LO QUE NO ESTÁ EN EL SUMARIO NO EXISTE Y EL SUMARIO DE GARZÓN CONTRA AL QAEDA DABA RISA
Sólo hay algo peor que un juez corrupto: un juez incompetente. Cuando supimos, hace un par de años, que el juez Baltasar Garzón había decidido poner dientes largos a sus torpones colegas estadounidenses y ocuparse personalmente de dictar “ procesamiento y prisión” contra Bin Laden y los suyos en España, lo primero que nos dio a todos fue un ataque de risa.
La risa no tardó mucho en congelarse. Exactamente, lo que empleamos en tirar de archivo y hacer una básica estadística de los grandes espectáculos judiciales planificados por el instructor más popular – y menos eficiente – de la Audiencia. Es difícil dar con un magistrado que haya acumulado tales dosis de megalomanía procesal y tan magros resultados en las vistas orales.
La Sala de la Audiencia hubo anteayer de limitarse a lo que es el catecismo de la juridicidad garantista: lo que no está en el sumario no existe. Y de nada vale qule fiscal y jueces tengan la convicción o certeza de que, tras las endebleces de una instrucción concreta, haya podido haber un delito real y unos no menos reales delincuentes. En la vista no se afronta lo real, sin un relato argumentado: el que el juez instructor completa y cierra, son las reglas del juego, y nos va a todos mucho en que se cumplan rigurosamente; porque esas reglas garantizan la objetividad del procedimiento. Y son, así, el suelo firme de una ciudadanía que no quede al albur de la voluntad o arbitrio del que ve y sentencia.
La tarea del juez instructor es fatigosa, lenta, gris, ajena al espectáculo. Consiste en encadenar hechos, indicios, testimonios, pruebas... Y forjar, con todo eso, cadenas causales inexpugnables. Es de una gran belleza conceptual, casi matemática, ver funcionar esa red argumentativa hecha lógica y paciencia; yo recuerdo ahora, como arquetipo, la blindada instrucción de Javier Gómez de Liaño que dio en la cárcel con los torturadores y asesino de Lasa y Zabala. Pero allá donde el espectáculo suple a lógica, trabajo y gris paciencia, queda sólo lugar a previsibles catástrofes.
No es la de Abú Dahdah la primera pifia de Garzón. Muy lejos de eso. A fin de cuentas, la única instrucción de verdad importante suya que acabó felizmente fue la del caso Marey, por un motivo elemental: la sala no juzhó sobre la instrucción de Garzón ( tan imperfecta com en él es habitual) para la Audiencia Nacional, sino sobre la excelente instrucción del juez Móner para para el Supremo, forzada por el romo apego de Barrionuevo a su escaño.
Lo demás... Repasen dónde han ido acabando sus sumarios. Desde Mozen Al Kassar hasta los macrojuicios de narcotraficantes o el frustrado alijo del Privilege. Lo que no está en el sumario no existe y el sumerio de Garzón contra Al Qaeda daba risa. No es la primera vez. Sólo que ésta es más grave.
Gabriel Albiac en la Razón
Primera sentencia contra Al Qaeda, penas menores de lo esperado.
Criticas del Presidente del Tribunal sentenciador a la instrucción.