domingo, 31 de julio de 2005

Okinawa, la llave del Pacífico

Los habitantes de la isla japonesa, ocupada durante casi tres décadas por EE UU, piden una reducción de la fuerza militar norteamericana

GEORGINA HIGUERAS (ENVIADA ESPECIAL)-Okinawa EL PAÍS-Internacional-31-07-2005

"Okinawa es crucial para la estabilidad regional, las relaciones entre Washington y Tokio, y los intereses de Estados Unidos", afirma el general Jan Marc Jouas, de 47 años y jefe de la base aérea de Kadena, ubicada en esta isla japonesa. Es la mayor de Estados Unidos fuera de sus fronteras y desde ella se controla lo que se ha convertido en la región estratégica más importante del mundo. Más allá de sus alambradas, arrecifes coralinos y playas de fina arena incitan a la población de Okinawa a buscar los beneficios económicos del turismo y a exigir una "reducción significativa" de la presencia militar norteamericana en su suelo.

Para los estrategas estadounidenses, la creciente rivalidad entre China y Japón, la decisión del régimen norcoreano de fabricar armas nucleares, las aspiraciones independentistas de Taiwan y la ruta del 70% del comercio mundial han hecho del Pacífico oriental una "región única" para el porvenir del siglo XXI. En este sentido, más que plantearse una retirada de Okinawa, el mando militar norteamericano sostiene que hace falta "analizar la situación en su conjunto y a largo plazo para determinar cómo se pueden recolocar las fuerzas".

Okinawa es la mayor de las islas del diminuto archipiélago del mismo nombre, que forman 160 islas, de las que 50 están habitadas. Sólo representa el 0,6% de la extensión total de Japón, pero sus habitantes se quejan de que seportan el 75% del peso de la alianza militar con EE UU. A unos 1.500 kilómetros al sur de Tokio, la conquista de Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial jugó un importante papel en el fin de la contienda, y Estados Unidos no devolvió la soberanía a Japón hasta 1972. En la actualidad, además de Kadena, hay en toda la isla otra treintena de bases e instalaciones militares que acaparan el 20% de la superficie.

USS Okinawa LPH-3Las bases son la continuación de la ocupación. No tienen nada que ver con el tratado bilateral entre EE UU y Japón. Los militares norteamericanos no son nuestros invitados. Nos sentimos ocupados", afirma Yoshihiko Higa, de 63 años y consejero del gobierno local de Okinawa. Según Higa, aunque los pacifistas exigen la retirada total de los norteamericanos, el gobierno local "comprende la necesidad de tener una fuerza disuasoria, pero quiere poner fin a la excesiva carga que soporta y, en concreto, a la presencia de los marines".

En Japón hay 50.700 militares norteamericanos, de los que 12.000 están en Okinawa que, unidos a sus familiares y personal civil, ascienden a 51.000 estadounidenses en la isla. Hay 7.500 efectivos de las Fuerzas Aéreas; 1.500 de Infantería y Marina, y los 17.000 restantes son marines. Éstos precisamente son los que la mayoría de población quiere que se vayan debido en gran parte a que muchos son jóvenes solteros o destinados sin su familia, que "conducen, beben y se comportan de forma temeraria", afirma la ONG Movimiento Femenino Antimilitar. A ellos se atribuyen buena parte de los 5.328 delitos y faltas cometidos por las tropas estadounidenses entre 1972 y diciembre de 2004, de los que destacan por su gravedad 541 casos de homicidios, violaciones o atracos.

Los marines están en el ojo del huracán desde que, en septiembre de 1995, tres de ellos violaron a una niña de 12 años. Las masivas protestas desatadas por esa bárbara acción llevaron a la conclusión de un acuerdo denominado SACO (Comité de Acción Especial sobre Okinawa), que determinó la devolución de 11 instalaciones norteamericanas, incluida Futenma, la base de helicópteros de los marines, muy ruidosa y que representa un claro riesgo para los 90.000 habitantes de Ginowan que viven a escasos metros de sus alambradas. Nadie puede excluir un accidente como el del año pasado, cuando se estrelló un helicóptero que trataba de aterrizar en la base.

Pasados casi diez años, sólo se ha devuelto una instalación menor, y Futenma, con sus 3.500 marines y 150 trabajadores civiles, sigue operativa, con sus 74 helicópteros y cuatro aviones de apoyo operacional en plena actividad. "Somos invitados del Gobierno de Japón y nos deben realojar ellos", dice el coronel Leo Falcam, comandante en jefe de Futenma, que desde que llegó hace un mes ha ordenado que se reparen las instalaciones, que llevaban una década sin acometer obras.

"SACO fue un fracaso porque se realizó entre Washington y Tokio sin consultar con Naha, capital del archipiélago. Estableció la devolución de la tierra, pero no la reducción de las tropas norteamericanas, que es lo que nosotros queremos. Esperamos que aprendan la lección y escuchen nuestra opinión ahora que renegocian el futuro de las bases", señala el consejero del gobierno local.

