El cero que une a Oriente y a Occidente
Tanto en matemáticas como en filosofía el vacío hunde sus raíces en el subcontinente indio. El acercamiento a esta idea tan abstracta tardó en expandirse.
(...) El
creador del cinismo, encerrado en la barrica desde la que renunciaba
a toda posesión material, contestó: “Sí. Muévete, que me tapas
el sol”.
Como
otros autores modernos, Pattanaik utiliza esta conocida parábola
del encuentro
entre Alejandro y Diógenes para
fabular cómo pudo haber sido la interacción del primero con los
habitantes de las tierras del Indo en el siglo IV antes de Cristo.
Porque según acreditan clásicos como el propio Plutarco en Vidas
paralelas, Alejandro
Magno conoció a algunos de los pensadores indios durante su larga
guerra con el rey Poros, en lo que es hoy frontera entre Pakistán e
India. Estos desarropados ascetas, que consideraban comida y ropa
elementos superfluos que impedían la pureza de la meditación,
pasarían a la historia como gimnosofistas (del griego sofistas
desnudos); germen del cinismo filosófico y ascendientes de los
yoguis ysadhus de
la India actual. Así, Pattanaik imagina la conversación entre el
rey macedonio y un gimnosofista para ilustrar el primer
(des)encuentro entre la civilización occidental europea y la
oriental hindú.
— ¿Qué
haces?—, preguntó Alejandro
Magno al
hombre que, desnudo sobre una roca, contemplaba el cielo con la
mirada perdida.
—Estoy
experimentando la nada—, contestó este ante la perplejidad del
único hombre destinado a dominarlo todo. —¿Qué haces tú?—, le
preguntó el gimnosofista.
—Estoy
conquistando el mundo—, respondió el gran Alejandro.
Ambos,
guerrero y pensador, rieron a carcajadas ante lo absurdo de la
empresa de su interlocutor. El todo y la nada.
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