DON DE GENTES
Tuiteros que legislan
La escritora defiende la reflexión entre los políticos
frente a la incontinencia que algunos ejercen en las redes
Juan Carlos Girauta interviene en el Congreso. ULY
MARTÍN
140 caracteres. Por supuesto que pueden contener belleza, un
pensamiento complejo, un argumento, un cuento, un poema. Pero nos hemos rendido
a las sentencias soliviantadas de Twitter y nos olvidamos de que pocas palabras
pueden dar para mucho. Los libros de aforismos se abren por cualquier página,
se lee uno al azar y se va paladeando un rato como si fuera un bombón o un Peta
Zeta de aquellos que provocaban un bombardeo gustoso en su contacto con la
saliva. Leo Bajas Presiones, el libro de aforismos de la joven
Azahara Alonso y me encuentro con este: “La peor venganza contra un escritor es
elegir a su compañero de estantería”. Cuánta ironía como verdad concentradas. A
quien escribe le gustaría estar entre los grandes de todos los tiempos, pero el
azar, el orden alfabético o el capricho del lector pueden castigar una vanidad
pueril. Ahora, indignados ante tanto exabrupto en la red no paramos de afirmar
que en tan mezquino espacio no se puede decir nada bueno, pero no es cierto, la
belleza o la grosería no dependen de la extensión sino de la manera en que se
utilicen las palabras, de la catadura moral de quien las escribe y, en
ocasiones, de las copas que uno se ha bebido antes de pasar a la acción.
Para
escribir hay que pensar, y hay usuarios que a la inmediatez de un medio como
Twitter han añadido la impulsividad de su carácter,
Es lo que hace Donald Trump, cuando incapaz de controlar su chulería la
expande rabioso por la red. Si algo bueno tiene esa incontenida agresividad es
que por ahí, por esos escapes verbales a deshora, es por donde surte con más
claridad el desprecio que le provocan otros seres humanos. Las mujeres, por
ejemplo. Ya sabíamos que podía cargar contra algunas, en realidad, contra
todas, haciendo referencias a la edad, la apariencia o la capacidad mental, y
también es célebre su mórbida pasión por la sangre femenina, porque en su
trastornada cabeza si una mujer le contradice es debido a que tiene las
hormonas desatadas por la menstruación. Esta semana lo ha vuelto a hacer con la periodista Mika Brzezinski escribiendo,
“ella sangraba mucho por un estiramiento de cara”. Lo desesperante es que no
sabemos muy bien si esta actitud desatada y chulesca, temible en alguien que
concentra tanto poder, afecta en algo al crédito que le prestan los ciudadanos
o si es considerado algo anecdótico en comparación con la deriva de la
economía, por ejemplo. Hay que recordar el comentario recurrente y exculpatorio
que hacían los votantes de Trump sobre los insultos o burlas que dedicaba hacia
negros, inmigrantes, mujeres o discapacitados: “Él se atreve a decir lo que
otros callan”. Está claro, para algunos la corrección política ha constreñido
su legítima necesidad de sentirse superiores.
Pero Trump no está solo. Los políticos se han aficionado a
anunciar rupturas, simpatías o acuerdos en un tuit. Mala política y mala
literatura. Nos mereceríamos algo más. Por la mañana, Albert Rivera aparecía entrevistado por Pepa Bueno exponiendo en tono
voluntariamente razonable el proyecto de ley de maternidad subrogada, y horas
más tarde, su compañero de partido, Juan Carlos Girauta se arranca con el siguiente tuit “O sea que tu cuerpo es
tuyo para abortar pero no para gestar desinteresadamente el hijo de otros. Ya”.
Di que sí, a la pata la llana. ¿Qué debemos pensar ante semejante grosería, que
en realidad Girauta se expresa a la manera en que su jefe no se atreve? Dada la
que se montó, ingenua de mí pensé que Girauta se iba a disculpar, animado tal
vez por su jefe, pero no, se envalentonó más, y a respuesta de una mujer que le
precisaba, “en cualquier caso su cuerpo no puede ni abortar ni gestar”, el
airado diputado concluyó: “No señora, el mío legisla”. ¡Oh, legisla! Se
traslucen muchas cosas de estas breves pero significativas declaraciones del
político tuitero, tantas como para pensar que alguien que habla con esa falta
de respeto y contención de la intimidad de las mujeres no es la persona más
adecuada para defender una ley que, sobre todo, por encima de todo afecta a esa
mitad de la población a la que se dirige con tan incontenible superioridad
moral.
"La cosa más vulnerable y, sin embargo, más invencible
es la vanidad humana: su fuerza crece incluso al ser herida y puede acabar por
llegar a ser gigantesca". Lo dijo Nietzsche en unos 129 caracteres, pero
pensándolos mucho, y dando mucho que pensar.
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