La implementación de SACO habría supuesto devolver el 20% del terreno que ahora ocupa el Ejército de Estados Unidos, pero la demanda generalizada de eliminar o reducir la presencia de los marines se habría radicalizado porque habría aumentado el número de militares en zonas hartas de pedir que se vayan. Además, exigía al Gobierno japonés un fuerte desembolso para construir en terrenos ganados al mar una base aérea en sustitución de Futenma.
El diario Okinawa Times realiza cada cinco años una encuesta sobre la presencia norteamericana. La de 2005 revela que entre el 10% y el 15% de la población quiere la retirada inmediata, y entre el 70% y el 80%, una retirada gradual y coordinada. El coronel de marines Stacy Clardy, por el contrario, considera que, "pese a lo que diga la prensa local -que es muy antiamericana-, la población apoya mayoritariamente la continuidad de las bases por los beneficios económicos que reportan".

Tras la ocupación norteamericana, en junio de 1945, los supervivientes de una batalla que dejó 240.000 muertos -decenas de miles, estadounidenses- fueron amontonados en campos de concentración. Como todo estaba arrasado, las tropas victoriosas levantaron sus campos donde creyeron conveniente sin compensar a nadie. Sólo en el momento de la devolución de Okinawa a Japón se estableció que los terrenos sobre los que estaban instaladas las bases pertenecían en partes más o menos iguales al Gobierno central, a las municipalidades y a personas privadas. Se determinó también que el arrendamiento lo pagaría Tokio.

"Ese dinero llegó como un extra, cuando los propietarios habían reconstruido su vida desde la nada, porque la isla quedó reducida a cenizas. Quienes lo reciben son en su mayoría pensionistas que no quieren saber de nuevos riesgos, ni de lo que obtendrían con la recuperación y venta de la tierra", afirma Tomohiro Yara, especialista del Okinawa Times en temas militares, al reconocer que muchos de los miles de arrendatarios están conformes con la situación actual.
Japón corre con el 70% del total de los gastos de las bases norteamericanas en el país, incluido el pago a los japoneses que trabajan en éstas. Por eso, las ONG y la oposición piden que el Gobierno renegocie el mantenimiento de estas instalaciones que cuestan al erario público más de 5.000 millones de dólares anuales. El líder de la oposición, Katsuya Okada, se ha comprometido a retirar a los marines de Okinawa si el Partido Democrático Japonés llega al poder.

okinawa prefecture

En Naha se respira también un resquemor contra Tokio por permitir que 60 años después de la guerra, Okinawa siga militarizada. "Tras la derrota, Estados Unidos estacionó a sus marines donde le interesó, y Tokio, pese al evidente malestar de la población, decidió quitarse el problema de encima negociando su traslado a Okinawa. Ellos no los quieren; nosotros, tampoco", dice Gima, secretaria de 58 años que está en contra de un acuerdo que suponga la sustitución de las tropas norteamericanas por japonesas.

La actitud del Gobierno central levanta ampollas entre una población que, en muchos casos, aún no ha asimilado la conquista japonesa, en 1879, de lo que fue el próspero reino de Ryukyu. "Mientras estuvimos bajo control de Estados Unidos, hablábamos nuestra lengua. El retorno a Japón no ha servido más que para imponernos una doble ocupación: la militar norteamericana y la cultural japonesa, que pretende asimilarnos y está acabando con nuestra cultura", comenta el empresario de 28 años Yu Shimabukuru.

Guam y la fuerza de despliegue rápido

La isla norteamericana de Guam, situada en el centro del Pacífico, está llamada a convertirse en la nueva clave de la estrategia del Pentágono en esa parte del mundo. Guam está a medio camino entre Hawai, sede de la flota estadounidense en ese océano, y la base aérea de Kadena, en la isla japonesa de Okinawa. Kadena, con sus dos escuadrones de cazas F-15 (44 aparatos), dos aviones de reconocimiento AWACS; 15 KC-135 para abastecer de combustible en vuelo a otras naves y un KC-135 preparado para operaciones de rescate, es, según su comandante en jefe, general Jan Marc Jouas, una "pieza única" de la defensa norteamericana, por lo que parece muy poco probable que se vea afectada por la reestructuración que se derivará del acuerdo entre Washington y Tokio. El plan que, tras múltiples retrasos, está previsto que se haga público en septiembre, se enmarca en la nueva estrategia militar de EE UU en el Pacífico.
Entretanto, las quinielas sobre la reducción de los efectivos del Pentágono en Okinawa son múltiples y variadas, pero la mayoría de las apuestas se inclinan porque una parte significativa de los marines destinados a esa isla sea trasladada a Guam, donde se establecería un comando intermedio de este cuerpo, que enlazaría las operaciones entre el mando de Hawai y el de Okinawa. Pese a las dificultades logísticas que plantea el traslado, el teniente coronel de marines Phillip Ridderhof, encargado de planes estratégicos, no descarta que ésa sea la eventual solución a la demanda de reducción de tropas de Okinawa, ya que trasladarlas a otra zona de Japón reproduciría el problema.Frente al fracaso de la ocupación de Irak y el auge del llamado "terror asimétrico", que no conoce fronteras ni medidas, el Pentágono ha optado por apoyarse y colocar en primera línea de su política defensiva a las fuerzas de despliegue rápido. Guam y Okinawa serían las puntas de lanza de esa política en el Pacífico.

