Rouco Varela
Etiquetas Antonio María Rouco Varela Religión 10
Qué alegría cuando me dijeron que te ibas, Rouco. Yo,
que soy muy de congratularme por el bien del prójimo, celebro que ahora tengas
un poco más de tiempo para ti, porque desde que te pusiste al frente de la
Conferencia episcopal –de 1999 a 2005 y de 2008 hasta esta semana–, ¡no has
parado, criatura de Dios! Entre atender a lo divino, echar la
bronca a los humanos, opinar sobre todos los asuntos que afectan a este país,
dar órdenes a los gobiernos e irte de mani, apenas habrás tenido un
minuto para vivir la vida que defiendes con tanto ardor. Por fin podrás
disfrutar de unas merecidas vacaciones como otras celebrities, que
así sea.
Yo tengo un
gozo en el alma, grande, gozo en el alma, grande, por fin vas a descansar
después de tanto tute. ¡Si es que hasta el último día estuviste ahí, al pie
del cañón! Cómo olvidar tu despedida apoteósica en la homilía en el funeral
por las víctimas del 11-M con esa frase que pasará a la historia: “Personas
dispuestas a matar inocentes a fin de conseguir oscuros objetos de poder”.
Minutos después, dirías con solemnidad aquello de: “Daos fraternalmente la
paz”, eso, que para dar guerra ya estabas tú. Hay que ser muy artista,
Rouco, para convertirte en protagonista incluso en un día como ese, pero a ti
no se te pone nada por delante, claro, cuando a uno le asiste la fuerza de la
razón...Porque eso que dijiste, lo habías razonado previamente ¿verdad?
Te vamos a echar tanto de menos… especialmente nosotras, las mujeres, o “parras fecundas en medio de la casa”, como nos llamaste en la misa de las Familias, citando el salmo 127. Qué buena metáfora, sí señor, las mujeres somos las parras a las que se lleva subiendo todo cristo desde que el mundo es mundo, será por eso que nos pagan de menos y nos pegan de más. Y del derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra vida, ni hablamos. Pero tú vete tranquilo, tienes un representante en el Ministerio de Justicia para cumplir con tus deseos y anular nuestros derechos.
Te vamos a echar tanto de menos… especialmente nosotras, las mujeres, o “parras fecundas en medio de la casa”, como nos llamaste en la misa de las Familias, citando el salmo 127. Qué buena metáfora, sí señor, las mujeres somos las parras a las que se lleva subiendo todo cristo desde que el mundo es mundo, será por eso que nos pagan de menos y nos pegan de más. Y del derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra vida, ni hablamos. Pero tú vete tranquilo, tienes un representante en el Ministerio de Justicia para cumplir con tus deseos y anular nuestros derechos.
Ahora que tú te vas, nos dejas y nos abandonas, ¿quién
nos regañará por “banalizar con la eutanasia”? Nosotros tan frívolos, que
nos pasamos el día pensando en desenchufar a nuestros seres queridos, así,
para matar el rato…
¿Quién llenará de primaveras este enero y nos dará tus
sabias lecciones de humanismo y economía? Como cuando dijiste que: “Autorizar
el matrimonio homosexual hará quebrar la Seguridad Social”. Los pronósticos
del FMI, comparados con los tuyos, son una mariconada. Muy fan.
O cuando afirmaste que “la problemática del
matrimonio y la familia ha sido la antesala de la crisis”, ¡y los
economistas hablando de los mercados y la burbuja inmobiliaria, qué ignorantes!
Por cierto, para no tener pareja, mira que te preocupan las cuestiones de
mujeres y hombres y viceversa, eres la Emma García del obispado.
En fin, Rouco, dejas el listón muy alto, monseñor Blázquez tendrá que esforzarse en superar tu brillantez. Serías la imagen perfecta para una nueva campaña de Patrichs: “Para hombres que dejan huella”, yo te veo futuro en el mundo de la publicidad, tienes arte para vender motos.
Por nosotros los pecadores ni te preocupes, estamos felices porque tu reposo es nuestro descanso.
Puedes jubilarte en paz. Demos gracias. Adiós.
En fin, Rouco, dejas el listón muy alto, monseñor Blázquez tendrá que esforzarse en superar tu brillantez. Serías la imagen perfecta para una nueva campaña de Patrichs: “Para hombres que dejan huella”, yo te veo futuro en el mundo de la publicidad, tienes arte para vender motos.
Por nosotros los pecadores ni te preocupes, estamos felices porque tu reposo es nuestro descanso.
Puedes jubilarte en paz. Demos gracias. Adiós.
Dios en la escena pública
Rouco Varela se queja
de que Dios está excluido de lo político, pero en España la Iglesia católica
aún tiene el monopolio de las celebraciones oficiales
El cardenal Rouco Varela se despide de su cargo de
presidente de la Conferencia Episcopal denunciando el triunfo de “una cultura
mundana que arrincona a Dios en la vida privada y lo excluye del ámbito
público”, un tema recurrente en el atormentado pensamiento de quien ha dirigido
la Iglesia española con arrogancia y desprecio a los que no se pliegan a su
doctrina.
El lamento del cardenal llegó el mismo día en que
presidió la misa de
conmemoración del décimo aniversario del 11-M. En este país, en que,
según el cardenal, Dios está excluido de lo público, todavía la Iglesia
católica tiene el monopolio de las celebraciones oficiales. El irritado
cardenal se erigió en portavoz de la siniestra teoría de la conspiración el día
en que por fin, diez años después, la derecha parecía renunciar a ella.
Rouco deja el sello del insoportable cinismo del que
se considera con derecha de pernada sobre las mentes de los ciudadanos de un
país. Queda mucho camino por recorrer hasta que el Estado español sea realmente
aconfesional, como dice la Constitución. Todas las creencias tienen derecho a
la palabra, pero solo una ordena y manda, sobre todo cuando gobierna la
derecha. Con Zapatero, la Iglesia perdió unos cuantos puntos en la batalla
ideológica, pero ganó dinero, al que tampoco hacen ascos los funcionarios de
Dios.
Todas las creencias tienen derecho a la palabra, pero solo una ordena y
manda, sobre todo cuando gobierna la derecha
El Gobierno del PP trabaja para que la Iglesia
recupere lo perdido, promoviendo una restauración conservadora, en materia
educativa y de derechos individuales, con las leyes Wert y Gallardón como
estrellas del regreso al pasado. El cardenal Rouco, que siempre quiere más, se
lo agradece ridiculizando a la clase política, que considera “de nivel
intelectual más bien pobre, afectada por el relativismo y el emotivismo”.
Rouco se va.
Es evidente que vive a años luz del nuevo discurso Vaticano. Queda por ver cómo
las buenas palabras del Papa se traducen en hechos, pero la Iglesia busca
recuperar terreno con una imagen de complicidad y proximidad con los más
diversos sectores de la sociedad, completamente opuesta a la frialdad metálica
del expresidente de los obispos. Recientemente, el abad de Montserrat, Josep
Maria Soler, pronunció unas palabras que demuestran que si la creencia se asume
con humildad, no es incompatible con la democracia. Decía el abad, a propósito
del proyecto de ley del aborto: “Los cristianos no podemos pretender imponer
nuestra visión antropológica en la sociedad plural, no podemos pretender que la
moral cristiana se convierta en ley del Estado”. No recuerdo una expresión tan
rotunda de asunción de la cultura democrática por parte de una autoridad
eclesiástica, en un país en que obispos como Rouco Varela y su corte medran
para que su verdad sea la de todos y el Gobierno se ha convertido en correa de
transmisión de sus obsesiones misóginas y autoritarias.
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