martes, 1 de noviembre de 2005

Trafalgar

Combate entre el español Santa Ana y el inglés Royal Sovereign. El Santa Ana, tres puentes y 112 cañones iba al mando del capitán de navio Gardoqui. Tras dos horas y media de fuego, el barco se rindió acosado por más buques ingleses. En él murieron cinco oficiales y 97 marineros del capitán de navio Gardoqui.

Tal día como el 21 de Octubre, hace 200 años y a las 11 de la mañana comenzaba uno de los combates navales más importantes de la Historia de España. “¡En Lepanto la victoria y la muerte en Trafalgar!”, dice el himno de la Armada en recuerdo del triste choque. La batalla se libró entre una escuadra francoespañola de 33 navíos al mando del almirante francés Villeneuve y otra inglesa al mando de Nelson (27 barcos) que obtuvo la victoria al cabo de cinco horas de encarnizado combate.
Antecedentes. En plena lucha entre Francia e Inglaterra por el poder en la Europa continental, se estaba fraguando el dominio inglés de los mares. La alianza de la corona de España con la Francia de Napoleón presagiaba el desastre del país. La flota combinada estaba agrupada en la bahía de Cádiz. Nelson fondeaba sus navíos cerca a la espera de que la flota enemiga saliera de su refugio.
Bandera de San Ildefonso en el Museo Marítimo de Londre, desplegada para su restauracion. la envergadura del barco debía ser impresionante
desventaja. En un país donde los oficios de la mar estaban mal vistos y el comercio estaba poco desarrollado, no había marinos suficientes para cubrir los puestos de la flota. La Real Hacienda hacía tiempo que no pagaba sueldos y los marineros eran “lo peor de cada casa”, en ocasiones presidiarios y gentes de secano sin experiencia en la mar. Los navíos españoles sólo contaban con la pericia de sus oficiales y el propio poderío de las fortalezas de madera. El Santísima Trinidad era el navío más grande de su tiempo, con cuatro puentes y más de 100 cañones. La marinería española iba semidesnuda y mal calzada, y se alimentaba de galletas y tocino. Ante esta situación, el teniente general Federico Gravina, al mando de la flota española, quería pasar el invierno en Cádiz para desgastar a Nelson y prepararse mejor. Pero el francés decidió levar anclas porque sabía que Napoleón había enviado a su sustituto. Perdido el favor del corso, Villeneuve arriesgó la vida de todos por recuperarlo.
El combate. El fuego lo abrió un cañonazo hacia el mediodía. En las cinco horas que siguieron los navíos enfrentados se destrozaron mutuamente, pero ya desde muy pronto se apreció la ventaja táctica de Nelson. Al final de la batalla los buques españoles y franceses, muy desorganizados, fueron atacados por dos y tres navíos ingleses cada uno. Una acción que muestra el sentido del honor que estos marinos tenían la protagonizó el teniente de navío Núñez-Falcón, que quedó al mando del San Juan Nepomuceno al morir el resto de oficiales. Rodeado por tres barcos enemigos y con 200 muertos en sus cubiertas, debía rendir el barco. Cuando los ingleses le preguntaron a cuál de los tres buques lo iba a hacer, Núñez-Falcón respondió: “Me rindo a los tres, que a uno el Nepomuceno nunca se rendiría”.
Enemigos • Federico Gravina (izquierda), teniente general al mando de la flota española, era un marino experimentado pese a su relativa juventud. Bregado en otros combates y herido en alguno de ellos, previó el desastre y aconsejó a Villeneuve que obrara de otro modo. Su lealtad al Gobierno de Godoy, que le había pedido obediencia ciega al francés, fue su perdición en un tiempo en el que el cumplimiento del deber era norma sagrada. • Horacio Nelson, maestro de la estrategia en la mar, fue deificado tras su muerte en Trafalgar. El marino es el héroe militar británico por excelencia
Horacio Nelson fue herido de muerte en el Victory. Gravina también moriría días después en Cádiz. Churruca, Alcalá-Galiano y tantos otros, la flor de la Armada ilustrada, perecerían luchando. Villeneuve, en cambio, sobrevivió para suicidarse un año después. En Trafalgar hubo 2.462 españoles muertos frente a 1.700 bajas inglesas. El único navío que se hundió durante el combate fue el francés Achille, que explotó hacia las 18.00 con tal estruendo que los combatientes quedaron en silencio entendiendo que todo había terminado.

Consecuencias Como se decía entonces, España perdió en Trafalgar los barcos pero no la honra. Y tampoco perdió tantos, sólo diez, ni un tercio de su potencia naval. Aunque el golpe moral fue tal que el país abandonó el cuidado de su Armada y con ella, su expansión en ultramar, razón de ser de España desde 1492.

los hijos de trafalgar. Ricardo García Cárcel, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona (ABC, 21/10/05).

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