Contra palabras amenazas de muerte

Félix de Azua, algunas de sus obras

En el palacio Poggi de Bolonia puede verse una escalofriante colección de fetos humanos en sus últimos meses de gestación. Los modelos, delicadamente esculpidos en cera y de gran perfección anatómica, estaban destinados a los estudiantes de obstetricia. Cada feto tiene una postura distinta, los hay cabeza arriba, cabeza abajo, con un brazo a la espalda, con las piernas cruzadas.... Como es bien sabido, el parto traerá nueva vida a la tierra, o más muerte, según sea la posición del feto. Algo similar ha sucedido con la constitución de las autonomías españolas, que fue concebida con gran gozo y ludibrio por sus padres, pero nadie podía suponer ni remotamente que la posición del feto iba a poner en peligro la vida de la madre.

No exagero. Hará cosa de un mes, un grupo de amigos y conocidos publicamos un documento implorando la creación de un partido no nacionalista en Cataluña ya que, a diferencia del País Vasco, aquí sólo hay partidos nacionalistas. Bien es verdad que el PP es constitucionalista, pero se trata de un partido tan obsesionado con los asuntos religiosos que no puede servirnos de ayuda. No va uno a sustituir una religión por otra. Entre el catolicismo de Roma y el nacionalismo de Carod, francamente... De modo que expresamos nuestra modesta opinión sobre un monopolio ideológico lamentable.

De inmediato se nos lanzaron a la yugular medio centenar de columnistas y opinadores sin esgrimir un solo argumento aunque sí sus afilados colmillos; los políticos se alisaron las vestiduras mirando hacia el techo; y el primer consejero (la persona más importante de Cataluña después de Maragall) nos insultó desde la televisión nacionalista, cuyo déficit pagamos los insultados.

Ya lo esperábamos. Nos habría disgustado mucho no haber recibido los improperios habituales. En la democrática Cataluña es casi imposible ir de insumiso o de disidente. Quienes no pertenecen a la fratría patriótica y deportiva pasan mucho frío y les pegan los frailes. Hasta ahí, todo iba bien. Lo que no podíamos imaginar es que nos amenazaran de muerte. Suponíamos que Cataluña, a diferencia del País Vasco, ya había superado la Guerra Carlista. Nos equivocábamos. Un articulista del Avui, miembro de Esquerra Republicana, biógrafo de Boadella (a quien ahora quiere ver muerto) y del heroico Joan Puigcercós (a quien había puesto a parir unos años atrás), pedía a gritos nuestra eliminación física. Riguroso. Que nos pegaran cuatro tiros.

Naturalmente, basta dar una ojeada al artículo para percatarse de que su autor es un ciudadano peculiar, pero también era un ciudadano peculiar el que se cargó a John Lennon. No hay que menospreciar a los ciudadanos peculiares. Debo confesar que a mí no me preocupó ni el artículo ni el articulista; me preocupó el diario donde se publicaba la petición de exterminio.
Observe el lector foráneo que el Avui es el diario del nacionalismo ultramontano, que casi nadie lo lee, pero que arrastra una deuda tremenda desde que Pujol decidió emplear el dinero en otros menesteres más jugosos. Maragall les ha regalado este año trescientos millones de pesetas, pero lo que faltaba para garantizar su supervivencia lo han puesto, mano a mano, el editor Lara, dueño de casi toda la edición catalana, y el Conde de Godó, dueño del muy subvencionado diario La Vanguardia (que a día de hoy no ha informado sobre las amenazas) y de media tonelada de televisiones y radios que le regaló Pujol.

Que yo esté pagando con mis impuestos a los tipos que cobran por amenazarme de muerte me parece hacer el capullo. Sin embargo, aún me parece más surreal que el resto del sueldo se lo paguen Lara y Godó. ¿Por qué dos de los más ilustres apellidos del franquismo catalán están financiando a los ultras? Volvamos al comienzo.

La posición del feto es determinante para la supervivencia de la madre. Cuando nosotros pedimos un partido no nacionalista en Cataluña estamos pidiendo, también, un partido ajeno a la alianza entre el mundo de los grandes negocios locales y el nacionalismo. Porque (cosas del feto) el caciquismo y aquello que antes se llamaba "la oligarquía", son la base misma del nacionalismo, su más firme fundamento. Y como sigan por ese camino, van a matar a la madre.
¿Por qué precisamente Lara y Godó? Porque los potentados que crecieron con el franquismo, las fortunas del franquismo, están financiando desde el inicio a los partidos nacionalistas. Al comienzo, comprensiblemente, para hacerse perdonar, pero muy pronto porque descubrieron los notables beneficios de semejante simbiosis. El presupuesto de la Generalitat se eleva a tres billones de pesetas anuales. Es el mejor negocio de la región. Y de muy precario control.
Recuerden ustedes que los primeros munícipes de Pujol, en su carrera por el monopolio del poder rural, eran casi todos ellos políticos franquistas. Que ése era también el llamado "mundo de los negocios" de Pujol, con Javier de la Rosa entre otros angelitos. Y ese sigue siendo el mundo real, el verdadero, de los jefes nacionalistas. Así se entiende que el Estatut, un asunto que sólo importa al 6,5% de la población catalana, sea imprescindible para el suave deslizamiento de la correa de transmisión que une el poder económico local con la Generalitat.
No por otro motivo insistimos hasta ponernos pelmazos en que no hay ni puede haber nacionalismo de izquierdas. Que estamos muy contentos de que haya nacionalistas, que son inevitables tanto en Navarra, como en Cataluña, como en Valladolid y en Irán, que incluso creemos que hay nacionalistas honrados como hay católicos irreprochables, pero que no pueden seguir mirándose al espejo para celebrar lo muy de izquierdas que son. Y de ahí el disgusto que algunos tenemos con los socialistas, último bastión laico que nos quedaba.

