un subsidio condicionado lo pierdes cuando encuentras un
trabajo, e igual es un trabajo para dos meses. En cambio con la RBU claro que
pagarías más impuestos a partir del euro número uno que ganas por encima de la
RBU, pero en total, no pierdes.
¿Qué cree que
despierta una reacción tan visceral contra la RBU?
La RBU implica que toda la gente tiene la existencia material garantizada.
Evidentemente, como dicen algunos críticos, no acaba con el capitalismo, como
tampoco acaba con el capitalismo un buen convenio, ni unas mejores condiciones
laborales. Pero viviríamos en un capitalismo diferente al que conocemos ahora.
Esto es lo que la derecha política entiende perfectamente. La izquierda, o
alguna izquierda, no. Una parte cree que el trabajo dignifica, pero lo que
dignifica es tener la existencia material garantizada y no, por ejemplo, tener
un trabajo de mierda mal pagado y en unas condiciones
asquerosas. Habrá trabajos gratificantes, pero no es la norma. Marx
consideraba, siguiendo a Aristóteles, que el trabajo asalariado es “esclavitud
a tiempo parcial”. Y otro tema del que hablan todos los economistas ortodoxos y
heterodoxos: de aquí a veinte años no habrá “aún” pleno empleo.
¿Cómo se podría
defender públicamente, entonces?
A Pablo Iglesias le decían que era imposible financiarla, pero eso se
responde muy fácilmente. Se puede financiar mediante una reforma fiscal, y
mediante la integración de la política fiscal con la política social. Esto es
lo que hemos demostrado en un proyecto de financiación. No tocaríamos ni
un céntimo de partidas fundamentales, como las de sanidad y educación, pero sí
otras, como la de la Casa Real. Las prestaciones inferiores a la renta básica
desaparecerían, pero no las superiores: los beneficiarios de estas cantidades
no ganarían ni perderían. La reforma significaría una gran redistribución de la
renta de los sectores más ricos al resto de la población. Lo contrario de lo
que se ha producido a lo largo de las últimas décadas, especialmente en los
últimos años.
SI TODOS TUVIÉRAMOS GARANTIZADA UNA ASIGNACIÓN,
PODRÍAMOS ENFRENTARS EL MERCADO LABORAL CON MÁS PODER DE NEGOCIACIÓN
Hay una encuesta de Cataluña cuyos resultados son
impresionantes, porque un 80% de los entrevistados está a favor. Y en esta
encuesta hay otra cosa interesante, porque se preguntaba: “Según su situación
actual, usted dejaría de trabajar si la recibiese?” Y había el doble de hombres
que mujeres que con una RBU dejarían el trabajo y es un tanto por cien muy
pequeño.
Otra objeción
“clásica” es que podría producir un desembarco de emigrantes masivo.
Los inmigrantes que vienen desde países pobres no lo hacen porque conozcan
las condiciones que van a encontrar al llegar, sino porque no tienen las
condiciones de existencia material garantizadas en sus países de origen. Con
renta básica o sin ella, van a seguir viniendo.
¿Qué partidos la tienen en su programa?
Uno que la llevaba, y que yo sepa no ha renunciado, es Anova, en Galicia, y
Bildu.
¿Todas las
propuestas de renta básica son progresistas?
Una mera defensa de la renta básica, sin mencionar más –qué cantidad, cómo
la va a financiar, a cambio de qué–, no está encuadrada políticamente. Yo no
estaría de acuerdo en que a cambio de la RBU se socavaran servicios públicos,
como la sanidad o la educación. Ahora, que se suprimiese parte del ejército o
de la Casa Real, ahí no tendría ningún problema.
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