Si comparan ustedes con Italia, un país bastante parecido al nuestro, sobre todo en lo malo, constatarán la diferencia. No hay dos "naciones" más diversas que la República de Venecia y el Reino de Sicilia. Estas dos sociedades, la veneta y la siciliana, tienen lenguas distintas, historias distintas, costumbres distintas, mundos simbólicos distintos, en fin, son tan diversas como Austria y Túnez. Y sólo se unieron hace cuatro días, no cuatro siglos. Sin embargo, jamás la izquierda italiana ha permitido la menor vacilación sobre la constitución italiana. Cuando ha aparecido un partido nacionalista, la Liga del Norte, ha sido con todas las características de un partido cripto-fascista, es decir, un partido empeñado en hacer más ricos a los ricos. Y naturalmente gobiernan con los fascistas de Fini y con Berlusconi, que es como quien dice la madre del cordero.

No hay nacionalismo de izquierdas ni aquí, ni en Argentina, ni en los EEUU de Bush, ni en Croacia, ni en Japón, ni en ningún otro lugar del mundo. El nacionalismo es un disfraz del poder económico, su refugio y su coartada. En consecuencia, empiezo a creer que a nosotros no nos ha amenazado de muerte un militante de Esquerra Republicana sino los poderes fácticos. Como en una novela de Vázquez Montalbán o de Sciascia. Y eso ya da más miedo.

Última hora: Una vez enviado el artículo, el president de la Generalitat se reunió con miembros del grupo antes mencionado y se comprometió a comunicar a Godó y Lara su inquietud por la publicación de las amenazas de muerte.

Félix de AzúaEl País. España, junio del 2005.


lo que hay que ver.

martes, 19 de julio de 2005

Amenaza a la Europa social

Vicenç Navarro
El País. España, julio del 2005

En la última reunión del Consejo Europeo, así como en su presentación al Parlamento Europeo, el primer ministro británico, Tony Blair, acentuó su deseo de utilizar la presidencia británica de tal Consejo para recuperar el espíritu de Lisboa que planteó como objetivo hacer la Unión Europea más competitiva y eficiente económicamente que los EE UU.

Éste es también el sentido de su llamada a la modernización de la Unión Europea, sugiriendo que ésta adopte aquellos componentes del modelo estadounidense (llamado frecuentemente modelo liberal anglosajón) que se consideran responsables de su mayor eficiencia económica, tales como una mayor desregulación de los mercados, incluyendo los laborales, y un descenso de la protección social (las pensiones públicas en EE UU y en la Gran Bretaña son las más bajas de los países desarrollados de la OCDE). Un artículo reciente en el Financial Times (23-04-05) definía las pensiones públicas en la Gran Bretaña como "mezquinas", mean en inglés).



El punto débil de esta comparación de eficiencia económica entre los EE UU y la UE es que los datos no apoyan la superioridad del modelo liberal estadounidense sobre el modelo social europeo. Aquellos que sostienen las tesis de superioridad señalan que las tasas de crecimiento económico de Estados Unidos durante el periodo 1980-2000 (dividido en cuatro subperiodos de cinco años cada uno: 1980-1985, 1985-1990, 1990-1995 y 1995-2000), han sido superiores (3,4%, 3,2%, 2,4% y 3,3%, respectivamente) a las de la Unión Europea de 15 miembros (2,3%, 3,2%, 1,5% y 2,3%). Este argumento olvida, sin embargo, que la tasa de crecimiento económico, sin más, no es un buen indicador de eficiencia económica, pues tal crecimiento puede deberse más a su crecimiento demográfico (como es el caso de EE UU) que a su eficiencia económica. Así, cuando analizamos el crecimiento económico por habitante (el mejor indicador para medir la eficiencia económica) podemos ver que éste es desde 1980 muy semejante en ambos lados del Atlántico y mucho mayor en la UE que en EE UU antes de aquel año. Es más, si comparamos la eficiencia económica de EE UU con la de los países miembros de la UE podemos ver que muchos de estos últimos tienen una eficiencia económica mayor que los EE UU. En realidad, algunos de los países más eficientes y de mayor competitividad (según el Fórum liberal Davos) hoy en la OCDE son países como Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca, que tipifican el modelo social por antonomasia, con mercados de trabajo más regulados y con gastos públicos mucho mayores que los de EE UU. En realidad, si EE UU estuviera sometido a las reglas a las cuales está sometida la UE (tal como permitírsele tener un déficit de gasto público de sólo un 3% de su PIB, en lugar del 4,8% que hoy tiene; o que su Banco Central -Federal Reserve Board- hubiera mantenido durante los últimos diez años unos intereses bancarios más altos, semejantes a los que ha mantenido el Banco Central Europeo; o si su Gobierno federal hubiera tenido un presupuesto que significara solo un 1,24% del PIB en lugar del actual 19%) la tasa de crecimiento de la economía estadounidense hubiera sido mucho más lenta y el desempleo mucho más elevado que el actual.

El hecho de que la UE, a pesar de estar sometida a aquellas condiciones, tenga una tasa de crecimiento económico por habitante semejante al modelo liberal estadounidense muestra su mayor eficiencia económica. Ahora bien, su clara superioridad sobre el modelo liberal anglosajón durante el periodo anterior a 1980 se ha ido reduciendo desde entonces debido al establecimiento de las condiciones anteriores (equilibrio presupuestario, excesivo control de la inflación y gran austeridad presupuestaria) que se han ido estableciendo como parte del marco institucional de la Unión Europea. Es este marco institucional (iniciado en el Tratado de Maastricht y reproducido en el Consenso de Bruselas) el responsable del enlentecimiento de la eficiencia económica de la UE y de su elevado desempleo.

La percepción, ampliamente entendida, de que la Constitución europea solidificaba este marco institucional europeo explica el rechazo a tal Constitución por parte de grandes sectores de las clases populares, y muy en particular de las clases trabajadoras de muchos países miembros de la UE, pues éstas perciben que las políticas derivadas de este marco institucional europeo afectan negativamente su bienestar. Las políticas monetaristas, complementadas con políticas liberales que enfatizan como las soluciones al elevado desempleo en Europa la desregulación de los mercados, incluyendo los laborales, así como la reducción del gasto público, representan una clara amenaza al mundo del trabajo europeo en una situación que, como señalaba un editorial reciente de The Economist (12-2-05), "las clases financieras y empresariales europeas están absorbiendo un excesivo porcentaje de las rentas nacionales a costa de los trabajadores". Estas y otras medidas, como la Directiva Bolkenstein, están debilitando a los últimos, carentes de un marco europeo de negociación colectiva necesaria para proteger sus intereses.

Por otra parte, consideraciones estratégicas por parte de los establishments políticos y mediáticos europeos (tales como la incorporación de los Balcanes a la UE para conseguir una mayor estabilidad en el Este de Europa o facilitar la integración de Turquía como un puente con el mundo islámico) han predominado sobre consideraciones de la vida cotidiana del mundo del trabajo que se siente, con razón, cada vez más inseguro, debido a un alto desempleo y a una disminución de la protección social. De ahí que la distancia entre los establishments políticos y mediáticos europeos y las clases populares está incrementándose enormemente, siendo los partidos socialdemócratas los más afectados por este distanciamiento, pues sus bases electorales se sienten abandonadas por sus élites dirigentes, que han adquirido (en muchos de ellos) el posicionamiento socioliberal, responsable del empobrecimiento del modelo social europeo.

Lo que se requiere es un cambio muy sustancial en la construcción de Europa, con una recuperación del modelo social (con el establecimiento de derechos sociales como condición de pertenencia a la UE); el desarrollo de un marco europeo de negociación colectiva; el desarrollo de políticas expansivas (con un mayor presupuesto europeo), y el establecimiento del estímulo de crecimiento económico como objetivo del Banco Central Europeo (con mayor rendición de cuentas al Parlamento Europeo) y mayor coordinación económica, con armonización de las políticas fiscales (que debiera incluir un impuesto europeo sobre las empresas); medidas todas ellas en dirección opuesta a las sugeridas por el socioliberalismo de Blair. Puede parecer paradójico, pero para salvar a Europa se requiere más Europa, lo cual no quiere decir un aumento en el número de sus miembros, sino una mayor expansión y profundización de su dimensión política y social.


jueves, 14 de julio de 2005

La hora de mostrar el cuerpo

"También, debemos recordar una idea fundamental y muy fácil de comprender: hay que hacer ejercicio y, si es necesario, debemos acudir a un experto en nutrición, pero, además, hay que cuidar el ámbito intelectual y el de los afectos: hay que leer, hay que estudiar, hay que pensar y hay que amar".

Enseña el ombligo! Perdón, no lo digo yo, nos lo dice una marca de yogures. Desde hace tiempo estamos asistiendo a un bombardeo que no cesa: ¿adelgaza y reafirma tu abdomen! ¿Vientre firme en tres semanas! Además, nos enseñan «un programa de choque para una silueta perfecta» y, por otro lado, nos hablan de «correctores antienvejecimiento».

La explicación es sencilla: hay que lograr un cuerpo "perfecto" en muy poco tiempo; estamos en verano y tenemos que desnudarnos. Vamos a ser examinados por la mirada implacable de conocidos y de extraños. Tenemos que enfrentarnos a un juicio público y, también, a otro juez implacable: nuestra propia conciencia nos reprenderá si nos hemos descuidado, si hemos caído en la tentación. Lo advierten por todos los lados: la prueba del espejo y del traje de baño son especialmente duras.

No podemos escondernos, hay que desnudarse. No hay manera de tapar nuestros "defectos". Nuestro pecado de no cumplir con la sagrada norma de la estética dominante quedará en evidencia. El delito de haber infringido el código que prescribe sobre el aspecto físico será descubierto. Cuando se realice el análisis comparativo de nuestro cuerpo con el de los vecinos estaremos en evidencia.

La gran meta es, por tanto, conseguir un cuerpo delgado, firme, alto y joven. Para lograr ese sueño los recursos son múltiples, que nadie se queje: por una parte, usted puede hacer ejercicio físico (los gimnasios se llenan y los parques y paseos se ven invadidos por una procesión de corredores que, haciendo penitencia, sudando, quieren llegar a estar entre los elegidos: los que poseen un cuerpo presentable), los más perezosos tienen la cómoda opción de cremas y parches anticelulíticos; se puede recurrir a laxantes, a dietas con las que se adelgaza sin pasar hambre y a mil productos bajos en calorías: refrescos, galletas, mermeladas, embutidos sin grasa...; también existen aparatos que mueven nuestros músculos mientras nosotros permanecemos cómodamente sentados viendo la televisión y fajas que hacen el efecto de una sauna. Si los remedios anteriores no son suficientes y los recursos económicos lo permiten, siempre es posible acudir a una clínica estética para someterse a una liposucción o a un aumento de pecho. Si usted no tiene el cuerpo soñado, el cuerpo que aparece en las páginas de las revistas, la culpa es suya: no se ha esforzado, ha incumplido la norma. El discurso estético imperante es cruel.

Detrás de ese discurso hay muchísimos intereses económicos. Que nadie lo dude, que nadie se engañe, a la maquinaria comercial no le interesa nuestro bienestar, sólo piensa en el negocio. Así, por un lado, nos anima a consumir mil productos que rompen con el ideal de una dieta equilibrada (refrescos azucarados, bollería industrial, patatas fritas, etc.) y nos alienta a permanecer sentados frente al televisor, y, por otro, nos vende la fórmula para que bajemos los kilos que hemos cogido con esos productos. Mucha gente vive de la producción y venta de esos estímulos contradictorios.

Nuestra relación con el cuerpo ha cambiado. En épocas pasadas el cuerpo se tapaba; la moral dominante censuraba el desnudo. El pecado y el delito del escándalo público obligaban a esconder gran parte de nuestro cuerpo. El estímulo sexual era un peligro y las relaciones sexuales debían mantenerse ocultas. El goce erótico constituía un peligro para el alma y para el orden social. El poder religioso y el poder civil vigilaban. Se trataba de reprimir al individuo, y es sabido que la represión sexual se relaciona con la inhibición política e intelectual (W. Reich). En la sociedad actual, en la sociedad occidental, capitalista, de consumo de masas, secularizada, con libertad política y con pluralismo moral, se acaban las viejas prohibiciones respecto al cuerpo: lo podemos mostrar sin recato, podemos gozar de él. En la sociedad hedonista disfrutar del cuerpo es lo correcto. El narcisismo también está por todos los lados.

Pero la realidad no es tan sencilla, junto a la recobrada libertad para disponer de nuestro cuerpo, se alza una obligación social: el cuerpo debe ajustarse a un determinado canon estético. No vale cualquier cuerpo. El que no cumple con la norma social, el que no reúne las medidas, el que tiene que recurrir a 'tallas especiales' es señalado con cierto desprecio o compasión. En muchas ocasiones, la libertad, la pluralidad y el respeto al cuerpo "diferente" no se encuentra. La presión para dar la talla, para mostrar el vientre plano es muy fuerte. La obesidad se convierte en un estigma social.

En la sociedad de la apariencia, el individuo que logra presentarse ante los demás con la silueta prescrita por la norma social no sólo tendrá una mayor atractivo sexual, sino que en el conjunto de las relaciones sociales será apreciado, envidiado, mirado con respecto. Su cuerpo habla por él: tiene éxito. Un buen cuerpo es un valor que se cotiza en el mercado de trabajo; en los procesos de selección de personal el aspecto físico cada día se tiene más en cuenta, y no sólo para los trabajos de cara al público (la discriminación laboral de personas obesas ya ha sido denunciada). Al mismo tiempo la sociedad cada vez es más intransigente con las personas gordas, con los bajos e incluso con los ancianos.

La represión del cuerpo por parte de los poderes se ha sustituido por la mirada acusadora de quienes nos observan cuando paseamos por la orilla de la playa y por la demoledora respuesta del dependiente de los grandes almacenes: «no tenemos talla para usted. Le aconsejo que vaya a una sección de tallas especiales». Nos hemos liberado de la represión del cuerpo y hemos caído en sacralizar lo físico. El cuidado del cuerpo ha derivado en culto, en adoración. El valor de la pureza del alma se ha sustituido por la pureza del cuerpo. Los santos a imitar son la modelo de la pasarela y el jugador de fútbol David Beckham; las virtudes que ellos representan son: las medidas perfectas, la potencia física, la belleza, la salud.

Aclaremos las cosas. Nadie discute que es bueno cuidar el cuerpo, lo contrario sería una estupidez. Si hacemos ejercicio y tenemos una dieta equilibrada estaremos más sanos. Atender a nuestra higiene es una pauta de comportamiento elemental. Preocuparnos por nuestro físico y por la imagen exterior que presentamos a los demás es algo natural: todos necesitamos ser aceptados, todos queremos gustar. El problema se encuentra en la medida. Por definición, el exceso es negativo. La obsesión por el físico es tan perjudicial como olvidarnos de su cuidado (la prueba más dramática aparece con los enfermos de anorexia y bulimia). También, debemos recordar una idea fundamental y muy fácil de comprender: hay que hacer ejercicio y, si es necesario, debemos acudir a un experto en nutrición, pero, además, hay que cuidar el ámbito intelectual y el de los afectos: hay que leer, hay que estudiar, hay que pensar y hay que amar. El sentido común también nos dice que debemos cuidar a nuestros amigos y preocuparnos por nuestros semejantes. Por supuesto, hay que prestar atención a los problemas sociales, políticos y económicos. Tampoco podemos olvidarnos del planeta que nos sostiene y que tan mal tratamos. En definitiva, está bien que cuidemos nuestra imagen externa, pero somos mucho más que un cuerpo. Es decir, uno puede ser guapo y a la vez idiota y egoísta.

JUAN CARLOS ZUBIETA IRÚN/TALLER DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE CANTABRIA


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viernes, 8 de julio de 2005

Perdonen que no me levante


Perdonen que no me levante. Les digo así, como reza en el epitafio que preside la tumba de Groucho Marx, porque yo soy un muerto. Sí.

Sí. Lo que ustedes oyen. ¿Qué pasa? ¿No me creen? Acérquense. No tengan miedo. No hay por qué temer a lo que no pertenece a este mundo. Si les hace falta toquen mi piel. ¿Lo notan? Es hueca y pálida como una nube y tan fría como la nieve. ¿Lo perciben?

Pero no se preocupen por mí, estoy tan bien que no quiero ni que dios me resucite. ¿Volver a padecer lo que he sufrido? ¡Ni hablar! Además, ustedes no tienen ni puñetera idea de lo que es ésto. El verdadero alcance de la muerte sólo podemos sentirlo quienes estamos aquí, del otro lado del reloj, como almas en pena esperando que se termine de una vez para siempre la eternidad, en medio de esta calma, de este asombro, de esta silenciosa y absurda detención del tiempo.

Hay quien dice que la muerte es una salvajada, sobre todo cuando es inesperada, como si uno no la esperara y se pasara la vida mirando hacia otra parte, sin echar una mirada al frente, al futuro, al destino. Pero yo, ahora puedo decirles que se equivocan, que no hay tal salvajada. La muerte es simplemente una raya que se traza al final de la vida, una manera distinta de perder de vista el horizonte o simplemente una forma de dormir sin sueños. Hay también quien piensa que es un largo viaje, y está en lo cierto, pero en un autobús lleno de gusanos que en cuanto te subes te agujerean los huesos.

Quienes dicen que morir es cruzar el misterioso umbral de lo desconocido y entrar en la zona más oscura del universo, tienen toda la razón. Aquí no hay luz. Vamos, por haber no hay ni una mísera bombilla. Esto es como la quiebra de una compañía eléctrica en medio de una soledad infinita de vértigo y silencio. Llevan toda la razón los que aseguran que se llega aquí a través de un túnel, pero de luminoso, nada.

Cuando te llega la hora o te la hacen llegar, te deshaces de todos los bienes materiales, te tumbas en la cama o en el suelo y ¡zás!, ya no te levantas más. La muerte es lo vacío, lo negro, lo desnudo, una sombra vaga en un cristal oscuro que te atrapa entre sus suaves alas y te da un abrazo que dura toda la eternidad. La muerte es un naufragio en el que se echa la vida por la borda y se fondea el barco en lo más profundo del océano.

Pero ¿saben lo que más coraje me da?. Pues, verlos a ustedes vivos. Sí. A ustedes que son los que me han matado, los que me han asesinado, aunque solamente hayan participado en el crimen por omisión de sus deberes humanitarios. Sí. Sí. Yo soy el muerto aquél que los generales arrojaron vivo al mar desde un avión sin ninguna compasión, un desaparecido más de los tantos que hubo en la famosa caravana de la muerte, en Chile, en Argentina, o en las cárceles franquistas.... El muerto aquél afgano o de cualquier nacionalidad que no pudo llegar a adolescente porque se murió de asco, de hambre y de miseria tirado en cualquier punto remoto del planeta, mientras ustedes se ponían ciegos de caviar y de langosta. El muerto aquél al que los terroristas se llevaron por delante con sus bombas o el mismo al que un gobernador medio loco, con delirios de grandeza, sentó en la silla eléctrica, revelando así la calidad de sus buenos y tiernos sentimientos ciudadanos.

Sí. Sepan ustedes que me da coraje verlos ahí, en la cama esperando tranquilamente, como esperó Franco el manto de la Virgen del Pilar y la bendición apostólica. Y si en alguna parte sucede que existe dios, pues yo aquí nunca lo he visto, le pido con todas las fuerzas que me quedan en el alma, que cuando a ustedes los políticos, los generales, los terroristas, los sinvergüenzas, les termine por llegar la hora, se los lleve derechito al cielo de una vez para siempre. ¡No vaya a ser que vengan ustedes aquí, a este dulce oasis de la nada en el que yo me encuentro, a tratar de joderme otra vez eternamente!

Fernando Luis Pérez Poza. Pontevedra. España.



volver al duende de los extravios.

domingo, 3 de julio de 2005

En junio no salga sin el abrigo

Lo que va de un hemisferio a otro. Mientras España suda, Argentina se congela. Las nevadas bloquean miles de camiones en los Andes, la gripe vacía pupitres en escuelas y, por supuesto, nadie sale a la calle sin abrigo.


El 21 de junio, el día más corto y oscuro del año, hubo temperaturas de 4 grados centígrados, algo habitual en estas fechas. Por el día, bufandas, gorros y abrigos llenan las calles de las ciudades, colegios y farmacias registran ausencias debido a una gripe especialmente agresiva este año mientras que las farmacias "hacen el enero" vendiendo jarabes y pastillas antigripales. Pero no todo son malas noticias, y ya muchos están deseando que llegue julio para volar a las estaciones de esquí donde la nieve se acumula.

¿El mundo al revés? No, o tal vez sí, estamos en Argentina. Simplemente, la vida en el hemisferio sur depara estas sorpresas en el calendario y, mientras en España se habla de sequía, peligros de la exposición al sol y la inevitable historia del peligro de contraer hongos en las piscinas si no se usa el calzado adecuado, los argentinos se preocupan de los problemas energéticos provocados por la demanda de combustible para las calefacciones en un invierno muy duro en algunas zonas.

Y es que, a pesar de que las previsiones subrayen que Buenos Aires mantendrá su media habitual en torno a los 10 grados durante julio y agosto, en el centro y sur del país las temperaturas registradas históricamente han descendido y el nivel de lluvias se ha incrementado, lo que ha provocado problemas de suministro en empresas y particulares en diversas zonas del país. La cosa no está para bromas. El pasado martes la empresa Gas Natural BAN -participada por la española Gas Natural- convocaba una reunión de emergencia para tratar de atajar cuanto antes los problemas derivados del desfase generado entre oferta y demanda. En el sur argentino se han producido restricciones y cortes debidos a diversos incidentes que, según recoge la prensa, han dejado sin luz al 70% a la localidad de Río Gallegos durante varios días.

Además de incomodidades, el mal tiempo también está provocando tragedias. Durante 13 días consecutivos más de 2.500 camiones de gran tonelaje han quedado bloqueados en el acceso a la cordillera de los Andes cuando trataban de cruzar a Chile a causa de las fuertes nevadas. Los camioneros al principio se lo tomaron con filosofía y combatieron el frío organizando parrilladas y cantando, pero poco a poco el cansancio de una situación que parecía no resolverse comenzó a hacer mella. El pasado miércoles fallecía Carlos Pereyra Chávez, un conductor brasileño de 47 años que moría en la cabina de su camión de un infarto mientras aguardaba a que el vehículo fuera desbloqueado. Los médicos apuntaron a que la hipotermia y la ausencia de oxígeno debido a la altura pudieron influir fatalmente en su sistema circulatorio. Entonces muchos se acordaron de que pocas semanas antes, al otro lado de la cordillera, unos 500 soldados chilenos fueron sorprendidos por una tormenta de nieve como no se había visto otra desde hacía tres décadas y 41 militares se perdieron y murieron congelados. Como siempre ocurre en la vida, lo que para unos son dificultades, para otros son ventajas. La temporada de esquí se ha inaugurado hace apenas diez días con unas expectativas como hacía años que no se veían. La combinación de alojamientos de calidad, kilómetros y kilómetros de zonas esquiables de nieve virgen y, sobre todo, unos precios muy competitivos, han colocado a Argentina como una alternativa sólida al veraneo de europeos y estadounidenses, pero no para ir a la playa, sino para esquiar. ¿El mundo al revés? Tal vez. Este corresponsal todavía no ha logrado comprobar aquello de que el agua gira el revés en los sumideros del hemisferio sur, como nos contaban en el colegio, pero lo de salir a la calle con el abrigo a las puertas de julio (que será aún más frío) causa cierta desorientación. "Eso no es nada", apunta un colega, "espera unos meses a comerte el turrón y los mazapanes a 30 grados".

JORGE MARIRRODRIGAEL PAÍS - Internacional - 26-06-2005